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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Notas del capitulo:

Aquí está el capítulo dos. En estos días pude terminar el último capítulo, así que la historia está completa y garantizada jajaja. Voy a subir una vez por semana. Gracias a los que leyeron.

Recomendaciones: Ya que estoy acá, paso a recomendar el fanfic Disforia de Daena Blackfyre. De One Piece, es SaboxAce, pero también están Luffy, Law, Corazón, Sengoky y Garp. Es el mejor fanfic familiar y con temáticas de género que leí en mi vida. Realmente lo amo.

 

 Vendó el área quemada en el brazo de Tama y suspiró. Ninguno había sufrido quemaduras graves y era algo bueno considerando lo que había sido el incendio. Desafortunadamente, no podía pedirles alivio o felicidad a la familia porque habían perdido su casa. En barrios como Grey Terminal las casas estaban construidas de forma precaria, una encima de la otra, sin planos y hechas por las mismas familias. Law era plenamente consciente que allí donde no había un Estado presente las personas se organizaban para crear sus propias condiciones de vida. Con pocos recursos, esas condiciones a veces podían ser muy vulnerables. Las casas como las de Tama y su familia tenían muchas fallas y los accidentes se hacían más probables.

No supo qué decir cuando vio los ojos de la niña aguados; el rostro sucio con hollín. Podía ver su tristeza a través de la máscara que oxigenaba sus pulmones. Sus padres ya habían sido atendidos y solo le quedaba Luffy, que no había obtenido lesiones importantes, pero tenía que verlas igualmente.

Acarició el cabello de la niña y sonrió suavemente. No tenía respuestas para la situación, ni tampoco soluciones que darle. Imaginó que el Kamabakka haría algunos eventos en la comunidad para juntar dinero o cosas materiales para la familia de Tama. Solían hacer cosas así cuando alguien de la organización lo necesitaba.

Abrió la puerta y dejó salir a la niña que se abrazó a sus padres. El consultorio de Law, que usaban Marco e Ivan cuando les tocaba a ellos, estaba ahora cubierto de hollín y suciedad. Tendrían que limpiarlo cuando terminaran con eso, pero no era ni por asomo un problema relevante en ese momento. Llamó a Luffy a través de la puerta y vio al chico levantarse de los asientos de espera.

—Vayan a comer algo al comedor —Les dijo a la familia de Tama—. Paty-ya llegó recién y está preparando algo para ustedes. También se pueden bañar en las duchas del gimnasio, hay ropa en uno de los armarios.

Probablemente no comerían esa noche sin el Kamabakka. Agradecía que Sanji fuera tan considerado de escribirles a sus compañeros para ir a la organización. Paty no había visto los mensajes del incendio, pero apenas lo llamó Sanji, corrió al barrio para ayudar. Era bueno tener gente tan comprometida.

—Me preocupa donde van a dormir esta noche —meditó Luffy en voz alta mientras Law se acercaba a inspeccionar mejor su herida. Sólo en su hombro y no había tela que pudiera haberse pegado en la quemadura porque tenía un chaleco. Aún así necesitaba verlo mejor.

—Los vamos a llevar a lo de Shirohige —afirmó llenando un cuenco con agua fría de la pequeña canilla en una esquina del consultorio—. Tama-ya estuvo allí de pequeña también, antes de que pudiera vivir con sus padres de nuevo.

La niña estuvo vagando durante un tiempo en la calle hasta que Shirohige la acogió. Su padre había estado detenido por robar comida y su madre tuvo varios incidentes con drogas que le habían quitado la tenencia de su hija temporalmente. Hasta que se resolvió el asunto de ambos, se regularizó la situación legal del padre y la rehabilitación de la madre, Tama no volvió con ellos. Habían comenzado su vida familiar hacía poco menos de un año y aún estaban aprendiendo cómo convivir.

—Siéntate en la camilla, cerca del lavabo y quitate el chaleco —Las instrucciones de Law eran con su tono frío de médico. No tenía intenciones de ser hostil, pero se había acostumbrado a tratar a los pacientes con una capa de imperturbabilidad. Sólo algunos casos del Kamabakka, que tocaban peligrosamente los recuerdos de su propia infancia, lograban sacarlo de ese adormecimiento.

