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You're Not Alone por SoTtoMarU

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Notas del fanfic:

Yeah! al fin s epudo resubir este fik. Ok, bueno. El fic ya lo había subido pero por falta de buena organización en la historia lo quité y ahora lo vuelvo a subir hasta el final -w-

(Le pasó lo mismo que a In The Silence Infinity) 

Notas del capitulo:

OMG! este fik ya lo habia subido peor lo kite y ahora lo reusbo por ke al fin, despues d eun milenio, he decifrado, mas bien he ideado, como va a acabar XD

ENJOY IT! 

Su mirada celeste había quedado sellada. Largas cascadas de oro líquido cubrían su rostro, cayendo por sus hombros y desvaneciéndose en el negro suelo. Manchones carmesíes adornaban su rostro, un charco de tibia sangre comenzaba a formarse a su alrededor.

 

Su piel, en un tiempo canela, había adquirido una palidez casi mortal. No se movía, ya no sonreía. Ahora era lo que en un tiempo atrás  hubiese deseado con toda su alma; ahora era una muñeca, rota y mancillada, abandonada por su titiritero.

 

You’re Not Alone

By SoTtoMarU

 

1.- Evening.

 

Una semana después…

 

La cortina de aquélla solemne habitación se mecía suavemente en un rítmico y pausado vaivén. Un silencio, casi inquebrantable, azotaba con dureza a ambos ocupantes y sin embargo, ninguno de los dos se miraba fijamente o mencionaba palabra alguna.

 

Una mujer de cabellera azulada y mirada cristalina, leía quedamente un libro. El sonido de las hojas amenizaba ligeramente el silencio, dando a entender la paciencia de la chica para esperar por el joven rubio que miraba perdidamente sus muñecas.

 

Su ropa negra contrastaba con el blanco del lugar. La falda negra de tela lisa, una blusa sin mangas y un collar negro, parecido a un cinturón, adornaba su torso y cuello. Una gabardina negra la arropaba mejor. Portaba unas botas negras que parecían ser muy pesadas al dar el paso; los rayos del sol se reflejaban en el pendiente de plata bajo su delgado labio inferior. Parecía una mujer fuerte, inquebrantable y dura con los demás.

 

Una hoja tras otra. Un leve suspiro de vez en cuando. Una impotencia desalentadora.

 

-…K..

 

La chica levantó levemente su mirada de cristal. El joven trató de apretar las sabanas blancas de su pulcro lecho, una manchita roja se apareció entre los vendajes de ambas muñecas.

 

- No hagas eso Deidara- reprendió con suave voz la chica.- solo conseguirás lastimarte más.

-… hai…

 

El rubio des tendió la cama. Se incorporó lentamente hasta quedar sentado al filo, sus desnudos y pálidos pies buscaron pacientes las pantuflas bajó su lecho hasta que por fin las hubieron alcanzado. Descendió tranquilo y solemne, con aquella elegancia que lo caracterizaba.

 

Konan clavó su gélida mirada en él. Había adelgazado un poco desde el accidente y su piel parecía no recuperaría su color normal hasta entrado ya algún tiempo. Un suspiro de resignación se escapó de sus pálidos labios de ella, y un golpecito sordo se escuchó al cerrar su libro.

 

- vayámonos- pidió Deidara con voz seca. La chica se levanto secamente se su lugar y tomó el pomo de la puerta.

- avisaré que en diez minutos estarás listo- explicó antes de salir.

-.. uhn…

 

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- y de esta manera- hablaba un joven pelirrojo a su alumnado- terminó el periodo renacentista!- explicaba. El sonido de una campana sonó casi al instante de terminar el tema.- es todo por hoy…

 

Los alumnos se relajaron. El murmullo de sus voces, el abrir y cerrar sus mochilas junto con el sonido de todos sus movimientos no se hizo esperar.

 

El joven pelirrojo se quedó sentado un momento en el escritorio. Su mirada violácea miró impaciente por toda el aula. Todo parecía seguir igual que siempre y sin embargo, él sabía que faltaba algo. Detuvo su mirada en el tercer asiento de la tercera fila. Vacío.

 

-ah…- un suspiró escapó de sus infantiles labios.

 

Comenzaba a desesperarse, él, el impasible Akasuna no Sasori de quien se contaban historias de su inquebrantable dureza con los alumnos y su mirada exasperada e impaciente que parecía haber detenido el tiempo en esos dos irises violetas. Más, muy poco podía decirse como cierto o falso en él.

