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El ángel de Severus por Valethsnape

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Notas del capitulo: Hola Queridos Lectores.

Aquí sigue la serie, esta continuación donde descubriran si Harry y Severus se vuelven a juntar, les cuento que me costo un monton escribirla, porque al principio mi idea fue separarlos y encontralos luego para que contaran su vida, ¡vaya que cruel! tengo tendencias maquiavelicas. Pero de decho no me gusto escribir algo tan triste, luego intente separarlos y despues juntarlos, eso no iba con el fic. No digo que esta continuación sea mejor que la primera parte, pero creo que me siento muy bien con el resultado final que se dio, porque fue justamente un poco de todo lo que deseaba para esta historia. Disfruten el primer capi, solo seran dos. La tcercera parte sera para dentro de unos meses. Así que espero que esta segunda parte les deje complacidos y soporten la espera.
El Ángel de Severus
Capítulo 1
Añoranza


Es triste tratar de comprender los silencios,
querer desnudar las explicaciones y entenderlas,
ver pasar las horas sin muecas ni bostezos,
sin vida, sin alma.
Es triste verse en el espejo
y encontrar una sombra que deambula
en nuestro cuerpo, fría, distante y lejana.
Triste es caminar por los parques
y ver los árboles desnudos,
mientras otoño arranca los vestigios
de aquella primavera donde una vez el amor florecía,
rosas deshojadas en el camino,
espinas que se clavan en los pasos,
trinar de aves que murmuran llanto,
soplo de viento que trae nombres extraños.
Autor V. Märquez © 2007


Disclaimer: Los personajes pertenecen a JK Rowling, yo no gano absolutamente nada con esto, solo satisfacción y el comentario de algún uno que otro lector agradecido. La trama es mía y de los Millones de fic que se le asemejan.

Pareja: Severus Snape/Harry Potter, Remus Lupin/?? Ron Weasley/ Hermione Granger.

Resumen: Severus tiene que afrontar ahora su vida mortal sin Harry. ¿Podrá soportarlo? ¿El dolor de su perdida lo enviara a la muerte? o al contrario, nuestro ángel… ¿Tendrá la oportunidad de probar la vida junto al hombre que ama?

Notas de Autora: Aquí tiene la segunda parte de esta serie, toda completamente dedicada a Kari Black y Misato Evans, ustedes son lo máximo amigas. Espero no haberlas defraudado, porque este fic me llego al corazón. Prometeo hacer una tercera parte, pero por ahora solo lean esta continuación. Gracias por leer. Como no gano ni medio partido por la mitad con esto, SOLO CRITICAS CONSTRUCTIVAS.


