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Loca Navidad por ringox

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Notas del fanfic:

Está un poco fuera de fecha publicarlo ahora, pero espero les guste de todas formas *_* Y feliz navidad y feliz año nuevo para todos.

 

**Loca Navidad**

 

 

 

Haaaaaaaaaa. Navidad, Blanca Navidad. Tiempos para demostrar  amor, afecto y felicidad.

¡Hermosa navidad!  Con las casas y sus techos nevados, las calles decoradas con luces y guirnaldas. Rostros felices de niños jugando con copos de nieve. Árboles iluminados, regalos y risas por doquier.

 

Amor y paz para todos los hombres de buena voluntad...

 

 

-¡Te odiooooooooo! ¡Te odio Hyoga! Nunca te lo perdonaré... ¡Nunca!

-¡Y yo te odio más! Y me vale si no me vuelves a hablar... ¡Mejor para mí, Shun!

 

¡¡CRASH!!  ¡¡POMP!!

 

-¡Ho no! ¡Mi retrato! - Gritaba desesperada Saori al ver como sus dos santos se peleaban en medio de la gran sala de la mansión - ¡Hyoga de Cygnus, te ordeno inmediatamente que sueltes ese cuadro!

-¿Ya ves como eres un cobarde Hyoga?... Te has detenido, no tienes el valor para lanzarlo- Gritó el peliverde todo despeinado, con el rostro sudoroso y la camiseta arrugada.

-¿Crees que no me atrevo? ¿Eso crees? - El rubio avanzó dos pasos más cerca del peliverde quien no dejaba de mirarle desafiante.

-Nunca te atreves a nada... y lo que es peor... ¡No dejas que otros tomen lo que tú no quieres tomar! - Soltó con despreció sin medir las consecuencias de sus palabras.

 

-¡Hyoga! ¡Te he dicho que dejes mi retrato colgado en la maldita pared en donde estaba! - Gritó aún más furiosa la diosa, dejando desplegar su cosmo poco a poco.

-¡Veremos si te quedan ganas de desafiarme otra vez! - Dijo el ruso con sus ojos brillando de furia, retrocedió dos pasos, pero sólo para tomar más fuerza en su carrera desenfrenada hacia el peliverde, que al verlo venir con tanta furia no pudo evitar temblar por un instante. Hyoga alzó por sobre su cabeza el cuadro, en el cual el rostro sonriente y altivo de la diosa descansaba de forma inquebrantable.

 

-¡Hyoga, Shun! ¡Basta! - Más los gritos de la diosa fueron débiles susurros cuando el cuadro terminó sobre la cabeza del peliverde, traspasando la delgada tela del óleo justo en medio del rostro sereno de la diosa.

-¡¡...!! - Saori había quedado sin habla - ¡¿Como osan desafiar mis órdenes?! - gritó aún más furiosa.

Sin embargo para sorpresa de ambos, su diosa los miró a cada uno y sin más, abandono la sala.

 

-Todo es tu culpa Hyoga, ahora seguro nos castigará a ambos - Escupió el pequeño retirando la tela rasgada por sobre su cabeza.

-Esta es la peor navidad de toda mi vida - Habló Hyoga más para si mismo que para Shun.  El peliverde lo miró sorprendido, pero el rubio al sentirse incomodo, dio la media vuelta y abandonó la sala.

 

 

-Esto no se va a quedar así, o nooooo, claro que no - Decía la diosa revolviendo en sus cajones como una loca.

-¿Dónde estará? - Se preguntaba así misma una y otra vez, lanzado bragas y sostenes por los aires.

-¡Lo tengo! - Dijo orgullosa la chica al tiempo que sus ojos brillaban y sus labios se extendían en una risa malévola.

 

 

En otro lugar de la mansión, Ikki charlaba con su otouto.

 

-Ya se que el pato es desesperante, pero olvídalo... es navidad y pasado mañana tendremos nuestros regalos de santa ¿No es genial? ¿No quieres tu regalo? - Preguntaba el moreno a un peliverde sentado en su cama dándole la espalda.

-Santa nunca me da lo que quiero Ikki, me da igual navidad y sus estúpidos regalos - Murmuró con rencor el pequeño.

-¿Cómo puedes ser tan mal agradecido Shun?... ¿No te trajo el conejo gigante de peluche que le pediste el año pasado? - Preguntó el mayor con una sonrisa.

