Harry se plantó en seco haciendo que Draco no pudiera seguir arrastrándolo.
—¡Draco!—Draco se giró, su rostro era de completa agonía, pero volvió a tirar de Harry.
—Lo siento—gimió el rubio—, tengo que hacerlo.
Miró detrás de Harry, miró a Dumbledore y a Snape.
—Vosotros lo rescatareis, lo sé, pero yo tengo que entregarle.—Los tirones de la mano no cesaron, pero Harry era más fuerte que Draco y no se movió.
—¿A quién quieres entregarme?—En realidad Harry no necesitaba respuesta para esa pregunta, ya la tenía. El dolor de la traición era tan grande que perdió pie y Draco consiguió tirar de él por la simple inercia.
—Podemos sacar a tu madre de allí, pero te necesitamos para poder entrar.—Las palabras venían de Dumbledore.
Pero Draco miró a Snape, este asintió.
—¿Cómo?
—No saques del colegio a Harry, y te explicaré cómo, tú y tu madre os uniereis a la orden.
—¿Y mi padre?—preguntó Draco, su mano era como una garra en la de Harry.
—Tu padre tomó sus propias decisiones, no tienes que cargar con ellas.—Harry miró a Snape después de hablar, su ambigüedad sobre a quién era leal era algo que le molestaba sobremanera, pero comprendía que su situación no era fácil, nunca lo había sido.
Harry se soltó, y Draco no volvió a tomar su mano, pero sí miró a un punto, más allá del bosque donde un grupo de mortífagos esperaban a que les facilitara el acceso a El Elegido.
Draco le miró, y miró a los otros dos. Después de un tenso silencio asintió.
—¿Ibas a entregarme?¿Todo este tiempo?—preguntó queriendo que Draco le dijera que no. Que todo había sido un completo error.
—Me amenazaron a mí y a mi familia, solo así podía salvarlos.
—¿Enamorándome?¿Haciéndome creer toda esta mentira?—Harry sentía que se rompía por la mitad, la traición era uno de los peores sentimientos, Harry había sido anteriormente traicionado, pero no de este modo. Nunca de este modo.
Recordó cada risa, cada beso, cada momento en el que se sintió completo por primera vez, y todo había sido un engaño, una trampa para entregarle a su enemigo.
Draco no le quería, nunca le había querido.
Le vio, con sus hermosas alas, con su rostro angelical, y por primera vez le vio como lo que era, una criatura mágica que usaba sus armas para conseguir lo que quería. Que Harry confiara tanto en él, que estuviera tan enamorado que él mismo se hubiera entregado por salvar a Draco.
Harry ya no tenía duda alguna de que todo había sido orquestado para llegar a ese momento.
—Harry... yo.—Draco no encontraba palabras, porque no las había, sencillamente no había nada que pudiera decir para superar ese momento.
Si tan solo le hubiera conocido un poco, si tan solo le hubiera querido un poco sabría que Harry hubiera salido él solo, sin engaños, sin mentiras. Hubiera ido él mismo hasta Voldemort por él, y por su familia, si era lo que él más quería.
Pero ahora no había nada más que decir.
Le vio aquella mueca de dolor de tiempo atrás, no se dejaba de querer a alguien de un segundo a otro, pero no, Harry no le iba a consolar.
Harry volvió al castillo solo, sin mirar atrás en ningún momento. Le acababan de romper el corazón, y el dolor era demasiado fuerte, tanto que era casi incapaz de controlar su magia.
No sabía qué podía hacer si en ese momento mirara a Draco, no quería saberlo.