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Ya casi podía afirmar que le era imposible sentir más o sentir menos, no sabía cómo explicar el sentimiento de haberle perdido, era más el simple hecho de nunca haberle tenido lo que producía esa continua y desesperada sensación de infinita tristeza.
Por primera vez le pesaba el alma, sus sentido aun podían apreciar en cada uno de sus sueños ese maravilloso encuentro con su ángel. La pasión y la entrega que mostraron. Pero sus sentidos no eran nada comparado con lo que había vivido.
Le necesitaba, siempre le había necesitado, sus largos y sedosos cabellos negros, sus ojos de niño emocionado, y su piel tan cálida y suave. Tan perfecto, tan irreal y tan lejano.
Cerró los ojos mientras miraba la ventana de su despacho. Tan sólo dos meses y ya sentía que no podía estar sin él. ¿Acaso iba a morir sin volverlo a ver?
De todas, ése sería el peor castigo que podrían darle, le necesitaba; su olor, sus manos, su sola presencia conciliadora.
Pero no lo tendría… Se permitió derramar una lágrima. ” ¿Cómo había podido enamorarse así?”
Se levantó, apoyó sus codos en el alfeizar de la ventana y dejó escapar un suspiro de añoranza, sentía como si una parte de él se hubiese quedado en el limbo junto a Harry, junto a su precioso ángel de ojos verdes.
Pero en realidad Harry no era suyo, sólo era un ángel que se robó sin intención su corazón; cómo le gustaría que Harry estuviera a su lado, que fuera algo más que un contacto entre la vida y la muerte.
Deseaba muchas cosas ahora que veía más claramente el mundo. “Gracias a Harry” , no podía evitar pensar, deseaba una familia, niños, una vida lejos de tanta desolación y muerte que había dejado la guerra. Pero… Deseaba a Harry por encima de todo.
”Harry, Harry y Harry” Hacía él eran centrados últimamente todos sus pensamientos, sus sueños y sus más locas ilusiones.
Ni siquiera se llamaba en verdad Harry. Caminó en un arrebato de furia hasta el escritorio y volcó todo con enojo bastante evidente. Dolía estar sin él, dolía pensar en él, dolía la idea de olvidarlo. Dolía Harry, dolían sus recuerdos, dolía que jamás le volviera a ver, dolía haberle perdido.
Se sentó en el piso, el cúmulo de emociones era bastante grande, nunca se había sentido tan perdido por alguien, sólo quería morir para volverle a tener frente a él.
Pero morir no había sido una opción en esta vida, porque para algo debió luchar y salvaguardar la vida de los inocentes que no tenían porqué sufrir el arrebato de gloria de un maldito narcisista, ególatra; ése mal nacido que había acabado familias, niños, criaturas mágicas indefensas, todo por su sed de poder, sólo por un capricho. Ahora era justo disfrutar de un poco de gloria.
Se levantó, limpiando las lágrimas rebeldes acomodó el desorden con un pase de varita, echando una última mirada a su despacho salió rumbo a la reunión de la Orden del Fénix. Ahora sus reuniones eran sólo para crear grupos de rescates o simplemente servir de refuerzo.
Muchos miembros de la Orden habían caído en la última batalla; entre los nombres más resaltantes estaban: Sirius, Bellatrix y Lucius. Dos habían sido sus eternos amigos de charadas en Slytherin y el otro un orgulloso batallador de la Orden al que le tenía aprecio. Una profunda y dolorosa pérdida.
Toda la Orden seguía de luto por la caída de sus preciados amigos en la batalla. Era duro ver cómo los buenos magos, los que sabían lo que era el honor y la lealtad , morían sin que nadie pudiera evitarlo.