-¡No fue eso lo que pedí! - Gritó enojado el menor - Es lo que tú pensaste que yo quería y  ¡No me mires así! Que bien sé fuiste tú y no el tal santa - Terminó el peliverde llorando y abrazándose al conejo grande y gordo de felpa.

 

Ikki suspiró. Era duro ver como su hermanito crecía y cada vez le era más difícil saber lo que pasaba en su corazón con sólo ver sus dulces ojos. Ya había descubierto que el ratón de los dientes era mentira... y ahora esto.

 

-¿Me vas a contar que pasó con Hyoga hoy? - Preguntó triste el peliazul - ¿O ya tampoco confías en mí?

-No, Niisan, yo confío en ti - El pequeño suspiro comenzó a relatar lo sucedido - Hoy por la mañana vino a dejarme Mime, es mi compañero en la escuela...- Dijo el pequeño.

-Continua - Le animó su hermano acariciando su cabello suavemente.

-El no estará en la ciudad por que viajará a Asdgarde con sus parientes a pasar las fiestas.  Quedamos de acuerdo entonces en entregarnos nuestros regalos hoy - El pequeño se detuvo respirando dolorosamente.

-¿Entonces...? - Trató Ikki de que su hermano no se detuviera.

-Entonces yo entré a la casa y tomé del árbol el regalo que tenía para Mime, pero Hyoga estaba viendo la tele cerca. Me vio salir y al parecer me siguió. Yo afuera le entregué a Mime su regalo y el me dio el mío. Decidí abrirlo ahí mismo y estaba muy feliz por que era esa caja de madera para guardar lápices que me gusta tanto...esa que vimos en el centro comercial hace unos días - Dijo el pequeño.

-Aja - Asintió el moreno pensando decepcionado en que tendría que escoger otra cosa para su hermano.

-Y entonces Hyoga se puso colérico, insultó a Mime y lo echó de casa. Le llamó rubio teñido y otras cosas más que prefiero no repetir y... - Shun comenzó a llorar.

-Calma, calma...en verdad que el pato está desquiciado, es un imbécil, siempre lo he sabido - Decía el moreno abrazando a su hermanito con amor.

-No sé por que me odia tanto - Lloró el menor en sus brazos.

-Puede que este celoso de que tú recibas regalos de amigos que te quieren, no como él que no recibe nada de nadie - Trató de animarlo el peliazul riéndose de la supuesta suerte del rubio.

-El recibe muchos regalos de chicas...  en la escuela... es muy popular - Confesó el pequeño apretándose a su hermano - Y después yo le grité y me gritó y comenzamos a  discutir... hasta que le dije que lo odiaba.

-Entiendo, pero ya pasó, veras como se olvida todo... es navidad y lo pasaremos felices... No te preocupes del pato que de él me encargo yo - Le dijo el moreno tratando de animarlo - No se meterá contigo otra vez.

-Lo sé, sé que él no se acercará a mí otra vez - Susurró tristemente el peliverde sin que su hermano lo escuchara.

 

Hyoga subió las escaleras furioso. Entró en su cuarto y azotó la puerta asustando a Shiryu que pasaba por ahí.

 

¡Toc! ¡Toc!

 

-¡No estoy! - Gritó el rubio desde adentro.

-¿Puedo pasar? - Preguntó el chino abriendo la puerta.

-Pues si ya abriste la puerta entonces entra - Respondió fastidiado - ¿Qué quieres?

-Cielos Hyoga, jamás te había visto tan enojado... ¿Qué te pasó? - Indagó el pelilargo preocupado. La idea de que las fiestas se arruinaran por detalles tontos, no le agradaba nada.

-Es el estúpido de Shun y sus amigos cursis - Respondió con odio el ruso.

-¿Estúpido?... debes estar muy enfadado... jamás habías hablado así de él - Contestó el pelinegro algo molesto con el modo en que se refería a Shun.

-Ha dicho que me odia - Habló el rubio con la mirada perdida - No es que no lo supiera desde hace mucho, pero... él nunca ha odiado a nadie... sólo me odia a mí.

-El no te odia Hyoga, de eso estoy seguro - Afirmó Shiryu mirándolo con algo de lástima.

-Si hubieras visto su rostro... la forma en que me miraba... realmente me odia, me detesta - Decía el rubio frotando sus sienes.

-¿Y eso te pone triste? - Le preguntó el pelinegro.

