Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Doble perfil por BCB

[Reviews - 88]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

 

----------------------------------------------- 

 

Lenguaje soez , relaciones homoeróticas y escenas violentas en ocasiones.

 

Las ideas y los personajes de esta historia son propiedad intelectual mía (BCB o Black Crimson Butterfly). Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia.

 

-----------------------------

Notas del capitulo:


Primer y segundo capítulo juntos, a modo de introducción. Ambos son muy breves.


La historia está escrita como libro, por eso puede que avance algo más lento que lo habitual.

 

I. MALAS NOTICIAS

 

Apoyado sobre el respaldo de una banca se encontraba bastante molesto por el retraso de sus amigos. Pese a que pertenecía al grupito de los matones, fanfarrones e inmaduros, no tenía por qué compartir todos los gustos y las malas costumbres con los otros del clan. Después de todo, él tenía más estilo que esos idiotas, pensaba, ya que lo único que les daba por hacer de productivo eran locuras.

Ya estaba más que colmado y dispuesto a entrar de una buena vez a la clase cuando escuchó a lo lejos demasiado revuelo. Un huracán de risotadas y una sarta de palabrerías que identificó como a “sus amigos”.

—Ídolo.

—No, ídolo no… ¡Eres un Maestro, Greg!

— ¡Eres genial! ¡Te mereces en verdad ser el líder de nuestra banda!

—Lo sé. Eso ya lo tengo asumido pero… ¿a qué se debe tanto halago hacia mí y la demora por más de 1 hora? ¡Nos perdimos la cátedra de la vieja de historia!

—Con lo que nos interesa…

Con lo último, tanto Greg como los otros dos recién aparecidos estudiantes soltaron carcajadas de burla. Definitivamente, pese a estar a finales del último año en la Academia y a un paso de entrar a la Universidad, el grupo se comportaba tan infantil como cuando ingresaron en primer año. Dándoselas de dueños del mundo y burlándose de media institución, se la pasaban entre la oficina del Inspector y los castigos impuestos por éste.

—Bueno Greg, ¿no te enteraste?

— ¿Enterarme de qué?

—Amigo, para ser el líder estás poco informado…

—Síiiii, jajaja. ¡¿A qué no adivinas?!

—Si no se dejan de balbucear como monos, no sabré de qué me hablan.

—Bien, bien… lo que sucede es que el marica del “arlequín zorrón” se nos fue… ¡Y esta vez para siempre! ¡Jajajajaja!

— ¡Y todo gracias a ti, Greg!

— ¡¿Ah sí?! ¿Y qué pasó ahora? —Greg trataba de ocultar todo rastro de sensibilidad posible en ese momento.

—Pero, es lo que decimos. El maricón de Malekkin Zúrrion se retiró del cole. El muy niñita de seguro debe estar llorándoselas todas en su casita con su mamita luego del show que te montaste ayer… ¡Simplemente espléndido, viejo!

—Mira que desenmascarar al “fantasma de la ópera”, jajaja, ¡buenísimo!

— ¡¿Qqq-qué?! ¿Que Malekkin…? —posó su mirada incrédula en la del acompañante bajito y trató de reponerse lo más rápido posible, quedando una vez más con la expresión fría y autosuficiente de siempre—. Ese arlequín… —con un gesto de desdén—… ¿se fue? A buena hora y se dio cuenta de que nos estorbaba. Idiota…

Poniendo de excusa que al menos debían llegar para el término de la clase y así dejar constancia de que eran los rebeldes de último año, encaminó a sus alborotados compañeros hasta el salón. Sin embargo, la noticia de lo ocurrido no lo había pillado de lo mejor.

«Lekk… ¡¿se fue?!  ¡Maldición!» pensaba bastante furioso para sus adentros, apretando su puño al no poder descargar lo que sentía frente a los pelmazos que iban a su lado.

