Remus había ampliado el patio trasero de Grimmauld Place, y en esa ocasión habían vuelto a hacer un campo de Quidditch.
Casi todos eran Weasley, pero se habían dividido, Draco y Harry estaban en el mismo equipo, ni por asomo alguien osaba separarlos.
Había sido el mejor verano de su vida, sin duda. Estar rodeado de amigos a los que consideraba familia, con su novio, con las visitas de Dumbledore y McGonagall, hacían que el clima fuera siempre agradable.
Ni siquiera las visitas de Snape enturbiaban el ambiente.
Y por las noches, Draco siempre se escapaba para meterse entre los brazos de Harry en su cama.
Imposible compararlo con pasar calor cortando el odioso jardín de su tía y escuchando como su tío hablaba de taladros. ¿A quién le podían interesar tanto los taladros?
Harry era el buscador de su equipo y Ginny del contrario.
Draco sobre la escoba era mucho mejor cazador, y el equipo de Harry iba ganando.
Si estaban cerca Harry no se ahorraba darle un beso cuando anotaba un tanto, en besos no había que ser un tacaño, y Harry no era para nada tacaño.
La snitch no se dejaba ver, y Harry estaba disfrutando del partido parado sobre su escoba, el día no podía ser más soleado y agradable.
Ginny paró también a su lado sonriendo, y sus ojillos marrones tenían el mismo brillo que se les ponía a los gemelos cuando iban a hacer una muy gorda.
No te puedes fiar de un Weasley y Harry no había sido lo suficiente rápido cuando Ginny le quitó con demasiada parsimonia un mechón oscuro de los ojos, acariciando su mejilla hasta llegar a sus labios.
Ni una snitch era tan rápida como lo fue Draco lanzándose sobre Ginny trasformándose en el aire.
Todos se quedaron impresionados al verle volar con sus enormes alas, arrastrar a Ginny hasta tirarla al suelo y amenazarla con unas garras que Harry nunca había visto.
Ginny tenía cara de espanto y agitaba sus manos tratando de protegerse el rostro.
Harry descendió separándolos.
—Draco, déjala.
Draco estaba impresionante, todo lo bonito que podía llegar a ser, con sus brillitos, su pelo flotando suavemente, y su lindo batir de pestañas.
Ahora era una fiera currupia, que daba un miedo que te cagabas.
Aunque a Harry en realidad se la puso dura.
—Alucinante, te lo dije—gritó George cayendo en picada.
—Me debéis cuatro galeones—se quejó Ginny poniéndose de pie.
—No, yo he ganado, se ha trasformado en el aire—se metió Charlie.
—Pero no la ha herido de muerte.—Fred miró a su hermana—Gano yo.
Un coro de Weasley miraba a Draco con extrema curiosidad. Ellos nunca le habían visto las alas.
Bill que parecía el único sensato hizo que sus hermanos se apartaran un poco de Draco, pero en sus ojos también habían curiosidad.
Draco se fue relajando al darse cuenta que nadie quería robarle a su Harry, pero lo envolvió con sus alas y Harry se sintió muy a gustito.
Pero Harry sacó una mano para señalarlos a todos.
—Que nadie vuelva a provocar a mi novio.
Unas risitas se escucharon y los Weasley empezaron a hacer bromas Weasley donde uno comenzaba y otro continuaba la frase para acabar en coro canturreando bobamente: N-o-v-i-o-s
Harry se puso un tanto rojo, a Draco le gustó que entendieran el punto claramente.
Y todos volvieron a jugar, Draco lo hizo solo con sus alas, obviamente ganaron.
Venían momentos oscuros, pero al menos ya sabían más de los Horrocruxes con la ayuda de Narcisa, y el día en el que Harry y Voldemort se tuvieran que enfrentar llegaría.
Era inevitable. Pero eso no empañaba que hoy tenía a su veela pululando a su alrededor buscando su beso de la victoria.
Y Harry se lo dio, ese y mil más. Porque con los besos nunca había que ser tacaño.
FIN