-¡No!... ¡Que va!... puede odiarme todo lo que quiera, que a mi, como si nada - Argumentó el rubio levantándose y ordenando algunas cosas en su escritorio - Además... pienso pasar las fiestas con gente que me quiere de verdad - Habló al tiempo que introducía ropa abrigada en su bolso.

-Pero acá hay gente que te quiere también. Somos los mejores amigos y siempre pasamos navidad juntos Hyoga, no puedes faltar a la cena - Le decía el chino sorprendido al ver como continuaba metiendo en su bolso todo lo que veía a su alcance, en su mayoría cosas innecesarias.

-Me voy a Siberia a pasar navidad - Terminó el rubio decidido.

-Hyoga, no seas infantil, por una pelea no puedes irte, ¿No sería mejor resolver las cosas y pasar esta fecha con tus amigos? - Trató de convencerlo el moreno.

-No... dejaré tu regalo en el árbol - Agregó el rubio tomando cinco paquetes de su escritorio y dejando uno olvidado.

-¿Y ese? - Preguntó el moreno - Olvidas uno, le informó el chico.

-No olvido nada - Respondió colgando su bolso al hombro y saliendo de su cuarto con los regalos.

 

Shiryu se acercó al escritorio y tomó el regalo olvidado en sus manos. Sin lugar a dudas, el rubio se había esmerado mucho más en arreglarlo. Tenía una cinta roja bordada con conejos blancos y el papel era de un hermoso color verde metálico. Una pequeña tarjeta en forma de pino navideño colgaba a un lado.

 

"¿Leerla o no leerla?"

 

-Leerla - Se respondió a si mismo y sin más levanto la tapa y miró letra por letra lo que Hyoga había escrito allí.

-Tendré que ir por mi diccionario de ruso - Suspiró frustrado. Tomó el regalo y decidió que no sería una molestia si él lo dejaba junto al árbol, aunque sea para ayudar a la decoración.

Salió del cuarto y cerró la puerta tras de si. Esa noche tendría algo divertido que hacer si encontraba su diccionario.

 

Hyoga caminó hasta la sala y comenzó a ordenar los paquetes que había en el árbol buscando espacio para dejar los de él. Tomó uno grande y de  color amarillo muy llamativo para apartarlo, pero sintió curiosidad y examinó más a fondo.

 

Vio sorprendido que tenía su nombre escrito en él con una caligrafía impresionantemente bella. Lo giró un par de veces, pero sus dimensiones cuadradas no le entregaron mayor información. Al contrario de los demás paquetes, este era el único que no tenía una tarjeta y no podía adivinar quien era el remitente.

 

Lo dejó a un lado sin darle mayor importancia. Saori solía dar muchos regalos y era normal que se le pasará poner tarjeta a alguno. Lamentaba no poder abrirlo la misma noche de navidad, pero estando en Siberia tendría que esperar unos días para saber que cosa le regalarían sus amigos.

 

Cuando dejo sus paquetes ordenados, Seiya entró en el cuarto y lo saludo alegre. También traía  sus paquetes para dejarlos al pie del árbol.

 

-Estoy ansioso, estas fechas siempre me ponen así - Comentó el moreno con ojos chispeantes de felicidad.

-Mmm - Respondió desganado el rubio.

-¿Qué sucede? No me digas que estas enfadado otra vez - Preguntó el chico terminando de dejar sus paquetes.

-No, estoy como siempre... de lo más bien - Habló tratando de fingir una sonrisa que no convenció al moreno para nada.

-¿Y ese bolso?... No pensarás viajar a alguna parte en navidad... ¿Verdad? - Le preguntó preocupado.

-Pues... Sucede que hablé con mis amigos de Siberia y hace mucho que no paso la navidad con ellos... Por eso me voy - Trató de justificarse el rubio sin lograrlo.

-No bromees...  Prometiste ayudarme en el orfanato con los demás. Hay muchos niños que escribieron cartas este año para santa y tenemos que llevarlas al correo - Le recriminó el muchacho algo molesto.

-Lo siento mucho, pero no voy a poder. Además... esas cartas... Santa no existe Seiya, bien sabemos que los regalos los da la fundación - Terminó de decir Hyoga saliendo de la sala, pero topándose en la entrada con la Diosa.

 

-¿Vas a alguna parte Hyoga? - Preguntó la chica mirándolo a los ojos con molestia al ver el bolso en su  hombro.

