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Inu no Batsu por kara

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Notas del fanfic:

Este es mi primer fic RoyEd. Mucha gente me ha dicho que este fic le recuerda a otro pero seguramente eso sea debido a que saqué la inspiración de un Doujinshi a lo mejor otra persona tambien lo hizo pero mi final es totalmente mío. Bueno, eso era todo!

Notas del capitulo: Bueno, aquí esta el primero, a por el segundo!!!

Edward se llevó una mano al pecho. Desde que le vio por primera vez sintió un pinchazo en su corazón, no sabía lo que era, pero desde entonces no pudo pensar en otra cosa que no fuera en él. Y sentía miedo al verle…

Ahora estaba ahí solo; delante de su puerta que esperaba ser abierta, no se lo pensó dos veces y llamó.

Un tranquilo y simple "Adelante" bastó para que diera un brinco y abriera la puerta dejando ver a dos figuras enfrente de él; una estaba sentada detrás del escritorio y la otra de pie junto a la ventana.

— ¡Ah! Veo que ya has regresado, Full Metal. — Le saludó con sarcasmo. — La verdad es que me asombra que un crío como tu haya tardado tan poco tiempo en regresar…

Las siguientes palabras fueron calladas por unos gritos enfadados procedentes del rubio.

— ¡Que no me llames crío, Coronel de mierda! — Gritaba alzando los puños.

— ¡Edward, guárdese esos comentarios…! — Pidió Riza desolada, Roy la detuvo con un movimiento de mano.

— No se preocupe, teniente. Bueno, espero que esta vez tu informe esté completo… — Dijo alzando una ceja. Edward detuvo sus gritos y lo miró desafiante, se sacó un sobre de la chaqueta y se lo dio.

— No te puedo asegurar que esté completo, pero me daba pereza hacerlo mejor. — Dijo con orgullo tendiéndole el arrugado documento al Coronel quien le miró con perseverancia y apretó la mandíbula.

— Deberías aprender educación para dirigirte a tu superior, Full Metal. — Dijo con dureza.

— Para hablarte a ti no tengo que aprender nada… — Dicho esto se dio la vuelta y se fue hacia la puerta.

Roy apretó los puños, se levantó y los dejó caer sobre su mesa creando un leve estruendo que asustó a los presentes.

— ¡No me des la espalda! ¿Dónde has nacido? ¿En un corral? — Gritó furioso ante la poca disciplina del niño.

— No me confundas con tu familia, Coronel de mierda. — Dicho esto se fue dejando a Roy con una vena marcada en la sien.

— Es solo un niño, Coronel. No pretenda que se comporte como un soldado con solo quince años. — Le disculpó Riza.

— Todo niño debe aprender modales y ese mocoso… — Dijo apuntando a la puerta por donde había salido. —… no es una excepción.

— ¿Y qué pretende hacer?

— Enseñarle a tratar con su Coronel. — Dio por finalizada su conversación y siguió trabajando.

Edward no se había marchado todavía se había apoyado en la puerta sin saber muy bien el por qué.

"¿Estará enfadado?" Pensó sonriendo con superioridad. "Seguro que si."

Alejó esos pensamientos para después levantarse e ir a su nuevo piso donde se hospedaba junto con Al o al menos hasta que encontraran una nueva pista sobre la piedra.

Estaba agotado; esta noche no había podido pegar ojo. Habían vuelto de una de sus misiones de búsqueda y esa misma noche tuvo que redactar el informe para ir a la mañana siguiente a entregárselo al Coronel.

Ahora lo único que deseaba más que nada en el mundo era dormir, llegó a "casa" al cabo de unos minutos, saludó a su hermano y fue volando hacia la cama. Pegó carrerilla, seguido de un salto y se quedó dormido antes de rozar el colchón; cuando cayó ya estaba roncando.

Al lo miró con una gota recorriéndole la cabeza.

— Lo que hay que ver… — En ese preciso instante tocaron a la puerta. — Voy, ya voy…

Abrió la puerta encontrándose con un hombre delgado, alto y vestido de uniforme.

