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SOLO ABRAZAME por lyra

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Todo empezó como un simple juego. Estaban en una sesión de fotos y al fotógrafo le pareció divertido que los gemelos posaran juntos los dos, con Bill detrás de su hermano, abrazándole por la espalda y cruzando sus manos sobre el pecho de Tom.

Mientras esperaban a que sacara la foto no dejaban de reír por cualquier tontería, por lo nerviosos que se sentían al estar tan cerca el uno del otro.

—Por favor, no os mováis, enseguida cargo la cámara—pidió el fotógrafo por tercera vez.

Bill volvió a ocupar su pose, se puso tras su hermano y le rodeó con los brazos con lentitud. Intentaba no pensar en lo cerca que estaba su cuello de sus labios, que solo tendría que separarlos para besárselo...

—Para ya—le riñó Tom poniendo una mano sobre las suyas.

— ¿Qué pare, el qué?—inquirió Bill extrañado.

"Si no te he besado"—pensó mordiéndose el labio.

—Para de echarme el aliento en el cuello—pidió Tom echando la cabeza a un lado.

— ¿Te molesta—preguntó Bill dolido.

—Un poco—murmuró Tom carraspeando.

"Me hace sentir incomodo"—no pudo evitar pensar.

Se movió para cambiar la pose y con sus movimientos solo consiguió que su hermano se le pegase más a la espalda y que su suave pelo le rozase la mejilla. Levantó una mano distraído y se lo cogió para alejarlo, pero en vez de soltarlo se lo quedó entre los dedos acariciándolo.

— ¿Le pasa algo a mi pelo?—quiso saber Bill sonriendo.

—Nada—contestó Tom sin soltarlo.

"Que es muy suave"—pensó suspirando.

Volvió el cuello para ver a su hermano, quien mantenía la mirada clavada en sus ojos. Se quedaron en silencio sin decir nada, sonriéndose el uno al otro sin enterarse de que el fotógrafo ya había cargado la cámara y al verlos en esa pose se decidió retratarlos.

El flash inundó la sala como un fogonazo y por unos segundos los gemelos solo vieron estrellas delante de sus ojos, ¿o era el resplandor del amor que sentía el uno por el otro?

—Una pose muy buena—dijo el fotógrafo satisfecho— ¿Podéis cambiarla?

Los gemelos no le escuchaban. Seguían mirándose fijamente, con las caras bien cerca la una de la otra, con sus entrecortadas respiraciones rozándose los labios, con la mano de Tom acariciando el cuello de su hermano, tirando de él hacia sus labios, viendo que no hacía nada para impedirlo, solo separar los suyos jadeando...

— ¿Podéis cambiar la pose?—repitió en voz alta el fotógrafo tratando de mantener la calma.

Eso hizo que se separen con rapidez, que sus cuerpos se alejasen antes de dar ese gran paso. Se quedaron mirando, decidiendo como posar a continuación.

—Sentaos en el suelo, apoyad la espalda el uno contra el otro—ordenó el fotógrafo.

Ellos obedecieron en silencio, de esa manera sus caras no estarían tan cerca. Se sentaron en el suelo y sus espaldas chocaron al juntarse dejando escapar sendos gemidos de dolor.

—No, así no lo veo—murmuró el fotógrafo chasqueando la lengua—Bill, gira el cuerpo, apoya tu hombro contra el de tu hermano.

—Esto es ridículo—resopló Tom por lo bajo.

Esperó a que su hermano se pusiera tal y como había dicho el pesado del fotógrafo. Ya había sacado una foto y dicho que era muy buena, ¿por qué seguir incordiando?

Sentía a su hermano sentado a su lado, y su pelo volvía a molestarle, pero no esa vez no hizo nada para apartarlo. Resistió las cosquillas que le hacía en la mejilla, aguantó ese dulce aroma que de él emanaba, que se le metía bien dentro haciéndole cerrar los ojos y exhalar el aire en un hondo suspiro...

