Amanecía, y un pequeño rubio se levantaba a toda prisa. Hoy era su primer día en su nueva escuela. Debido a que su padre era un importante empresario viajaba constantemente y eso ocasionaba que el menor tuviera que cambiarse de escuela en reiteradas ocasiones.
El rubio bajó las escaleras a toda prisa, llegó a la cocina donde la empleada le tenía servido el desayuno, pero éste sólo se limitó a tomar una rebanada de pan y salir en dirección a la escuela.
Caminaba tan rápido como sus pies se lo permitían mientras que devoraba su rebanada de pan, cuando de repente se detuvo frente a una librería. Uno de los libros puestos en vitrina captó la atención del pequeño. Entró a la librería sin pensarlo dos veces y lo compró. Al rubio le encantaba leer, sobre todo libros como el que había comprado, ya que ese era su autor favorito.
Nuevamente retomó el camino a la escuela, estaba a punto de llegar atrasado y eso que éste era su primer día. Ya en ella, caminó a su salón, la profesora recién había llegado, luego de hacer silencio en la sala, presentó al rubio.
- chicos - dijo la profesora captando la atención de la clase - él es Uzumaki Naruto - todas las miradas se posaron sobre el pequeño rubio que había entrado al salón - a partir de hoy será su nuevo compañero - agregó para luego indicarle al rubio un asiento cerca de la ventana. Los murmullos comenzaron de inmediato, y las miradas de las chicas eran todas dirigidas hacia el nuevo. La profesora comenzó la clase y de inmediato cesaron los murmullos.
Dos largas horas de clases, dos horas que parecían interminables para todos. Al final tocó el timbre. La profesora salió del salón y poco a poco comenzó a acercarse gente a donde se encontraba el rubio.
- konnichiwa Naruto kun - una vocecita un tanto tímida saludaba al rubio, quien al escucharla se volvió al instante - konnichiwa - respondió el rubio con una sonrisa en su rostro, haciendo que la chica se sonrojara. Luego de que algunos sólo fueran a presentarse, el grupo alrededor del pequeño comenzó a disolverse, quedando él y la joven que lo había saludado al principio.
- gomen, no me e presentado, soy Hinata Hyuga - dice la joven sonriendo, en eso suena el móvil del rubio - disculpa - dice éste para pararse y contestar - ¿mochi mochi? - un silencio de parte del rubio por unos segundos - gomen, equivocado - dice para luego cortar y volver a donde se encontraba la chica - por eso no me gusta ocupar estas cosas - decía molesto, mientras tomaba asiento, la joven solo se limitaba a sonreír. Nuevamente sonaba el timbre dando el inicio de las clases siguientes.
Así pasó la mañana, las horas eran interminables, pero el rubio ya había hecho una amiga y con eso ya se sentía mucho más tranquilo. Había llegado la hora del almuerzo, la joven se había acercado a disculparse con el rubio ya que esta se iba a almorzar junto a su primo. El pequeño caminó por unos interminables pasillos hasta que llegó al patio trasero de la escuela, el cual a pesar de estar bien cuidado no era muy visitado por los alumnos. Buscó un árbol con sombra y se sentó apoyado en el tronco a comer. Luego recordó que había comprado un libro, se acomodó aún más en el árbol y comenzó a leer muy entusiasmado, pero al poco rato el libro yacía sobre el rostro del rubio y éste se encontraba profundamente dormido.
Ya eran casi las 6 PM, el rubio se había quedado dormido y había faltado toda la tarde a clases - ¡¡AHHH!! - gritó el rubio desesperado cuando miró la hora en su móvil.