Law le pasó una mascarilla y se la puso sobre el rostro para oxigenar sus pulmones. Luffy acató en silencio y acercó su hombro a la canilla, inclinándose. Lo lo tomó con cuidado y alzó el cuenco de agua por encima de él.

—Puede que duela o te impresione, pero es un momento nada más —advirtió antes de volcar el agua en la herida. Luffy apretó los dientes pero no se quejó. Lo sintió tensarse un poco y desvió sus ojos hacia él.

—¡Wow, tienes tatuajes! Eso es genial —exclamó emocionado, ignorando por completo el ardor de la quemadura.

No era extraño que las personas se fijaran en sus tatuajes, después de todo parecía más un tatuador de la mafia que un doctor. Tenía muchas partes del cuerpo entintadas, pero las de sus manos se hacían notar porque sus dedos tenían la palabra “death” escrita. En general nadie lo encontraba genial.

Repitió el procedimiento de lavado durante unos minutos para enfriar la quemadura. Había hecho lo mismo con Tama y sus padres. Por suerte nadie pasó de una quemadura de primer grado.

—¿Duele? —preguntó por rutina mientras lo limpiaba luego de enfriar la zona.

—Estoy bien, sólo es incómodo.

Sabía que sí, pero no podía hacer nada al respecto. Cuando terminó de lavarlo, se separó para buscar en el escritorio un pote de aloe vera sin antibióticos, puramente natural. Lo había dejado abierto cuando lo usó con la niña. Aplicó despacio con dos dedos una capa muy fina sobre la quemadura y miró el rostro de Luffy buscando indicios de dolores más fuertes. Estuvo conforme cuando no vio nada extraño. Terminó el proceso vendando con una gasa estéril.

—Gracias por ayudarme allá —dijo el chico de repente, buscando la mirada de Law. El hombre le dedicó una mueca suave y agradable.

—Está bien, estábamos intentando ayudar entre todos. Si no fuera por tí, Tama-ya habría salido más herida.

No quiso pensar en lo que hubiera podido pasar si Luffy no entraba a buscarla. Más herida era lo mínimo. La risa del chico lo distrajo de sus pensamientos nefastos.

—Estaba tan asustado —confesó y su risa debería parecer discordante con lo que decía, pero Law se dejó contagiar y sus labios se curvaron. Entendió que Luffy se reía de alivio, de gratitud, de saber que nadie había salido herido.

—Yo también —Se encontró correspondiendo la confesión porque había sido verdad. Law saltó de su casa y salió lo más rápido posible, preocupado de que alguien estuviera en peligro. Decirlo ahora que todo había pasado se sintió como sacarse una mochila de hierro de encima.

—Estoy aliviado de que consigan dónde dormir también —murmuró en voz más baja y Law lo miró mientras terminaba de vendarlo.

—Inazuma-ya se comunicó con Ace-ya para contarle la situación —Law se había enterado cuando entró al Kamabakka con el auto. Los mensajes en el grupo de Whatsapp habían anunciado que el contador se había hecho cargo de contactarse con el Hogar de Shirohige—. Él vendrá a recogerlos más tarde.

—¿Ace? —Los ojos de Luffy parecieron brillar—. ¡Ace va a venir!

Se había olvidado que Luffy era el hermano de Portgas D. Ace. Le causó gracia el gesto de felicidad de ese chico pensando en su hermano.

—¿No se supone que viven en la misma casa? —preguntó Law lavándose las manos. Sus guantes habían sido descartados en el cesto de basura.

—Ace vive en lo de Shirohige desde que empezó a trabajar allí. Coordina los grupos y es uno de los principales organizadores del hogar. Lo extraño mucho desde que no está en casa.

Irguió una ceja pero asintió. Imaginaba que vivir enel trabajo era más fácil para Ace. Se preguntó si su otro hermano, Sabo, aún vivía con él o el chico vivía solo. No se veía muy autosuficiente. ¿Tal vez debería decirle a Ace que se lo lleve también con Shirohige?, pensó divertido.

