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Dame Chocolate por AthenaExclamation67

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Notas del fanfic:

Otro más de DM & Afro.

DAME CHOCOLATE

By AthenaExclamation67

 

- Ahhhhhh… ¡Mask! – gritaba, gemía y jadeaba mientras su amante le cubría todo el cuerpo con chocolate caliente deshecho.

- Mmmmm… - se deleitaba con esos sonidos - ¿quieres que pare? – preguntó cínicamente con una mirada lujuriosa al tiempo que sacaba el miembro de Dita de su boca.

Pregunta retórica dónde las haya claro esta. A Mask le encantaban estos juegos, a parte de ser un gran degustador de chocolate el cual siempre comía y lo usaba para otros fines aunque siempre acababa bajando por su garganta.

- Mmmmm… ¡No, sigue! – rogaba – me haces enloquecer. ¡Sigue, no pares!

 

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Mask, un joven apuesto de piel morena y ojos seductores, le había conocido de la forma más cómica posible, un día el tomaba un café en un restaurante y cuando llegó Dita y se disponía a sentarse para tomar el chocolate que había ordenado cuando sin querer tropezó y se lo derramo encima dejándolo escaldado.

- ¡Hay! – exclamó todo dolorido.

Más cuando levantó la vista de su mojada camisa no se vio capaz de reprocharle nada. Era muy hermoso, el ser que acababa de escaldarle, le dejo pasmado.

Cuerpo fino de piel blanca, ojos radiantes, azules al igual que su pelo y una sonrisa espectacular que hipnotizaba a cualquiera.

- Disculpa, hay, es que soy tan torpe… - se maldecía mientras trataba de limpiarle – ah… te derrame todo el chocolate. Déjame que te compense. Te compro una nueva – le dijo mientras lo estiraba fuertemente del brazo y lo llevaba hasta una tienda de ropa masculina que quedaba al lado.

- No, tranquilo… Fue un accidente… No pasa nada – decía mientras se sentía incapaz de dejar de mirarle.

Todo fue en vano, le obligo a entrar en la tienda y mirar camisas que por supuesto quedaran bien con el traje que llevaba.

La tienda era pequeña, de barrio, con clientela exclusiva, pero no excesivamente cara. Dita siempre compraba allí casi toda su ropa, consideraba que todo el género que tenían era muy bonito y de buena calidad… Así que ¡Por que buscar más!

Mask miraba avergonzado por su camisa manchada y también por que era una situación inesperada, nunca imaginaría que una tarde pudiera ir así.

Miraban camisas cada uno por su lado, manteniendo las distancias pero sin dejar de observarse se miraban de reojo mientras Mask, más distraído de lo habitual, escogía una camisa…

Ciertamente el género estaba escogido con muy buen gusto, no había cosa en esa tienda que no tuviera un detalle especial. Mask escogió una camisa de tonos azules y una fina raya blanca que encajaban a la perfección con el traje negro que llevaba. Y se fue en busca de su nuevo amigo.

- Mira ya escogí una… - le dijo.

- Perfecto, mira yo te escogí estas, venga, vamos a probarlas…

- No, que creo que la talla esta bien – trataba de convencerle mientras Dita volvía a tirarle del brazo, esta vez hasta los probadores. – Si no ya vendré a cambiarla…

No sirvió de mucho quejarse, así que caminó a su lado mientras observaba las dos camisas que Dita había escogido para él. La primera que vio era de color azul mar, ni muy claro pero tampoco oscuro. Y la segunda y que más le sorprendió fue una de color violeta, precioso, con los puños negros.

- Venga, entra, muéstrame como te queda cada una y decidimos cual te esta mejor – afirmó incluyéndose en la decisión.

- En serio que no hace falta – trató de decir mientras Dita le empujaba dentro del probador.

Mask, se probó primero la camisa que había escogido y salió para que Dita lo viera, sonrojado, pero en el fondo le gustaba que ese hombre tan hermoso le observara y le excitaba, sin duda.

