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SE QUE NUNCA VOLVERAS, PERO SIEMPRE ESTARAS EN MI CORAZON por lyra

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Notas del capitulo: Los personajes son todos los que he puesto menos uno que falta y que no me han dejado poner: Cedric Diggory.
-Vamos Harry, tenemos que encontrar unos asientos para estar los tres solos. Que no nos moleste nadie en todo el viaje-me dice Hermione agarrándome del brazo.

Me dedica una gran sonrisa. Pero yo por más que lo intento no consigo devolvérsela. No he vuelto a sonreír en los tres meses que han pasado desde tu muerte. ¿Para qué? Ya no tengo motivos para ser feliz. Te llevaste mi felicidad junto con mi amor.

Me dejo arrastrar por ella. Enseguida encontramos unos asientos libres y nos sentamos en ellos. Cierro los ojos. No quiero ver como el tren se pone en marcha. No quiero ver el camino que sigue, año tras año. El mismo que me va a llevar a Hogwarts. El primer lugar en el que fui feliz después de una infancia carente de amor por parte de unos padres que me fueron arrebatados, que no están vivos para dármelo. Por parte de unos tíos que nunca han querido dármelo.

Ahora ya no es un ligar feliz para mí. Es el sitio en el que encontré la felicidad verdadera para perderla a los pocos días. Es el lugar más triste que puedo encontrar, lleno de tus recuerdos.

Ron se sienta a mi lado. Abro los ojos llenos de dolor y él me dirige una sonrisa llena de consuelo. Pero por mucho que lo haya intentado no ha conseguido consolarme.

Porque te necesito cerca de mí, que vuelvas para quererme, darme la mano, darme un beso, un abrazo. Necesito entender mi vida sin ti, no escuchar consuelos de nadie. Quero vivir pensando en ti.

Hermione se levanta de su asiento y tras correr las cortinas, cierra la puerta lanzando un conjuro para que nadie nos moleste. No entiende nuestra relación pero la comprende.

Comprende que necesito consuelo en esos momentos, además de amor, y Ron está haciendo todo lo posible por darme el suyo. Tiene mucha paciencia, sabe que algún día se curará mi corazón roto. Aunque yo no esté seguro de eso.

Me rodea con un brazo y me atrae hacia él. Apoyo mi cabeza en su cuello y él me besa la frente con ternura.

Cierro los ojos e intento dormir el resto del viaje. Quiero soñar. Soñar contigo. En los sueños siempre estamos juntos. Nadie nos separa nunca en ellos.



El tren llega a Hogwarts. Ha sido un viaje largo, pero a mí se me ha hecho muy corto. Demasiado.

Los carruajes tirados sin caballos nos llevan al castillo. Pero yo sé que de verdad están tirados por caballos. Son los thestrals. Los veo porque mis padres están muertos. Ahora los veo con más claridad porque tú también te has ido, de mi lado para siempre.

Llegamos al castillo y noto una punzada en mi corazón. Ron me coge fuertemente la mano. Solo es un segundo para darme el ánimo que necesito para afrontar todos los recuerdos que asaltarán mi mente en cuanto entre en el Gran Comedor y mi vista se dirija a la mesa de Hufflepuff. Viendo el sitio donde te sentabas, vacío ahora que ya no estás.

La cena transcurre con normalidad. Los nuevos alumnos son asignados a sus casas. Aplaudo con los demás cuando uno de ellos es seleccionado para Gryffindor. Pero no río con los demás mientras aplaudo.

Sólo me quedo mirando tu asiento vacío. Recordando la primera vez que te vi allí sentado. Me hiciste una leve inclinación con la cabeza a modo de saludo. Ya nos habíamos visto en los mundiales de quiddtich. Me sonreíste de esa manera tan especial con la que me derretía cada vez que la veía aparecer en tus labios. Yo te devolví la sonrisa, con la felicidad reflejada en mis ojos. Y mi amor también.

El banquete termina y nos dirigimos a nuestros dormitorios. Camino por los pasillos por donde corríamos buscando un lugar privado para demostrarnos nuestro mutuo amor. Me duele ver los rincones en los que sin nadie que nos molestara me jurabas amor eterno mientras me besabas con pasión.

