Hermione y Ron volvían a estar modo velcro, era muy, pero que muy incómodo estar con ellos si no eras sordo y ciego.
Harry no tenía nada contra los besos, aunque el recuerdo de Cho llorando era bastante malo. Y Ginny se le había acercado después de ganar un partido, le brillaban los ojos, aquello olía a beso, pero Harry salió corriendo. Era bonita, pero... no, incorrecto, se parecía muchísimo a su propia madre como para que le atrajera lo más mínimo, aunque en realidad nunca la había conocido.
La cosa era que al final del día casi deseaba aquellas dos horas transformando caca de dragón marrón, en caca de dragón verde.
Y espiando a Malfoy no muy disimuladamente, para qué mentir.
Desde que le había hablado de las alas, Malfoy no había salido a volar, pero esa noche después de cenar y girando una y otra vez el líquido hasta que cambiara del penúltimo de los colores, el púrpura , al último, verde, hablaron del tema.
—¿Cómo me has visto?
—¿Volar?
Malfoy asintió teniendo un ojo entre su poción y Harry.
—No puedo revelarte mis fuentes.
La ceja enarcada y un bufido malhumorado hicieron recapacitar a Harry, él había descubierto un secreto, quizás no fuera tan malo dar algo a cambio.
—Tengo una capa de invisibilidad, perteneció a mi padre.
—Estás mintiendo, solo existen tres en el mundo.
—Piensa lo que quieras, Malfoy.
—No deberías usar algo así aquí.
—No deberías usar tu encanto veela con los alumnos.
Ambos bufaron, pelea de bufidos. Harry podía ganar, tenía buenos pulmones.
Pero lo que le dijo Malfoy le hizo perder la batalla.
—Pues deja de seguirme escondido, iré mañana cuando anochezca.
—¿Puedo ir?—dijo Harry, un poco más tonto de lo que había pensando en su cabeza.
Ceja alzada, sonrisa de lado. Harry sintió que tenía una cita, y le gustó mucho la idea. Quería verlo volar abiertamente.
No hablaron más, ni medio bufidito.
Al día siguiente, en fin de semana se libraron de elaborar pociones, algo que Malfoy sabía y Harry no. El rubio siempre jugaba con la información.
Pero Harry se calló, había ido al claro de Malfoy a verlo sacar sus alas, ¿podría tocarlas? Recordó como con solo un toque el rubio parecía doblarse de dolor por su culpa.
Malfoy llegó más tarde, pero brillaba de nuevo, brillaba tanto y tan bonito que Harry no se dio cuenta de que sonreía hasta que se lo dijo.
Se quitó la túnica, y Harry casi se atraganta, era como si Malfoy lo estuviera haciendo de un modo extraño, deliberado, pero sin encanto veela.
Todo se fue a la mierda cuando vio la camiseta de tirantes que llevaba puesta, blanca, opaca, de abuelo.
—¿Qué llevas puesto?—se rió Harry.
—Se llama camiseta interior, todo caballero lleva una bajo su camisa.
—Antes no la llevabas.
Draco se ruborizó, y Harry se dio cuenta de una cosa en ese maldito momento. Ni brillando, ni lanzando mega ondas veelas, Draco Malfoy se había visto taaaan bonito ante sus ojos.
Harry se había acercado y casi le toca, pero Malfoy se apartó.
—No entiendes de gusto ni de estilo.
Harry salió de su estado "lo quiero tocar, lo voy a tocar" lento, muy lento.
—Es ropa de abuelo—se le escapó ganándose una mala mirada.—¿No te molesta para sacar las alas? Si es porque te da vergüenza puedo girarme o algo así.
—No soy una chica para que tengas que hacer eso.
"Eres más bonito que cualquier chica que haya visto en mi miserable vida", pensó Harry, alegrándose de que no se le hubiera escapado por la boca. Con su bocota nunca se sabía.
Pero Draco se dio la vuelta para quitarse la camiseta interior y Harry se lo comió con los ojos, había visto su espalda muchas veces, pero no tan cerca.
Las alas comenzaron a salir y Malfoy gimió de dolor.
—¿Te duele mucho?—preguntó Harry con angustia.
Pero Malfoy no contestó hasta que las tuvo completamente liberadas, eran enormes, eran preciosas, y las estaba moviendo hipnóticamente.
—Solo es un momento.
Se giró y Harry seguía con la boca abierta, Malfoy sonrió presumido.
—Son la jodida cosa más increíble que he visto en mi vida.
¿Cumplidos sinceros? Intoxicación por inhalar grandes cantidades de caca de dragón.
—Son preciosas—añadió, más que intoxicación, envenenamiento. Pero era preciosas, sí que sí.
Malfoy se sonrojó y Harry trató de acariciarle el rostro. Pero unos enormes y brillantes ojos grises le miraron suplicantes.
—Perdón, se mira pero no se toca—se corrigió Harry a sí mismo.
—Gracias.
Vale, todo muy raro, todo muy cordial, se cuestionaría las cosas si quizás fueran los del año pasado, pero en este año Draco Malfoy era la criatura más hermosa que había visto en su vida, tenía alas, un sonrojo que le hacía temblar las piernas y Harry pensó que ya era motivo suficiente para darse una tregua de esa relación hostil.
Las alas moviéndose generaban una ligera brisa a su alrededor y el sonido era a pesar de todo, delicado.
—¿Preparado para volar?—preguntó Malfoy, Harry por un momento se visualizó siendo agarrado por el rubio contra su pecho y alzado en vuelo. Pero su compañero había llevado una escoba y Harry ni cuenta se había dado.
—¿Una carrera?—sonrió motivado.
—Quien pierda desmenuza el estiércol de dragón de los dos toda la semana.
—Prepárate para pringarte esas bonitas manos, Malfoy.
Pero el cabrón ya había alzado el vuelo y Harry salió volando detrás de él.
Malfoy brilló para Harry toda la noche.