-Bueno, Saori... sé que estás molestas así que mejor me voy a pasar la navidad a... - Más no pudo terminar de hablar, ella levantó su mano y le hizo señal de silencio.

-Escuché lo que le dijiste a Seiya - Volteó el rostro hacia un lloroso moreno a los pies de árbol - No te apenes, santa sí existe - Regresó la vista al rubio y le  miró con seriedad.

-Todos al comedor ahora mismo - Dijo la chica y salió en busca de los demás santos.

 

 

La Diosa caminó hasta la cabecera de la gran mesa y dejó pasar a los santos uno a uno indicándoles donde tomar asiento.

Seiya quedó ubicado a su derecha e Ikki a su izquierda. Juntó a Ikki, dejo se sentara Shun y junto a Seiya Shiryu, Hyoga que entró de los últimos se sentó junto al chino.

-Ahora que están todos aquí, quiero informales algo, pero antes debo hacer una llamada telefónica - Buscó su móvil y sacó del bolsillo de su faldita una tarjeta blanca. Los muchachos se miraron entre si, sin saber de que se trataba todo eso.

 

La chica marcó una serie muuuuy larga de números, tantos que ya todos estaban más que ansiosos por saber que se traía entre manos.

 

-¡Ups! Error. Tendré que marcarlo de nuevo - Dijo la chica sonriendo.

-Nooooooo - Dejó salir Ikki golpeando su cabeza en la mesa con aburrimiento.

-Calma Niisan, se paciente - Le dijo su hermano a su lado.

-"Se paciente"  - Remedó el rubio con una voz aguda desde su lugar, recibiendo la mirada de molestia de los 4 santos.

-No te pases pato, si no quieres tener que pedirle a Santa dientes nuevos esta navidad - Le gritó el peliazul con rabia.

-Y tu deberías pedirle un cerebro para tu hermano - Gritó aún más fuerte el rubio.

-Y yo debería pedir 3 dosis de calmante para animales - Comentó divertido el chino a Seiya.

-¡No necesito un cerebro! - Respondió el pequeño con sus mejillas rojas.

-¿Lo ves? - Dijo el rubio - Ya está acostumbrado a vivir sin uno.

-Ahora si la hiciste pato de la real... - Ikki iba a levantarse de su lugar, para meterle el puño a la carota del pato, pero unas palabras lo dejaron helado y no sólo a él... a todos.

 

-¿Santa? - Preguntaba la chica por el móvil. Los chicos se miraron sorprendidos. Incluso Hyoga e Ikki cruzaron sus miradas en busca de respuestas.

-Muy bien gracias ¿Y usted? - Continuaba la chica hablando como si nada.

-Me equivoqué, la que necesita el cerebro es otra - Murmuró Hyoga sacándole una sonrisa al peliverde. La chica que no perdía nada de la conversación de los santos apretó molesta el teléfono, más continuó su llamada.

 

-Sí, me gustaron mucho, Gracias - Continuó ella con una sonrisa - Lamento molestarlo en estas fechas, sé que está muy ocupado, más cuando mañana en la mañana debe leer todas esas cartas - Los muchachos no dejaban de mirarse entre ellos, sin saber que pensar. "¿Se le habían escapado a su Diosa los enanitos al bosque?".

 

-El asunto es que tengo un problema. Dos chicos de los que puse en la lista deben ser borrados - Dijo ella con tono serio.

Ahora sí que ninguno de los santos podía entender nada.

-¿Sus nombres? Sí, se los doy... muy bien, tome nota... Son Hyoga de Cygnus y Shun de Andrómeda - Respondió ella con calma.

-¿Qué? - Preguntó el peliverde inquieto.

-¿Por qué nuestros nombres? - Preguntó el rubio desde su lugar algo nervioso.

 

-Se han portado mal, han peleado en la sala y además en vísperas de navidad. Por lo tanto, no merecen recibir lo que más desean esta navidad - Dijo ella con una sonrisa en sus labios. "Mi retrato esta vengado" pensó con lágrimas en sus ojos.

 

Hyoga y Shun palidecieron.

 

-¿Con quien está hablando? - Preguntó el rubio a los demás, pero al encontrarse con los ojos asustados del peliverde, volteó el rostro molesto y continuó escuchando.

 

-Sí, me parece muy bien que reciban un castigo ejemplar - Charlaba ella satisfecha - Entonces en eso quedamos... muchas gracias Santa y que la entrega de regalos resulte bien - La llamada se cortó.