Entro en la sala común. El único lugar que no me trae ningún recuerdo tuyo, pues nunca estuviste aquí. Pero al subir al dormitorio observo mi cama, en donde tuve los mejores sueños de mi vida. Sueños que ahora están rotos.

Paso mi primera noche en Hogwarts despierto. No puedo dormir. Noto que Ron se mete en mi cama y me abraza por la espalda, dejándome un beso en el cuello. Me abraza fuertemente y me susurra que algún día volveré a sonreír, a ser feliz. Se duerme pegado a mí. Pero yo no puedo dormir. No quiero cerrar los ojos y ver la oscuridad que me rodea, la misma que hay en mi corazón desde que te llevaste mi luz.



Al día siguiente nuestra primera clase es de pociones. Snape me mira con su cara inexpresiva de siempre. Incluso parece que hay una sonrisa en ella. Ve el dolor que hay en mis ojos y eso le hace sentirse muy bien.

Al final de la clase me suspende porque la poción no me ha salido como debiera salir. ¿Cómo me iba a salir bien si en la lista de ingredientes no estaba escrito que mis lágrimas era uno de ellos? No me di cuenta de que estaba llorando hasta que las vi caer sobre la poción roja oscura en la que estaba trabajando, haciendo que se volviera más oscura todavía, hasta parecer sangre.

Salimos de las mazmorras y nos dirigimos a la cabaña de Hagrid para nuestra clase de cuidado de las criaturas. En cuanto me ve me pone una mano en el hombro para darme ánimos, se ha dado cuenta del dolor que hay en mis ojos, un dolor que me acompañará para siempre.

Nos dirigimos al bosque en donde nos enseñará orgulloso una nueva criatura que ha adquirido. No sé de cual se trata. Me siento en un tronco como si estuviera atendiendo, pero mi mente está más allá.

Mi mirada se desvía al lago, recordando nuestro primer picnic a sus orillas. Extendiste una manta y te echaste en ella tendiéndome una mano que yo acepté gustoso. Me hiciste tumbarme y te echaste encima de mí besándome con ternura al principio para luego hacer el beso más violento mientras tu lengua exploraba mi boca con mucha ansia.

Noto que rueda una lágrima por mi cara y me la limpio con la manga de mi túnica. Ese día no comimos el picnic que habíamos preparado. Estábamos hambrientos, pero era otra clase de hambre que saciamos en cuanto nuestros labios se separaron.

La clase termina y volvemos al castillo. Ahora Ron y yo tenemos una hora libre mientras que Hermione va a su clase de runas antiguas. Me invita a dar un paseo con él, pero yo niego con la cabeza. Ve en mis ojos que quiero estar solo y mirando que no hay nadie cerca me da un breve beso en los labios y me deja a solas.

Comienzo a andar por los pasillos sin saber a donde ir. Dejo que mis pies me lleven a donde quieran ir. Oigo risas en el pasillo que hay a mi derecha y reconozco esa voz. Es la de Draco. Corro por donde he venido y me mero por la primera puerta que encuentro abierta. No podría soportar un enfrentamiento con él ahora. Ni ahora ni nunca. Ya no tengo fuerzas para enfrentarme a él.

Salgo al patio. Miro el banco en donde te vi tumbado el día que supe cual iba a ser la primera prueba del Torneo de los tres Magos y fui a decírtela. Todavía no nos habíamos dado cuenta de nuestro amor. Estabas tumbado en el banco de piedra, riéndote con tus amigos. Todos llevaban esas estúpidas chapas que decían que yo apestaba. Todos menos tú.

Te llamé y te levantaste corriendo para hablar conmigo. Te dije que la primera prueba iba a ser un dragón para cada uno. En cuanto te lo dije me di la vuelta para marcharme, pero me cogiste de la mano y no me dejaste marchar. Me preguntaste si Viktor y Fleur también lo sabían y yo te dije que sí.

No me soltabas la mano, tus dedos jugueteaban con los míos. Entonces me pediste perdón por lo de las chapas. Yo te contesté que lo olvidaras. Que no era culpa tuya, que ya estaba acostumbrado a que la gente me tratara mal.