Severus entró a la sala de reuniones, el despacho de Dumbledore.
Allí estaban todos ya reunidos esperándole, Los señores Molly y Arthur Weasley, lo que restaba de la familia Malfoy, algunos miembros de la Orden recientes y otros muy antiguos para pasar desapercibidos.
Remus, quien había quedado devastado por la muerte de su esposa Bellatrix y su mejor amigo, Sirius. Un excepcional escritor de novelas.
Rufus, quien aunque era un hombre solitario y tácito, estaba muy comprometido con la causa. Este era el jefe del departamento de aurores.
Bill, un muchacho bastante escandaloso pero entregado en la batalla, y por qué no decirlo, increíblemente atractivo. Trabajaba en el banco mágico, Gringotts.
Charlie, otro Weasley, este era más tranquilo que su hermano, pero igual de luchador e inteligente. Cuidador de dragones.
Minerva, una mujer reservada pero en extremo inteligente, era el cerebro detrás de los planes de la Orden. Su colega en Hogwarts y profesora de Trasformaciones.
Albus, el viejo testarudo y come caramelos de limón de la Orden. Era él quien siempre les había guiado con su excesiva sabiduría. El director de Hogwarts.
Los dos miembros más jóvenes, sus alumnos, el señor Ronald Weasley. Un muchacho algo torpe pero solidario, trabajador y bueno en hechizos de ataque.
Hermione Granger, una chica muy astuta y excelente en cuanto a planes de última hora. Ambos, alumnos de séptimo en Hogwarts. Dos Gryffindor muy valerosos.
Draco Malfoy, un alumno orgulloso de su Casa, Slytherin; inteligente, capaz y meticuloso. Era el encargado de organizar tropas en la batalla.
Y él, un hombre solitario, amargado, pero muy dispuesto a sacrificar su vida por otros con tal de darle fin a la maldita guerra.
No eran la combinación perfecta pero era la parte gerencial de la Orden, y siempre fueron muy entregados por diferentes razones a lo que hacían y no podían más que ser los mejores.
Pero esta tarde había algo diferente, dos personas más; el primero era el reconocido jugador búlgaro, Víctor Krum, y el segundo un muchacho de cabello negro rebelde, este le miraba con unos brillantes ojos verdes.
Era tan parecido a Harry
Dumbledore les presentó.
—Víctor Krum, y el señor Black. Ellos se unieron hace poco a la Orden, quieren ayudar a los que lucharon o creyeron en la causa –declaró el anciano con orgullo.
Severus sólo miraba a Harry, era… era su Ángel.
El anciano no se interrumpió:
>>—Este muchacho –señalando al chico semejante a su ángel- es el ahijado de Sirius Black, ha venido después de saber su muerte. Quiero anunciarles que estos dos jóvenes pronto se van a casar y han manifestado el deseo de que los miembros que deseen acompañarles ese día, serán muy bienvenidos a esa particular celebración –anunció Dumbledore, sintiéndose feliz por los muchachos.
Severus cerró los ojos, no podía ser Harry, no quería que fuera Harry. No podía ser su ángel.
Minerva mirándole preocupada, le preguntó:
— ¿Severus, te sientes bien? –la mirada de varios de los presentes era de preocupación y turbación ante semejante expresión de tristeza en su rostro.
—No, dedo marcharme… -dijo con dificultad, tenía ganas de patear al mundo.
—Severus, quédate, por favor… -pidió el anciano, mirándole-. Necesitamos hablar sobre qué medidas tomaremos ahora que Tom no está, pero hay algunos seguidores rondando, y tú siempre haz estado presente –dándole a entender que su cerebro era necesario.
Severus miró a Harry, éste le veía con indiferencia y era algo insoportable. Era y a la vez no era él.
Su corazón estaba latiendo rápidamente y el sonido resaltaba en su cabeza recordándole su pesar, el pesar de haber perdido a Harry.
—No puedo, Albus, ya no sé si podré luchar. Lo necesito –confesó, mirando la pared fijamente.
— ¿A quién necesitas? –fue la asombrada pregunta del anciano.
—A mi ángel, a mi ángel… -el susurro claro de Severus se escuchó en toda la habitación.
—No es el momento para el romanticismo, Severus. –el sencillo consejo que salió de los labios del hombre mayor.
—Eso no es romanticismo, es amor… -aseguró Severus sin poder creer sus palabras.
—Búscale –la propuesta de una Minerva algo emocionada.
—Debería morir para poder hacerlo, pero no puedo, él es inalcanzable. –se dijo a sí mismo, sintiendo ese nudo en la garganta-, mejor volvamos a nuestro tema de reunión –pidió, para intentar olvidar a Harry.
Todos se quedaron en silencio por un rato, no fue hasta que Black propuso hacer que la Orden tuviera una red de vigilancia en los lugares más importantes, como hospitales mágicos, bancos, escuelas por cualquier eventualidad, que todos volvieron a centrar su atención en los asuntos que les atañían.
Severus dio su opinión y propuso algunas cosas, como que cada miembro tuviera un medallón o algún objeto para notificar cualquier cosa, así como preguntas claves para saber que ninguno era un farsante. Nunca se sabía qué podían hacer esos mortífagos resentidos por la caída de su lord.
Todos aceptaron las propuestas gustosos, después de todo era para la seguridad de sus familias.
Severus aunque sabía que era una reunión que estaba dando grandes frutos y se debía sentir muy bien, le era imposible, su mente sólo era un nombre, una persona, un ángel. Harry.