— ¿Te has dormido?—preguntó entre risas Bill.

Sus ojos se abrieron de golpe. Por un momento el aroma de su hermano le hizo desfallecer.

—Estoy bien—carraspeó Tom acomodándose mejor.

—Por favor, no os mováis, aguantad solo unos segundos más—rogó impaciente el fotógrafo.

—El suelo está durísimo, como no se dé prisa se me va a dormir el culo—susurró Tom a su hermano.

Bill lanzó una carcajada y miró al fotógrafo, quien le miraba a su vez con furia. Hizo un gesto con la mano para pedirle perdón y se concentró en esa incómoda pose. Ya tenía calambres que le recorrían el cuerpo por estar así, sentado de lado semi apoyado en su hermano, tratando de no pensar que su cuello tan cercano le pedía a gritos un beso.

El flash iluminó la estancia otra vez, y ellos se quedaron sin vista por unos segundos.

—No os mováis, una más.

Pero ya era tarde para pedirles que no se movieran, se habían llevado las manos a los ojos y se los estaban frotando con rabia.

—A este paso me voy a quedar ciego—gruño Tom molesto.

—Lo mismo digo—apuntó Bill resoplando.

Antes de que volvieran a abrir los ojos el flash fue otra vez disparado y los pilló en una pose que según el fotógrafo era la mejor de toda la sesión.

—Entonces, ¿ ya hemos terminado? ¿O quieres que posemos haciendo el pino?—gritó Tom desde el suelo.

—Ya os podéis levantar, es suficiente por hoy—intervino David por el asustado fotógrafo.

Tom se levantó de un salto y le tendió una mano a su gemelo, que tras parpadear varias veces aceptó encantado. Se levantó y una vez de pie vio que no le soltaba la mano, solo se le quedaba mirando con esa sonrisa en los labios que tanto le gustaba, separándolos un poco y enseñando ese piercing que su lengua soñaba con acariciar hasta arrancarle un gran gemido de placer...

—Ya podéis ir al coche, os llevará al apartamento—dijo David sacándoles de su pensamiento.

— ¿Cuándo estarán las fotos?—preguntó Bill con normalidad.

Quería verlas antes de que se publicase alguna, para desechar en las que según él salía mal.

—En dos o tres días, tengo trabajo atrasado—contestó el fotógrafo.

—Has salido bien en todas, no te preocupes—le animó Tom.

— ¿Y tú como lo sabes?—quiso saber Bill.

—Porque estaba a tu lado—murmuró Tom saliendo de la sala.

"Porque me he fijado. Siempre sales perfecto en todas las fotos, siempre sales muy guapo"—pensó con una amplia sonrisa en los labios

Bill le vio salir sin esperarle y fue tras él, no pudiendo evitar fijarse en esa parte del cuerpo que según su hermano se le iba a quedar dormida tras esa larga sesión de fotos.

 

 

 

 

Se reunieron en el coche con sus compañeros de grupo, ocupando ellos el asiento de atrás. Miraban cada uno por su ventanilla sin dirigirse la palabra, perdidos en sus pensamientos.

— ¿Estáis enfadados?—preguntó Gustav girándose en su asiento.

—Ha sido una sesión larga—contestó Bill frotándose los ojos.

—Ese flash casi nos deja ciegos, deberían prohibirlo—murmuró Tom mirando a su hermano.

—Tú lo has dicho, cierro los ojos y todavía veo estrellas—comentó Bill riendo.

"Pues yo los cierro, y solo te veo a ti"—pensó Tom suspirando.

 

 

 

 

Llegaron al apartamento y cada uno se dirigió a su habitación.

Los gemelos se miraron antes de entrar en la suya. Sabían que había algo que tenían que hablar, pero ambos tenían miedo de hacerlo.

De hablar sobre sus sentimientos...de que fuera un error creer que lo que había entre ellos era amor...

 


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