 

-Muy bien Hyoga, ya que tienes tu bolso hecho, puedes ir y ayudar a Shun con el suyo, tienen que partir inmediatamente al "polo norte" y ayudar a santa esta navidad - Habló la Diosa con el tono de  voz que usaba en las batallas cuando el mundo entero dependía de ellos.

-Dos renos los recogerán en un rato - Sin más Salió del comedor y dejo a sus 5 santos con la boca abierta.

 

-¡Está bromeando! - Dijo Ikki buscando apoyo en la mirada de sus amigos - Todos sabemos que santa no existe.

-Es verdad, no existe, es sólo para jugarles una broma, seguro quiere verlos parados en la puerta esperando a los renos - Rió Seiya con ganas.

-Está loca si cree que me quedaré a esperar a un par de caballos con cachos. Tengo unos pasajes que comprar - Dijo el rubio levantándose bruscamente de la mesa.

-¿Pasajes? - Preguntó el peliverde desconcertado - ¿Pasajes para qué?

- Saori se va a poner furiosa si te vas - Agregó el castaño desde su silla.

- Adiós y que pasen una feliz navidad - Dijo el rubio dando la media vuelta y saliendo del comedor, no sin antes darle una mirada dolida al pequeño que lo miraba con angustia desde su lugar.

 

-Bueno Shun es mejor si el pato está lejos, podrás estar tranquilo - Le dijo el peliazul a su hermanito.

-Pero Ikki, Saori dijo que un par de renos... - El moreno le tapo los labios con un dedo.

-Tranquilo Shun, es mentira... Santa no existe, fui yo realmente el que te regaló ese conejo, pensé que como habías crecido necesitabas ahora uno de tu porte - Le confesó algo apenado.

-Yo no diría eso Ikki - Interrumpió Shiryu con mirada sospechosa.

-¿A que te refieres? - Preguntó asustado el pequeño.

-No juegues chino de la china, mi hermano lo ha pasado muy mal hoy para que encima tú le vengas  con bromas - Le retó el moreno.

-No es broma - Respondió el chino cerrando sus ojos - En el polo norte efectivamente vive Santa. Lo sé por que una vez mi maestro me contó que lo había visitado, molesto por que recibió un trozo de carbón como regalo.

-¿Dhoko? ¿Recibió un trozo de carbón? - Preguntó Seiya muy interesado.

-Así es... él viajó millas y millas para poder verlo. Charlaron acerca del motivo por el cual recibió el trozo de carbón y finalmente... - Se detuvo Shiryu un momento para darle más misterio - ...Nunca más se supo de él.

-¡Haaaaaa! - Lanzó Shun un gritito asustado.

- No puede ser - Murmuró Seiya consternado.

-¡Claro que no puede ser! - Respondió el peliazul - Si desapareció fue por que estaba en los cinco picos de china y además continuó siendo el maestro de Shiryu.

-Es cierto - Dijo el peliverde ya más calmado.

-Mmmmm, pero pudo ser un impostor, así como bajo la imagen de viejo había un hombre joven, quizás bajo el hombre joven hay... - Trató de deducir el castaño sin hacer caso a Ikki.

-¡Otro viejo! - Contestó el peliverde casi seguro de que el maestro de Shiryu era un impostor.

-¡Exacto! - Le chocó Seiya la mano al peliverde por encima de la mesa.

 -No sean idiotas y tu tampoco otouto o pensaré que Hyoga tenía razón respecto al cerebro - Gritó Ikki enfadado.

-Niisan - Lloriqueó el peliverde.

-No, no, no llores, no hablaba en serio, es culpa de este burro que me hace decir tonterías - Consoló Ikki a su hermano mirando con odio al castaño.

-A lo que me refiero yo - Trató el chino de recuperar la atención de sus amigos - Es que es mejor que hagas tu bolso Shun, los renos son cosa seria.

-¿Los renitos? - Preguntó Shun con sus ojos chispeantes - ¿Con sus cascabeles y cachitos de navidad?... Son tan bellos - Agregó el pequeño.

-Sí... muuuuuuuuuy bellos - Terminó el chino suspirando.

 

Finalmente los muchachos salieron del comedor. El peliverde caminó triste al ver que Hyoga no estaba ahí, que en verdad había partido a Siberia y que no pasaría las fiestas con ellos. Lo peor de todo es que se habían dicho cosas horribles y se sentía mal por ello.