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Cuando sólo quedaron un anciano de barba plateada y él en la habitación esa noche, el hombre mayor buscó en una de las estanterías su mejor coñac y lo puso frente al de ojos negros. …ste, sin esperar explicación, se sirvió y empezó a hablar.
Conocía muy bien a Dumbledore, esa experiencia le llevaba a ser conciente de que el anciano buscaba explicaciones a su Infantil comportamiento. Y aunque no quisiera darlas, ”¡es que no se podía ser egoísta por un momento!” , sabía que el hombre de alguna manera… ”El licor incluida entre ellas”, le haría soltar la lengua.
Así que ahorrándole trabajo se sirvió y empezó a relatar:
—En la batalla recibí ayuda, viejo; un ángel me hizo pasar unas pruebas para poder salir vivo y ellos acabaron con la pesadilla de Riddle –mostrándole el colgante en forma de lágrima-, ya no estamos perdidos en esa guerra. Somos libres –fue la agradecida confesión de Severus.
—Lo sé –reconoció el mayor bebiendo junto a él un trago-. Pude sentir su intervención en la batalla.
—No lo habías mencionado –fue la sorprendida respuesta de Severus.
—Quise que me lo contaras cuando estuvieras listo, pero creo que explotaste antes de recordar que puedes contar con este viejo –Esas simples palabras produjeron que Severus se sintiera mucho mejor que antes, aunque un poco culpable.
—Me enamoré, viejo –aceptó Severus con tristeza marcada en los oscuros ojos-, ese jovencito, ese ángel me flechó –luciendo una sonrisa de melancolía en el rostro.
—Debe ser alguien muy especial –aseguró el mayor, viéndole alegremente.
—Es mucho más que eso. Le llamé Harry… –señaló, dando a entender al anciano el porqué de su descontrol en la reunión.
—…l no es tu joven enamorado, ese Harry no es tu ángel, mejor sácate esa loca idea de la mente, está a punto de casarse –le aconsejó el anciano, adivinando sus pensamientos.
—Lo sé, pero son tan parecidos, Albus, mi mente está loca, no puedo ver a ese muchacho de nuevo porque no sé de qué seré capaz –admitió, perdiendo su preciado autocontrol.
Con un vaso en la mano se levantó a mirar por la ventana del despacho.
El anciano fue tras él y le susurró:
—Paciencia, solo ten paciencia, lo que es nuestro vuelve a nosotros, aunque no siempre de la forma que deseamos –concluyó el anciano sentándose en su escritorio y, vaciando el licor en la papelera, exclamó:
>>—Estoy muy viejo para beber como un hombre, espero que eso no te disguste, mi joven amigo –declaró el mayor dándole una sonrisa.
—No, viejo; debo irme, hay mucho qué preparar para este comienzo de clases. Justo mañana –dijo aun sin poder creer que esas vacaciones hubiesen pasado tan rápido sin Harry.
—Buena suerte, mi muchacho –deseó el mayor, viendo con un dejo de tristeza marchar a Severus tan cabizbajo.