Entonces te acercaste más y me dijiste que no se lo permitiera. Que tú harías todo lo posible para que nadie me volviera a hacer daño nunca más. Y soltando mi mano me dejaste marchar.


Me llevo la mano a la boca para sofocar el sollozo que quiere salir de mi garganta. Me doy la vuelta y salgo corriendo. Llego hasta la lechucería. Subo las escaleras y me paro en la puerta. Respiro agitadamente y trato de recobrar la respiración. Me apoyo en la barandilla y otro recuerdo asalta mi mente.


Allí mismo le pedí a Cho que fuera mi pareja para el baile. Pero tú ya te habías adelantado y ella te había dicho que sí. Habías ganado la apuesta, la que hicimos cuando estaba en la enfermería después de la prueba del dragón.

Era de noche y estaba solo en ella, tumbado en la cama con mi brazo en cabestrillo. Tenía los ojos cerrados, pero no dormía. Tú pensaste que sí. Te sentaste en una silla y me dijiste esas palabras que aún conservo en mi corazón.

-Si hubieras muerto sin saber cuanto te quiero, me hubiera suicidado para estar contigo.

Entonces apoyaste la cabeza en la cama y rompiste a llorar. Yo levanté mi mano y te acaricié el pelo. Levantaste la cabeza de golpe y me miraste con los ojos llenos de lágrimas. Te sonreí y te contesté de la manera más dulce que pude a pesar del dolor de mis heridas.

-Ahora que sé lo mucho que me quieres prometo sobrevivir al Torneo.

Entonces tomaste mi cara entre tus manos y me diste un beso muy tierno. Nuestros labios se juntaron y nos dimos nuestro primer beso.

Te quedaste toda la noche conmigo, a mi lado, estrechándome entre tus brazos. Yo me recosté sobre tu hombro. Hablamos de todo. Hablamos de nada. Sólo cosas sin importancia, como que se acercaba el baile de Navidad y teníamos que encontrar pareja. Ir con una chica. Yo quería ir contigo, y tú querías ir conmigo.

Entonces surgió esa tonta apuesta. Habías notado que Cho se me miraba mucho y apostaste un beso a que la invitabas al baile antes que yo. Y la ganaste.

La noche del baile te vi aparecer con ella colgada de tu brazo. Fue la peor noche de mi vida. Te veía como la sonreías, aunque no era esa sonrisa que me dedicabas solo a mí. Lo hacías por obligación.

Bailabas con ella, y yo no podía dejar de mirarte, lo guapo que estabas con tu túnica de gala. Cuando acabó el baile me dirigí a mi habitación. Ron discutía con Hermione porque había ido al baile con Viktor.

Yo me adelante a ellos. Quería llegar al dormitorio lo antes posible, pero unos brazos me cogieron por la cintura y me arrastraron a un aula vacía y oscura. Noté unos labios sobre los míos y aunque no podía verte la cara, reconocí tu lengua cuando se metió en mi boca y se frotó contra a mía.

Cuando nos separamos pasase un dedo por mi mejilla para recoger la lágrima que se me había escapado del ojo.

-Me debías un beso-me dijiste besando mi lágrima.

Nos quedamos en esa aula casi una hora besándonos con pasión mientras rodábamos por el suelo. Cuando conseguimos separarnos con tristeza cada uno nos fuimos a nuestro dormitorio.

Cuando llegué al mío Ron me preguntó que donde me había metido y porqué mi túnica estaba manchada. Yo sólo pude contestarle que me había perdido.

Me había perdido en tu amor.



Dejo la lechucería y entro en el castillo por otra puerta. Mis pasos me llevan hasta el baño de los prefectos. Sé que no debería entrar, que ahí los recuerdos son más dolorosos, pero entro de todos modos.

Ahí está la gran bañera. Con todos sus tubos por donde sale esa agua de colores, y calienta. Sonrío al recordar el motivo que me llevó hasta aquí.

Me paraste en el corredor para preguntarme si había logrado abrir el huevo de oro que gané en la primera prueba al quitárselo al dragón. Te deje que todavía no. Entonces me respondiste que como yo te había ayudado en la primera prueba me lo querías recompensar.