—¿Podemos ir a comer también? —Luffy se había sacado la mascarilla y ya estaba en la puerta a punto de salir cuando Law levantó la mano para detenerlo.

—Espera un momento, no sales así de esta sala.

Le señaló su chaleco y aprovechó mientras se vestía para buscar algunas gasas más.

—Toma —dijo Law mientras le extendía la mano con algunos paquetes de gasas—. Es todo lo que quedó, el resto se lo di a los padres de Tama-ya.

En el hogar de Shirohige tenían atención médica, pero Law era precavido. Luffy tomó los paquetes y los guardó en el bolsillo de sus bermudas de jeans. Esperaba que no se le perdieran.

—Si te duele, toma un analgésico de venta libre: ibuprofeno, paracetamol. Algo de eso, y no te rasques si te pica. Se curará en un par de semanas aproximadamente —agregó abriendo la puerta para dejar pasar al mocoso.

Luffy sonrió, aparentemente feliz de haber terminado con eso.

—¡Ahora, vamos a comer!

Su énfasis le hubiera causado gracia si Luffy no lo arrastraba a la cocina para unirse a la cena. El chico del fútbol era enérgico y musculoso, con la suficiente fuerza como para moverlo. Law no apreciaba que lo tocaran ni que le impusieran cosas, pero el Kamabakka tenía la mágica propiedad de hacer que estuviera más dócil, más tratable y menos cascarrabias cuando trabajaba allí.

El comedor estaba vacío. Vieron a Patty en la cocina, a través de la mesada que separaba el espacio de las mesas largas. La familia de Tama ya no estaba.

—Se fueron a bañar —dijo Patty a modo de saludo y sonrió cuando vio a Luffy llegar allí—. ¿El héroe viene a comer?

Luffy se rió a carcajadas, tomando los dos platos que Patty empujó por la encimera.

—No soy un héroe —se apresuró a decir—. Todos hicimos mucho. Torao me ayudó a llegar a Tama.

Luffy miró al doctor y Law irguió una ceja sin comprender el crédito que le estaba dando. Era cierto que todo fue producto de un trabajo en equipo y que sin ninguno de ellos allí la situación podría haber sido diferente.

—Gracias por venir, Patty-ya —dijo Law mirándolo a través de la encimera—. Por suerte pudimos resolver la situación de la familia de Tama, pero queríamos asegurarnos que comieran aquí.

Luffy pasó con ambos platos hacia la mesa y Law le arrebató uno de las manos.

—Yo también quiero comer algo —gruñó mirando al chico. Patty se rió a carcajadas.

—Luffy come como monstruo, Sanji siempre tiene preparado algo de más para él —le contó el cocinero mientras le pasaba un plato más al susodicho.

Se sentaron los tres en la mesa más cercana. Patty también comió un poco mientras charlaban del incendio.

—No sabemos cómo sucedió aún —le contó Law—. Cuando llegué el fuego era bastante grande, no creo que se pueda recuperar mucho.

Luffy miró su plato con el ceño fruncido. Law pudo adivinar su preocupación porque él también la sentía.

—El año pasado hicimos una colecta de alimentos no perecederos para el papá de Momonosuke, cuando se quedó sin trabajo, ¿recuerdan? —acotó Patty.

Law se acordaba. Habían preparado un evento con música en vivo en un centro cultural del barrio cuya entrada era un alimento no perecedero para llenarles la cocina por un tiempo y que al menos no se preocuparan de la comida. Se había hecho tan famoso el evento que salió en algunos medios de comunicación y aparecieron diferentes personas ofreciéndole trabajo al hombre.

—Podríamos hacer algo así pero con dinero para la familia de Tama —siguió el cocinero.

Él ya lo había pensado. No había podido hablar por el momento con Ivan y el resto para plantear la idea, pero estaba seguro que pronto saldría el tema porque aparentemente a todos se le había ocurrido.

—¡Si! —gritó Luffy con las mejillas llenas de comida—. Y si Tama y su familia están en el hogar de Shirohige, ellos también van a cooperar. Podrían ayudar a la organización, tengo que hablar con mi hermano…

El entusiasmo del chico era contagioso y tanto Law como Patty sonrieron. Con esa seguridad y esas sonrisas era imposible pensar que algo no se podía hacer.