Entró para probarse la segunda – oye, las camisas que escogiste son muy caras – le dijo al ver los precios mientras se las probaba.

- Da igual, no importa, venga que quiero ver como te queda la camisa…

Mask salió y Dita quedó prendado de esa vista, estaba perfecto, descamisado, con las arrugas de la ropa nueva, y un botón desabrochado que dejaba ver la sinuosa curva de su pecho. Esta acción hizo que el sonrojo de Mask se volviera morado por la vergüenza y también por que se había excitado

- Ya vuelvo – dijo al meterse muy rápido al probador – joder – pensaba – mira que pasarme esto.

Se sacó la camisa azul y después de colgarla se recostó sobre su espalda contra la pared del habitáculo. Se quedó un rato pensando en lo que estaba sintiendo, ese hombre le atraía demasiado, tenia la insaciable necesidad de besarlo y hacerlo suyo en ese instante.

- Oye, no te preocupes por el precio – dijo al tiempo que abría la puerta del probador para ver por que el modelo tardaba tanto.

Quedó anonadado por el maravilloso espectáculo que vio. Mask estaba con la camisa violeta sin abrochar y ahora se veía todo su pecho grabándose este en sus pupilas.

Mask, le estiró del brazo y después de cerrar bien la puerta lo acorraló. Le miró por unos segundos a los ojos y lo besó, necesitaba saber a que sabían sus labios que eran tan rojos como las fresas y deseaba devorarlos. Tras separarse un instante para recuperar el aire y la respiración que les faltaba, Dita lo volvió a besar y Mask no se quedo atrás deshaciéndose del encierro de sus pantalones y quitándoselos a Dita para poder poseerlo en ese mismo momento sin ningún tipo de contemplación.

 

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- ¡Mask! Termina ya con esto… – rogaba mientras se retorcía de placer en la cama al sentir que Mask lo poseía una vez más desde que decidieron compartir sus vidas y lo llevaba hasta el cielo mientras lo amaba.

Cuando terminaron estaban agotados por el primer asalto de la mañana y quedaron dormidos un rato más.

Mask despertó y se fue a buscar algo a su americana, unas entradas.

- Despierta perezoso, o llegaremos tarde.

- Tarde… ¿A dónde, Mask?

- Hoy hace un año, recuerdas… Un año desde que me derramaste el chocolate y del probador – le recordó haciendo que se ruborizara – me acordé que tengo un amigo que conoce a alguien que trabaja en un lugar que seguro te va a encantar, venga vístete y nos vamos.

Ambos se arreglaron y salieron de casa para encontrarse con esos amigos que Mask había mencionado y al parecer les acompañarían en la visita.

- Hola chicos – dijo al tiempo que estacaba sus manos con ambos - ¿te acuerdas de ellos Dita? Son Ikki y Hyoga, mis amigos de la empresa dónde trabajo.

- Si claro, ¿Cómo están?

Los cuatro muchachos se saludaron encantados de volver a verse ya que hacia un tiempo que no se veían y marcharon al lugar en el que pasarían el día.

Cuando llegó allí Dita no lo podía creer – “Wonkalandia” – exclamó – pero esto es maravilloso.

Era el mejor regalo que se le podía hacer a alguien que adoraba el chocolate, visitar la grandiosa fábrica de Willy Wonka llamada “Wonkalandia”, una especie de parque temático del chocolate.

Entraron rápidamente ya que Dita se moría de las ganas de ver la fábrica y poder comer el chocolate que ofrecían durante la visita.

Recorrían la fábrica según el orden que establecían ciertas reglas… Bueno solo una… “Pueden Comer Lo Que Quieran, Pero No Se Desvíen Del Camino, Gracias.”

- ¡Reglas! – dijo Mask en un soplido… - Pues yo pienso seguir con mi plan, estoy decidido.