Comprobando que estábamos solos te acercaste y me susurraste la respuesta al oído. Notaba tu aliento cálido contra mi oreja y miles de escalofríos me recorrieron el cuerpo.

-Ve al baño de los prefectos, lleva el huevo contigo. Es un buen sitio para darse un baño. A medianoche no habrá nadie.

Y tras decirme estas palabras me besaste el cuello y te alejaste corriendo.

Yo estaba muy ilusionado esperezado a que llegara la medianoche. No por descubrir lo que había dentro del huevo. Eso ahora ya me daba igual. Era por la invitación que me habías hecho de esa forma tan tierna.

Cuando son las 11:30 me levanto de la cama sin despertar a los demás y cogiendo el huevo me dirijo al baño y entro. Todavía es pronto para que llegues, así que me quito el pijama y desnudo del todo me meto en el agua con el huevo.

Entonces aparece Martly la llorona y me aconseja que lo meta debajo del agua, que eso fue lo que tú hiciste. No me fío mucho de ella, pero le hago caso y me sumerjo con el huevo. Abro y el huevo y escucho una voz muy dulce que no parece ser la misma que el grito que escuché cuando lo abrí en la superficie.

Es una sirena. Me está cantando. Me dice que algo muy preciado para mí será robado y que lo tengo que ir a buscar al fondo del lago negro.

Salgo a la superficie tosiendo y Martly se va riéndose a carcajadas. Entonces unas manos me tapan los ojos y un beso es depositado en mi mejilla.

Me destapas los ojos y me miras con tus ojos llenos de amor. Te levantas y tras desnudarte te metes en el agua conmigo. Me atraes a tu lado y comenzamos a besarnos con más pasión que nunca, excitados por lo que va a venir a continuación.

Bajas una mano desde mi cuello hasta mi entrepierna y comienzas a acariciarme con mucha suavidad. Gimo contra tu boca y también bajo mi mano para frotarme contigo. Los dos gemimos de placer.

Subes la mano para atraerme más a ti y haces el beso más profundo antes de separarnos con la excitación recorriendo nuestras caras. Me miras a los ojos y en ellos veo todo el amor que me quieres dar. Asiento con la cabeza sin dejar de sonreír y poniéndome de cara al borde de la bañera te sitúas detrás de mí y comienzas a entrar dentro de mí.

Primero el ritmo es muy lento, dándome tiempo a prepararme. Pero cuando ves que puedes entrar con más facilidad aceleras el ritmo y me embiste con frenesí. Me abrazas fuerte la espalda, apoyas tu cara contra mi cuello donde varios besos son depositados con cada embestida.

Noto que estallas en mi interior, llenándome con tu esencia, con tu amor, lo que provoca que oleadas de placer recorran mi cuerpo y que yo también estalle en tus manos.

Sales de mi interior con lentitud apoyando tu espalda en el borde de la bañera. Me haces girar para que me recueste sobre tu pecho. Estamos sin respiración, pero nos encontramos muy bien. Levantas mi cara y me besas en los labios diciendo que ojala nunca acabara esa noche. Me abrazo a tu cuello con fuerza y cierro los ojos.


Cuando los abro estoy de nuevo en el baño de los prefectos. Pero solo. De pies contemplando la vacía bañera. La noche ya pasó y tú ya no estás a mi lado.


Salgo del baño y me dirijo al exterior. Vuelvo al lago donde hicimos nuestro famosos picnic. Pero ahora me asalta otro recuerdo.

Se trata de cuando hicimos la segunda prueba del Torneo. Nos habían quitado lo que más apreciábamos en nuestras vidas y teníamos que ir a recuperarlo. Estamos en la plataforma esperando para saltar al agua con los demás. Nos miramos y comenzamos a reír a carcajadas. No sabemos que nos habrán quitado, porque lo que más aprecio en mi vida está delante de mis ojos y tú opinas igual.

Nos tiramos al agua en cuanto nos dan la señal. Me atraganto con las branquialgas que me dio Neville, pero al poco rato descubro que puedo respirar bajo el agua.

Buceo deprisa buscando que es lo que me pueden haber quitado. Al fin lo encuentro. Cerca de unas ruinas hay cuatro cuerpos atados. Son Gabrielle, la hermana pequeña de Fleur, Hermione, Ron y Cho.

