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Día de Perros por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: El mundo de Naruto, así como todos sus personajes son propiedad intelectual deMasashi Kishimoto y yo sólo los utilizo sin fines de lucro para su entretenimiento.

 

Para Pía. 

Notas del capitulo: espero que les guste. comenten plis.

Volvió a escuchar los gemidos de la perra, que estaba acostada por un lado de la cama. Volteó un poco angustiado, sabiendo que el parto se podría venir en cualquier momento pero a la vez deseando cerrar los ojos y desconectarse de todo. Era la quinta noche que pasaba sin dormir y tenía los nervios de punta. Sintió que su pareja se movía a un lado de él y salía de entre las sábanas para arrodillarse a un lado de la voluptuosa labrador chocolate y acariciarla un rato. Sonrió con un poco de preocupación. Kunai estaba en las últimas semanas de gestación y hacía días que se quejaba y lloraba por todo.

-¿Qué ocurre?- preguntó  notando que los lamentos de la perra se hacían cada vez más pronunciados. Se incorporó para asistir a su pareja en caso de que los perritos estuvieran por nacer. Gaara levantó una mano y lo tranquilizó.

-Todavía no está en labor.- informó mientras tocaba con cuidado el vientre sobrecrecido de la perra, que lo lamía como pidiéndole que no la dejara sola. –Recuerda que el médico dijo que cuando rompían bolsa todo a su alrededor quedaba mojado.

-Está bien- Se quedó un poco intranquilo. Sabía que esa noche tampoco podrían dormir, así que se levantó para servir dos tazas de café.  Buscó sus pantuflas sin resultados y se dirigió a la cocina. Le costaba mucho enfocar siquiera. Bostezaba y se desperezaba mientras ponía la cafetera. Pensaba en el día que Kunai había llegado a sus vidas.

 

 

Faltaba poco para el cumpleaños de Gaara, y él no lograba encontrar en ninguna parte el regalo perfecto. Quería darle algo que lo hiciera sentir bien de nuevo, ya que había estado triste por no poder darle hijos. Eso a él lo tenía sin cuidado. Sabía, desde que se percató de su homosexualidad que no podría tener “la dicha” de ser padre y estaba bien con eso, sin embargo para su pareja era importante poder sentir que eran una pareja consumada. Habían hablado de la adopción, pero el proceso era largo y tedioso, además de presentar muchos filtros que los descartaban como candidatos. A pesar de que habían presentado toda la documentación los resultados no parecían muy favorecedores y había sido colocados en una larga lista de espera para revisar si podrían ser candidatos para aplicar para el proceso. En resumen parecía una lucha con la vida que parecía imposible.

Había caminado por todo el centro comercial y no conseguía nada digno de regalarle al ser más importante de su vida. De pronto, divisó entre la multitud una tienda de mascotas. Decidió entrar, no tenía nada que perder y aunque no planeaba comprar nada podría tener alguna idea reveladora.  Y la tuvo. Tan pronto entró, los animales comenzaron a maullar y a ladrar haciendo alboroto. Se acercó a las vitrinas donde ponían a los cachorros y se maravilló con una pequeña perra que brincaba y ladraba a través del vidrio. Comenzó a jugar con ella, moviendo el dedo y viendo cómo ella lo seguía.  Y ahí lo supo.

 

Suspiró. Kunai había sido casi una bendición para ambos. No sólo había traído de vuelta la felicidad a su pareja, sino que además había despertado en los dos la sensación de tener un ser de quien cuidar. De eso ya habían pasado más de tres años. ¡Qué rápido se iba el tiempo!

Regresó con las dos tazas y pensando en algún canal con películas para pasar el tiempo hasta el amanecer cuando notó que Gaara comenzaba a cabecear al lado de la perra. Dejó las tazas en el buró y lo sacudió un poco. Sabía que si para él había sido una semana complicada, para el pelirrojo debía haber sido casi una tortura. Había estado al lado de Kunai por lo menos tres noches seguidas vigilando que el parto no se le adelantara y dejándolo dormir a él.

-Gaara… deberías dormir. Yo cuidaré de ella.

-No- dijo el aludido pesadamente mientras se tallaba los ojos.- Estoy bien.- sonrió  débilmente.

Sasuke arqueó la ceja. No sabía si Gaara quería engañarlo a él o a sí mismo pero no lo estaba logrando en cualquiera de los casos. –En serio… ve a dormir. Si ocurre algo te aviso.

-En serio estoy bien. No tengo sueño- dijo su pareja, reprimiendo un bostezo.