 

-…- miró fríamente el lugar vacío y al instante escuchó un quejido cercano.

 

Un joven alto parecía molesto con su escritorio. Su brillante cabellera plateada relucía con los rayos que se escurrían por la ventana, su pálida piel a penas podía resaltar el violeta de sus ojos. La camisa desabrochada dejando al fresco su bien formado cuerpo, daba la impresión de un típico chico creído con todos.

 

El joven profesor le miró inquisitoriamente. No dejaría pasar esa oportunidad para saciar sus dudas.

 

- Hidan- llamó con una voz suave, pero sin dejar de sonar fuerte y demandante.

- m?- el peliplata miró fastidiado al profesor- qué?- preguntó de mala gana- qué se le ofrece?- trató de reponer.

- …- Sasori lo examinó un poco y Hidan sonrió después de un rato.

- ah!... se trata de la mocosa- escupió divertido

- dónde está Deidara?- lo interrumpió severamente.- quiero saber porqué no ha venido a mis clases- explicó.

- …- el peliplata frunció el ceño- Hace una semana que Deidara no viene a la escuela- el joven terminó de guardar sus cosas y tomó su mochila y la de alguien más del suelo- con su permiso!- exclamó molesto y desapareció por el pasillo.

 

La expresión en el rostro de Sasori tardó en regresar a su habitualidad. Sus ojos púrpuras expresaban la velocidad con la que le profesor de Historia del Arte trataba de asimilar las palabras dichas por su pupilo segundos atrás.

 

- Deidara… tú…

 

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Konan esperaba fuera del hospital al rubio. Su inexpresividad no parecía inmutarse ni con el cálido sol de los últimos días de verano. Una gentil brisa arremolinó suavemente sus cabellos, apartó algunos que le picaban el rostro con su mano y miró fijamente a la delgaducha figura que ya salía.

 

- listo?- preguntó la chica al joven rubio que acababa de salir.

 

Unas pesadas botas negras de agujeta hicieron un eco sordo en el suelo. Los pantalones de mezclilla negra ceñían el delgado y débil cuerpo del joven, una playera sin mangas se ajustaba perfecta a su infantil cuerpo. Konan sonrió al verle atravesar al sol.

 

Aunque su aspecto era algo demacrado, y su cuerpo era cubierto por vendas en los antebrazos y muñecas aún, parecía que su vivacidad estaba regresando poco a poco a él.

 

- si- respondió como usualmente lo hacía antes del accidente- estoy listo, uhn!

 

Un largo mechón cubría su ojo izquierdo; un parche blanco a penas y se vislumbraba bajo él, protegiendo la grave consecuencia de su infortunado incidente hacía ya una semana. Konan se acercó al joven que quedó un poco sorprendido por ello pero aún así, no se inmutó.

 

- estará bien- su pálida mano tocó la coyuntura del parche, donde alguna vez existió la visión azul de un ojo.- vamos…

- hai…- dijo el rubio un poco apenado, rascó su cabeza un poco bajo la coleta en la cual se había amarrado la mitad de su cabello.

 

Y ambas figuras se perdieron en el horizonte de la calle.

 

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Una mirada carbonea se fijaba en la lectura de un pequeño libro, cuyas amarillentas hojas ya estaban resintiendo el paso del tiempo, tras un par de lentes. Una mano soportaba el peso de su delgado cuerpo, entallado por el uniforme negro de la preparatoria. Una coleta amarraba su cabellera negra.

 

El soplo del viento parecía hablar entre ambas figuras. La azulada mirada perdida de un joven pelinaranja se enfrascaba en el azul del cielo. Tres pares de aretes cruzaban de extremo a extremo su nariz, otros dos más lo hacían en cada una de sus orejas. La camisa blanca estaba a medio cerrar, mostrando una playera negra bajo ésta, y los pantalones negros algo arrugados.

 

Ninguno de los dos se miraba, simplemente esperaban la llegada de los demás asistentes a tan pequeña y conmovedora reunión. Unos pasos frustrados llegaban arrastrándose por algún lado de la vereda, una risa burlona parecía acompañarles muy de cerca y otra voz más joven se quejaba de la falta de tacto de su acompañante.

 

- eres un maldito Kakuzu!- gritaba Hidan a un hombre mucho más alto que él- porqué demonios no te compadeces de mi!?