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Esa noche el ojinegro salió a tomar un poco de aire en los jardines; la verdad era que todo ese ajetreo de la reunión le había afectado, su corazón estaba más dolido que cuando tuvo que despedirse de Harry.
Caminó hasta llegar a su acostumbrado banco junto al lago; allí sólo había paz y tranquilidad, podría pensar con más claridad que en la oscuridad de sus habitaciones.
Pero ya había alguien en su banco preferido, de su lugar predilecto. El joven que se asemejaba a su ángel parecía meditar su vida en las sombras.
Tenía la vista fija en las oscuras aguas del lago negro. Sus iris verdes sumidos en vacilaciones que seguramente tenían mucho que ver con algo llamado futuro.
Severus se le acercó procurando hacer ruido; el muchacho le observó en silencio por un rato. …ste dijo en voz baja, como si se tratase de un secreto:
—He venido a meditar, mañana es mi boda. ¿No le parece extraño el lugar? –preguntó, dándole un vistazo a su entorno.
—No, después de todo vine a imitarle, joven –sus palabras sonaron secas, pero la verdad estaba emocionado por hablar con el muchacho.
”El muchacho similar a su ángel”
—Es sólo que pensar en todo lo que voy a dejar atrás, me da miedo… -confesó el muchacho contemplando el cielo.
—Siempre hay riesgos cuando tomamos un camino, pero hay que analizar si valen la pena correrlos –fue la sugerencia que pudo darle Severus, intentando ser lo más neutral posible, algo un poco difícil teniendo al doble de su amado en frente.
—Sí valen, creo que amo a Víctor desde que entré al colegio y nuestras miradas se cruzaron –reveló con poco avergonzado.
Severus le miró, suspirando le instó:
—Entonces deje sus miedos en este lago, que la corriente se los lleve. Algún día vuelva a buscarlos y se dará cuenta de que no tenían ningún sentido. Sea feliz con las oportunidades que los ángeles le mandan –un consejo sencillo de escuchar, pero difícil de pensar.
—Gracias, señor Snape, tenía una opinión errónea de usted, me alegra haber venido esta noche. Ahora estoy listo para caminar al altar –aseguró el ojiverde sonriente.
Severus le miró marcharse, dejando salir el aire retenido, se acostó en la banca. Vio cómo una invitación a la boda había sido intencionalmente abandonada en el banco. Levantó la mirada.
El cielo estaba claro, Severus sonrió.
Cuánto deseaba que Harry le estuviera observando.

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Esa mañana era el día especial del Harry mortal. Se vistió con su mejor túnica negra, y perfectamente perfumado llegó a la casa en Hogsmeade, donde se haría la celebración.
No significaba nada su asistencia, mera cortesía, sólo pensaba darse a ver y salir lo más rápidamente posible, aunque ése no fuera su ángel , era bastante incómodo ver a su doble con otro hombre.
En el lugar del acto había muchas sillas y el altar donde estarían los novios.
Severus se sentó al final y no pasó mucho cuando Dumbledore se sentó a su lado. El hombre le preguntó:
— ¿Viniste a hacer alguna locura? –con una más que notable preocupación en su mirada azulada.
—No, las locuras son para el campo de batalla, sólo vine porque el novio me invitó –sonando lo más desinteresado posible.
— ¿Cuándo hablaste con Harry? –fue la sorprendida voz de Dumbledore.
—Anoche en el lago, mi lugar para meditar –sencillamente respondió Severus sin querer entrar en detalles.
Albus entendió y dejando por terminaba la conversación empezó a observar el lugar.
El silencio entre ambos no duró mucho porque apenas se hubo establecido los novios entraron. Ambos lucían esplendidas túnicas, ambos unas inmensas sonrisas y ambos estallaban amor.
Parecían como atrapados por la mirada del otro ya que pocas veces se fijaban en los invitados y hasta en el mismo camino.
Llegaron al altar más que felices, mutuamente se ayudaron para sentarse cómodamente y dar comienzo a la ceremonia.
El de ojos negros se levantó y le susurró a Albus:
—Perdón, no debí venir… esto es demasiado para este joven que empieza a sentir, viejo –confesó con la mirada perdida.
Dumbledore le palmeó el brazo, le dejó marchar sin decir una palabra. Severus estaba seguro de que el anciano entendería, su pena era muy grande y sólo arruinaba la belleza del amor.

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Al llegar a Hogwarts se encerró en su despacho, sólo tenía que esperar a que fuera de noche y ya esa boda habría terminado y volvería a ser el profesor de Pociones, no más un amado mortal, un hombre luchador, un líder, sólo Severus.

