“Debo tan solo, olvidarle” Pensó el menor, mientras fuertemente sus ojos cerraba, haciendo que dos lágrimas rodaran velozmente hacia el suelo de la habitación.
Una noche más, luego otro días, horas intentes, minutos ¿qué importaba ya? De todas formas, nada cambiaría: todo seguiría igual que hoy, él lloraría otra vez ocultando su triste mirar. Siempre sería así, siempre y nunca cambiaría; porque simplemente él jamás le olvidaría.
Se levantó silenciosamente de su asiento: la noche al fin había caído y él aún seguía allí sentado sin percibirlo. Rió: se había quedado allí sentado toda la tarde sin moverse, ¿Pero qué? Ahora tanto daba si estaba o no estaba, de igual forma tendría que vivir esta dura realidad.
-Hermano—dijo Al serenamente—Voy a preparar la cena, ¿quieres?—se detuvo un instante para ver la expresión de su hermano: pero este parecía no tomarle importancia alguna.--¿Quieres que te la traigas o irás al comedor?
-Por favor—contestó el, retomando su trabajo y sin mirarle—Tráemela.
-Esta bien, hermano…--Al desvió la mirada hacia otro lado de la habitación, se sentía triste, triste sin motivo aparente.
“Otra vez no comeremos juntos” Pensó mientras lentamente, se dirigía hacia la cocina a preparar la cena “¿Por qué? Hace ya un mes que no me habla, que no comemos juntos… siempre se queda allí trabajando y haga lo haga, no parece importarle. Será acaso…” y ante tal pensamiento, sus ojos volvieron a humedecerse. “¿Será acaso que se habrá dado cuenta de lo que siento por él?” y mientras revolvía la sopa que preparaba sus pensamientos le hacían entristecerse más y más.
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--Aquí está tu plato—Al colocó la sopa a un lado del escritorio. —Hace frío…-comentó al notar una ventisca sonar afuera.
Pero Ed siquiera intentó responderle; seguía escribiendo línea por línea de aquel escrito que no sabía el menor que era.
-Hermano…--Al intentó hablarle otra vez, pero nuevamente, Ed siquiera respondió. —Estás… ¿estás molesto conmigo?—pero su garganta le traicionó, sentía un nudo que le impedía hablar y luego, trató de contener el llanto.--¿es eso?
Ed se volvió hacia su hermano.
-Al…
-Yo, yo lo siento, si algo he hecho—comenzó a decir, mientras con gran esfuerzo, trataba su llanto retener. No quería que Ed le viese llorar, no quería parecer débil, pero… no podía, ¡OH! Como hubiese deseado poder dejar de llorar.
-Tu no has hecho nada mal, Al. —le tranquilizó Ed, sintiendo un extraño dolor en su interior al ver a su pequeño hermano hacerse el fuerte y no llorar.—Me he comportado como un idiota, lo sé, pero no es por ti que estoy así, es solo... Es tan solo que no quiero detenerme a pensar.
¿Detenerse a pensar? ¿Lo había dicho sabiendo que aquel era “su” problema?
Al logró contener el llanto, pues ahora, un sentimiento extraño acababa de invadirle, se sentía incómodo a escuchar las palabras de su hermano, era, era un miedo a decir algo fuera de lugar, era… la sensación de poder perderlo
-¿Qué es en lo no quieres pensar?—preguntó al fin el menor
-En nosotros—dijo él sin verle a los ojos
… y la palabra “nosotros” había hecho que el rubio de ojos verdosos se estremeciera, se paralizara al solo pensar que Ed, que Ed quisiera alejarse de él para siempre, Dios, ¡no quería perderle! ¡No quería estar separado de él!
-Al—su hermano volvió a sacarle de sus pensamientos, que volvían a ahogarle una y otra vez.--¿extrañas nuestro hogar? ¿A Winry, a la tía?—y luego hizo una pausa para agregar con un tono más molesto ¿a Mustang?