Revisó su teléfono mientras Luffy divagaba sobre una gran fiesta para juntar dinero y vio que Inazuma había comentado algo al grupo.

[25/06 08:52 p. m.] Inazuma: Ace está yendo a buscar a la familia de Tama, ¿están en el Kamabakka?

El mensaje era de hacía diez minutos por lo que suponía que Ace estaría por llegar.

[25/06 09:05 p. m.] Trafalgar Law: Estamos con Patty-ya y Luffy-ya aquí, esperando que salgan de bañarse. Ya los traté a todos y nadie tiene quemaduras graves.

[25/06 09:07 p. m.] +81 (3) XXXXXX - Usopp: Con Franky hablamos sobre hacer un evento para juntar dinero para la familia de Tama.

[25/06 09:10 p. m.] Inazuma: También lo estuvimos pensando con Nami.

[25/06 09:12 p. m.] +81 (3) XXXXXX - Nefertari Vivi: ¿Todos los que estuvieron en el incendio están bien?

[25/06 09:15 p. m.] Ivankov: Estamos todos bien. Soy Zoro, Ivan está manejado para llevarnos al Kamabakka.

Respiró aliviado porque todo estaba en orden. Al menos lo urgente y más importante ya había pasado. Ahora tenían que concentrarse en qué hacer para ayudar a esa familia. Sintió al chico del futbol inquieto a su lado, y cuando giró el rostro, comprobó que Ace había llegado y Luffy lo estaba viendo por la ventana estacionar un auto en la entrada del Kamabakka.

Se levantó para abrir las puertas y saludó cordialmente a Portgas D. Ace. No lo había visto muchas veces, pero lo conocía lo suficiente para no confundirlo. Ahora que había conocido al hermano más chico de ese trío, estaba seguro de que ninguno de los tres era fácil de olvidar o pasar desapercibido.

—¿Todo está bien? —preguntó Ace con cautela, buscando con la mirada a la familia de Tama.

—Por ahora, todo en orden —respondió Law, dándole el parte de la situación, las dimensiones del incendio y las heridas—. Ya estamos pensando qué hacer para ayudarlos con la situación.

Luffy saltó, emocionado.

—¡Podemos hacer una fiesta para recaudar fondos! —dijo alegremente—. Seguramente el viejo Shirohige esté de acuerdo, ¿verdad Ace?

El hermano mayor sonrió con cariño y asintió.

—Sí, ya lo estuvimos pensando cuando nos enteramos —La vista de Ace se estrechó sobre Luffy, entrecerrando los ojos—. ¿Qué te pasó en el hombro?, ¿también te quemaste?

Luffy se miró la herida sin darle importancia y se alzó de hombros.

—No es nada, Torao me curó y también a Tama y sus padres. Es un gran doctor —El elogio lo descolocó y no supo qué contestar cuando Ace dirigió su mirada a él.

—¿Torao? —preguntó divertido. Ace claramente sabía su nombre y también debería conocer los hábitos de su hermano por deformarlos—. Gracias por eso.

Abrió la boca para decir que no tenía que agradecer, que era a lo que se dedicaba, pero la familia de Tama volvió de las duchas, cambiados con ropa que había en el gimnasio. Se veían mejor, aunque no podía decir lo mismo de su estado de ánimo. Tama corrió al ver a Ace y lo abrazó, hundiendo el rostro en su estómago. El hombre acarició su cabello y se agachó para sonreírle.

—Vas a volver al hogar, se que no te debe gustar, pero es por un tiempo nada más —le dijo con cariño—. Vamos a encontrar una forma de resolver esto entre todos.

La niña lo abrazó más fuerte. Parecía haber sido muy apegada a él desde que vivió en el hogar antes. Luffy sonrió cariñosamente al verlos.

—¿Cómo se sienten? —preguntó Ace levantándose del suelo y mirando a los padres.

—Estamos bien, no fueron graves las heridas. El doctor se ocupó —respondió la mamá con la voz un poco rota.