- jajaja- reía el hombre de traje café, turbante y velo en el rostro- hace un par de minutos creí haber escuchado de ti que no necesitabas ayuda!

- maldito seas! Maldito ateo!!- grito eufórico el menor.- te irás al infierno!!

- no es manera de hablarle a tu profesor de Economía!- reprendió el hombre tomando una de las dos mochilas que llevaba

- ah…- a Hidan se le iluminó al mirada y lo abrazó- te quiero!!!- un fuerte brazo de Kakuzu los separo

- aléjate- dijo aventándolo ligeramente. Ambos llegaron hasta donde los otros dos.- estamos aquí- informó Kakuzu.

- ah- asintió el joven pelinaranjo- creo que podemos hacer esto entre tres- un ruido sordo se escuchó desde el libro del moreno que leía.

- …- sus ojos carbón se enfocaron en él- dirás.

- supongo que al menos saben lo que le sucedió a Deidara hace una semana- el moreno y Kakuzu asintieron.

- si, si- Hidan parecía fastidiarse ya de la situación, todo era Deidara, Deidara, Deidara. Kakuzu le soltó un pequeño golpe en la cabeza- ay!

- hoy salió del hospital, alguien debe regresarle sus cosas- todos se miraron.

- ah, no! Yo no! Ya suficiente hice con tener sus porquerías en mi casa una semana- exclamó un furioso Hidan- que lo haga otro!

- no puedo- Kakuzu- hoy, no.

- Itachi?- preguntó al moreno que dudó un momento.

- yo…- un golpe sordo de escuchó al instante en el que el moreno estaba por aceptar. Una figura cayó en medio de ellos, siendo sostenida por una rama, asustando ligeramente a ambos.

- yo lo haré! Yo lo haré! Yo lo haré!- gritó enérgico un moreno de mascara naranja.- yo lo haré!

- e-eh..

- yo lo haré! Pain-san! Yo lo haré!- pidió entusiasta. De un tajo arrancó el bolso de las manos del ojiazul y bajó del árbol- si? Tobi es un buen chico!

- está bien, Tobi- exclamó el joven. Un leve tic en el ojo derecho de Itachi no fue visto por nadie.

- si!!

- entonces está decidido, nos veremos después- Pasaron unos minutos antes que cada quien se fuera por su lado.

 

Itachi anduvo serio hasta el edificio donde tomaría su siguiente clase, Kakuzu se llevó arrastrando a Hidan, quien se aferró a su brazo, hasta la siguiente clase y Tobi tardó un poco en desaparecer. Una figura, que no había sido notada, salió detrás del árbol.

 

- ah! Zetsu-san!- gritó emocionado Tobi.

 

Un joven;  cuya mitad del cuerpo izquierda era más pálida de piel, contrastaba con al otra mitad que era más morena.

 

- que haremos con Sasori?- preguntó suavemente

- m?- Pain lo miró directo, Tobi pareció ponerse serio y una mirada dura se reflejó a través del único agujero de su máscara- qué hay con él?

- le preguntó a Hidan sobre Deidara, hace unos minutos- explico

- no mencionó nada- Pain

- no quería problemas- Una voz suave salió detrás de la mascara, ya no era esa voz escandalosa que caracterizaba al moreno de mascara, era una voz más seria, más fría, más calculadora.

- y?- preguntó Pain al moreno

- fue petición de Deidara no decirle nada, será Deidara quién le diga todo lo que tenga que decir- expresó el joven

- bien- asintió Zetsu- me voy…- y tal como llegó sin ser notado, desapareció.

- eres muy condescendiente con él – repuso Pain

- él interés tiene pies- rió el joven moreno, dio vuelta y comenzó a alejarse- nos veremos Pain-san!!- gritó alegremente, otra vez, Tobi.

- hai!

 

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Konan y Deidara se encontraban fuera de un edifico de apartamentos. El rubio miraba con una sonrisa su hogar, el apartamento del fondo. Suavemente la cabellera de ambos fue mecida por el viento una vez más, la peliazul le entregó sus cosas a Deidara quién la miró con una cínica y vivaz sonrisa.

 

- parece que estás mejor- comentó Konan

- nunca eh estado mal, uhn!- respondió, sacando una risita a la muchacha

- nos veremos después- dio la vuelta- si necesitas algo sabes donde encontrarme

-si, si- Deidara comenzó a subir las escaleras mientras rebuscaba las llaves en su bolsillo- como sea, uhn…

- tal vez Pain y yo vengamos más tarde a verte- el rubio le hizo un ademán con al mano de aceptación- no vemos!

