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PORQUE ERES MIO por lyra

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Ya había perdido la cuenta de todos los conciertos que llevaban dados, creía que superaban la centena, ¿quién los contaba? Aparte de su hermano, claro.

Con una sonrisa en sus dulces labios, Bill anotaba en su libreta todas las impresiones que se llevaba de recuerdo de ese nuevo concierto que había terminado escasos minutos, bajo la atenta mirada de su hermano, quien todavía con la guitarra en mano le miraba lanzando chispas por los ojos.

No se veía capaz de aportarlo, verle tan feliz mientras que él era desdichado. Por su culpa. ¿Tanto le costaba aceptarlo?

Le contó su secreto, que le amaba desde que eran pequeños, pero en vez de asustarse o hacerle el hombre más feliz del mundo diciéndole que él sentía lo mismo, le miró de arriba abajo y se rió en su cara.

-Vamos Tom, deja de bromear-le dijo entre carcajadas.

¿Creía que estaba bromeando? Pues se iba a enterar. Verían quien se reía entonces.

-Un concierto muy bueno-les felicita David como siempre.

-Estupendo…maravilloso-dice Bill sonriendo.

Suspira y le da la espalda. Su hermano a veces se pasaba, e le subían los humos de estrella que se daba y todo le parecía….maravilloso, había dicho.

“Yo te bajaré los humos, volverás a ser el hermano cariñoso que siempre fuiste, aunque te tenga que destruir por el camino”-piensa con tristeza.

-¿Podemos irnos ya? Necesito descansar-le pregunta Bill a David.

-Soportar el peso de una estrella cansa, ¿verdad?-no puede evitar picarle.

-Contigo no estaba hablando-le responde enfadado.

-Otra discusión no, por favor. No sé que os pasa a los dos. Lleváis unos días muy raros, siempre peleados por todo-dice David desesperado.

-Ha empezado él-señala con el dedo Bill.

-Chivato, solo te ha faltado llamar a mamá por teléfono-le grita Tom.

Sin que nadie pueda impedirlo, Bill se lanza a por el cuello de su hermano y al momento ruedan por el suelo, pegando patadas y puñetazos al aire.

-¡Lo que faltaba!-exclama David corriendo a separarlos.

Entre él, Georg y Gustav logran separar a los hermanos tras unos intensos minutos. Tom es sujetado por sus dos amigos mientras que David coge por la cintura al histérico cantante, sacándole de la habitación mientras grita a su hermano lo mucho que le odia y que no quiere volver a verlo en la vida.

Consigue llevarle a rastras hasta el baño, en el que se encierran y le suelta apoyándose en la puerta para evitar que la eche abajo.

-¿Estás loco o que coño te pasa?-le riñe David enojado-Pelearte con tu hermano, eso no va contigo.

-Me harté de oírle y decidí actuar. Si, ser impulsivo no va conmigo, pero a partir de ahora las cosas cambiaran-dice entre jadeos.

David se le queda mirando y chasqueando la lengua mete mano en su bolsillo y le tiende su pañuelo.

-Tienes sangre en el labio-le dice preocupado.

Con un rápido movimiento, coge su pañuelo y se gira para mirarse al espejo, arrugando la frente al ver el corte que le recorre el labio inferior.

-¡Será cabrón!-maldice inclinándose en el lavabo.

Abre el grifo y coge agua con las manos, con la que se enjuaga la boca, escupiendo sangre que tiñe de escarlata el blanco lavabo. Aprieta el pañuelo contra el labio y gime al notar un latigazo.

-Quédate hasta que deje de sangrar, voy a ver que tal está tu hermano, y a por una aspirina…entre los dos me estáis haciendo la vida imposible.

Sin esperar su confirmación, sale del baño y camina hasta donde ha dejado al otro furioso hermano, encontrándoselo reclinado en el sofá y a Georg ayudándole a parar su hemorragia nasal.

-Esto se nos escapa de las manos-le dice Gustav en voz baja-Así no podemos seguir.

-Lo sé, mañana había una sesión de fotos que tendré que cancelar. El cantante con el labio partido y su hermano con la nariz hinchada. ¡Menuda fotos saldrían!-ríe David a su pesar.

Gustav le imita, solo imaginárselo…pagaría por verlo.

Esforzándose por no echarse a reír en su cara, David se sienta al lado del guitarrista y observa mejor su herida.

-Vivirás-le dice con ironía.

Recibe un gruñido como respuesta y sonríe al escucharlo. Se pone de pies y cogiendo el móvil hace las llamadas necesarias para cancelar la sesión de fotos, aludiendo una ligera indigestión por parte de la mitad del grupo. Tras disculparse cuelga el teléfono y se lo queda mirando, dudando de llamar o no a la madre de los gemelos.

Estaban a su cargo, pero si pasaba algún problema debía de comunicárselo de inmediato. Decide esperar hasta ver si las cosas e solucionaban por sí solas, de lo contrario los mandaría a casa en el primer avión que saliera para Alemania, o en si no de una patada en sus duros traseros.

