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Chibi Luffy por Kirah69

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Luffy siguió creciendo y cada día me era más difícil mantener la cordura. Su cuerpo no tardó en volverse el de un adolescente de mi edad, pareció que después de casi alcanzar mi altura por apenas cinco centímetros su crecimiento se detuvo.
—Zorro ¿hoy vamos a ir a dar un paseo?—me preguntó después de la comida sentándose entre mis piernas, acurrucándose contra mí, sin darse cuenta de cuanto me provocaba—quiero ir al barrio de Grand Line, los helados de One Piece son los mejores.
—De acuerdo, pero esta vez no dejaré que te atiborres, la última vez tuviste dolor de cabeza—le dije rodeando su cintura con mis manos, acariciándolo disimuladamente (y aunque lo hubiera hecho de forma evidente no se habría dado cuenta)
—No pude evitarlo, estaba muy rico. No lo volveré a hacer, lo prometo—me dijo mirándome con su gran sonrisa.
Hizo latir muy fuerte mi corazón, esperaba que él no lo notase, intentaba calmarme como fuera.
—Oye Zorro, mañana es el cumpleaños de Luffy ¿verdad?—me dijo Nami cuando regresé a la clase.
— ¿Cumpleaños? ¿De qué hablas? No sé que día nació—le dije molesto por su presencia.
— ¿Y eso que importa?, mañana hará un año desde que lo encontraste, debéis celebras su cumpleaños—me dijo golpeando la mesa.
— ¿Celebrarlo? No creo que eso le importe a Luffy—dije ignorándola.
—Seguro que no le importa, pero ¿no crees que se divertiría y estaría feliz si lo celebrarais? Podríamos hacerle una gran fiesta entre todos y por supuesto tienes que hacerle un regalo.
— ¿Fiesta? ¿Regalo? ¿Y cuando piensas que se lo voy a comprar?—esa mujer se estaba volviendo muy molesta.
—Encuentra el momento, puedes ir esta tarde después de las clases.
—Pero le he prometido que iríamos al barrio Grand Line, quiere comer helado.
—Pues ponle una escusa, ¿es que no quieres verlo feliz?
Ahí me había dado, ver feliz a Luffy, ver esa hermosa sonrisa era lo que más quería. Ya no tenía más remedio que hacerlo. Regresé a la habitación cuando acabaron las clases y como pensaba Luffy me estaba esperando ansioso.
—Em… oye Luffy, esta tarde no puedo llevarte a comer helado—le dije sin querer mirarle, comenzando a cambiarme.
— ¿Eh? ¿Por qué no? Quiero ir a comer helado con Zorro—hizo pucheros tirándome de la ropa.
—No puedo, tengo otras cosas que hacer—no sería fácil convencerle de ello.
— ¡Pero me lo prometiste, me lo prometiste, me lo prometiste!—me dijo enfadándose.
—Eres una molestia, déjame tranquilo, te he dicho que no—le grité sin poder soportar más aquel rostro suplicante.
Salí de la habitación dando un portazo y fui rápidamente a la zona de las tiendas. Busqué, busqué y rebusqué un regalo que le pudiera gustar a Luffy pero con mi pésimo gusto no encontré nada que creyera bueno para él. Estuve caminando hasta por la noche, muchas horas, incluso cuando las tiendas comenzaron a cerrar. Y no fue hasta entonces que encontré lo que estaba buscando. Vi en el escaparate de un anticuario que comenzaba a echar el cierre lo que esperaba que le gustase a Luffy.
—Señor, por favor, déjeme entrar—le supliqué al dueño de la tienda.
—Lo siento, estoy cerrando, venga mañana—me contestó secamente.
—No puedo venir mañana, tengo que comprarlo hoy, es para alguien muy importante—le supliqué.
Y tras otras tantas peticiones el viejo me permitió pasar y comprar lo que quería. Mientras estaba dentro comenzaron a caer algunas gotas y cuando salí estaba diluviando.
—Mierda, en buen momento se pone a llover. Ahora que recuerdo, el día que lo encontré también llovía. ¡Mierda! Debe estar muy triste porque no lo he llevado a tomar el helado. Tendré que regresar rápido—comencé a correr en dirección a la escuela, sin importar si me mojaba o no.
Atajé por el parque, estaba muy oscuro pero tenía prisa.
—Pío-pío hum… pío-pío mmm...—podía escuchar aquel llanto que no había oído en mucho tiempo, aunque parecía más triste que la última vez.
— ¿Luffy? ¿Dónde estás?—Pregunté buscando por todas partes— ¿Luffy?
Encontré bajo un árbol al lindo pelinegro, encogido sobre si mismo, por sus mejillas no dejaba de caer un torrente de lágrimas.
—Pi-pío—se levantó muy rápido y comenzó a correr en dirección contraria a la mía.
— ¿Luffy? ¿Pero qué haces?—corrí tras él hasta que conseguí darle alcance.
Le abracé fuerte para evitar que sus forcejeos funcionaran. Parecía realmente reacio a quedarse conmigo.
— ¡Luffy! ¡Dime qué sucede!—le grité cogiéndole por los hombros, haciendo que me mirara.
—P-pío-pío, pío…—cuando se ponía muy nervioso lo único que podía hacer era piar de ese modo.
Busqué un lugar donde refugiarnos de la lluvia, hasta que no se calmara no podría decirme nada. De nuevo estábamos bajo ese tejadillo en el que le había encontrado por primera vez. Luffy estaba temblando, sin dejar de llorar, encogido y acurrucado contra mí.
— ¿So-soy una… molestia?—me preguntó cuando se tranquilizó un poco.
— ¿Molestia? ¿Por qué…? ¡Argh, mierda!—es cierto, antes de irme eso era lo que le había dicho.
—Si… si soy una molestia para Zorro yo me marcharé, no quiero que me odies—dijo entre sollozos.
En menuda me había metido. ¿Cómo se lo iba a explicar ahora? Con lo difícil que se me hacía hablar de esas cosas, era mucho más complicado con Luffy que no entendía de esas cosas. Saqué el regalo que le había comprado y se lo di, él me miró sin comprender.
—Lo que dije antes no era cierto, solo lo dije porque no sabía qué más decir para que no me siguieras suplicando. Tenía que venir a comprar esto.
— ¿Qué… qué es?
—Un regalo por tu cumpleaños, aunque con un día de adelanto.
— ¿Mi cumpleaños?—preguntó extrañado.
—Mañana hará un año que te encontré aquí mismo, bajo ese árbol. Nami me dijo que aunque no sepamos que día has nacido, teníamos que celebrarlo porque ese es el día que nos conocimos. Se supone que iba a hacerte feliz, pero soy tan idiota que te he hecho llorar—le expliqué, esperando que pudiera entenderme.
—Yo… yo soy muy feliz—me dijo abrazándose fuertemente a mí.
— ¿De verdad?—mi corazón comenzó a latir muy rápido.
— ¡Sí! Zorro ha pensado en mí, ha querido hacerme feliz. ¡Lo soy, soy muy feliz!—por fin podía ver esa hermosa sonrisa, que con sus ojos llorosos se hacía aun más bella.
Tuve que controlarme enormemente para no abalanzarme en ese momento sobre él, era lo que más deseaba, pero no quería estropearlo todo. Luffy abrió el regalo y sus ojos brillaron cuando lo vio.
—Gracias Zorro, es precioso, lo cuidaré como un tesoro—se puso el sobrero de paja sin dejar de sonreír un instante.

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