- hai!- llegó al segundó piso.

- por cierto!!! Alguien vendrá a regresarte tus cosas!- Deidara se quedó estático ante el comentario

-q-quién?- volteó poco a poco a ver a Konan quién ya se alejaba por el camino- KONAN!

- bye!!!- le gritó la chica desde lejos dejándolo con la duda

 

Un miedo se apoderó de él, un ligero cosquilleo en su vientre lo hizo estremecerse ante la sola idea qué, tal vez, su maestro estaría allí esa tarde otra vez. No lo deseaba. Tenía miedo. Lo menos que deseaba en ese instante era verle a la cara después de aquélla experiencia horas antes del accidente.

 

Introdujo la llave en al cerradura, abrió de prisa y entró de igual modo. Las fuerzas se le estaban yendo con aquélla idea tan espeluznante. Sus fuerzas flaquearon otra vez. Llevó una mano a su boca, las lágrimas se peleaban por salir.

 

- cómo pudo?- ahogó un gemido con su mano, una oleada de espasmos sacudieron su cuerpo- no…que no venga!...

 

 +FLASH BACK+

 

Una mano cubría su boca en una mueca de asco. Era la cuarta hora de clases, Economía, y había pedido permiso para salir corriendo de ahí gracias a Hidan y sus asquerosidades.

 

Meditaba lo asquerosamente gracioso que había sido ver a Hidan masturbarse en medio de la clase de Kakuzu, un ligero rubor se perdía entre su manos y sus mechones rubios. Unas voces se escucharon al otro lado del pasillo.

 

-uhn?... Sasori no Danna?

 

… y te escuche…

 

… mi corazón latió desbocado gracias a ti…

 

Eran dos voces, parecían discutir. No quiso asomarse hasta estar seguro que era su voz, la de aquél que había robado su corazón. Agudizó un poco su oído. Era él… con alguien más. Las voces parecían aumentar su volumen, disminuían al verse excedidas.

 

… desearía nunca haber volteado ese día…

 

Poco a poco ladeo su cabeza tras la esquina del pasillo. Una mata de pelo rojo apareció entonces. Un silencio torturante se extendió. Él. Maldita sea, era él. Sus labios danzaban como muchas otras veces sobre unos más pequeños y delgados, como otras veces.

 

Una lágrima cayó desde sus acuosos ojos. No daba crédito a lo que miraba en ese momento. Sí, era Sasori, su maestro y amante, poseyendo los labios de un cuerpo frágil y pequeño, un cuerpo que no era el suyo.

 

-no…

 

dijiste que me amabas…

 

- Sasori…no…

 

Su labio tembló ligeramente, un sentimiento perdido entre la ira, la tristeza y la decepción trataba de emerger ante lo que presenciaban sus ojos. Quería correr y al mismo tiempo quedarse y exigir una explicación; huir de aquélla horrible pesadilla y despertar entre los brazos de su maestro. Todo debía ser mentira.

 

Lentamente salió de su escondite tras el muro. Lo miro. Miró y esperó, lentamente los irises violáceos se fijaron en los azules. Sorpresa.

 

- Deidara…- se separó de aquélla chica que tenía entre sus brazos.

- no…- se echó hacia atrás horrorizado- NOOOOOOOOOO!!!!

 

… me mentiste…

 

- DEIDARA!

 

El rubio salió disparado del lugar, no quería verlo otra vez. El pelirrojo salió tras el rubio, preocupado y con una mirada miserable. Quería aclarar todo, lo antes posible.

 

… maldito mentiroso…

 

+FLASH BACK+

 

- por qué maldita sea?!!! Por que tuviste que ser tú?!!!- exclamó en un llanto desesperado- por qué…Sasori no Danna, uhn…- sus piernas flaquearon, dejando su cuerpo tras la puerta en medio de un llanto amargo de dolor.

 

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Naranjos rayos de sol se filtraban a través de la cortina blanca, en la sala de maestros, en una solemne tarde de verano. Kakuzu se encontraba en su cubículo terminando de revisar las ganancias de un “negocio” de la escuela. Su enorme sonrisa podía verse aún tras el velo que le cubría medio rostro, parecía que no sentía otra dicha más grande que la de ver varios ceros en su cheque. Todo parecía irle bien, parecía.

