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A través de tus ojos... por Darkneko

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Notas del capitulo:

Konichiwa minna ^o^... me tarde por algunas razones sin importancia... les tengo un adelanto de mi sorpresa que prometi... detalles en las notas finales... ahora a disfrutar ^o^...

fullmetal alchemist no me pertenece es propiedad de Arakawa-sensei... ^u^

     Se sentía realmente mal, como era posible que llegaran hasta este punto y todo por un descuido, arruino la vida de la persona más importante en su vida y eso jamás se lo perdonaría, había tomado una decisión, no sabía si sería correcta o no, solo que debía efectuarla y ya. 

     Camino por última vez por los corredores que llevaban hasta su casa, las calles solitarias y la gente que paseaba a esa hora no era conciente de lo que el joven moreno de mirada distante caminando entre ellos había hecho, destrozo una vida y con ella se destruyo la suya propia, pero quien podía saber aquello, nadie. 

     Al llegar a su casa tomo una maleta y comenzó a llenarla de ropa, esto era el adiós, no podría soportar mirar a los ojos de Alphonse sin sentirse culpable, porque irremediablemente también arruinaría su vida con lo que haría a continuación, con toda la calma del mundo doblaba de forma maestra las cosas que de ahora en adelante se llevaría en su nueva vida, aquellas fotografías para las revistas ya habían sido entregadas y su colección privada solo tomo una de las tantas que tenía, las más especial para él. 

     La observó por varios segundos intentando que la tristeza no le devorará por completo, hundiéndolo en la desesperación mientras que su mente se repetía una y otra vez “esto es lo mejor, es lo mejor para Edward…” intentaba que esas palabras que resonaban con tal fuerza en su mente las sintiera verdaderas, desvió su atención un momento al escritorio y allí lo noto… 

     Mientras en la sala de espera del hospital, Ayelén y Alphonse junto con los gemelos esperaban noticias del rubio, pero las cosas eran cada vez más tensas, el celular del rubio sonó, se lo habían entregado a la pelirrosa, al contestar la voz que de ella despedía se notaba molesta pero sobre todo preocupada. 

     - Hasta que contestas… ¿donde estabas?... – pregunta la voz de otra chica que pensaba que su amigo y compañero era el que había contestado. 

     - Gomen… no soy Ed-chan… - respondió con un hilo de voz, amenazando en quebrarse por el llanto una vez mas frente a una desconocida. 

     - ¿Qué?... ¿Dónde esta?... ¿Qué sucedió?... – preguntaba la otra chica a través del teléfono, alzando la voz de sobremanera su tono era completamente lleno de terror y temor por lo que le hubiera pasado al rubio, la noche anterior se quedo solo esperando que lo recogieran, miles de ideas llenaron su mente y ninguna de ellas le parecía agradable. 

     - Esta en el hospital… - continúo la ojiverde con un tono ensombrecido por saber la pregunta que le taladraría nuevamente en su cabeza y sobre todo en su corazón, se sentía mal, no podía creer que no pueda ayudarle al pequeño. 

     - ¿Qué le sucedió?... ¿esta herido?... – un mal presentimiento, la pausa que estaba tomando la persona que le contaba no era nada bueno, por un segundo pensó que su rubio amigo le estaba jugando una broma, hasta que un ligero sollozo le hizo desaparecer esa idea. 

     - No puedo contarlo por teléfono… estamos en el hospital central… aun no se ha despertado, esperamos los resultados… - decía entristecida la compañera de casa de Edward mientras que los mininos le veían entristecidos, observándose, pidiendo perdón en silencio, sus miradas cómplices delataban en secreto lo que tenían que hacer, sabían que de lo contrario, todo estaría perdido y eso no lo permitirían. 

    Por otra parte su pequeño pecho estaba totalmente adolorido, duraron mucho tiempo para encontrarse y ahora… debían separarse nuevamente, era doloroso pero tenían que regresar a la normalidad y buscar la manera de solucionar todo esto, realmente no deseaban regresar a su mundo original, los maltratos de los demás eran insoportables pero debían agradecer de alguna manera las cosas que habían hecho por ellos las personas de esa dimensión, el celular del castaño corto por breves instantes sus pensamientos. 

