Buen Niño por ReyraMoller

Ya era muy entrada la noche, la mansión estaba en completo silencio y los pasillos normalmente ajetreados ahora estaban completamente desiertos. La habitación de renzo estaba hundida en la penumbra y aún así eso no significaba que estuviera en calma. Sonidos húmedos hacían eco de esquina a esquina. Renzo estaba tendido relajadamente en su espaciosa cama, la cual era digna de un rey y así era justo como se sentía al estar extendido a sus anchas, mirando al techo con una sonrisa perpetúa, tenia la cabeza apoyada sobre un brazo despreocupadamente, se sentía en la cima del mundo, mientras que su otra mano estaba sobre la cabeza de Valentín, aferrandose a su cabello, forzando aun mas el rítmico sube y baja.

El adolescente había encontrado la forma de meter toda la extensión del mayor en su boca, por su garganta. Era tanta la practica que tenía que ya ni siquiera le producía arcadas cuando el falo rozaba su campanilla. Con maestría metía y sacaba el pene, que rápidamente masturbaba con ambas manos.

— eso es, muy bien, has eso que me gusta.

Al escuchar la orden se apresuró a dar una larga lamida desde los huevos, pasando por la extensión, hasta la cabeza del miembro donde taladró con su lengua justo en la uretra a la vez que apretaba la base del pene y con su pulgar frotaba entre los huevos.
Renzo llevaba un mes entrenandolo y enseñandole todo lo que le gustaba, ahora valentin conocía cada punto de placer de su jefe, de su "amo". Al principio la sola idea le repugnaba pero ahora tener el pene de renzo en su boca le parecía tan natural como respirar, sus movimientos eran fluidos y rápidos. Sin pensar demasiado fue capaz de llevar a renzo al orgasmo. Este ultimo estaba empapado en sudor, respiraba con dificultad y no paraba de sonreir.

— ¡que buena mamada, niño!

Valentin no respondió, solo se limitó a tragar lo último que le quedaba de semen en la boca, por tanto esfuerzo en la garganta, sentía que tardaba mil años en terminar de tragar el espeso liquido. Renzo aun con el buen humor de su lado, tomó la boca del menor y metió sus dedos forzandolo la quijada del menor, mostrando su contenido.

— ¡increible! ¿Te lo tragaste todo otra vez?... Bueno, los niños necesitan mucha leche ¿No?

Que valentin no respondiera a los chistes o burlas de renzo ya era una costumbre, el mayor se contentaba con que lo escuchara obedientemente, pero lo que mas amaba era la lengua filosa de valentin, su contrincante. Sabía que el pequeño no podria tragarse sus mordaces comentarios para siempre.

— ¿Sabes? Cada vez estoy mas convencido de que tu boca está hecha para chuparme la verga.

Aquel comentario terminó con el silencio de Valentín.

— ¡¿hecha para chupartela?! Cada vez que tengo tu verga en mi boca tengo que aguntarme las ganas de arrancartela, no tienes ni idea de cuantas veces he querido cerrar la boca y destrozarte el pene con mis propios dientes, maldito infeliz.

Cada palabra fue escupida con todo el odio que cabía en su pequeño cuerpo, eso era justo lo que renzo buscaba, su ira, su odio... Su pasión, renzo amaba la pasión, la intensidad con la que los ojos de valentin lo miraban, la boracidad con la que respondia a un beso, las palabras, cada una de ellas, que la exquisita criatura era capaz de pronunciar. Cada amenaza de muerte era como un bálsamo, cada momento con Valentín lo revivia de la horrible soledad que significaba ser "el jefe".

— ¿me desafias? — se relamió los labios y tomó el cuello de valentin con sus manos, ni siquiera lo apretó, solo se aseguró de dejarle en claro que él tenía el control, rodear el pálido cuello de valentin lo hacía sentir superior, como si todo aquello fuera un juego y él tuviera la carta ganadora — ¿quieres matarme, niño?

Renzo bufó burlonamente, pero valentin no se doblegó y mientras el corazon le latía a mil kilómetros por hora, no le temblo la voz para decirle...
— ¡no... yo voy a matarte!

Aquello era una declaración de guerra, la mas excitante y temeraria declaración de guerra. Por un momento un ligero temor dió una punzada en el corazón de renzo, estaba seguro de que si alguien podia matarlo ese definitivamente sería Valentin. El miedo dio paso a la excitación, un fuego se encendió en su corazón, uno que no seria capaz de extinguirse con facilidad. De un segundo al otro, ambos se fundieron en un beso, uno apasionado, lleno de odio y algo muy parecido pero diferente, algo que no entendieron del todo y optaron por ignoraron. Se devoraron mutuamente, de la forma mas salvaje que conocían, ahí, en aquella cama y cuando estaban juntos, la linea que separa a los animales de los humanos se desdibujaba brutalmente. Solo despegaban sus bocas para respirar, de un momento a otro renzo detuvo el beso para decir una cosa, como si fuera una proclama, algo indiscutible.

— Entonces matame, estaré esperando a que lo intentes, por que te haré mio hasta el último día ¿Entiendes? serás mio hasta la muerte.

Aquellas palabras, alimentaban las brazas del odio en el corazon de Valentin.

— espera y verás.

Retomaron el beso como poseidos, hundiéndose en aquella pasión, dejandolo todo entre las mantas. Sin entender como, lentamente un sentimiento completamente nuevo nacía desde lo más profundo de sus entrañas.