El padre de Tama rodeaba los hombros de la mujer y ambos estaban cerca. Law admiró la fortaleza que vio en sus ojos. Era una familia que había tenido una vida dura. Empatizaba sobre todo con la mujer, que había tenido problemas con las drogas. Le recordaba un poco a él.

—Gracias por todo —La mujer se llevó la mano a la boca cuando no pudo evitar un sollozo.

El hombre no decía nada, pero aferró su agarre con cariño. Law se dio cuenta de que no podía hablar porque temía desmoronarse.

—No se preocupen —Ace fue quién se hizo cargo de esa conversación. Parecía el tipo de persona perfecto para esas situaciones que Law no sabía cómo manejar—. Por ahora tienen un lugar donde quedarse. Más adelante haremos algo para que puedan volver.

Los acompañaron a la puerta y se despidieron de ellos cuando Ace se subió al auto. Luffy saludó a su hermano a través de la ventanilla y sonrió, brillante como un sol.

—Gracias, Luffy —gritó la niña desde el asiento de atrás y el chico alzó la mano sonriendo.

Cuando se fueron, todo lo demás sucedió como un borrón en la memoria de Law. Al menos hasta cierto punto. Unos minutos después llegaron Ivan, Sanji y Zoro, a los cuales revisó superficialmente porque no tenían heridas más allá de raspones y suciedad en sus manos. Algunos aprovecharon a darse una ducha rápida en el gimnasio para sacarse el olor a quemado y el hollín del cuerpo. Luffy era el más sucio de todos, y aunque se negó a bañarse, Ivan y Sanji lo metieron debajo de la ducha con ropa y todo.

Law estaba a punto de quedarse dormido en las mesas del comedor. El día había sido particularmente largo y lleno de adrenalina y nervios que lo tenían agotado. Para cuando el resto terminó de asearse y tomar algo, Ivan ya estaba reuniéndolos a todos para irse.

De los seis, tres tenían auto. Ivan, Patty y él habían llegado al incendio en vehículo; Zoro, Sanji y Luffy estaban en el Kamabakka antes, terminando la reunión sobre los eventos para juntar dinero para la excursión. Nami se había ido más temprano y no pudo volver luego.

—Yo te puedo alcanzar, Luffy —aseguró Ivan sacando las llaves de su auto. Luffy sacudió las manos en un vago intento de negarse.

—Pero te queda muy lejos, Iva-chan. Tendrás que desviarte mucho.

—¿Dónde vives? —preguntó Patty—. Yo iba a alcanzar a Sanji y seguramente a Zoro, que siempre se queda con él.

El tono insinuante con el que dijo aquello no pasó desapercibido para Law, ni el resto. Parecía que Zoro estaba a punto de gritar algo y Sanji se agarraba la cabeza con hastío (y un sonrojo), cuando Luffy intervino, ajeno a los dobles significados.

—En Goa al fondo, cerca de Flevance.

Goa y Flevance eran dos barrio cercanos, conectados por las vías de un tren que tenía estaciones en ambas ciudades. Ninguna estaba lejos de Grey Terminal y el Kamabakka. Ivan podría llevarlo allí fácilmente, pero su casa quedaba en la dirección opuesta.

—Yo vivo en Flevance —atinó a decir Law sin darse cuenta—. Voy para allá, yo te llevo.

Luffy lo miró sorprendido y sus ojos hicieron algo extraño: generaron un brillo que podría tragarlos a todos como un agujero negro invertido. Law frunció el ceño.

—¿En serio? —El entusiasmo de Luffy era apenas disimulable—. ¡Eres genial, Torao, gracias!

Giró los ojos y sacó las llaves del auto. Ivan al final podía volver solo a su casa y Paty alcanzar a Sanji y Zoro. Los vio irse entre discusiones que Law no estaba seguro si eran de Patty hacia ellos o entre Sanji y Zoro.

—El cinturón —acotó solamente cuando se subieron a su auto.

—Así que vives en Flevance, eso es realmente cerca —respondió el chico terminando de abrocharse el cinto. Law puso en marcha el auto y tocó bocina para saludar a los demás.