— Hola, Alphonse Elric. El Coronel dice que se presente Edward mañana a primera hora para discutir unos asuntos… — Dijo Havoc.

— ¿A primera hora? Pero eso es muy temprano… — Se quejó la armadura, el militar se encogió de hombros.

— Yo solo soy un "mandao". A mi me dan ordenes y yo las cumplo, y por hoy ya he cumplido así que si Edward quiere o no ir es su propio asunto, aunque no le recomiendo enfadar al Coronel… — Dicho esto se fue despidiéndose con una mano.

"¿Qué le pasará ahora?" Se preguntó.

Ocho horas más tarde Edward despertó. Miró a su alrededor encontrándose con la rojiza mirada de su hermano.

— Hola, Ed, veo que ya has desesperado. — Sonrió Al con alegría.

— Si… estaba agotado… ¿Qué hora es?

— Son las cuatro de la tarde…

— ¡Um! Tengo hambre… ¡Vayámonos a comer algo! — Exclamó con júbilo. Alphonse suspiró con pesadez.

— Hace un rato vino uno de los soldados… — Le explicó.

— ¿Quién era?

— No lo sé… tenía un palillo de dientes en la boca…

— ¡Ah! Entonces era Havoc ¿Qué quería?

— Venía para decirte que el Coronel te ha mandado llamar mañana a primera hora o sea… a las cinco y media de la mañana… — Se encogió sobre si mismo por el miedo ante una mala reacción de su hermano.

— ¡Que! ¡A primera hora! ¡Pero si ni siquiera sabía que existía! — Gritó furioso.

— No es mi culpa, hermano, no la pagues conmigo. — Se defendió.

Edward se dejó caer en la cama – ya que se había levantado al empezar a gritar– y suspiró fatigado.

"¿Por qué me habrá mandado llamar tan temprano…? Seguro que es un castigo por lo de esta mañana…" Sollozó con desánimo.

— Bueno… ¿vamos a comer o no? — Dijo su hermano para animarle, pareció funcionar, puesto que Ed se levantó y se dirigió ha la salida.

— Pero que sea rápido… tengo que madrugar… — Susurró con dos almas negras flotando sobre su cabeza.

— Vale, vale… — Al enseñó la palma de las manos en señal de calma.

No tardaron más de una hora en salir y volver. Después estuvieron hablando un poco para hasta que fueron las diez y Ed se echó a dormir.

 

 

Edward sintió unos "leves y cariñosos" golpecitos por parte de su hermano Al. Que más de unos agradables toquecitos en el hombro le habían puesto una olla en la cabeza y había comenzado a golpearla con un cucharón, pero aun así no se despertó.

Decidió coger un baso de agua fría de echárselo por encima pero eso tampoco parecía funcionar, así que optó por coger un cubo de agua helada y meterle la cabeza hasta que se quedara sin aire, y al parecer funcionó.

— ¿Pero que coño haces? — Gritó Ed frustrado. — ¡Has estado a punto de matarme!

— Es que son las cinco menos cuarto y aun no te despertabas… — Se disculpó.

— ¿Y no podías haber probado en hacer algo de ruido? — Le regañó. Al no dijo nada, miró a sus espaldas y señaló los objetos que había en el suelo; una multitud de platos, ollas, cacerolas, cucharas, cucharones, muebles… todo lo que podía haber cogido Al para hacer ruido descansaba, totalmente destrozado, en el suelo de la habitación.

Edward suspiró con pesadez, juntó las manos y en unos minutos reparó los objetos. Miró la hora con pánico, se lavó, vistió, peinó, se arregló y salió corriendo de allí despidiéndose de su hermano.

Todavía era de noche y parecía que hasta dentro de unas horas eso no cambiaría, corrió todo lo que pudo para llegara estar a la hora concertada. Pasó entre los dos guardias que vigilaban la entrada. Le iban a detener, pero Ed estaba preparado para eso y les enseñó el reloj sin detenerse.

Llegó hasta la puerta de su oficina y se detuvo con el ceño fruncido.