Con fuerza, abrió la puerta del salón de par en par y ante esto, todos le dirigieron una mirada extraña, tenía que reconocerlo. Siempre que llegaban atrasados, el resto de la clase los miraba con risitas de por medio, con pena y hasta con fastidio pero ahora… algo inundaba el ambiente que hizo que Greg enarcara una ceja en son de molestia. Pese a ello, se adentró sin siquiera dirigirse a la anciana maestra que lo observaba demandando una explicación. Sólo los payasos que entraron segundos después —nótese, que eran sus amigos—, se acercaron a la veterana para hacerla reír con sus estupideces de siempre.

Se dirigió al final del salón, en el vértice más alejado de cualquier maestro donde solía sentarse siempre junto a su compañero infalible de vandalismo: George. Si bien, eran cuatro en el clan, él y George compartían el estilo, el ser populares pese a su mal comportamiento y, estaba de más decir, que ERAN los cerebros del grupo porque Stan y Todd… eran unos cabezas huecas.

—Pensé que mi infaltable compañero de aventuras entraría tarde a la clase junto con nosotros… —corriendo la silla hacia atrás para sentarse.

—Yo también, pero no puedo más en lo que resta del año. Al menos no en historia. Estoy a punto de reprobar la asignatura si no pongo “algo de entusiasmo”, como me lo dijo esta vejeta ayer…

—Estás apresado, amigo…

—Greg… dejemos esto hasta acá, ahora hay otra cosa importante que debes saber.

— ¿Qué hay, George? ¿Por qué esa cara de funeral?

— ¿No te enteras? Viejo, ¿no sabes lo que le pasó al arlequín?

— Ahh… era eso… —desvió la mirada al pizarrón sin lograr ver algo mientras se columpiaba en la silla con los brazos atrás— Me tiene sin cuidado.

—Vaya, sí que eres sangre fría, viejo. No es que me afecte demasiado pero… ¿no crees que tuvimos en parte la culpa de eso? Digo —mirando a la pizarra para tomar una alocada nota de algo que parecía importante—, ¿no sientes culpa?

— ¡Vamos, George!  ¡¿A cuántos POBRES imbéciles no les hemos hecho la vida imposible para que se vayan del cole?! —Echando una ojeada al vacío puesto del muchacho en cuestión—. JA, me sorprende que…

—…parece que la junta con Todd y Stan te terminó por secar las orejas o simplemente no te las lavaste esta mañana porque, no creo que hayas escuchado bien. Pss —con un gesto le indicó que se cubrieran con un libro para evitar las miradas de las chicas alrededor—. Amigo… “the loser”… ee-es decir, Zúrrion… falleció.

De momento, se había congelado. Aquella noticia que llegaba hasta sus oídos y resonaba en sus tímpanos al mismo tiempo que en su cabeza, no podía ser cierta. El moreno líder de la banda miró a su rubio colega entre escéptico, horrorizado y angustiado. Eso era algo con lo que ni ellos mismos bromearían.

—No me jodas…

—Greg, ¡¿crees que diría una mierda como esta si no fuera cierta?! Viejo… Zúrrion, Malekkin Zúrrion, el “arlequín zorrón”, el autista “the loser”, el minito que se teñía de negro el cabello y que quedamos de cagarlo como fuera, ¿lo recuerdas ahora?

—Sí, sí, ¡sí, sí, SÍ! ¡Sí sé quién es! ¡Sé lo que queríamos pero…! ¡¿Qué le pasó?!

—Se suicidó por la madrugada. O es lo que dicen porque a eso de las tres lo encontraron en su habitación, desangrado.

— ¡¿Desangrado?!

—Bueno, no lo sé, eso lo inventé. Esta vieja nos contó lo grande cuando comenzamos con la clase. Aunque no nos dio detalles. Por eso, dudo que el resto de nuestros “queridos” compañeritos te miren de forma contenta. Si es que a penas, en todo lo que resta del año. Creen que la culpa es nuestra. Tuya en especial, después de dejarlo así de descubierto frente a todos.