- Ya era hora de que despertaras - decía un joven azabache un poco mayor que él, quien había estado ahí desde hacia media hora atrás - acabas de llegar y ya estás rompiendo las reglas - agregaba en tono divertido, dándose cuenta de que lo que decía le molestaba al rubio - ¿y tú qué? - preguntaba el pequeño molesto, mirando al azabache a la cara - yo siempre vengo aquí después que terminan las clases - respondía en un tono serio. El rubio no dijo nada, sólo tomo sus cosas y se dispuso a marchar, pero al momento de pararse el libro que había comprado resbaló de sus manos cayendo al suelo, justo a los pies del azabache. Éste lo tomó y le echó una hojeada - vaya, vaya - dijo en tono burlón sin mirar al rubio - con que ésta es la clase de libros que te gustan - agrego cerrando el libro, luego dio dos pasos quedando frente al rubio - sería bueno que experimentáramos el contenido del libro - dice para luego devolvérselo e irse. Por unos segundos el rubio quedó sorprendido con las palabras dichas por el azabache, cuando reaccionó caminó a paso rápido hacia su casa.
Naruto vivía en una enorme casa llena de lujos, cualquiera podía pensar que se trataba de una mansión, pero el rubio no lo veía así. Su padre, un importante empresario crió al rubio desde muy pequeño, ya que a causa de una enfermedad su madre había muerto cuando éste sólo tenía 5 años. A pesar de que eran pocas las veces en que ambos podían estar juntos, Naruto apreciaba mucho a su padre.
Ya estando en casa se llevó la sorpresa de encontrar a su padre en ésta. Era rara la vez que el Señor Uzumaki llegaba temprano, pero ese día era una ocasión especial.
- Otanjobi omedeto - dijo el padre del rubio, mientras se acercaba para abrazarlo. Esa era la ocasión especial por la cual el Señor Uzumaki había llegado temprano ese día. Naruto ya había cumplido 17 años y al parecer se había olvidado por completo de eso.
- A... arigatou - dijo correspondiendo el abrazo de su padre. Realmente se había olvidado por completo de que era su cumpleaños. Su padre le pasó una pequeña cajita envuelta en un papel tan lindo que era una pena tener que romperlo. Con mucho cuidado el rubio desenvolvió la caja y la abrió. Dentro de ésta una hermosa cadena de oro con un pequeño colgante en forma de libro, con aún mucho más cuidado que antes, abrió el libro y dentro de este había dos fotos, una de ellas había sido sacada la semana pasada donde salía él y su padre; en la otra aparecía de pequeño junto a su madre. Por un momento el rubio olvidó por completo que estaba junto a su padre y comenzó a derramar lágrimas sin darse cuenta - Na... Naruto - musitó el padre sorprendido, era la primera vez desde hace mucho que no veía llorar al rubio - gomen - dijo éste mostrando una sonrisa mientras secaba las lágrimas - es sólo que... había olvidado que día era hoy. Arigatou por el regalo Otosan - dijo para luego ponerse la cadena. Luego de eso pasaron a sentarse, ya que la cena estaba preparada de hace rato. Mientras comían hablaban acerca de lo ocurrido durante el día.
- ¿Y cómo te fue en tu primer día? - preguntaba el padre - supongo que bien - contestaba el rubio al momento que a su mente volvían imágenes del azabache "sería bueno que experimentáramos el contenido del libro" - ¡IIE! - gritaba el rubio parándose de la mesa de golpe. Su padre un tanto asustado por la reacción del rubio lo miraba preocupado - ¿Sucede algo Naruto? - preguntó éste, sacando al rubio de sus pensamientos - etto... no, no sucede nada - respondía nervioso, mientras volvía a tomar asiento. "Ese maldito baka, ni siquiera sé quién es" pensaba molesto, mientras terminaba de comer el trozo de torta que le habían servido. Cuando terminó pidió permiso y subió a su habitación.
Recostado sobre su cama, mirando hacia el techo volvía a recordar al azabache, a pesar de haberlo visto una sola vez, había algo en él que le llamaba la atención. De repente dio un salto y se paró en dirección a donde estaba su bolso, sacó el libro que había comprado y miró detenidamente por unos segundos la portada - Así que era eso - musitó en voz baja aún mirando la portada.