-Hermano. —los ojos de Al lo miraron conmovido. —Cuando llegué aquí te dije, que lo que más deseaba era estar a tu lado, no importase lo que pasara, que lo único que quería era que estuviéramos juntos…--se detuvo: aquellas palabras decían mucho de sus verdaderos sentimientos hacia su hermano.
-Pero, ¿no quieres verlos de nuevo?—Ed buscó una respuesta en los ojos del menor, quien desvió rápidamente la mirada.
-Yo… los extraños, no obstante—lo miró a los ojos, a su hermano. —No quiero que algo te pase por intentar regresar…
-Al...-en el rostro del mayor se dibujó una sonrisa sutil, mientras sus ojos miel estaban conmovidos. —Siempre te preocupas tanto por mí
-Si no lo hago yo…--Al sonrió igualmente que su hermano--… tú no lo harás; siempre te excedes en trabajar
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Al se recostó sobre su cama después de la cena… estaba feliz, Ed no lo odiaba… ni sabía de sus locos sentimientos. Se giró hacia la almohada para abrazarla fuertemente entre sus brazos… aunque, por alguna extraña razón, no estaba completamente feliz del todo: de cierta manera quizás, deseaba que Ed supiera “ese” secreto, para que aquella tortura terminase ya, de una vez ¿cuánto puede aguantar alguien algo así y no enloquecer de amor?
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Ed por su parte, al igual que Al, de esa misma forma no podía seguir soportando aquella tortura de verle todos los días… y no poder hacer nada con él…. Era duro, muy duro para él saber que jamás sus sentimientos serían correspondidos por qué ¿quien en su sano juicio se enamoraría locamente como él de su hermano menor????
Pero para él fue diferente… no soportó la idea de estar bajo el mismo techo que Al y decidió entonces, salir aquel sábado por la noche, a buscar algo…. No sabía bien que, pero necesitaba distracción… una distracción que apartara esos locos pensamientos de él…
Antes de darse cuenta… ya estaba frente a un bar. Y las luces de aquel lugar le atrajeron como un imán
“¿Por qué no?” Pensó, entrando a aquel lugar…
Apenas entró, pudo ver el aspecto tranquilizante del lugar… la multitud en sus mesas podía observar una función de unos músicos que tocaban frente el escenario, mientras la gente no quitaba sus ojos de ellos y hablaban de forma baja para poder apreciar más la música; Edward no conocía esa clase de música, pues allá, en su mundo jamás la había oído antes…
-¿Gusta tomar algo?—el barman se acercó hasta el muchacho para ofrecerle algo de beber.
-Algo sin alcohol…-dijo, imaginándose a sí mismo bebiendo una y otra vez cada trago para ahogar sus penas en él… y cometiendo un montón de estupideces por la borrachera… con la tristeza que llevaba encima… era preferible no arriesgarse…
Le pareció igualmente estúpido preguntarle al barman que clase de música era aquella… pues al parecer, sería bastante extraño que no lo supiese ya que todos los allí presentes parecía agradarles
-Tome. —el barman le entregó su pedido; Edward buscó una mesa apartada de la multitud… no quería hablar con nadie, tan solo deseaba relajarse, estar en Paz y pensar, y solo pensar que hará con ese amor tan enfermizo que albergaba en su corazón.
-¿Está ocupado este asiento?—la voz de una mujer loo sacó de sus propios pensamientos
Iba a mandarla al diablo, estaba tan, tan artado de sus propios problemas que lo menos que deseaba era un compañía en aquella noche tan fría
…Pero su mirada se quedó congelada en aquella imagen…
-…--se quedó sin palabras al verle
-¿Puedo ocupar este asiento?—repitió la mujer, que aparentaba mayor edad que él
-S-si. —contestó algo nervioso.
-Gracias—se limitó a decir la mujer
-Mi nombre es Elric Edward—se presentó el rubio, esperando que sus sospechas fueran ciertas al escuchar el nombre de la mujer
-Yo soy Hopper…--contestó la mujer—Trisha Hopper
Continuará…
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