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Bloqueo... por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes son propiedad intelectual de Masashi Kishimoto.

 

Ok... este no es mi mejor trabajo pero estoy aburrida e intento postergar mi tarea xDDDD kissus

Notas del capitulo: estoy osiosa e hice eso porque ya hacía mucho tiempo que no escribía Sasugaa. Espero que les guste. Besos

Nada que hacer.

Nada que escribir.

Muchas ideas a medio formar que vagan en el espacio en busca de alguien que las plasme, y ese “alguien” no seré yo.

Es tan patético y frustrante sentir como la inspiración poco a poco de aleja de ti y otras personas aparentemente la gozan todo el tiempo que casi llega a ser doloroso. Tener una idea y no poder plasmarla en ningún lado es lo peor que le puede pasar a un escritor o a un artista en general. Muchos le llaman a esta carencia “perder a la musa”, y en cierta manera eso es correcto, debido principalmente a que sin musa no hay inspiración y por consiguiente, sin inspiración no hay letras. Yo creo que perdí a mi musa, aunque claro, su nombre no es el genérico inspiracional “musa”. Se llama Sasuke.

Él es mi fuerza, quien me inspira a escribir y a querer comprender este embrollado mundo en que vivimos. Sin él siento que vivo en un día sin sol o en un desierto sin arena, aunque, claro está, jamás se lo diría. Correría el riesgo de que pensara que me picó la abeja cursi o que contraje alguna enfermedad tropical que me hace delirar. Yo no soy de esas personas que suelen gritar a los cuatro vientos que sienten afecto por alguien más. No es mi estilo. Se podría decir que más bien soy del tipo de personas fría y que prefiere demostrar las cosas menos “efusivamente”, pero con él siento algo que con nadie más he sentido nunca.

Desde que nos conocimos, es decir, cuando accidentalmente chocamos ambos estábamos tan enfadados que casi no nos dirigimos la palabra. Estuvimos mirándonos con odio veinte minutos en silencio, mientras esperábamos por nuestras respectivas compañías de seguros,  sabiendo que no había sido culpa de nadie más que de la lluvia y de la mala calidad de las llantas por derrapar con todo. Cuando finalmente nos hablamos, ni él ni yo sabíamos qué decir exactamente. Yo nunca me he caracterizado por ser un buen orador o por tener unas excelentes relaciones interpersonales y en ese momento  descubrí que él tampoco poseía un talento nato para esa clase de cosas. El inicio de la plática fue algo torpe. Se disculpó por haber perdido el control del auto y esa clase de formalidades. Yo le contesté que había sido mejor estrellarse conmigo que caer con un árbol. Luego vinieron esas quejas siempre latentes en mi ciudad acerca del gobierno, de los baches que parecían invadir toda la ciudad como si nos hubiera caído una lluvia de meteoritos, de la incompetencia cada vez más marcada de las autoridades en la lucha contra la inseguridad y del desempleo.  Una típica plática de dos personas que no tienen nada en común más que vivir en una ciudad que a cada momento empeoraba y haber chocado y en la cual no podía dejar de pensar en lo apuesto que era con el cabello negro y esa mirada penetrante.

El tiempo pasaba y nosotros cada vez nos desesperábamos más por no ver a nadie de la compañía llegar a revisar los daños y el frío que había traído la tormenta no ayudaba en gran medida a controlar la situación. Me invitó un café en compensación por los daños que había causado a mi vehículo y yo de buena gana acepté, más por el hecho de poder pasar más tiempo con él que por otra cosa. Me sentía un tarado por haberme embobado de esa manera con un completo extraño. Llegamos a la cafetería y, al percibir el calor y el olor de las bebidas entramos en un ambiente de familiaridad. Era como si en ese momento hubiésemos asumido que nos conocíamos de toda la vida. Sonrió discretamente y yo le imité, con un poco de timidez.  Nos sentamos y ordenamos un par de expresos antes de retomar la plática.

-¿Cuál es tu nombre?- pregunté con evidente torpeza. Pensé en ese momento que hubiera sido mejor referirme a él como “usted”, pero no se veía mucho mayor que yo. Posiblemente rondaba sus veintiuno o veintidós.

-Sasuke Uchiha ¿el tuyo?

-Gaara…- dije coloreando un poco mis mejillas. Acababa de romper mi propia marca en cuanto a ineptitud para relacionarme con otros. Lo miré un poco apenado, pero sin darme tiempo a decir nada, o quizás salvándome de mi propia lengua distraída, llegó la mesera para entregarnos las tazas. Humeaban, y me quedé contemplándola en silencio. Sasuke retomó la conversación como si no hubiera ocurrido nada.

-¿A qué te dedicas?- preguntó con un aire de majestuosidad que me deslumbró por completo.

-Soy escritor.- comenté restándole importancia e intentando desviar la plática. No me gusta mucho hablar de mí, desde pequeño me ha dado un poco de lata platicar acerca de mis asuntos.- ¿Tú a qué te dedicas?