—Estoy más tiempo en el trabajo que en casa de todos modos.

—¿Eres doctor?

Las preguntas de Luffy sonaban genuinas, llenas de una curiosidad que rayaba lo infantil y al mismo tiempo con la atención necesaria de un adulto.

—Sí, en el North Blue.

La casa de Luffy estaba antes que la suya según las indicaciones que le había dado, no tenía que desviarse, le quedaba de paso. Se distrajo cuando vio al chico mirarlo con intriga.

—Mi amigo Chopper hizo las prácticas en ese hospital, creo que lo conoces.

Recordaba al chico que Luffy mencionaba. Parecía un niño, bajo de estatura y flaco. Había trabajado en el North Blue hacía poco como requisito de la carrera. Law también hizo las prácticas allí cuando aún estudiaba. Según lo que Chopper le dijo, había pedido ese hospital porque se sentía cómodo con el clima de la ciudad, frío como su pueblo natal. Se habían conocido en los pasillos y descansos y Law había sido asignado a cuidarlo en determinados momentos. El niño también era un prodigio y rápidamente había sentido empatía por él.

—Sí, tengo su número. De vez en cuando me envía mensajes con dudas —mencionó recordando los audios de Chopper, emocionado por contarle miles de cosas que había aprendido o preguntarle las que no entendía.

—¡Es verdad! —recordó Luffy con una sonrisa—. Siempre habla de un médico genial que es muy inteligente.

Podía imaginar a Chopper diciendo eso, pero también a Luffy. Ambos parecían niños emocionados.

—Sólo soy un doctor —Intentó no sentirse avasallado por las palabras de Luffy y lo que sabía que Chopper decía de él. Los chicos parecían ver todo maravilloso—. ¿Tú?, ¿estudias algo?

Luffy lo miró con otra de sus sonrisas brillantes. Parecía emocionado de hablar sobre eso, aunque no se imaginaba qué tipo de cosa podría estudiar ese chico, o si trabajaba en algo.

—Estudio Trabajo Social en la misma universidad en la que trabajan Sabo y Robin. También los conoces, ¿verdad?

Law asintió. Sabía que ambos eran profesores. Robin de historia y arqueología y Sabo de sociología. Law se los había cruzado en congresos en la facultad y aunque sus disciplinas eran distintas, se llevaba bien con ambos.

—Parece que conozco gran parte de tu mundo —acotó sin pensar, prestando atención a la calle.

La risita de Luffy lo hizo mirarlo brevemente.

—No es justo porque yo no conozco a tus amigos.

Irguió una ceja pero no pudo evitar sonreír ante el tono de berrinche. Le parecía raro imaginar a Luffy conociendo a Shachi, Penguin y Bepo, pero al mismo tiempo sabía que se llevarían bien.

—¿De qué te gustaría trabajar cuando termines la carrera? —preguntó con una curiosidad extraña para él. Le sorprendió encontrarse hablando tan cómodamente con alguien que le era ajeno.

Pero, ¿era Luffy tan ajeno?, ¿no lo conocía casi como si hubieran pasando mucho tiempo juntos desde antes de haberse conocido? Era muy surrealista ver al chico del que tantas veces le habían hablando.

—Me gusta el trabajo que hacemos en el Kamabakka —Las palabras de Luffy lo sacaron de sus cavilaciones—. Y lo que hace Ace en el hogar de Shirohige. Quiero hacer lo que más pueda por barrios como Grey Terminal.

Aunque lo intentó, no pudo evitar sonreír con cierta nostalgia. Las imágenes de su pasado mezcladas con su necesidad imperiosa de participar en el Kamabakka por los mismos motivos que Luffy se mezclaban, recordándole que él también tenía una convicción similar.

—Cuando éramos chicos vivimos en Grey Terminal —confesó y Law no se movió aunque ciertamente estaba sorprendido—. Mi abuelo nos había dejado al cuidado de una mujer allí y nos criamos en el barrio.