Sé que Ron es para mí. Esto hace que nota una punzada en el corazón. Sé que siempre ha estado detrás de mí, y ahora todos creen que es lo que más aprecio en mi vida. Y es verdad, pero solo como amigo.

Te acercas buceando y me coges en tus brazos. Estamos solos y llevas un cascoburbuja. Pero eso no impide que nos demos un apasionado beso en los labios. Me sueltas y te diriges a soltar a Cho. Cuando la tienes me haces una señal para que te siga, pero yo niego con la cabeza y te pido que te vayas. Me obedeces pero te vas intranquilo.

Aparece Viktor y se lleva a Hermione. Pero Fleur no aparece por ningún lado, y sin pensármelo dos veces cojo a Ron y a Gabrielle. Nado hasta la superficie seguido de las criaturas que habitan en el lago. Me dicen que solo puedo llevarme a uno, pero yo las ignoro y sigo nadando.

Se me pasa el efecto de las branquialgas y comienzo a ahogarme. Con un último esfuerzo empujo a Ron y a Gabrielle hacia la superficie mientras las criaturas tiran de mí hacia el fondo.

Con mi último aliento susurro el conjuro ascendio, que me hace salir volando hasta la superficie u caer sobre la plataforma de madera. En ella Ron y Hermione me tapan con toallas y mantas para que no coja frío.

Te veo de pies, cerca de mí. Las lágrimas bajan por tu cara confundidas con el agua que escurre de tu mojado pelo. Sonrío para hacerte saber que estoy bien. Estamos deseando estar a solas, pero hasta la noche no podrá ser.

Voy hacia la orilla con mis amigos. Vamos a ver a Hagrid y a paseando por el bosque encuentro el cadáver del señor Crouch. Hagrid nos manda de vuelta al castillo y en cuanto puedo me escabullo de mis amigos.

Corro hacia nuestro lugar secreto, el baño de los prefectos. Tú ya me estás esperando en el y en cuanto me ves vienes corriendo a abrazarme y a llenarme le cara de besos. Me dices que te asustaste mucho porque tardaba mucho en salir del lago, que pensaste que me había ahogado.

Yo te recuerdo que te prometí no morirme durante las pruebas del Torneo y eso hace que nos riamos con muchas ganas. Nos abrazamos más fuerte mientras nos damos un beso largo y profundo.


Dejo el lago y sin darme cuenta mis pies me han llevado al lugar donde todo acabó de forma abrupta. Estoy frente al laberinto, el lugar donde te vi vivo por última vez, el lugar donde sujeté tu cuerpo sin vida entre mis brazos.

Caigo al suelo de rodillas rompiendo a llorar amargamente mientras los recuerdos vienen a mi mente con gran dolor para mí.

Te veo en la entrada del laberinto. Cada uno entrará por un sitio distinto. Me saludas con la mano y me mandas un beso que yo te devuelvo con una sonrisa en mis labios. Entramos en el laberinto y las ramas se cierran tras nosotros.

A partir de ahí todo comienza a ir mal. Es el principio del fin. De tu fin.

Víctor ataca a Fleur, pido ayuda para ella y te oigo gritar. Ahora te está atacando a ti. Corro guiado por tu voz sin notar las ramas que me arañan la cara. Desarmo a Viktor y le dejo inconsciente.

Me quedo mirándote mientras jadeo con dificultad. Corres hacia mí y me estrechas en tus brazos besándome con pasión. Vemos el destello de la Copa de los Tres Magos y tras mirarnos salimos corriendo a ver quien llega antes.

Pero tropiezas y te caes. Las ramas tiran de ti, te arrastran por los pies y no te dejan levantarte. Me llamas pidiendo ayuda y yo corro a tu lado para ofrecértela. Hago que las ramas te suelten y te ayudo a levantarte.

Ahora soy yo el que te braza y te beso tiernamente en los labios. Nada podía hacernos pensar que es sería nuestro último beso.

Te propongo que cojamos la copa los dos juntos. Que ganemos los dos. Asientes con la cabeza mientras me pasas un beso por los labios que yo beso. Nos cogemos fuertemente de las manos y echamos a correr hacia la copa.