— ¡Qué! ¿Acaso ellos no se burlaron de él? ¡Ahora resulta que todos se limpian las manos y son inocentes! 

—Ya, da igual. No es por ser malo, pero ya se murió, es uno menos —poniendo nuevamente atención a la clase—. Nosotros seguimos aquí, vivos. Somos fuertes y por eso, no hacemos idioteces como la de Zúrrion de matarnos. ¿Te imaginas? ¡Estaríamos muertos hace tiempo! Ja.

Fue la vez en que más pesado sintió el aire; en el ambiente, en su interior, al entrar y salir de sus pulmones. Quería parecer como siempre, frívolo, autodidacta, soberbio, rudo y pícaro, como siempre lo había sido. Pero no lo lograba del todo. Muy en el fondo, su mirar verde olivo se oscureció aún más, sin poder evitarlo.

Malekkin había muerto. «Lekk… murió…». Él había sido el culpable, «yo lo maté, ¿él se suicidó… por mi culpa?» Aquello no debía importarle, ¡no tenía por qué! «¡Pero por qué no me lo puedo sacar de la cabeza! ¡Maldito seas, Malekkin! ¡Maldito fuiste y serás en el puto infierno donde tienes que estar revolcándote de dolor! ¡¿Qué tenías en la cabeza?! ¡¿Por qué?!».  Aunque en su mente ardiera de coraje con todos esos pensamientos, en sus ojos se iba reflejando lentamente la agonía culpable de la que él mismo había sido el autor.

Se levantó sin más de su lugar y, con paso firme y rostro implacable se retiró del aula, ante la mirada malévola de la mayoría de los presentes.

Ni el espejo de baño ni su puño derecho resistieron cuando se produjo el contacto inminente. La sangre se desbordaba  por sus dedos mientras lo que quedaba en pie del vidrio reflector era arrancado en tal acto de ira por parte de Greg.

Ya abstraído de todo y más calmo, sentado de forma revuelta en el frío piso del cuarto, su llanto no se hizo esperar. Las lágrimas se desbordaban solas y su ronca voz se colaba amarga por la garganta, estremeciéndolo de vez en vez y saliendo a borbotones, sin amainar en ningún momento. Estaba solo, estaba solo en el cuarto de baño y aún así no concebía sincerarse consigo mismo.

«¡Mierda! ¡El único maricón de mierda aquí SOY YO! Yo… yo… ¡No, yo soy rudo! Genial… ¡¿Por qué estoy así?!»

—Lekk…

Estaba seguro de que todo lo que le hubo hecho al joven ya caído no tenía comparación con lo que ese le había hecho a él. El rebajarlo hasta tal punto de estar llorando a solas en el baño… ¡Malekkin sí que le había hecho mal a él, y mucho! Ahora no lograba sacárselo de encima, ese recuerdo, las risas y burlas del día anterior… su rostro. Él no era nada ni valía nada. Menos si el chiquillo callado y distante ya no volvería jamás, si él mismo se había encargado de alejarlo para siempre, de sepultarlo…

 

II. THE LOSER

 

Y comenzó a divagar en los recuerdos. Sabía a la perfección cuál era la primera “ilusa broma” con la que solían iniciar la guerra en contra de algún estúpido inocente. En esa ocasión, el “estúpido inocente” no había sido otro que el chico raro recién llegado: Malekkin Zúrrion.

Sonrió con desgano mientras estaba en el piso del baño, pasando sin querer las imágenes de todo ese año escolar a la vez que bebía de un pequeño frasco recién sacado de su chaqueta algún licor fuertísimo. Con su uniforme desarreglado, como siempre, y un aspecto deprimente, no podría decirse que aquel era uno de los más rudos y multitudinarios chicos de la escuela. Parecía un triste y pobre borracho, tumbado en el suelo mojado del deplorable baño de hombres de su institución.