Una vez que los nuevos alumnos fueron seleccionados, Dumbledore se levantó y carraspeando consiguió la atención necesaria para dar un anuncio:

—Queridos estudiantes y docentes -dando una rápida mirada a los aludidos-, este año va ser muy particular. He recibido la inusual petición de un amigo para recibir nuevos invitado este año. Ellos completarán su educación mágica aquí –fue la firme explicación dada por Dumbledore-. Reciban con un gran aplauso a sus nuevos compañeros –abriendo las puertas del Gran Comedor con un pase de varita.
Por ellas entraron varias personas, pero la que lideraba al grupo era un hermoso joven de piel morena, largo y brillante cabello negro, esos ojos, esos maravilloso y radiantes ojos verdes que hacían un excelente juego con su espléndida sonrisa.
Su ángel. Harry.

Los muchachos, que eran pocos, no pasaban de ser diez, miraban curiosos el lugar. Harry se dirigió con paso seguro hasta Dumbledore, para su pesar vio que muchos suspiraban al verle caminar. Harry llevaba puesto lo que parecía una camisa verde casi transparente y unos jeans bastante ajustados.
Albus les dio la bienvenida y les indicó que debían ser seleccionados. Pero que dejarían eso para mañana, porque seguramente había sido un largo viaje, que por ahora les acompañara en la mesa de maestros.
Esa comida fue tensa para él, Harry comía muy poco desde el otro lado de la mesa. De hecho, Severus casi pudo notar que Harry estaba comiendo por sólo la mera cortesía.

Cuando Severus terminó de comer, se levantó para ir a darle instrucciones a los prefectos.

No pasó mucho de que les vio llevar a las nuevas serpientes muy emocionadamente a las mazmorras.

Caminó con paso seguro hacia su lugar favorito.

Otra vez el sitio volvía a estar ocupado, pero esta vez no era un Harry mortal el sentado, quien le esperaba mirando las profundas aguas del lago era su ángel. Su Harry.

— ¿Me has extrañado? –susurró al joven queriendo trasmitir su emoción de tenerlo cerca.

Harry le miró sin entender, así que levantándose le preguntó curioso.

— ¿Le conozco? –su mirada delataba que estaba muy lejos de mentir, Harry no tenía ni idea quién era el misterioso hombre que le hacía semejante pregunta.

Severus cerró los ojos, parecía que esto sería una prueba más en su vida, pero la verdadera pena en todos estos acontecimientos es que él estaba cansado de luchar.

—Supongo que fue en tu otra existencia. Felicitaciones, al fin eres un mortal -le dijo sintiendo ganas de echarse a llorar y gritar a los vientos su mala suerte.

—No le entiendo… pero se me hace familiar, como si… Hubieras sido muy importante , tal vez me crea estúpido, pero si es verdad que existen otras vidas, ¿usted estuvo en ella, cierto? –preguntó sin saber porqué estar cerca del hombre le embargada de una extraña seguridad.

De haber sido así, yo habría sido tu vida, Harry –aseguró Severus sonriendo de tristeza.

— ¿Cómo sabe mi nombre? –preguntó asustado Harry, no sabía porqué aun siendo ese hombre tan extraño, él sentía esa rara confianza en él.

—No lo sé, sólo sé que Harry es un bonito nombre –fue la sencilla respuesta que le dio el mayor mientras caminaba lentamente de regreso al castillo, dejando en su lugar favorito a un muchacho verdaderamente intrigado.
Notas finales: Gracias a los que son mis fieles lectores, a los que por primera vez me leen y no se atreven a dejarme un comentario porque creen que me los voy a comer.. les entiendo, como carne. Juajuajua...

Undomiel, cada vez que releo el fic, aprecio más tu trabajo, eres una maravillosa beta. Nos vemos en el siguiente capi gente.

Valethsnape.

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