     - Moshi, moshi… - decía el ojimiel mientras se colocaba auricular en el oído para escuchar la conversación. 

     - Hai… Himiko-san… muchas gracias… - al parecer la amiga de Alphonse no tenía idea de los momentos por los que pasaba en ese instante el castaño. 

     - Gomen… pero me encuentro en el hospital… Edward sufrió un accidente… hai… hai… hasta luego… - después de eso colgó, sus ánimos no estaban del todo bien, intento esbozar una sonrisa al ver a los pequeños a sus pies, tomados de la mano observándole con aire culpable, revolvió los cabellos de los pequeños con sus manos intentando en vano calmarlos o quitarles el semblante oscuro que mostraban sus rostros, su amiga y esposa del gran cantante, estaba dispuesta a ir de inmediato al hospital para ver en que podía ayudar, pero solo un milagro lo lograría. 

     A los pocos minutos la sala de espera estaba llena de personas que se preocupaban por el rubio, las compañeras de Edward llegaron asustadas por el silencio que se encontraba y sobre todo el semblante de los presentes, reconocían a Alphonse como una de las personas con las que últimamente pasaba mucho tiempo, al acercarse se percataron de la presencia de los dos pequeños a los cuales les tomaron como sobrinos de alguno de los dos pero no comentaron nada. 

     - Alphonse… - llamaron inseguras, no recordaban si era él el dueño del nombre que acababan de pronunciar pero Edward siempre lo pronunciaba junto con el nombre Roy cuando les hablaba de su cita o de sus encuentros. 

     - Ustedes… - pronuncio mirándolas tratando de recordar donde había visto el rostro de las aquellas personas que se encontraban frente a él con un semblante lleno de preocupación. 

     - ¿Son las compañeras de Edward?... – pregunto al mirar a una de las pelinegras, reconociéndola como la joven que se había desilusionado cuando Roy pidió que Edward les atendiera. 

     - Somos nosotras… ¿Qué paso?... – pregunta Luna mientras que pedía que sentarse en una de las bancas para poder escuchar con atención la tragedia por la cual el restaurante cerró y ellas perdieron su descanso, pero por el momento no importaba, lo único que les importaba en ese momento era saber como se encontraba su amigo. 

     - Pues verán lo que paso es que él… - de esta manera contaba todo lo que sucedía el sol comenzaba a colarse por las puertas de cristal del hospital iluminando las figuras, aunque nadie se percataba que faltaba una en el lugar… 

     Roy dejó la maleta que tenía preparada con las cosas más importantes que tomaría, contando la noche anterior solo le quedaba un día para disfrutar si es que realmente podía hacerlo y un día de sufrimiento aunque esos nombres eran dependiendo de cómo vieras las cosas, para él, el día que le quedaba para poder seguir con su vida normal sería una despedida a todo lo que una vez amo, las carreras en motos, la fotografía, Alphonse, ese gato que no veía desde hace tiempo y sobre todo Edward, se recordó una vez más que todo lo que estaba haciendo lo hacía por Edward, no tenía otra opción, la vida y felicidad de su pequeño eran mas importante que su carrera o que cualquier otra cosa en la faz de la tierra. 

     Camino a paso lento por las calles, con un aire nostálgico mientras observaba todo a su alrededor, se dirigía al lugar donde tantas veces sacó sonrisas de sus labios y despejaba su mente, el campo de carreras, donde su fiel moto siempre le esperaba con ansias a se montada, pero esta vez sería una despedida, un corto viaje donde no habría más que recuerdos de los momentos que pasaron juntos. 