Las similitudes con su vida no eran muchas, sin embargo Law sentía que la historia de Luffy golpeaba doloramente los fragmentos de su pasado. Supuso que todos los que trabajaban en el Kamabakka lo hacían por una razón, algo que los llamaba desde lo íntimo y lo privado que rápidamente se convertía en una preocupación pública y política por las faltas de oportunidades y vulneraciones de derechos del barrio.

—¿Cómo te mudaste a Goa?

—El abuelo apareció un día para llevarnos —respondió Luffy con total naturalidad—. Antes trabajaba todo el tiempo y siempre viajaba mucho, pero lo asignaron en un lugar fijo y nos llevó a vivir con él a Goa.

Law frunció el ceño. No podía creer como ese hombre había dejado tres chicos al cuidado de otra persona para buscarlos años más tarde como si fueran un paquete.

—Grey Terminal es importante para mí. Muchos de los chicos que conocimos con Sabo y Ace siguen viviendo allí y tienen los mismos problemas que teníamos en ese entonces. Quiero ayudarlos.

Sabía de qué problemas hablaba. Construcciones precarias, falta de servicios básicos, pobreza, contaminación. Cosas con las que ellos luchaban diariamente en el Kamabakka.

—Y tú, ¿por qué trabajas en el Kamabakka, Torao?

Sus manos se apretaron al volante sin poder evitarlo y procuró mantener fija su mirada a la calle.

—También tuve una vida difícil cuando era más joven —Podía sentir la curiosidad de Luffy sobre él—. Y cuando me convertí en doctor supe que quería ayudar a que haya menos infancias como la mía.

—No somos tan distintos entonces —le escuchó decir al chico y por el rabillo del ojo lo vio sonreír. Law le correspondió el gesto.

—Puede ser —respondió absorto.

Quizá un poco se veía reflejado en ciertas cosas que Luffy decía. No le pasaba tanto con la gente. Por eso le costaba empatizar con las personas que conocía en su vida diaria; la vida de Flevance, del North Blue, de Dressrosa. Las frivolidades que preocupaban e interesaban en las ciudades le parecían ajenas. En cambio, con la gente que trabajaba allí, en lo de Shirohige, en el Kamabakka, en la docencia, en las organizaciones, tenía cosas en común. Tenían preocupaciones, deseos y estilos de vida. Luffy era uno de esos, que si se lo cruzaba en Flevance o Dressrosa no habría volteado a mirar, pero que ahí, en su auto, después de volver de un incendio en el que salvó a una niña que querían mucho, podía ver de otra forma.

—Dime donde vives que estamos llegando.

Muy pronto descubrió que Luffy era un pésimo copiloto. No podía guiarlo ni sabía cómo explicarle dónde ir. Law tuvo que estacionar en una calle y pedirle la dirección exacta para buscarla en el gps de su celular.

—¡Yo no me pierdo, el que se pierde es Zoro! —intentó defenderse y Law gruñó mientras volvía a arrancar y retomaba una calle por la que habían pasado ya tres veces.

Estacionó frente a una modesta casa de dos pisos. No era demasiado grande para que cuatro adultos tuvieran su privacidad, pero como Ace se había mudado, imaginaba que vivían más cómodos.

—¿Tu abuelo vive contigo ahora? —No sabía por qué las preguntas seguían saliendo de su boca. Una curiosidad que creía muerta le nacía.

—No, se mudó poco antes que Ace se fuera —Luffy se colgó su mochila y se sacó el cinturón—. Ahora sólo somos Sabo y yo. Ya debe estar en casa.

Seguramente lo estaría. Eran las once de la noche. Luffy no parecía estar muy atento.

—Gracias por traerme, Torao —Se bajó del auto y se quedó inclinado, saludándolo con una mano—. Fue divertido finalmente conocerte, ¡eres realmente genial como todo el mundo dice!

No pudo evitar fruncir el ceño y sonreír al mismo tiempo. Ese chico si era un despistado. No cabía ni una posibilidad de que hayan dicho eso de él.

—Nos vemos luego —gritó Luffy alejándose. Lo vio abrir la puerta y saludarlo agitando la mano antes de entrar.

Reanudó la marcha rumbo a su casa con la sensación de que ese día había sido largo y que lo recordaría siempre.




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