Si había una reunión o algo ¿Cómo es que no se escuchaba a nadie? Alomejor se había atrasado, miró el reloj y nada, quedaban dos minutos para la hora exacta.

"Alomejor se han quedado dormidos…" Esa idea la revolvió el estómago, iría él mismo casa por casa para despertarles a todos, pensó furioso.

Pero ya que estaba allí iba a averiguar si había alguien allí o no, y si no lo había quizás podría revisar algunos de los documentos que guardaba el Coronel, para ver si el escondía algo.

Llamó a la puerta y una suave voz sonó tras ella. Edward maldición en voz baja y abrió la puerta, para su sorpresa allí solo estaba el coronel.

— ¿Me… me has llamado? — No sabía por qué, pero tenía un mal presentimiento.

— Así es… pasa y toma asiento. — El rubio obedeció y se sentó en uno de los sillones que había frente al escritorio donde estaba el Coronel con los codos apoyados en la mesa y la cabeza apoyada en sus entrecruzadas manos.

— ¿Se puede saber por qué me has traído a estas horas de la mañana? — Bufó con indiferencia.

— Por que ha estas horas no hay nadie y así puedo enseñarte educación con mis propios medios. — Una fría sonrisa atravesó sus labios, pero Ed no le dio importancia y él también sonrió de medio lado; con superioridad.

— Como si te fuera a dejar… creo que ha sido una perdida de tiempo venir… — Se levantó para marcharse pero Roy le detuvo.

— Yo que tu me quedaría quiero y sería obediente… — Le fulminó con la mirada.

Edward le miró con una mueca de desdén.

— ¿Y si no quiero?

— ¿Ves lo que hay encima de la mesa…? — Dijo con una sonrisa.

Edward vio dos carpetas color canela encima de la mesa, frunció el ceño y asintió.

— Bien, esta… — Señaló la de su derecha. —… contiene información en su interior sobre la piedra filosofal y la posibilidad de devolverle su ansiado cuerpo a tu hermanito. Y esta… — Afiló la mirada y señaló a la carpeta de su derecha. — Aquí demuestra que tu hermano es solo una armadura, así que si esto sale a la luz se lo llevaran para investigarlo. — Edward apretó los puños con odio. — Pero no solo eso esto también es una orden de encarcelamiento por haber violado una de las primeras normas de la alquimia; la transmutación humana…

Edward iba a intervenir pero Roy le detuvo.

— Es que yo lo hice por mi mamá… — Dijo con voz aguda intentando imitar a Edward. — Me da igual. Tu y tu hermano me dais igual, solo quiero obediencia como buenos soldados.

— ¿Qué es lo que quiere de mi?

— Así es, mi muchacho. El sobre de la información te lo daré si cumples con obediencia tus mandatos y, si por algún casual, te negaras a alguno me vería obligado a usar la carpeta de mi izquierda ¿comprendido? O sea, tengo este papel repleto de casillas. — Le enseñó un papel dividido en dos cuadros con distintas casillas. — Si completas diez veces las ordenes te daré la carpeta, pero si no cumples algo se te restaran las ordenes cumplidas además te pondré una cruz de desobediencia y a las diez cruces de desobediencia le entregaré la carpeta de la denuncia a los federales para que hagan lo correcto contigo y con tu hermano…

— Solo dígame que es lo que quiere.

— Bien… como sabrás soy un Dios para las mujeres pero ahora me encuentro solito, así que necesito desquitarme…

El corazón de Edward dio un brinco.

— ¿Q… que…?

— ¿No eres tu quien lo dice? Cuerpo sano, mente sana… si hago que entrenes tu cuerpo para que me ordenes tu mente también me obedecerá… — Dijo entrecerrando los ojos para mirarle con malicia.

— ¿Pero… que es exactamente… lo que quiere?

— Ven. — Edward no se movió, se quedó allí quieto y estático, mirándole con miedo. — He dicho que vengas.

Edward comenzó a temblar, pero obedeció. Se acercó lentamente a su escritorio.

Roy le señaló con el dedo y fue trazando con él un recorrido invisible hasta él para que Ed lo siguiera.