 

Una pequeña figura se acercó tras el economista, que frunció el ceño ante ello. Sasori le miraba serio y firme como siempre era él, su mirada violácea trató de buscar la esmeralda de kakuzu quien no parecía querer voltear a atenderle. Un bufido de molestia se alcanzó a escuchar.

 

- que deseas?- preguntó Kakuzu quien no paraba de sonreír por sus cifras

- sabes algo de Deidara?- preguntó directo

- no me meto en asuntos que no me conciernen- picó- tu deberías ser quien sepa de él, no yo.

- sabes algo- afirmó

- ju- rió maliciosamente- mi profesión es el dinero… no cuidar personas- dijo arrastrando las palabras en al boca.

- tendrás mi cheque de esta quincena, dime lo que sabes- exigió

-Zetsu es quién informa, pero por tan valioso intercambio no te diré que no- giró su silla para darle la cara- Ve a su casa hoy, seguro que estará ahí. Hoy salió de hospital.

- el hospital?!- gritó Sasori- que demonios le pasó?! Contesta!!

- yo cumplí con decirte por el dinero que me diste- se defendió- hay cosas que realmente no me conciernen decir- lo miró desafiante- ahora, si me permites…tengo que sumar más ceros a este papel…jujuju

- kuso…- chasqueó el pelirrojo alejándose.

 

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El eco de las gotas de agua al caer resonaba por toda la habitación de baño. Hilos traslucidos caían por los mechones rubios de Deidara, una agitación en su respirar empañaba ligeramente el espejo, y su mirada azulada, se clavaba fijamente en la que se reflejaba en el mismo objeto.

 

-… maldito…- musitó con odio.

 

Con furiosa elegancia echó su cabello hacía atrás, dejándolo caer por sus delgados hombros y su fina espalda. Tomó la toalla del baño y se restregó la cara. Algunos hilos dorados se pegaban a su piel clara, que comenzaba a retomar ya su color. Regresó a la sala, mirando el silencio en el que se encontraba.

 

Los naranjos rayos solares apenas y se filtraban tras la pesada tela verde de las cortinas, el canto de una cigarra se escuchaba en la distancia. Miró el sillón, de color verde claro, frente al televisor y la pequeña mesa de cristal en medio de ambos. Aunque vivía solo, lejos de sus padres que trabajaban en el extranjero, trataba de vivir cómodamente a pesar de lo sencillo del lugar. Miró con desgane el pequeño pasillo en el que se encontraba y apreció al otro lado la puerta de su habitación, no entraría hasta enfrentarse cara a cara con aquél sujeto que no tardaría en llegar.

 

- uhn…

 

Avanzó lentamente hasta el control del televisor, lo tomo de encima de la mesita, y prendió el receptor. Fue a la cocina y regresó con un tazón de palomitas. Se sentó a los píes del sillón y esperó con nerviosismo a que ese sujeto llegara. Miró de vez en cuando el reloj, las seis en punto. Cuánto tardaría en llegar ahí, solo esperaría.

 

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El tararear de una canción infantil se escuchaba a mitad de la calle desde la mascara naranja de Tobi. El moreno andaba felizmente con dirección a casa de Deidara, con la mochila del joven al hombro. Quería ver la cara de sorpresa del rubio al verle plantado frente a la puerta.

 

- Deidara-sempai se pondrá muy feliz al verme!

 

Dobló calle en una esquina, deteniéndose en seco al ver a alguien al otro lado. Sasori caminaba serio con dirección a casa de Deidara, un semblante preocupado se apreciaba aún a metros de distancia. El moreno se detuvo a mirarle fijamente analizando la situación.

 

- alá… Sasori-san va también para allá, no?- se preguntó alegre- veremos quien llega primero – el tono de su voz había cambiado nuevamente a uno malicioso y frío, de una u otra forma.

 

Ando con paso decidido, perdiéndose en una calle para acortar camino.

 

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Las palomitas habían desaparecido del tazón transparente en le suelo. Un joven rubio miraba con terror el reloj de la pared, cuánto más tardaría en llegar, la espera era torturante.

 

Su cuerpo se estremeció al escuchar unos pasos llegar por las escaleras y detenerse frente a su puerta. Una sombra negra se apreció en el rabillo inferior de la puerta, el sonido del timbre no se hizo esperar, y el joven rubio casi cae en un mar de desesperanza.