 

-En verdad... si santa fuera real... yo no estaría en este momento lejos de ti - Susurró el peliverde y partió rumbo a su habitación.

 

 

 

 

Hyoga caminaba apresurado hacia el servicio de trenes de la ciudad. Pensaba tomarlo hasta el aeropuerto y allí esperar hasta que algún vuelo lo llevara a Siberia. Mientras avanzaba por las calles no podía dejar de pensar en  todo lo sucedido.

 

Shun, el amigo de Shun... todo siempre giraba en torno a él. Se sentía como un maldito satélite girando todo el tiempo a su alrededor.

 

Respiró profundo y se resignó. El jamás había tenido oportunidad de ser algo más que un compañero para el pequeño, ni siquiera un amigo. Como deseaba haber pasado esa navidad en casa y poder ver su rostro cuando abría un regalo. Esa sonrisa amable y dulce, ese gesto infantil tan único de él.

Sin embargo, al maldito crió nunca le gustaban sus regalos. Siempre los miraba con esa mueca estupefacta y decepcionada. Por el contrario, a su hermano, no le importa que navidad a navidad le regalara siempre lo mismo, le agradecía con un fuerte abrazo y una gran sonrisa. Incluso muchas veces le escuchó decirle "Te quiero" al oido.

 

"Te quiero"

 

-¡Pues yo te odio! - Gritó el rubio justo cuando doblaba la esquina de una calle solitaria.

-Son 10 monedas navideñas por decir "Te odio" en navidad - Habló una voz extremadamente dulce y aguda. 

 

El ruso miró en todas direcciones en busca de la persona que había hablado, pero no vio nada. Miró nuevamente a una esquina, luego a la otra. Nada.

 

Suspiró en forma cansada y dejó su  mirada fija en el piso. Su sombra se dibujaba alargada en el suelo empolvado y junto a su sombra, otra más le hacía compañía. Una sombra de cuatro patas que no estaba unida a los pies de nadie. Levantó su cabeza asustado en busca del misterioso acompañante.

 

-¿Eres tu Hyoga de Cygnus? - Preguntó la voz en el mismo tono meloso y extremadamente infantil.

-¿Pero quien demonios eres tú? - Respondió el rubio sorprendido al encontrarse con un reno bastante grande flotando sobre él.

-Soy vinxen, la más considerada, resistente y hermosa de los 9 renos de santa - Se presentó en tono orgulloso la reno - No olvides tu multa - Agregó al tiempo que un papelito caía danzando como una hoja al viento hasta llegar a las manos del santo.

-No me digas que es cierto lo que dijo Saori - Habló el rubio al tiempo que guardaba la misteriosa nota en su bolsillo.

-Tengo que llevarte con Santa al polo norte, así que si no te molesta... - Le dijo el reno acercándose a él y mascando su camiseta por la espalda.

-Hey, espera, yo no quiero ir... - El rubio trataba de reclamar, pero el reno lo sujetó con fuerza y cuando lo tuvo seguro entre sus dientes, lo lanzó con rapidez sobre su lomo.

-¡Hey!... No puedes obligarme a ir - Gritó molesto Hyoga - ¡Bájame!

 

Pero el reno no prestó atención a sus palabras y dando una vuelta en el aire y girándose en sentido contrario, se fue volando por el cielo con el rubio montado al revés sobre su lomo.

 

 

 

- No sé por que escribí esta tonta carta - Murmuraba el peliverde arrugando entre sus dedos un sobre firmado por él y dirigido a santa.

Miró su cuarto por todas partes y sintió que poco a poco se deprimía. Encima, si no estaba equivocado, su hermano le regalaría otro conejo de peluche y como ahora tenía un año más, probablemente sería aún más grande.

-Ya no me queda espacio para conejos, terminaré durmiendo en el pasillo - Rezongó molesto - ¡Santa no existe! - Terminó dejando una lágrima correr por su mejilla derecha.

 

-Son 10 monedas navideñas de multa por decir "Santa no existe, en navidad"- Habló una voz gruesa y tosca. El peliverde se puso en alerta y buscó a su alrededor al extraño visitante.

-¡Hades! - Exclamó con miedo.