Tras tocarla nos vemos lanzados por el aire. Es un traslador.

Caemos al suelo y tú te levantas enseguida. Abro los ojos y veo que ahora estamos en un cementerio. Es el mismo sitio que ví la otra noche en unas de mis pesadillas. Sé que corremos peligro y te grito que te marches, que vuelvas a tocar la copa para que te lleve de vuelta a Howgarts. Pero te niegas a irte sin mí.

Caigo de rodillas por el dolor que noto en mi cicatriz. Te acercas a ver como estoy y vemos salir a un hombre por la puerta de un mausoleo. Te diriges a él sin dejar de apuntarle con tu varita. Le preguntas que quien es, que es lo que quiere.

Pero antes de que puedas hacer algo el bulto que lleva entre sus brazos da la peor orden que pude escuchar con su ronca voz.

-Mata al chico.

Entonces el hombre que le lleva, Colagusano, levanta su varita hacia ti. todo parece transcurrir a cámara lenta. Miro la varita y luego te miro a ti.

-Avada Kedawra-grita Colagusano.

Una luz verde sale de su varita y te golpea con fuerza en el pecho, haciéndote salir despedido por el aire para aterrizar cerca de mí.

Estás tumbado sobre la hierba. De espaldas. Con la cabeza hacia atrás y los ojos muy abierto. En ellos ya no está el amor que he visto en estos días. En ellos solo hay mucho miedo. Y dolor.

Grito muy fuerte tu nombre. Quiero levantarme y correr hacia ti para abrazarte, pero Colagusano me lo impide, me atrapa contra una tumba cuya estatua en forma de muerte con guadaña me coge con fuerza por el cuello.

Empieza el ritual. Echa el montón de tela que lleva en sus brazos en un caldero que ha empezado a cocer a fuego lento. …l es Voldemort. Y yo voy a ser testigo de su resurrección.

Colagusano coge un hueso de la tumba en la que estoy atado, es la tumba de los padres de Voldemort. Lo echa en el caldero junto son una mano suya que él mismo se corta sin pensárselo dos veces.

Para finalizar se acerca a mí y me corta el brazo con su cuchillo. Grito muy fuerte. Pero ese dolor no es nada comparado con el de mi corazón, con el que sentí al verte morir. Las lágrimas bañan mis mejillas y no puedo hacer nada para impedirlo, de la misma manera que no pude hacer nada para impedir tu muerte, solo quedarme quieto en el suelo mientras te ibas de mi lado para siempre.

Entonces tras dejar caer una gota de mi sangre en el caldero Voldemort vuelve a la vida con un gran fogonazo. Llama a sus mortífagos y todos se reúnen a su alrededor.

Observa tu cuerpo caído y con un pie gira tu cabeza. Yo le grito que no te toque. Eso hace que se fije en mí. Por un momento me había olvidado. Me toca la cicatriz con su dedo huesudo y lanzo otro grito de dolor.

Me suelta de la estatua y me da la varita. Me obliga a batirme en duelo con él. Yo lo intento, pero el conjuro expelliarmus no tiene ningún efecto sobre él, que me lanza la maldición cruciatus, haciendo que me retuerza en el suelo del dolor por su tortura.

Solo deseo que acabe de una vez, que me mate deprisa para poder reunirme contigo y estar juntos para siempre.

Pero no lo hace. Me deja recobrar el aliento y yo aprovecho para esconderme de él. Me llama, me dice que no me atreva a darle la espalda.


Miro hacia el lugar en el que yaces muerto. Tus ojos me miran fijamente sin vida en ellos. Me están pidiendo que no me rinda, que puedo acabar con él.

Sé lo que tengo que hacer y lo haré por ti. Me levanto y me vuelvo a enfrentar a él. Me lanza la maldición Avada Kedawra, que consigo repeler con mi varita.

De su varita sale un chorro de luz verde que se conecta con el chorro de luz roja que sale de la mía. De la varita de Voldemort comienzan a salir los fantasmas de toda la gente que ha asesinado con ella.