Sintiéndose ofendido por el poco crédito que el pelirrojo le otorgaba a su inteligencia, rodó los ojos y lo tomó por el hombro antes de guiarlo a la cama. – Amor, tus ojeras terminarán por abarcar toda tu cara si no duermes, además que si a Kunai se le rompe la bolsa no podrás ser de ayuda por fatiga extrema. – no hubo más reclamos por parte del menor, que se durmió tan pronto entró en contacto con la cama.

Él se quedó en su lado de la cómoda e inalcanzable cama, mirando a la perra que jadeaba con pesadez. Se preguntó si nacerían pronto o si habrían de llevarla con el médico para que le practicara una cesárea.  Se sentó a su lado para acariciarla y darle un poco de tranquilidad. No le gustaba que jadeara de esa manera ni que llorara. Comenzó a rascarle la parte posterior de las orejas y a sentir como el calor de Kunai lo adormilaba un poco. Fue por el café al buró. Necesitaba mantenerse despierto por lo menos hasta el amanecer. Le agradecía a la vida que fuera la noche del sábado y al día siguiente pudiera dormir un poco.

Sin darse cuenta, comenzó a tararear la canción favorita de Gaara para arrullar a la causa de sus desvelos. Comenzó a imaginarse si era de esa manera como se sentían los padres cuando tenían que arrullar y darle leche a los recién nacidos a altas horas de la noche. Escuchó de nuevo un sonido gutural extraño proveniente de la perra, que lo sacó de sus cavilaciones.

-¿Qué te ocurre chaparrita? ¿Crees que nazcan esta noche?- se sintió extraño preguntándole cosas a Kunai, pero había visto a Gaara hacerlo muchas veces antes y, en ese momento, no tenía a nadie más en quien verter  todas sus preguntas. Esperaba que no nacieran esa noche. Había tormenta  y él no sabría cómo reaccionar. La abrazó  y ambos se quedaron dormidos.

 

Estaba solo en un lugar extraño. Escuchaba los gemidos de Kunai pero no podía encontrarla. Todo estaba oscuro y lleno de espejos. Comenzó a angustiarse tan solo de pensar que los perritos pudieran nacer en un lugar tan tétrico como ése. Por más que se apresuraba no lograba llegar al lugar donde ella se encontraba. Temía que pudiera perder a los cachorros o que no pudiera soportar el parto y muriera. Sintió que su respiración se agitaba…

 

-Sasuke…- escuchó la voz de Gaara antes de abrir los ojos. Había sido sólo un sueño. Se llevó la mano con que tenía agarrada el cuello de la labrador al pecho y respiró hondo.- ¿Estás bien?

-Gaara… ¿Qué hora es?- se estaba habituado de nuevo a la realidad. El sueño que había tenido lo había perturbado mucho. Miró a Kunai, que seguía embarazada y dormida a su lado.

-Son casi las nueve. Te quedaste dormido con ella…- lo besó castamente mientras se arrodillaba a su lado para palmearle la cabeza a la perra, que recién despertaba y comenzaba a lamerlos agradecida a ambos. 

Sintió que todo estaba en orden. Miró a Gaara a los ojos y lo abrazó. -¿Cómo dormiste?

-Bien. No hicieron ruido en toda la noche, aunque me preocupaba mucho que pudiera tener  a los cachorritos y no pudiéramos atenderla. Espero que nazcan hoy…

-¿Crees que lo hagan?- se talló los ojos e intentó ponerse en pie. Estaba entumido.

-Espero que sí… Deberías dormir mientras tanto.- lo besó de nuevo y le indicó con el dedo que fuera a la cama. No pudo más que obedecer.

Se sentía agotado. Tan pronto se acostó, sintió un bulto caer a su lado. Abrió un ojo y vio un par de ojos marrones que lo observaban juguetones.- Kunai… o te duermes o te bajas de la cama.- luego de eso, sintió sus ojos cerrarse. Necesitaba un poco de descanso.

 

 

Despertó media hora después por los gemidos lastimeros de Kunai. Estaba habituado a ellos, pero en esta ocasión la intensidad se había incrementado.  Se movió un poco para poder tranquilizarla y vio la colcha sucia y mojada. “Mierda” fue lo único que atinó a pensar antes de gritarle a su pareja, quien acudió corriendo. Miró la escena agitado. Su perra había entrado en labor y el pelirrojo estaba paralizado en el umbral de la puerta.

-Gaara ¿Qué hago?- preguntó casi en u grito.

-No sé…- dijo el otro tragando grueso.

Intentó despejarse un momento y pensar, pero las respiraciones agitadas y los lloriqueos de la perra se lo impedían. Tomó su celular y comenzó a buscar el número del veterinario.

-Buenos días.-contestó después de dos tonadas el médico.