-Prancer - Respondió la voz en el mismo tono tenebroso. Shun pudo adivinar de donde provenía la voz y se encontró con el ventanal de su cuarto abierto. Las cortinas flotaban suavemente por la brisa y en ellas se distinguía la silueta enorme de un animal.

 

-¡Un elefante! - Exclamó el peliverde.

-¡No! - gritó la voz furiosa y entró en el cuarto caminando en sus cuatro patas.

-¡Ho por dios! - Gritó el pequeño angustiado.

-Sí - Habló el gran reno, gordo y musculoso avanzando hacia el chico.

-¡Pobre animal! ¿Qué te han hecho? - Preguntó el niño al tiempo que se acercaba sin miedo y trataba de examinarle los grandes ojos de reno.

-¡Nada maldito escuincle! - Gritó enfadado haciendo retumbar los muebles del cuarto - Tengo que llevarte al polo norte con santa.

Shun miró con miedo al animal y retrocedió dos pasos. Quizás este era un buen momento para correr y dejar todo abandonado "Santo que corre sirve para otra batalla".  Pero en cuanto el pensamiento terminó de pasar por su cerebro el reno había comenzado una loca carrera en su dirección y agachándose se deslizó por entre medio de las piernas del pequeño, dejándolo montado sobre él.

 

-Ya me llevó el reno... Ikki, hermanoooooooooooo - Gritó el peliverde, pero para cuando el peliazul entró al cuarto con Seiya y Shiryu, sólo podían ver como Andrómeda era llevado por los cielos montado sobre un elefante.

 

-¡Se lo han llevado! - Gritó el moreno con desesperación - ¡Shiryu! Tenías razón, quizás ahora, dejen a mi hermano trabajando como duende y jamás lo vuelva a ver.

-Pero en ese caso, Shun podría interceder por nosotros en la lista de Santa - Trató de animarlo Seiya.

-¡¡Cállate imbécil!! - Le respondió Ikki sujetándole del cuello.

-Si mi maestro tenía razón... lo que les espera no se lo desearía ni a mi peor enemigo - Dijo el chino con rostro preocupado.

 

 

Hyoga apenas podía abrir los ojos para mirar por donde iban a causa de la velocidad con que volaban.

-¡Cuidado con ese pájaro! - Le advirtió el reno.

-¿Cuál ...-¡¡PAF!!- ¡Rayos! - Exclamó el rubio escupiendo plumas.

 

-Aquí "Hawaiian tropic" a "pedro el negro" cambio - Escuchó el ruso como el reno hablaba por un cascabel atado a su cuello.

-*Aquí "pedro el negro" a "Hawaiian tropic" paquete recogido, cambio* - Contestó una voz  gruesa desde el mismo cascabel.

-Entregar coordenadas, cambio - Ordenó la reno al tiempo que descendía algo la altura.

-*Sobrevolando cuadrante Z - 15378, cambio* - Respondió la voz.

-Recibido, fuera - Terminó la reno la conversación, girándose ahora hacia la derecha y retomando otro rumbo.

-*¿Para que sirve eso?... ¡FUERA!* - Se escuchó decir desde el cascabel. Hyoga estuvo seguro de que las primeras palabras habían sido pronunciadas por Shun, lo que significaba que el peliverde también iba secuestrado por el comando reno.

 

 

-No hables si no te lo ordeno - Gritó enfadado Prancer.

-...- El pequeño guardo silencio.

-¡Contesta! - Rugió furioso el reno - ¡Hags! Te ordeno que respondas.

-De acuerdo - Respondió en un hilo de voz el peliverde, triste por haber hecho enfadar a ese pobre animal estresado.

 

Luego de volar durante muchas horas, por fin se encontraron llegando a la zona más fría del globo terráqueo. Shun se abrazó firmemente al reno para robarle así algo de calor, mientras este no dejaba de estar concentrado en el cielo que cada vez era más oscuro.

 

A la par de Prancer, Vinxen llegó volando con gracia y se acopló a su ritmo de vuelo.

-Lo primero que haremos al llegar será visitar a santa - Informó la reno a los dos tripulantes. Hyoga y Shun se miraron asustados, para luego inmediatamente girar sus rostros en sentidos opuestos.

 

 

-Lo he perdido, ¡lo he perdido para siempre! - Lloraba el peliazul en la sala de la mansión.

-Ya te he dicho Ikki, que sólo es por estas fechas de navidad y es un castigo por desobedecer mis ordenes - Trató de tranquilizar al hermano mayor de Shun la Diosa sin lograrlo.