-Si ya no ha más heridos, podemos ir saliendo-dice tratando de calmar el ambiente.

Georg ayuda a incorporarse a su amigo, comprobando que ya no hay más sangre. Le hace una señal afirmativa a David y se levantan para recoger sus cosas y subir al autobús, que ya les esperaba con el motor en marcha.

Gustav coge la bolsa que el cantante tiró al suelo cuando sufrió su repentino ataque y la libreta en la que estaba escribiendo, pasando unas páginas sin poder evitar leer lo que había escrito, arrugando la frente preocupado al leer unas antiguas anotaciones.

“No deja de mirarme, me siento acosado. No puedo pedir ayuda a nadie, estoy solo en esto…ya no puedo contar con él para nada…”

-¿Gustav?-le llama David.

-Voy-contesta metiendo la libreta en la bolsa.

Camina despacio pensando de quien estaba hablando su amigo, y porque le tenía tanto miedo…


Camino de la salida, pasan por el baño y apoyado en la puerta el cantante mira malhumorado a u hermano sin apartar el pañuelo de su herida.

-Me has roto el labio-le dice enojado.

“Y tú a mí el corazón, ¿no te fastidia?”-no puede evitar pensar Tom sin mirarle.

-Ya vale, que no es para tanto-se pone en medio David.

-¿Qué no es para tanto? ¿Y las fotos de mañana? No puedo salir con la cara hinchada.

-Ya las he suspendido, y tranquilo, que la cara no se te va a hinchar-le calma David.

Gustav se acerca y le tiende su cazadora y la bolsa con sus pertenencias. Le estudia cada movimiento, pero no ve nada raro en ellos, solo la mirada cargada de odio que dirige a la espalda de su hermano, quien camina hacia la salida como si no hubiera pasado nada.

Llegan al autobús y procuran separar a los hermanos. Gustav se lleva a arriba a Tom al ver que la nariz le vuelve a sangrar ligeramente, dejando que el hambriento Georg se quede abajo escuchando las protestas el cantante.

-Túmbate un rato, se cortará enseguida-dice a su amigo ayudándole a sentarse en la cama.

-Gracias por preocuparte, no como otros….

-¡Vale!-le corta.

Estaba ya harto de los dos. Solo deseaba echarse a dormir un rato sin tener que oír más gritos ni entrar a separarlos de una nueva pelea. Le ayuda a acostarse y le tiende una gasa limpia para que tapone su herida.

-Estoy en mi cama, avisa si necesitas algo-le dice corriendo su cortina.

Nada más apoyar la cabeza en la almohada, se queda dormido de inmediato. Si se querían matar entre ellos, que lo hicieran sin despertarle.



-¿Pero lo has visto? Casi no puedo ni hablar, y menos cantar-se quejaba Bill a su amigo.

“Pues no has callado ni un segundo”-piensa Georg con una sonrisa.

Tratando de no hacerle caso, conecta el portátil y enseguida se pone a navegar buscando fotos que le hagan pasar un buen rato. Mientras va buscando página tras página, el cantante sentado a su lado miraba por la ventanilla sin dejar de quejarse de su hermano.

Siempre se metía con él, le recordaba que era el mayor…. ¡diez minutos, joder! Lo que tardaba en tirarse a una chica….

No puede evitar soltar una carcajada. Bill siempre hacía unas comparaciones muy constructivas. Suspira y sale de la página en la que se había metido, tras guardar unas cuantas fotos en su carpeta de archivos personales.

Continúa su búsqueda con cansancio, no era divertido si tenías al lado a una persona que no dejaba de hablar y hablar, aunque fuera consigo mismo, porque estaba claro que él no le estaba escuchando. Solo soltaba algún que otro “si” o “ajá”, hasta que de repente una maldición se escapa de sus labios.

-¡JODER!-grita sin querer.

-¿Qué?-pregunta Bill saltando asustado.

-Nada-le contesta cerrando de golpe el portátil.

-¿Qué has visto?-le pregunta señalándolo con un dedo.

-Nada-repite poniendo las manos encima.

-Vamos, yo también quiero verla, seguro que tenía unas buenas tetas y te has asustado-ríe apartándole.

-Bill…eres pequeño para ver esto…suelta…-forcejea con el cantante.

-Si vuelves a llamarme pequeño te parto la cara-le amenaza enfadado.

-Tú mismo, pero luego no llores-se da por vencido.

Tirando con fuerza del portátil, lo abre de golpe y espera impaciente a que la pantalla muestre la foto que tanto asustó a su amigo. Poco a poco la imagen va a apareciendo ante su ojos, que se acercan cada vez más y más hasta que su nariz toca la pantalla.

Un gemido sale de sus labios mientras que, como ya pronosticó con certeza su amigo, los ojos se le llenan de lágrimas.

-¿Soy…soy yo…?-logra decir tras tragar saliva con esfuerzo.

-Si-le contesta Georg cruzándose de brazos.

-Pero… ¡si estoy desnudo!-grita sin poder evitarlo.

-¡SI!-confirma su amigo con una sonrisa.

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