     Se colocó el casco, acomodo sus guantes, subió al asiento, introdujo la llave con movimientos lentos dando un suspiro hondo lleno de un sentimiento que ni el mismo supo como interpretar, dolía saber que esas cosas no las volvería a hacer, dolía saber que no volvería a ver el rostro asustado de Edward por la velocidad en la que tomaba las cuervas, sentir ese amarre en su espalda buscando protección, esos labios rogando por ser besados y el hermoso sonrojo que podía sacar de esa piel tan suave con un simple roce. 

      Paso toda la tarde en motocicleta, recordando tantas cosas y tratando de afianzar las palabras que su mente le seguía repitiendo para darse al animo de lo que estaba a punto de hacer el día de mañana, cuando el trato con el doctor terminara y su vida se volviera tinieblas… 

     - Pero como pudo pasar algo así… - decía un tanto molesta pero sobre todo preocupada  Beam al escuchar como ocurrió el accidente. 

     - Pobre Roy-san… deber de estar muy preocupado… - murmuro triste Luna mientras colocaba sus dedos índice y pulgar en la barbilla a modo de pensar como se sentiría ella si algo así le llegase a pasar. 

     - Dudo que le duela mucho él ni siquiera esta aquí… - puntualizó la pelinegra de Beam mientras que los demás observaron al ojinegro pero no lo encontraron por ninguna parte. 

      Cuando llegó Himiko y Hyde, todos guardaron silencio, si bien esa pareja muy conocida no había tiempo para ponerse alegre ahora que el pequeño Edward estaba en esa situación, conversaron un momento hasta que el doctor dio paso hacía donde ellos se encontraban. 

     - El joven Edward se encuentra mejor, ya esta estable y al parecer sus ojos le han dejado de doler, por el momento se encuentra descansando… - comentaba el doctor llegando donde el joven castaño y la pelirrosa se encontraban. 

     - ¿podemos verlo?... – comentaba Luna, Beam asentía con la cabeza para mostrar el apoyo de su compañera. 

     - Esta bien pero solo unos minutos, necesita descansar… les suplico que no lo alteren… - indicaba el joven de bata blanca con aquellos largos cabellos negros con tonos verdosos atados en una coleta baja, sus ojos penetrantes de un color violeta y su piel pálida, le daban un toque distintivo, un poco tétrico pero muy atractivo. 

      Al pasar a la habitación, nadie se atrevió a decir palabra alguna, el pequeño sollozaba aun por el dolor que sufría, unas vendas impedían ver si se encontraba dormido o despierto, pero los movimientos involuntarios y las faltas de preguntas hacían que todos se dieran cuenta de que aun se encontraba durmiendo por el efecto de los sedantes y analgésicos que seguramente le proporcionaron y a los cuales estaría sujeto por varios días hasta que pudieran encontrar un donador, eso si lo encontraban a tiempo. 

     - Roy… - murmuraba entre sueños, esto le partió el corazón a todos, el pequeño rubio solo necesitaba a una persona y esa persona no se encontraba entre ellos Himiko se acerco a la cama, para acariciar unos cabellos rebeldes y acomodarlos en su lugar, beso su frente con cariño para susurrar. 

     - Pronto vendrá… no te preocupes… me encargare de todo… descansa… - sus ojos intentaban no derramar lágrimas, si bien tenían poco de conocerse, le había tomado gran cariño al igual que todos en la habitación, mientras que el pequeño volvía a revolverse por el dolor que sentía, estrujando bajo sus manos las sabanas blancas que le cubrían. 

     - Es mejor dejarlo descansar… - inquirió Hyde mientras tomaba por la cintura a su esposa y la sacaba del cuarto llorando, los demás le siguieron mientras se despedían asegurándole que mañana sería un mejor día y sobre todo que ellos estaría allí para apoyarlo. 

     Todos decidieron irse a descansar, lamentablemente para Luna y Beam debían regresar al trabajo su jefa solo les había dejado un par de horas libres aunque no se salvaban de perder su día de descanso como castigo por tener que echar a los clientes que ya habían llegado. Hyde y Himiko se marcharon a casa prometiendo hacer todo lo posible por encontrar un donador no importando cuanto dinero deberían de poner en juego era la vida de una persona importante para su amigo la que corría peligro. 