Quiso continuar con las memorias y torturarse hasta que no le quedara ya nada de alcohol y, si fuera posible, entrar en un coma etílico del que nadie lo sacara jamás, aunque el brebaje que allí poseía no fuera el suficiente.

Se vio a sí mismo en un pasado, no demasiado lejano pero tampoco reciente en donde observaba la escena y, en particular el rostro del chico nuevo de forma divertida y socarrona. Hacía poco menos de dos minutos, sus amigos habían volteado jugo de frutas sobre los libros y cuadernos del callado muchacho. Habían hecho creer que estaban jugando a pelear cuando uno de sus compañeros de banda, al ver que el nuevo dejaba sus cuadernos sobre la mesa para meterlos en su bolso, hizo de cuenta que lo empujaban, mojando con el líquido púrpura hojas y hojas de los cuadernillos recientemente estrenados, al haber comenzado las clases sólo una semana atrás.

Tanto sus tres amigos como él mismo y los que quedaban en el salón no pudieron ignorar lo ocurrido. Varios —está de más decir que los cuatro de la banda, donde él se contaba— se retorcían de la risa y otros tantos miraban con pena mientras el tímido joven que ocultaba parte de su rostro miraba al culpable de su desgracia con rabia contenida.

—Lo siento… jjJJ… ¡JAJAJAJA! ¡Perdona! ¡No fue mi intenssss… jajajaja!

Él observaba los movimientos torpes del muchacho por tratar de escapar de aquella burladera que pesaba sobre sus hombros al momento en que Todd, el más estúpido de su banda se disculpaba de forma burlona. Como siempre ocurría.

Sí… ese había sido el principio de la guerra que continuaría a diario en contra del chico, apodado por ellos “the loser” o “el perdedor”. Preferían eso sí decírselo en el otro idioma ya que, en una pasada clase de inglés pudieron darse cuenta de cuánto le costaba al chico nuevo leer un texto, en voz alta, que el maestro le encargó. A parte de que todos reían por lo bajo debido a su mala pronunciación y la pésima fluidez que tenía al leer el inglés, no pudieron más y estallaron en carcajadas sonoras, que ya retenían de hacía rato, cuando el muchacho se hubo equivocado y en vez de decir the loner leyó por equivocación, tratando de hablar rápido, the loser.

Así fue como su banda se empeñó en recordárselo todos los días que le siguieron. Además que el sobrenombre le quedaba de maravilla, si no atinaba a juntarse con nadie y era torpe.

Empinó el contenedor de licor para beber más de él, removió su cabello chocolate aumentando el despeinado de sus ondas y cerró sus ojos tratando de de apaciguar el dolor punzante en su mano derecha, cuando la hubo apretado y comenzó a sangrarle nuevamente. Todo ese estado deplorable y todo el espectáculo por ese chico: el loser. Sin ser alguien popular, había conseguido lo que ninguna de sus enemistades logró antes: tumbarlo en el suelo. Lo peor del caso es que el muchacho ni siquiera lo había golpeado como para tener razones para estar allí. ¡Estaba muerto!

¡Cuántos meses desde aquella broma! ¡Cuántos meses de convivencia! Si el muchacho llegó en marzo y ya estaban en principios de noviembre y aún así, no quería admitirlo, ¡no lo admitiría! ¡Nunca! Él no era un maricón, ¡claro que no! Él podía tener a cuanta gamberra quisiera, ¿por qué un chico? ¡¿Por qué un minito?!  «¡¿Por qué Lekk?!», se decía incansablemente.

Nadie sabía en verdad lo que había ocurrido con ese joven del mechón de cabello negro conque tapaba su rostro. Nadie excepto él, Greg Hoffman, «el puto patán que lo mató… ».

--- 

BCB

-------

 

Notas finales:

Besos!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).