Cuando el rubio terminó su recorrido estaban uno en frente del otro; Roy sentado en su sillón de cuero negro y Ed de pie.

— Bien hecho… vas aprendiendo. — Se rió con burla. — Ahora quiero que te arrodilles y te acerques a mí.

Obedeció en silencio y temblando, se arrodilló en frente suya y se acercó a él poniendo la cabeza en sus rodillas.

— Muy bien… buen muchacho. Creo que si sigues así dentro de una semana tendrás tu valiosa carpeta. — Se burló, el rubio frunció el ceño dispuesto a quejarse pero Roy le pegó un tirón de la trenza obligándole a callarse. — Primera regla; el Coronel siempre tiene razón y sobre todo tu Coronel, El Coronel Roy Mustang, siempre tiene razón. Y segunda regla; si yo digo algo tu debes obedecer aunque eso signifique matar a tu propia familia ¿me entiendes?

— Si…

— Bueno, ahora me obedecerás… — Se llevó una mano a la cremallera y la bajó lentamente y abrió un botón de sus bóxer dejando a la vista una enorme erección. Edward se apartó completamente rojo.

— ¿Pero que cree que está haciendo? — Gritó alterado retrocediendo de espaldas aún en el suelo. El coronel le miró con suspicacia, el rubio se puso en pie y fue hacia la puerta. — No voy ha hacer ninguna estupidez como esta, Coronel.

— ¡Oh! ¡Que lástima! ¿De que creías que se trata? ¿Qué me trajeras el té por las mañanas, me limpiaras el despacho o me dieras masajes en la espalda? Aunque eso también suena tentador creo que yo prefiero algo más placentero…

— No lo haré… — Negó Ed apretando los puños.

— Bueno, como tú quieras. —Cogió un bolígrafo negro y lo llevó hacia el papel donde estaban los cuadraditos, y antes de tachar una casilla donde ponía "desobediencia" le miró con una ceja alzada. — ¿Crees que te trataran bien en la cárcel a donde irás? Es una lastiman ¿y como trataran a tu hermano en el sitio donde lo van a llevar? ¿No crees que le podrían tocar por casualidad el sello de su espalda? Y en ese caso… — Vio con satisfacción como Edward apretaba los puños y comenzaba a temblar por la ira. — De todas formas ya ni siquiera es un humano… a los científicos les daría igual…

— ¡Cállate! ¡No tienes derecho a decir eso! — Estalló Ed.

— Te equivocas… como tu superior y… — Hizo una mueca de disgusto. —… tutor… creo que puedo decir lo que me venga en gana. Y si no tienes más nada que decir vete, pero recuerda, un día tras otro te llamaré y si no cumples esta carpeta desaparecerá de mi escritorio tan rápido como pueda ¿entendido?

Edward apretó los puños y se giró para afrontarlo.

— Como tú digas…

— Sigo siendo tu superior… — Le recordó con voz siseante.

— Como usted diga… — Rectifico. — Haré todo lo que me pida.

Roy alzó una ceja y miró hacia su entrepierna, Edward asintió con comprensión. Se agachó agarró el endurecido miembro y lo masajeó de arriba ha abajo.

Estuvo así un rato hasta que una voz le detuvo.

— No es solo eso lo que quiero que hagas, Edward… — El nombrado dio un bote y comenzó a temblar, sabía a la perfección lo que el coronel esperaba de él y sin pensarlo dos veces se metió el miembro en la boca. Roy suspiró por la placentera sensación, Ed iba a continuar pero una mano se volvió ha aferrar a su trenza. — Como te atrevas a morderme vas a perder algo más que a tu hermano.

Esas frías palabras asustaron tremendamente al chico que no supo si continuar con la mamada o masturbarle con la mano. Miró hacia arriba para encontrarse con la persistente mirada del coronel que tenía el codo apoyado en el reposa brazos y la cabeza en la mano, mientras que la otra descansaba en su rodilla.