-Hola, habla Sasuke Uchiha el dueño de Kunai, la labrador embarazada.

-Ahh, señor Uchiha. ¿Cómo han estado? ¿Cómo sigue Kunai?

-Está en labor de parto…- contestó escandalizado y apurado. Miró a su perra y a Gaara, que ahora se encontraban juntos. Gaara estaba intentando asistirla pero no lo lograba del todo. También él estaba estresado.

-No se preocupe… ¿Gusta traerla al consultorio o que yo vaya?

-Venga por favor. La dirección está en el expediente de la perra. Rápido. – colgó sin darle tiempo a nadie de contestar. La perra estaba aullando desesperada y Gaara corría con toallas húmedas y calientes. Se levantó e intentó poner orden en toda la situación.

-Gaara, el doctor viene para acá. No te preocupes… llegará pronto.- Quería creer que todo saldría bien. Lo único que recibió fue una mirada molesta por parte de su pareja, que señaló la ventana.

-Sasuke, mira la tormenta que está cayendo en este momento. Es como si el cielo se viniera abajo. Los ejes viales los cerraron porque se inundaron desde anoche… a menos que el hombre traiga remos y salvavidas dudo que llegue pronto.

Frunció el seño, sabía que el pelirrojo estaba más preocupado que nadie en el mundo. Dudaba que estuviera tan estresado de tratarse de su parto. Se acercó a Kunai, que se había calmado un poco. Quería pensar que la contracción había pasado. Comenzó a hablarle de nuevo, sin motivo aparente. Era más una necesidad.

-Todo estará bien…tranquilízate. Vas a ser mamá.- ella le clavaba los ojos con dolor e intentaba lamerle la mano.

-Mira… respira poco a poco y puja.- Gaara se unió a los intentos de hablarle para tranquilizarla- pronto nacerán.

 

Pasaron unos minutos y ambos sentían que tenían las cosas bajo control. Se miraban y se sonreían para otorgarse confianza y apoyo. De pronto, un aullido más agudo se hizo presente, al tiempo que una bolsa que contenía a un perrito salía. Gaara fue el primero que la tomó en las manos y la abrió, dejando ver a una perrita.

-Sasuke…- dijo casi llorando de emoción- ya están naciendo, tráeme una toalla seca.- y así lo hizo. 

Poco a poco fueron naciendo los otros tres perritos. Los dos adultos miraban maravillados a esas criaturitas del tamaño de un balón de americano. –Kunai… mira a tus perritos- dijo el pelirrojo feliz. Sasuke no podía ni hablar. Estaba casi llorando de la emoción. Sentía que por primera vez comprendía lo que había sentido Gaara al recibir a Kunai. Era la sensación de estar completo. De ser una familia.

 

 Dejaron a la feliz madre con los cachorritos, que había sido tres machos y una hembra, en la habitación. Gaara había preparado agua para café y había salido a recibir la correspondencia mientras que él miraba la fotografía en la cámara digital de los perritos. Se sentía algo así como un “padre orgulloso”. Sintió que su novio se sentó junto a él y lo abrazó. Asumió que se sentía igual que él por los nuevos integrantes de su familia, sin embargo le dijo al oído.

-Tengo una sorpresa para ti…- se sobresaltó. ¿Qué sorpresa podría tenerle? Volteó a verlo, pero sin darle tiempo a contestar nada, el pelirrojo le tendió una carta. La miró unos momentos sin saber qué era. Lo único que reconocía era el sello de la agencia de servicios sociales y adopción. –Fuimos elegidos.- dijo el de ojos aguamarina cansino.

-¿Para qué?- se vio forzado a preguntar. Sabía que quería decir su pareja, pero no estaba procesando la información.

-A que solamente tenemos que pasar a la agencia para que programen la ida a la casa de cuna y realizar el proceso para la elección. ¡Vamos a ser padres! Padres de verdad.

Sintió un balde de agua caer sobre él, despertándolo de su letargo. Iba a tener un bebé…

Besó a su pelirrojo, sintiéndose dispuesto a lograrlo todo. Finalmente ¿Qué era más difícil que manejar el parto de tu perro?

 

 

 

 

 

Epílogo:

Y los cuatro cachorros correteaban meses después, seguidos por su madre y vigilados por el pelirrojo, que sostenía a una pequeña de cuatro meses. El moreno se acercó y besó la frente de su hija antes de ofrecerle el biberón.

Sentía que ahora sí, su familia estaba completa.

Notas finales: Recuerden que un review no cuesta nada y poe una sonrisa en mi cara. Besos y nos vemos mañana con el especial de cumpleaños de Gaara-sama

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