     Ayelén se sentía devastada, pero tenía la compañía de los pequeños que le seguían sin querer mirarle a la cara, sus rostros observaban con algo de culpabilidad latente, por lo ocurrido y por lo que ocurría, pero era algo que ellos ya habían decidido. 

     Alphonse marchó solo a casa, había muchas cosas que hacer, el hecho de tener a una persona muy importante para ti en el hospital no significaba que tu trabajo y todo por lo que has luchado se vaya por el desagüe, al entrar su sorpresa fue grande al ver la maleta que correspondía a Roy en la entrada de la casa, ya era tarde y el no encontrarlo no ayudaba mucho que digamos, buscó por toda la casa pero además de las maletas no encontró rastro alguno de su compañero de trabajo… 

     En la pista de carreras, Roy no pudo evitar derramar lagrimas que eran arrastradas por el viento que se colaba a través de su casco, las limpio con el dorso de su mano mientras que el sonido del motor se dejaba de escuchar,  bajo con lentitud y paso su mano en la carrocería que cubría aquellos engranajes, deslizando sus dedos con total calma, esperando con ello disculparse con esa parte de su vida en la que las carreras por un buen momento en las pistas, ese día sería el último. 

     El sol comenzaba a ocultarse, dando por entendido que su último día bajo los calidos rayos del sol, admirando la majestuosidad que el panorama ofrecía llegaba a su fin, a la mañana siguiente todo cambiaría y él se marcharía de todo lo que una vez le caracterizo como Roy Mustang el flamante fotógrafo reconocido por todo el mundo, todo por tratar de mejorar la vida de la persona que mas quiere en el mundo. 

     Entrego las llaves de su amado vehículo en el que compartió momentos agradables tanto consigo mismo en compañía de Alphonse y su más grande recuerdo que ahora atesoraría por la eternidad, la competencia en la que se vieron involucrados, inclusive Edward, el calor de su cuerpo y su aroma, serían muy difíciles de olvidar, pero el simple hecho de saber que se encuentra bien le bastaba para darse fuerzas, le pidió al encargado que le buscara un buen conductor a su amada motocicleta ya que para él sería imposible utilizarla nuevamente. 

     Acto seguido se marcho a casa mirando al suelo no tenía el valor de levantar el rostro, era increíble como de la noche a la mañana todo se pone en tu contra, su único consuelo, el saber que su amado rubio podrá ver nuevamente… 

     Al llegar a casa, abrió lentamente la puerta, no era grato saber que hasta de la perilla en la puerta de la puerta blanca que era su casa tenía que despedirse, su sorpresa fue grande al ver a Alphonse parado en la entrada con la mirada en el suelo, sus ojos eran tapados por los flequillos de su cabello, unas cuantas lagrimas rodaban por sus mejillas empapándolas en el acto terminando su camino por el rostro del joven para caer finalmente con peso muerto al suelo, a su lado la maleta que Roy había preparado, el moreno suspiro era hora de aclarar las cosas con Alphonse, sabía que después de esto le odiaría, pero era necesario, por Edward. 

     - Ya llegue Alphonse… ¿Cómo se encuentra Ed?... – pregunto acercándose al castaño, quitándose los zapatos antes de entrar y colocar su mano en el hombro del joven que sufría. 

     - Se encuentra descansando… - su voz era sería pero entrecortada, su cuerpo se mantenía rígido, estuvieron unos minutos en silencio, pensando que era lo que a continuación dirían, el menor fue el primero en romper el silencio. 

     - ¿Por qué te marchaste?... te estuvo llamando todo el tiempo… y ni siquiera estabas allí para consolarlo… - sus ojos estaban clavados en aquellas orbes oscuras que le miraban con algo de arrepentimiento pero con mucha determinación en sus actos. 

     Desvió la mirada de esas orbes amieladas no soportaba que le mirara con reproche, sabía que había hecho mal, pero ya no había vuelta atrás. 