Edward apartó la mirada, sonrojado, hizo un suave movimiento sacando otro suspiro por parte del adulto. Continuó con el mismo movimiento durante un rato, escuchando de vez en cuando los leves suspiros y jadeos del adulto que no apartaba la mirada de sus ojos aunque Ed no le miraba, estaba más ocupado en mover sus labios y lengua de una forma que causara placer a Roy.

— ¡Um! No lo haces nada mal… — Le felicitó. — Creo que no tardaré en correrme… ¿Te gusta la leche, Full Metal? — Edward no se sintió complacido por sus primeras palabras y mucho menos por las segundas. ¿Qué si le gustaba la leche? ¡No, por díos, la odiaba! ¡No le gustaba ese sabor dulzón!

Después que Roy dijera eso Edward siguió con sus movimientos, pero con lentitud, con terror a vomitarlo y que el coronel se enfadara y le hiciera… ¡Que sabía que cosas le haría si se atreviese ha hacer eso!

Los suspiros de Mustang fueron aumentando hasta que dio un último y ronco jadeo ahogado.

Edward se tensó al notar como una pegajosa sustancia salía del miembro del mayor, su lengua rozó la blanquecina miel que emanaba de su erección y abrió los ojos ante el asombro; era todo lo contrario al peculiar sabor de la leche, era agrio y amargo, pero según Ed más exquisito que esta.

Miró al coronel, quien había cerrado los ojos pero al notar la mirada de Ed sobre su persona volvió ha abrirlos. Se encontró con una curiosa escena; Ed seguía con la boca llena de semen, con un hilillo de este mismo cayéndole por un lado de la boca y parecía que estuviera ¿degustándolo?

— Trágatelo… — Ordenó con voz ronca. Ed le miró con unos increíbles ojos dorados que hipnotizaron a Roy. Obedeció sin quejarse y se tragó todo rastro de pasión del mayor. Se quedaron unos minutos mirándose el uno al otro hasta que el pequeño entró en sí y arrugó el ceño apartando la mirada del moreno.

— He hecho lo que me has pedido… ahora ponme una cruz en "ordenes cumplidas" — Ordenó mirando al papel que estaba encima de la mesa.

— Creo que esto nos va ha llevar más tiempo del que yo pensaba… — Dijo quejándose por el tono de su voz. Ed enrojeció.

— Lo lamento, Coronel… — Dijo frustrado.

"Mi orgullo por los suelos…" Pensó con odio.

— No quería hablarle de esa manera… — Tomó aire y pensó las palabras correctas. — He cumplido mi promesa, creo que me merezco una buena notación por su parte…

— Muy bien. — Sonrió con desdén. Cogió unos documentos de su escritorio y se dispuso a leerlos para después firmarlos, pero se detuvo en medio de su labor para mirar al joven que no se había movido de su posición. — ¿Qué es lo que quieres ahora, Full Metal? ¿Quedarte para hacerme compañía o…? — Alzó una ceja con burla. — ¿… prefieres repetir?

Ed dio un bote y se sonrojó, pero rectificó con rapidez.

— No es eso… solo es que quiero ver como tacha esa casilla. — Volvió a señalar el papel. Roy le miró de reojo.

— ¿No serás, por algún casual, algo desconfiado? — Preguntó con sarcasmo, finalmente suspiró y, susurrando maldiciones, tachó el cuadradito y le pasó el papel a Ed para que lo confirmara.

— Bien, gracias coronel. — Fue hacia la puerta y, sin detenerse, escuchó una voz tras él.

— Mañana te espero a la misma hora, Full Metal. No faltes a la cita o olvidaré que hay una casilla a tu favor para tacharla y poner una en tu contra.

— Comprendo…

— ¡Ah! Se me olvidaba. Hoy tienes que venir aquí… — Edward se tensó al pensar en lo que le pediría, Roy solo sonrió. —… aunque hagas trabajos extras también debes participar en las demás cosas como un buen militar.

— Como un buen "perro del ejercito"… — Escupió el rubio.

Roy entrecerró los ojos para después alzar las cejas en un suspiro y dar por finalizada la conversación. Edward salió sin despedirse bajo la atenta mirada del moreno.

Continuará...

Notas finales: Espero que os haya gustado y que sigais leyendo!!

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