Terminan el concierto, y como tantas veces han hecho corren a refugiarse en sus camerinos. Después de tanta adrenalina acumulada, sabían que solo había una manera de gastarla.
Cierran la puerta corriendo, y sin tan siquiera dar las luces, sus labios salen a su encuentro. Se funden con los de su otra mitad, se besan hasta gritar mientras sus manos recorren ese cuerpo que es tan perfecto, que es igual al suyo sin ningún defecto.
Solo se separan cuando siente que el aire les falta. Se quedan mirando a oscuras, con el aliento convertido en un resuello.
No necesitan ninguna luz para verse, sus corazones se reconocen en tinieblas, saben que son únicos, que su amor secreto jamás será descubierto.
-Has estado fantástico-le dice Bill a su hermano.
-Gracias, tú tampoco besas tan mal-le contesta picándole.
-Me refería al concierto, este beso….
No puede seguir hablando, sus labios han sido cerrados. Sonríe mientras le empuja contra la pared, se aferra a su hermano al sentirse caer.
Suspira cuando una mano le acaricia la piel, se ha metido bajo su camiseta y le arranca gemido de placer. Sabe que quiere ir más abajo, pero no es el momento adecuado. Mejor no empezar algo que no pueden terminar.
-Para-le suplica entre jadeos.
-No…..-gruñe Tom en un puchero.
Pero sabe que su hermano está en lo cierto y deja de hacerlo. Le vuelve a poner la camiseta en su lugar y da por finalizado ese beso.
Alarga una mano y da la luz, que inunda el camerino y le deja ver el rostro de su hermano, lo que le hace soltar una carcajada.
-¿Has visto algo gracioso?-le pregunta enojado.
No dice nada, solo levanta un dedo y señala su cara sin para de reír.
Bill se acerca al espejo y un grito escapa de sus labios al ver su reflejo. No sabe como lo hace, pero su hermano siempre consigue correrle el maquillaje.
-Pagarás por esto, Tom Kaulitz-le amenaza a través del espejo.
Tom ríe con más ganas al verle tratar de recomponerlo. Como coge una toallita húmeda y se la pasa por las mejillas, recogiendo de ellas los resto de su rimel que bajaban desde sus enrojecidos ojos.
-Esto escuece, que lo sepas-le dice entre falsas lágrimas-Me voy a tener que lavar la cara.
-Siempre me has gustado más con ella lavada, dejando al descubierto tu natural belleza -le dice acercándose desde atrás.
Se queda cerca de su cuello, dejando en el un beso mientras que le abraza la cintura con las manos.
-Nada de besos hasta que me pidas disculpas, no me paso dos horas arreglándome solo para que vengas tú y lo estropees en dos minutos-le dice tratando de alejarse en vano de él.
-Te he hecho un halago, ¿no te vale eso?
Bill niega sonriendo. Le ha gustado mucho lo que ha dicho de él, pero quiere una disculpa en toda regla. Se gira en sus brazos y se le queda mirando, esperando.
-¿Y bien?-le anima.
-Bien, ¿qué?-le pregunta con una sonrisa.
Bill resopla y trata de huir, pero su hermano le tiene fuertemente agarrado y le empuja contra el espejo sin dejar de reír.
-Lo siento-le dice al fin.
Bill sonríe. Ha conseguido que hiciera algo que le costaba mucho. Sabe que a su hermano le cuesta pedir perdón, aunque sea en broma, pero sabe que por su amor haría cualquier cosa.
-Acepto tus disculpas-le dice enseñándole la mejilla.
Tom sonríe y se la besa entes de soltarle, quien una vez libre le roza la nariz con la toallita que aún tiene en la mano.
-Espérame afuera mientras me lavo-le dice sonriendo.
Tom se frota la nariz y camina hasta la puerta. La abre y antes de salir le manda un beso con la mano, que Bill coge con la suya y lleva hasta su pecho.
Por el camino se encuentran con el resto del grupo, que le sonríen al verle tan alegre.
-¿Dónde os habéis metido?-le pregunta Georg.
-Ya conoces a Bill, se quería retocar el maquillaje-le contesta nervioso.
-¿Y tú le estabas ayudando?-le pregunta Gustav guiñándole un ojo.
-Más o menos-le contesta con la verdad.
Siguen con las bromas caminando hacia la salida, en donde les espera el autobús en el solitario parking. No hay nadie reunido allí. Las fans se dieron por vencidas y se fueron hacían minutos escasos.
Georg y Gustav suben al autobús, pero Tom se queda en la puerta esperando mientras enciende un cigarro. Sabe que a los demás no les gusta que fume dentro, pero lo necesita. El beso después de la adrenalina del concierto no ha hecho más que empeorar la situación.
En vez de relajarle, le ha dejado más excitado. Con ganas de más, con hacerlo ya. Porque se están reservando. Quieren que la primera vez sea especial, que nunca la vayan a olvidar.
-¿No te han dicho que fumar es malo?-le dice una voz a su derecha.
Se da la vuelta deprisa. No le ha visto venir y le ha asustado. El parking está a oscuras y solo ve una silueta a su lado, pero es inconfundible. Sonríe para sí, pensando en su venganza por el susto.
Tira el cigarrillo y le atrae a sus brazos. Se apodera de sus labios y entra en su boca con fuerza, sin hacer caso del gemido de protesta que de ella sale.
-Pero…que haces…quita…-forcejea contra él.
Tom le suelta al sentirle molesto. Se separa de él y le ve como se pasa una mano por los labios y pone un gesto de asco.
-¿Bill? ¿Qué haces? –le pregunta en un hilo de voz.
-Eso me gustaría a mi saber-le contesta alguien detrás de él.
Tom se gira y se queda en blanco. A su derecha está su hermano, con un gesto de dolor en la cara. A su izquierda está la persona a la quien por equivocación ha besado.
Se gira para verla de nuevo y oye el ahogado gemido de su hermano, igual al que se le escapa a él de los labios.
Delante de los gemelos hay una persona que si llevara otra ropa sería su hermano, su tercer gemelo.
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