    - Alphonse… encárgate de Ed… onegai… dile que me fui de viaje y que no sabes cuando volveré… - comentó logrando que el pequeño perdiera la cordura y rompiera en llanto aferrándose con fuerza a la camisa del mayor, siendo acogido en aquellos brazos en un gesto de despedida, pidiendo disculpas en silencio, disfrutando de su compañía… 

     En casa del rubio Ayelén no podía dejar de llorar en silencio bajo la mirada atenta de los pequeños que se miraron por unos instantes para después dirigir unas palabras a la persona que se encontraba frente a ellos, sabía que esto le traería dolor por algún tiempo ya que les había tomado cariño, pero era la única forma de que su amigo regresara a su estado normal. 

     - Ayelén… - la voz de Kuroineko-chan era serena al contrario de la expresión de su rostro que denotaba tristeza, este gesto hizo que la ojiverde intentara ocultar sus lagrimas limpiándolas con el dorso de la mano para después sonreír de una manera muy forzada, sabía por la actitud de los pequeños que esto era un adiós. 

     - Lo se… solo que es un poco doloroso… onegai… lo único que quiero es que todos sean felices… - murmuro al momento en que las lagrimas comenzaban a brotar de nuevo de sus ojos, abrazando de forma maternal a los pequeños en un gesto de despedida, muchas cosas habían pasado y la compañía de los pequeños le hizo feliz, mientras duró. 

     - Es muy difícil adiós… y no me gusta… porque es para siempre… por eso… lo dejaremos en un hasta luego… ¿les parece?... – mencionó al separarse del calido gesto que los mantenía unidos, limpiando una vez más sus lagrimas para regalar una sonrisa recibiendo como respuesta otra sonrisa por parte de los dos pequeños que tomados de la mano partieron lejos de la casa… 

     - Esto es lo mejor… gomen Alphonse… creo que te he arruinado todo… pero por favor no le digas nada a Ed… - suplicaba mientras que en el escritorio aquella fotografía que Edward había montado de él dándole un beso a Roy era separada dejando únicamente el perfil del rubio nuevamente en el pizarrón. 

     - No me pidas que te entienda… porque no lo haré… es posible que en tu lugar hiciera lo mismo… pero no me iría de esa manera… debe de haber otra forma… - intentaba hacerlo recapacitar pero era inútil, Roy tomo una decisión, quiso acariciar la mejilla de Alphonse pero fue rechazado, sin más que hacer partió sin mirar atrás… 

      - Es hora… seremos uno otra vez… - murmuro desde el tejado del edificio mas alto Kuroineko-chan sosteniendo las manos de su hermano...

     - Edward... pronto estarás mejor... - Roy caminaba sin rumbo fijo a un destino conocido, la noche le acompañaba, la operación se fijo para el día siguiente y eso lo sabía pero quería más que nada despedirse de la persona que mas amaba, el rubio de ojos dorados del que se enamoro y que por sus descuidos, se encuentra en esta situación...

Notas finales:

bien. bien... llegaron hasta aca... pues bien... la sorpresa no la tengo aquí ^o^... si lo se... que es tanta intriga... pues bien... aquellas (os) que quieran conocer a los personajes extras (por asi llamarles) de esta historia como a los nekos, las amigas de Ed, la amiga de Al, pues bien... en los review... van a aparecer... uno por cada capitulo ^u^... su aparicion sera siempre en los reviews para no mandar mucho... de esta manera el que quiera tomarlo lo toma y el que no simplemente los ve ^u^, interesante no?... pues bien... comencemos con uno de los personajes que por lo visto ya no aparecera mas... ^u^... kuroineko-chan en su forma humana ^u^... todos los que la quieran ver... se encuentra en los review... muchas gracias por leer... esto ya casi termina ^u^...

que les parecio? que es lo que hara Roy? y a que se refiere kuroineko-chan con volver a ser uno?... pues bien... eso lo sabran en otro capitulo... cuidense mucho y nos vemos en la siguiente actualizacion ^o^... matta ne...


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