Harry iba a clases y cuando acaba iba a la enfermería, ¿tenía que hacerlo? No. ¿Quería hacerlo? No lo tenía claro del todo.
El método "te cuento mi día, me cuentas tu día" estaba sirviendo bastante para que Draco recobrara las fuerzas.
Alguna broma sobre las clases les arrancaba alguna sonrisa, algo que les hacía olvidar todo el desastre que se había formado.
Harry dejó los libros sobre la cama.
—¿Cuándo saldrás de aquí?—le preguntó.
Draco miró sus propios pergaminos donde realizaba sus tareas.
—Creo que mañana o pasado.
A Harry le gustaría decir que Draco ya no le afectaba, pero sería una mentira, y una de las gordas. No recordaba ningún momento en el que el rubio no le hubiera afectado, de cualquier modo, desde que se habían conocido.
—Harry...
—Draco...
Ambos hablaron a la vez, en este caso Harry prefería escuchar y con un gesto le dijo que hablara él.
—Sé que es complicado que me perdones, mi veela no me perdona, créeme.—Su rostro parecía triste pero determinado a seguir—Lo que te hice desde un principio estuvo mal, yo no esperaba sentir nada más.
Sus ojos ya no eran blanquecinos, sino de su bonito gris plata habitual.
—El que no debe ser nombrado nos lanzó una amenaza, y todo el peso estaba sobre mí.—Harry ya había escuchado eso, y se estaba mordiendo la lengua. Necesitaba escucharlo sin estar enfadado—No sabes lo que ha sido desde que él volvió, desde que nos dejó como meros prisioneros en muestra propia casa.
Harry no dijo nada, no le iba a interrumpir.
—Él no sabe lo que mi padre y yo somos, pero mi madre y Severus sí, yo solo tenía que sacarte, siempre pensé que te rescatarían rápidamente.
—¿De verdad lo creías?—Eso era algo que siempre le daba vueltas en la cabeza, pero que aún así no era suficiente.
—Eso es lo que yo esperaba, y el porqué dejé pistas evidentes de lo que iba a hacer, para que te vigilaran.
—¿Nunca pensaste en decírmelo?—Y ahí es donde a Harry le dolía.
Draco se retorcía los dedos.
—Ahora sé que lo hubieras hecho, ahora con mi madre a salvo, pero antes... es complicado que lo entiendas.
—¿Porque no tengo madre?
Ninguno dijo nada, era cierto Harry no tenía una familia como tal, pero consideraba a Hermione, Ron y todos los Weasley lo más cercano a una familia.
Ese siempre sería un cráter entre ellos, la falta de confianza. La que Draco no tuvo, y la que Harry no sabía si podría volver a tener.
—¿No calculaste lo que podría pasarte? Creo que sabes más de veelas que yo.
—No me importó, no en ese momento.
—Si dejo de venir, ¿volverás a enfermar?
Draco no quiso mirarle en ese punto, pero le notó tragar saliva.
—No estamos enlazados, no me voy a morir.
—¿Solo volverte una cosita blanca dolorida?
Draco sonrió de lado, pero parecía más relajado.
—¿Soy tu pareja destinada?
Draco le miró tenso, Harry necesitaba que él se lo dijera, le chupaba un huevo lo que dijera Snape. Allí el único que debería saberlo era Draco.
—No me debes nada, Harry.
—Contéstame, por favor.—Su tono fue extremadamente suave haciendo sonrojar a Draco, que asintió.
Harry suspiró, y se dejó caer un poco hacia delante, sobre la cama de Draco. ¿Por qué tenían que estar en esa situación?
Notó una pequeña caricia sobre su cabello, Draco había llevado sus dedos hasta él y le acariciaba. ¿Por qué debía sentirse tan malditamente bien y aún así no ser capaz de confiar en él de nuevo?
—No tenemos porqué estar juntos, mi padre nunca estuvo con su pareja destina y no se ha muerto.
—¿No es tu madre?—Alzó la cabeza haciendo que Draco retirara sus dedos, ¡mierda!
—No.
—¿Pero la conoció?
Un asentimiento.
—Mi padre le rechazó y se cortó las alas, nuestra parte veela es un poco...
—¿Dramática?
Draco sonrió pero no parecía contento.
—No te cortes las alas, por favor.
—No tenía pensado hacerlo.
Estaban tan cerca de nuevo, que a Harry lo que le pedía el cuerpo y el alma era besarle. Salvo que no lo hizo.
Volvió a sus libros, a sus apunte, pero imaginar a Draco con dos muñones en vez de sus preciosas alas le pareció la visión más triste del mundo.