Siguieron andando aquellos grandes pasillos y visitando las salas cuando Mask y Dita desaparecieron.

- Hyoga, ¿sabes dónde se han metido?

- No. La verdad… Nos arruinaron la proposición y se nos acaba el tiempo de la visita Ikki…

Se pusieron a buscar por todas partes a sus acompañantes mientras se regalaban besos y caldeaban el ambiente. Quizás fuera el chocolate, pues dicen que es afrodisíaco, su olor su sabor, a poder ser el “Chocolate Negro” 100%, el más puro y de mejor calidad.

No los ubicaban por ningún lado, hasta que por casualidad llegaron a un recinto privado. “PISCINA PRIVADA” decía el cartel, pero aún así entraron y encontraron a sus amigos algo acalorados, desnudos y revolcándose en una piscina de chocolate que burbujeaba como si fuera un “jacuzzi”.

Ikki y Hyoga se miraron y acordaron silenciosamente seguir con su plan. Se despojaron de sus ropas y se unieron a la fiesta. Primero, se besaron ellos y como sus compañeros estaban tan ocupados, ni se habían percatado de que estaban a su lado.

- ¡¿Pero que?! – exclamó Dita al notar una mano de mas recorriendo su cuerpo – A Mask le nació otro brazo o… ¡Suéltame, cerdo! – dijo al ver que era Ikki el que le estaba sobando.

- ¡Eh! La propiedad ajena no se toca. – Dijo Mask visiblemente molesto – pero como te atreves Ikki, se supone que sois mis mejores amigos.

- Y bueno, ¿con quién mejor para hacer un intercambio? – dijo con total naturalidad Ikki.

- ¿Así que por eso tanta insistencia de acompañarnos? ¡Que cerdos! – dijo tomando sus ropas y a Dita de la mano y sacándolo de aquel lugar.

Mask, acompaño a Dita hasta el baño y se asearon un poco antes de volver a ponerse sus ropas. Estaba realmente ofendido, como se les ocurría que podrían hacer un cambio de pareja, así como así. – Si me los vuelvo a encontrar te juro que los mato – renegaba mientras cerraba la puerta de casa de un portazo a la cual habían regresado.

Dita pasó todo el camino en silencio y cuando llegaron a casa y después de oír renegar a Mask se metió en el baño un buen rato.

- Dita… ¿estas bien? – preguntó sin encontrar respuesta.

Volvió a tocar a la puerta y como seguía sin oír nada acabó entrando y se encontró que Dita estaba llorando avergonzado.

- Dita… No llores. De verdad no sabes como siento lo que ha pasado. Ni me lo imaginaba, si no, nunca les hubiera dejado acompañarnos. ¡DESGRACIADOS! Nos arruinaron la celebración.

- No te preocupes. Ya esta, solo es que me vino un poco de angustia al recordarlo. Voy a bañarme, que me pica todo el cuerpo del chocolate… Tú deberías hacer lo mismo – dijo y tras quedar completamente desnudo se metió a la ducha donde el agua lo salpicaba todo.

Mask salió del cuarto de baño y se calmó un poco al ver a Dita más relajado – un momento – pensó – que bruto soy – dijo mientras corría hacia el baño desvistiéndose y asomando su cabeza por el hueco que dejo al abrir la cortina - ¿se puede? – preguntó. Y como negarse si lo estaba deseando.

- Te costó pero captaste la indirecta… No te lo tendré en cuenta – dijo riendo.

Mask se metió en la ducha y beso a Dita mientras el agua recorría sus cuerpos. – Ven aquí que me voy a encargar de que no quede ni un resto de chocolate en tu cuerpo.

Dita se dejo hacer, le encantaban las caricias que Mask le regalaba y el no se quedó atrás haciendo lo mismo con él y después de tanta caricia y manoseo, terminaron haciendo el amor en el baño y fue así como se sacaron el mal recuerdo de lo que les había pasado…

 

 

- Fin -


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