-Soy estudiante de ingeniería electrónica.- si bien creí haber distraído un poco la atención hacia mí, no podía haber estado más equivocado- ¿Qué clase de cosas son las que escribes?

-Novelas- dije seco, absolutamente indispuesto a completar mi idea agregando “de tintes homo-eróticos”. Ante eso, una mirada curiosa me escrutó.

-¿Has publicado algo?- ¡Dios! Justo lanzó la pregunta que menos ganas tenía de contestar. Asentí pero no hice ningún comentario al respecto. Él debió notar la incomodidad que sentía y cambió de tema nuevamente.- ¿Qué escritores te gustan?

-Paulo Coehlo es mi favorito- dije sin poder contenerme, luego le hice la misma pregunta.

-Yo realmente he leído poco, aunque me agrada el trabajo de García Márquez. “Cien años de soledad” me parece una historia fantástica.

-Es muy buena. García Márquez es un gran escritor. ¿Qué pasatiempos tienes?- arremetí con esa pregunta por sentir que estaba monopolizando la conversación.

-Me gusta tocar el violín, jugar basquetbol y entrenar Tae Kwon Do en el dojo de mi familia.- no podía creer esa respuesta. Posiblemente hasta los ojos se me iluminaron.

-¿Sabes artes marciales?- estaba impresionado.

-Sí. Desde pequeño he practicado y doy clases para sacar dinero de vez en cuando. ¿Por qué?- le conté que yo también sabía artes marciales. Tae Kwon Do para ser exactos y siempre  estaba en busca de torneos. Iba también a explicarle que los personajes principales de mi novela eran especialistas en artes marciales, sin embargo me pareció que no sería lo más atinado hacérselo saber de momento. Podía asustarlo o algo, además de no saber cuál podía ser su reacción ante la homosexualidad.

La plática se extendió por más de una hora hasta que vimos a ambas aseguradoras llegar al lugar del choque. Estaba un poco molesto con ellos, si ya se habían tardado poco más de dos horas bien podían haber esperado por lo menos veinte minutos más.  Sentía esa extraña desazón por haber consumido mi tiempo con el chico. Quería más pláticas y más cafés con él. No escuché nada de lo que dijo el de la agencia por estar absorto en mis pensamientos, solamente me di cuenta que ya habían decidido qué hacer cuando me pidieron firmar y me informaron que mi auto estaría listo en dos semanas. Ya me iba cuando el moreno me alcanzó.

-Oye Gaara… ¿me das tu número?- Seguramente estaba en el cielo, por lo menos me sentía de esa manera mientras que me reprendía a mí mismo por actuar como las niñas de instituto cuando un chico las invita a salir.

 

Los meses pasaron y los encuentros amistosos seguían. Mi corazón me pedía un poco más de tiempo con él mientras que los relojes conspiraban siempre en mi contra negándose a detenerse por lo menos media hora. Me sentía extraño pero especial al estar con Sasuke, aun sin saber cuáles eran sus preferencias sexuales y me desalentaba a mi mismo pensando que lo más probable era que se tratara de u chico heterosexual como cualquier otro. Hasta que casi como una sucesión natural de eventos me hizo un comentario.

Estábamos charlando en mi casa, tomando un café expreso  que ya se había hecho casi un ícono de nuestra relación. No le había comentado nada de los temas que escribía y él no había hecho hincapié en el tema, por lo cual no decía nada acerca de lo mucho que había escrito desde  que nos conocimos, casi como si él ejerciera un poder mágico en mí...

-Gaara…- interrumpió mis cavilaciones momentáneas.- Necesito preguntarte una cosa, y quiero que me la contestes sinceramente.- se escuchaba serio. Me alteré un poco. Asentí.- Eres gay…

Esa no era una pregunta. Era una afirmación a todas luces. Me quedé sin aliento y él, posiblemente sopesando sus palabras agregó en tono dulce “¿Verdad?” pero ya no había otra cosa que decir. Le iba a decir la verdad y listo. Se suponía que era mi amigo. Me quedé de piedra. Él suspiró tan pronunciadamente que bien pudo haber pasado por un bufido. Pensé lo peor en ese momento. Ya casi podía verlo  irse o decirme alguna cosa hiriente, sin embargo él sonrió conciliador. –Lo siento, no quería incomodarte…- hizo el ademán de levantarse del sillón, pero no sé cuándo lo tomé por el brazo y lo empujé hacia abajo, asintiendo con la mirada gacha.

-Sí…soy gay. Por favor no te vayas, no me odies.- por la cara que puso, que no supe descifrar, comprendí que le asombraba o mi respuesta o mi reacción. Acarició mi cabello y levantó mi cara.