-Le prometí a nuestros padres sobre su tumba que lo cuidaría... y ahora... lo secuestra un reno - Gimió adolorido y sin consuelo el muchacho.

-Has pensado Ikki que quizá ese reno tenga ¿Intenciones libidinosas con él? - Agregó Seiya preocupado.

-¡QUÉ! - Gritó Aún más desesperado el peliazul tomando del cuello a Saori.

-Sueltajjjshhh - Trataba de gritar la Diosa.

-Basta Ikki - Intervino Shiryu, recuerda que no está solo, también Hyoga está ahí, estoy seguro de que lo cuidará.

-Ese remedo de pato no puede cuidar ni de si mismo - Contestó el moreno aún sin soltar el cuello de la Diosa.

-Creo que Saori está poniéndose color morado - Murmuró preocupado Seiya - Y le combina con el cabello.

El moreno aflojó el agarre y finalmente la soltó.

-Cof cof... ustedes serán los próximos en mi lista - Alegó desesperada al tiempo que tomaba aire.

 

 

Los renos y los dos santos caminaron hasta donde estaba la entrada de una gran mansión. Toda decorada en tonos rojos y verdes. Iluminada con luces intermitentes y con bastoncitos de dulce y turrón.

-Hasta aquí los acompañamos, pueden entrar solos - Le dijo Prancer a los muchachos y se retiró junto a Vinxen.

 

 

-¿Debemos tocar antes de entrar? - Preguntó tímidamente Hyoga a su compañero.

-¿Qué crees tu? Este no es mi cuarto donde siempre acostumbras entrar sin tocar - Le recriminó el menor.

-Yo no entro sin tocar, siempre golpeo la puerta primero - Respondió enfadado el rubio.

-No esperas a que te diga "Adelante" que es lo mismo - Gritó rojo de rabia el peliverde.

 

¡Toc toc!

 

El ruso por fin queriendo terminar la discusión, golpeó la puerta y una canción navideña les indicó en sus estrofas que podían entrar. Ambos se empujaron mutuamente para pasar primero, finalmente entraron al mismo tiempo quedando atorados en la estrecha entrada.

 

-¿Cómo una mansión tan grande puede tener una puerta tan pequeña? - Alegó enfadado el ruso.

-Es  por que tu estás muy gordo - Se quejó el pequeño tratando de escapar.

-¡No estoy gordo, el que está gordo eres tú!

-Sí, claro... por eso a mi me ofrecieron ser  modelo en la clase de arte - Fanfarroneó el peliverde.

-¡¿Qué?! Pero... No puedes hacer eso - Le gritó furioso el rubio - ¿Vas a dejar que todo el mundo te vea en bolas?

-¿Y eso que? ¿Te molesta acaso? - Preguntó el peliverde con burla.

-No, claro que no. Lo digo por tu dignidad, una pintura tuya será como una pintura de "Botero" - Terminó el ruso riendo malicioso.

-Y una tuya sería como de "Picasso" - Gritó el menor con unas pequeñas lágrimas en los ojos.

-¿Y eso como sería? - Cuestionó riendo el rubiecito.

-¡ABSTRACTO!

 

-Ejem, ejem - Se escuchó una voz gruesa.

 

Los dos muchachos pararon de discutir para mirar a quien llegaba. Un hombre vestido con una larga bata de seda negra. Sus pies acurrucados en unas pantuflas gigantes de reno con chispitas de colores muy brillantes. Su cabello era muy largo y también muy blanco. Su rostro apenas podía adivinarse bajo esa espesa barba nevada que llegaba cerca de su panza. Y sus ojos... eran muy expresivos. Brillaban y tintineaban como dos estrellas en el cielo, tan amable...

 

-Es usted... ¿Santa? - Preguntó el menor deslizándose hacia abajo y quedando libre de la presión del cuerpo del atractivo rubio.

-Lo soy... y ustedes deben ser... - Miró en un papel - Deben ser Hyoga de Cygnus y Shun de Andrómeda.

-Sí, somos nosotros - Agregó tímido el pequeño.

-Habla por ti - Reclamó molesto el ruso.

-Mmm ya veo. Entonces ustedes tienen que ir a la fábrica ahora mismo. Hay muchos juguetes que construir.

-¿¡Heeeeeeeeeee!? - Exclamaron ambos chicos sin comprender.

 


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