 

Pasaron un par de segundos antes de decidirse. Ahora o nunca. Con un descomunal esfuerzo se levantó de su lugar, encaminándose a la puerta. Sus manos temblaban, en un segundo estarían frente a frente; tomó el pomo con fuerza, giró lentamente. El sonido del timbre se estaba haciendo desesperante ante esa insistencia, comenzaba a dudar que fuera realmente el Sasori que él conocía. Lentamente abrió la puerta para quedar frente a frente con una figura más alta que la suya.

 

-… - sus ojos se desorbitaron de la sorpresa al ver a semejante cosa parado frente a él- t-tú?

- hola!- saludó Tobi alegre- Deidara-sempai!- aún tenía le dedo pegado al timbre

- T-TÚ! QUE DEMONIOS HACES AQUÍ?!- gritó histérico- TOBI!!!

- Tobi es buen chico, te ah traído tus cosas!- le mostró la mochila

-…- al rubio se le fueron los nervios al ver sus cosas siendo cargadas por el moreno- ah…- sus facciones se tranquilizaron un poco- creí que..- su voz entristeció- alguien más las traería..

- si te refieres a Sasori-sempai, viene por ahí!- dijo señalando la esquina de la calle.

- NANI?!- volvió a  gritar el rubio

- ah, Deidara-sempai estás muy enérgico hoy!

 

El rubio volteó a la dirección donde Tobi le indicaba con un dedo acusador, Sasori a penas iba dando vuelta cuando los otros dos le distinguieron. Los nervios regresaron a Deidara, ahora menos deseaba verlo o hablar con él. No después de lo que hizo. Miró nervioso a todos lados, buscando una excusa en la cual huir.

 

- ah… ahora qué…

- m? – el moreno notó su agonía.- ven!

- eh?!

 

Tobi jaló de un brazo a Deidara, metiéndose ambos en el apartamento del rubio. La puerta se cerró tras un ligero golpe y ambos quedaron tirados tras la puerta en una posición extraña. Tobi se recargaba sobre sus brazos, aguantando su peso propio y el de Deidara que se encontraba sobre su pecho; las piernas flexionadas con el menor en medio.

 

- qué demonios..- musitó Deidara que trató de alejarse con la leve vergüenza del acto.

-…- Tobi lo volvió a jalar contra si, haciéndole un ademán con la mano, indicándole que guardara silencio. Como pudo alcanzo el control del TV y apagó el aparato. Deidara hizo caso a lo que el moreno le decía. Pronto una silueta se divisó en la puerta.

- ah..!- el enmascarado le cubrió la boca con la mano.

 

Miedo. Nuevamente se sentía atrapado, sentía que el aire le faltaba y su garganta se cerraba. Quería huir, no quería saber que existía. Él, que tanto daño le hizo ese día, él, quién no se merecía más su cariño y presencia. Su iris azul se estremeció al oír el primer golpe sobre la madera, haciéndola crujir.

 

- Deidara? Soy Sasori, abre!

 

Sus manos aferraron la camisa blanca de Tobi. La campana del timbre le provocó un ligero temblor en el cuerpo. Sentía que no aguantaría estar ahí, escuchando su voz llamarle como tantas otras ocasiones en las que le respondía con una sonrisa solo para él.

 

- Deidara? Estás ahí? Responde Deidara!

 

Comenzaba a maldecir el día en que se encontraron por primera vez. Sin saber cuando se topó con que hundía su cabeza en el pecho del moreno, sentía como sus facciones se tensaban gracias a esa mezcla de sentimientos. Ira, dolor, tristeza y decepción.

 

Pasaron varios minutos antes que Sasori se resignara a no encontrar a nadie ahí en ese lugar. La silueta se fue desvaneciendo del marco de la puerta, y poco a poco la tranquilidad regresó a  Deidara qué se había quedado estático sobre Tobi. Cuándo el moreno creyó prudente levantarse lo movió ligeramente.

 

- neh! Deidara-sempai…ya…- pero se dio cuenta de algo que hasta ese momento no había visto. El rubio sollozaba quedamente sobre el pecho del mayor.- Deidara-sempai…

- un poco más…uhn… solo un poco más…onegai…- escuchó entre sus ropas.

-…- una mano de Tobi acarició el cabello rubio, haciendo estremecer a su dueño- si…Deidara-sempai…

 

Un llanto amargo inundó la habitación nuevamente.

 

… por qué?...

 

KONTINUARÁ…

Notas finales: omg! YA SABEN! kejas, dudas y sugerencias *además d etomatazos* a lso revs!

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