Teruki se me acercó por primera vez cuando yo tenía ocho años. Desde atrás me abrazó e hizo que me diera la vuelta. Me besó.Teruki, mi hermano, me dio mi primer beso. El asunto no se volvió a repetir hasta seis años después. Yo contaba con catorce años y Teruki recién había cumplido los veinte.
Él siempre supo mis sentimientos. Yo le adoraba, para mí era mucho más que mi hermano mayor. Teruki lo sabía y se aprovechaba de ello.
En plena adolescencia tenía las hormonas revolucionadas y mi hermano cada noche venia a mi cuarto y me susurraba palabras melosas, palabras que hacían que cayera aún más rendido a sus pies. Nunca me forzó, no le hacía falta, era tal mi amor por él que yo me dejaba hacer sin decir nada.
Cada noche yo recibía sus besos. Al principio eran tiernos y suaves, como si tuviese miedo de asustarme, pero, al poco vio que me dejaba hacer y que quería mucho más que eso. Empezó a besarme de forma más salvaje y brutal, haciéndome sangrar los labios algunas veces, arrancándome suspiros, enredando sus dedos entre mis cabellos y repitiendo mi nombre en susurros.
No me importaba que fuera mi hermano, Teruki era mío: sus besos, sus caricias… eran todas mías. A pesar de todo, nunca llegábamos hasta el final; yo no me sentía preparado y mi hermano esperaba, paciente, a que yo le dejara. Un día me decidí.
-Terukiiiiiiiii…- me abalancé sobre él gritándole con mi voz que aún conservaba el timbre infantil.
-Takuya… - me sonrió- ¿Qué quieres, mi niño?
-Hoy… quiero llegar hasta el final.
La mirada de Teruki se tornó distinta, le apareció un brillo febril de locura en los ojos, pero no le di importancia, ¡le había hecho esperar tanto!
Empezamos como siempre hacíamos, besándonos y acariciándonos el uno al otro. Vi que mi hermano enloquecía por momentos, no podía aguantarse más las ganas. Teruki tenía prisa por metérmela. Me bajó los pantalones y me la metió por atrás de golpe.Sentí un dolor que jamás había sentido. Maldije a Teruki por ser tan brusco, podría haberme preparado un poco, aunque supongo que me lo tenía merecido, por haberle hecho esperar tanto tiempo. Fui un mal hermano.
Teruki me embestía fuertemente y, lejos de sentir placer, sangraba y me dolía mucho y él no tenía en cuenta mi dolor. No veía que lo estaba pasando mal y que más que hacerme feliz que mi primera vez fuera con él, deseaba no haber empezado nada.
Yo gritaba y Teruki me tapaba la boca con la mano, retirándola de vez en cuando para secarme las lagrimas que resbalaban de mis mejillas mientras con la otra tenía cogido mi miembro fuertemente haciéndome daño también allí.
-T—Teru… Terukiii, por favor, para, ¡me duele!
-Oh, Takuya, niño malo, después de hacerme esperar tanto, no voy a parar ahora.
Seguí llorando. Nunca me di cuenta que mi propio hermano solo me quería por el sexo y, hasta que no le di lo que buscaba, que no supe ver realmente como era: un maldito pederasta embaucador.
Le odiaba por el daño que me hacía, le odiaba por el miedo que empezaba a crecer en mí. No quería que lo de esta noche se repitiera, pero era yo el que siempre le había amado y le había dejado hacer… Era yo el que ahora rogaba, con los ojos cerrados, que todo hubiera sido un sueño, poder regresar a mis ocho años y evitar a toda a costa aquel beso que me provocaría esos sentimientos con Teruki.
Después de ese tormento, no volví a ser el mismo. Tenía el culo adolorido, mi hermano la tenía grande y yo era demasiado niño para esa cosa tan enorme. Teruki no volvió a entrar a mi cuarto nunca más, pero el muy cabrón me dejó un trauma para toda la vida. Después de esa noche en la que yo ni siquiera me corrí de lo asustado que estaba, juré que me vengaría.
Mi hermano mayor encontró piso y se fue de casa. Jamás dije nada a mis padres por vergüenza. Me convertí en un chico introvertido, triste y sin ganas de nada. En el colegio sacaba buenas notas, más que nada porque quería llegar a algo en la vida, quería forjarme un futuro que Teruki jamás pudiera alcanzar. Quería ser mejor que él y cuando me lo volviera a encontrar, restregarle por la cara todos mis logros, que supiera que aunque mi corazón estaba herido, yo había sobrevivido, me había podido alzar entre los demás y que ahora era alguien en la vida.
El día esperado llegó. Hacía años que no le veía. Cuando él venia a casa yo salía a la calle para no saltar delante de mis padres y romperle la cara. Fue un día cualquiera. Me lo encontré de repente, al lado de una chica (que imagino que sería su novia), viendo los anillos que habían en la joyería. Me acerqué hasta él y le toqué el hombro con la mano.
-Teruki.
Se giró hacia mí y puso cara de prepotencia. Le dije de hablar en privado y nos apartamos un poco de dónde estaba su novia. Rápidamente, le cogí del cuello de la camisa y le empotré en la pared. Él vislumbró en mi mirada el deseo de venganza y se puso blanco como la nieve.
-Teruki, voy a por ti, cabrón, sufrirás como yo lo hice y más. Conocerás al hombre en el que convertiste a tu hermano, conocerás el infierno. Aprenderás a tratar bien a los niños y te haré olvidar que el sexo se disfruta, desearás morir… hermanito.