-¿De dónde sacas que te voy a odiar por ser gay?- sonaba como un adulto tranquilizando a un niño pequeño. Me sentí estúpido, pero tenía mis razones. Vivía solo a mis diecinueve años porque mi padre me había corrido de la casa, mis hermanos no cansaban de decirme que era una aberración natural y todos los conocidos que había tenido se escandalizaban siquiera de verme en la acera de enfrente, así como si se tratara del Diablo en persona. Sentí una punzada de dolor en el pecho y una lágrima corrió por mi mejilla. No quería perder también a Sasuke por ser homosexual. Tenía miedo de estar solo y que nadie me reconociera jamás. Pasar igual que una hoja de papel en blanco. –Gaara…- escuché que llamó mi atención con delicadeza- yo soy homosexual también.

-¿En serio?- pregunté asombrado. No lo hubiera creído de Sasuke. Además, al decírmelo con tanta soltura  me dio ánimos. Siempre había conocido personas homosexuales que actuaban como “reinas de primavera” y se exhibían de manera denigrante. El escuchar a alguien tan “normal” decirme eso me sentí como en el cielo.

-Sí. Soy homosexual.- luego agregó fingiendo un poco de indiferencia- Quería preguntártelo hace tiempo pero no sabía cómo… siempre te veías reticente a tocar temas relacionados a tu vida.

-Yo…lo siento.- clavé mi mirada en él, y ambos nos sonrojamos. Él me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Me sentía como un niño pequeño en el regazo de mi madre. Y eso me agradaba.

-No lo sientas. Está bien, todos tenemos cosas que no nos agrada compartir.- sonrió y me besó los labios. Yo correspondí. Era la primera vez que besaba a alguien y me gustaba esa sensación.

 

 

Comenzamos una relación como pareja y las cosas no podían marchar mejor. Cuando venía a verme me sentía prácticamente como la princesa que es rescatada por un hermoso príncipe de cabellos negros. Era una relación buena y estable. Él estudiaba mientras que yo me abría camino en los medios. Iban a publicar mi primer libro y él se graduaría pronto. Algunas veces practicábamos juntos en el dojo o salíamos a pasear como cualquier par de chicos normales. Estaba tan enamorado de Sasuke que no podía concebir vivir lejos de él. Era simplemente una persona sensacional que me hacía desear sacar lo mejor de mí.

Poco a poco comenzaron los problemas y las discusiones. Yo todavía no tenía relaciones sexuales con él porque me aterraba y él se notaba cada día más impaciente. Siempre intentó respetar mi decisión de esperar y no me presionó al respecto, pero se notaba en la forma que me miraba o cómo explotaba ante la menor provocación. Era como una bomba de tiempo. Yo dejé de escribir un tiempo por la falta de ideas que tenía. Quería comenzar un nuevo proyecto… pero no tenía ideas o mejor dicho no las podía poner en papel.  De todo esto, no le comentaba a Sasuke más que lo esencial. A él no le causaría un impacto en la vida el saber si podía escribir o no de momento, por lo que decidí asumir que se trataba de un bloqueo escritural y que de a poco recuperaría la habilidad de hilar ideas. Y eso no pasó.

Mientras mi relación con él empeoraba, mi escritura también. Me aterraba siquiera pensar en el sexo, pero sabía que debido a eso tenía problemas, y quería, aunque no lo admitiera, tener mis primeras relaciones sexuales con él. Decidí que, si muchos hombres podían tener sexo, yo no sería la excepción. Deseaba culminar de esa forma mi relación con el Uchiha y, para vencer mi miedo debía intentarlo. Y lo hice.

No redacto aquí la experiencia, pero fue maravillosa. Y después… la inspiración volvió y la relación incluso mejoró. Todo en mi vida dio un vuelco a favor, desde mi humor hasta mis relaciones con las demás personas.  Mi segundo libro salió a la venta y, ese mismo día, comenzamos a vivir juntos. Yo vivía y respiraba para mi pareja, que no me pedía absolutamente nada. Lo hacía por gusto y por amarlo a tal extremo. Parecíamos una pareja de recién casados, y justo así me sentía yo. Era feliz como nunca antes, y sigo siéndolo, excepto por ese detalle nimio de que me hice dependiente de él. Si no lo veo o hablo con él no puedo escribir. Es como mi droga favorita, quien me ayuda a ser mejor en cada momento.

Habrá quien se pregunté cómo es que, siendo tan feliz y tan pleno, no puedo escribir. Bueno, la respuesta es complicada. Necesito de Sasuke. Necesito quien me anime a seguir haciendo  historias de amor y quien alimente mi alma. Él es eso para mí. Yo lo amo.

No poder escribir es horrible. No tener nada bueno que decir también, pero esas ideas incompletas, son las que más me duelen. Mi musa está en el trabajo y yo, aquí sentado frente a la computadora no puedo pensar en nada más que escribir. Ya expliqué cómo conocí a “esa” persona especial. Ahora es momento de hacer una historia donde alguien más logre encontrarla.

 

  

Notas finales: me dejan un review plis??? Lo siento por el final pero la idea original era que fuera algo más "intenso" y no tenía ganas de escribir más. Kissus y recuerden que sus reviews son mi sueldo (y que si me deprimo no escribo nada de nada u_u) besos

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