Tú eres el primero en salir, lo que hace que suelte un sollozo. Te colocas a mi derecha sonriéndome, dándome fuerzas. Luego sale un señor mayor al que ya conozco, pues en otra de mis pesadillas vi como le mataba Colagusano con la varita de Voldemort.

Y al final con todo el dolor de mi corazón salen mis padres. Cada uno se coloca a mi lado. Mi padre me explica que cuando me de la señal rompa la conexión de las varitas y que coja la copa. Mi madre me anima, me dice que todo va a salir bien.

Entonces me hablas y yo me giro para verte con lágrimas en los ojos. Me pides que le lleve tu cuerpo a tu padre. Yo asiento con la cabeza y me lanzas un beso con la mano que noto en mi corazón, en mi alma.

Mi padre me da la señal y corto la conexión de nuestras varitas. Corro hacia ti y cogiéndote de la mano llamo a la copa con el conjuro Accio. En cuanto mis dedos la rozan noto como nos elevamos por el aire mientras oigo a Voldemort gritar de frustración.

Aterrizo en los jardines del laberinto contigo fuertemente agarrado. Todo el mundo grita de alegría al verme y la música comienza a sonar. Pero yo no los oigo.

Estoy mirándote tirado en el suelo. Muerto. Me abrazo muy fuerte a tu cuerpo sin vida y rompo a llorar. Dumbledore se acerca y te ve muerto. Todos los alumnos que también se han acercado dejan de aplaudir al verte y sus caras retransforman en una máscara de dolor. Oigo a Fleur gritar. Y también oigo a Cho llorar por ti.

Tu padre también se acerca. Te ve y quitándome de encima de ti te abraza y llora sobre ti.

Dumbledore me pide que le cuente lo ocurrido. Yo solo puedo decirle que ha vuelto. Que Voldemort ha vuelto.

Ojoloco, el profesor Moody, me coge con un brazo y me parata de todo el mundo. Me lleva hasta su despacho para que le cuente lo ocurrido con más calma. Me aparta de tu lado sin que yo pueda hacer nada para impedirlo.

En el despacho le noto muy nervioso. Comete un fallo y me pide que le cuente cuanta gente había ene. Cementerio con el Señor Oscuro. Caigo en la cuenta de que nunca dije que estaba en un cementerio.

Entonces la puerta se abre de golpe y Dumbledore entra seguido de Snape y la profesora McGonagall. Snape le obliga a beber el suero de la verdad que revela que él no es el verdadero Ojoloco Moody.

Entonces su cuerpo se convulsiona debido a que se le ha pasado el efecto de la poción multijugos que lleva tomando durante todo el curso y veo la cara del culpable de que tú estés muerto. Es el hijo del señor Crouch. Me lanzo a su cuello pero Dumbledore me detiene y me echa del despacho.

Me obliga a ir a la enfermería para que me curen las heridas. Yo le obedezco, pero sé que hay una herida que ningún conjuro mágico podrá curar jamás, mi corazón roto.


Abro los ojos y miro la hierba sobre la que estuviste muerto. Entre mis brazos, mientras mis lágrimas bañaban tu cara. Ni siquiera pude despedirme de ti.

Cuando salí de la enfermería ya no estabas. Te habían alejado de mi lado para siempre.

Miro al cielo y veo el sol saliendo entre las nubes. Me parece ver tu sonrisa en él. No sé como podré afrontar un año en Hogwarts sin ti. Con tantos recuerdos que acuden a mi mente cuando menos me lo espero.

Ron quiere ayudarme, me quiere consolar. Estas vacaciones pasadas en su casa me lo demostró una noche. Se metió en mi cama porque me oyó llorar por ti. Me abrazó fuertemente y me besó en los labios con ternura.

No fue como el mismo beso que tú me diste aquella última vez, antes de coger la copa que nos separó.

Me ha prometido estar conmigo este curso. Me quiere ayudar a superar el dolor que me causa volver al lugar en el que moriste de una forma tan absurda y cruel.

Sé que quiere algo más conmigo. Algo que yo no le puedo dar, al menos no de momento. Es muy pronto todavía.

Porque sé que te has ido para siempre.

Sé que nunca volverás.

Pero sé que siempre en mi corazón estarás.

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