Durante la espera, todo parecía ir diez veces más lento de lo que en verdad ocurría. Podía escuchar la molesta y repetitiva música instrumental del otro lado de la línea, e incluso acompasarla o tararearla dentro de su abstracción. Ya le costaba trabajo recordar siquiera qué era lo había orillado a marcar al conmutador, la música y las repeticiones de la grabadora lo obnubilaban tanto que le costaba trabajo siquiera pensar en otra cosa.
Vio, mientras se hallaba recostado sobre la cama con el teléfono sostenido con el hombro, cómo se abría una de las puertas de la habitación y el resto del vapor se podía admirar por el mosaico del cuarto de baño. De ahí, salió el delgado, pero apetecible cuerpo de su pareja, cubierto únicamente por una toalla en su cintura. Desvió un poco la vista, para volver a la realidad y no quedarse mirándole como un bobo.
-Gaara- habló el azabache distraído- quería saber si…- se interrumpió al notar el aparato que sostenía, ahora con una mano el de ojos claros.
La mano del chico le hizo una seña para pedirle que, si no era urgente, se abstuviera de hacer comentarios en ese momento. El otro calló.
Se acercó, todavía húmedo a la cama, y se recostó al lado de su pareja para envolverlo entre sus brazos. El pelirrojo lo besó castamente en los labios antes de tapar con una mano la bocina del aparato que sostenía y decirle:
-Sasuke, levántate de la cama. Estás empapado y vas a mojar las sábanas.
El moreno rodó los ojos con un poco de simpatía. Sabía que Gaara era un adicto de las cosas en orden y tranquilidad; decidió molestarlo un poco.
Se levantó, revolviendo el cabello escarlata del chico que le devolvió una fría mirada y comenzó a desvestirse frente a él.
-Sasuke, estoy haciendo algo importante. Deja de hacer… “eso”- exigió el pelirrojo, fingiendo indiferencia pero con el corazón tan exaltado como se podía y con su “virilidad” amenazando con despertar ante la visión de su pareja. Siempre, por muchas veces que lo hubiese visto desnudo, sentía que era la primera. Amaba el cuerpo del Uchiha.
-Gaara- se acercó el moreno, exhibiendo su cuerpo desnudo y apreciando la cara de su novio. Le asombraba que a pesar de todo el tiempo que habían pasado juntos y tras la pantalla de indiferencia que tenía, su pelirrojo fuese tan inocente y puro. Guardó silencio, mientras el chico lo examinaba como quien no quiere la cosa; prosiguió- llevas pegado al bendito teléfono por lo menos una hora y no te han contestado o te remiten a otro departamento.
-Sí, pero necesito hacer esta llamada- habló aterciopeladamente el otro.
-¿No podrías hacerla mañana?- pidió el Uchiha, con un gesto suplicante bastante impropio de él. Gaara hizo el esbozo de una sonrisa.
-¡Nada me gustaría más que eso! Pero es importante- repitió. En ocasiones, cuando Sasuke quería podía parecer un niño pequeño… El problema radicaba en que él no era particularmente paciente en esos momentos.
-Pues entonces haz lo que quieras- dijo, buscando con brusquedad un par de bóxers para ponerse.
-Sasuke, por piedad…Mantente callado o sal de la habitación- tenía que contenerse para no cometer alguna imprudencia. A últimas fechas el Uchiha había estado bastante más sensible de lo habitual.
Escuchó el bufido hastiado del azabache y lo vio salir de la habitación. Volvió a sumergirse en la musiquilla y a dejar que ésta lo envolviera en su melodía repetitiva y boba. Abrió un cajón del buró y sacó una libreta. Tenía que anotar el motivo de su llamada para no olvidarla a causa del sonido del otro lado de la línea.
Cerró un momento los ojos, decidido a reposar mientras esperaba ser atendido por uno de esos dichosos operadores o alguien de “servicio al cliente”. Comenzó a elaborar una lista mental de las razones por las cuales odiaba la asistencia telefónica.
Muchas ideas desordenadas se colaron en sus pensamientos, aglomerándose y quitándole sentido a la lista. Decidió dejarlo por la paz.
Abrió los ojos al escuchar los pasos del moreno acercarse de nuevo. Se notaba, más que enfadado, dolido por la actitud tan intolerante que había mostrado hacía unos minutos.
-Sasuke- lo llamó por lo bajo. Le estaba ganando el sueño, aunque no quisiera admitirlo. El de orbes oscuras se fijó en él- ¿Podrías venir un segundo?
-No…Estás haciendo tu importantísima llamada- dijo como si no le interesara en lo absoluto la situación. Gaara rodó los ojos. Era asombroso lo infantil que podía ser el moreno y el humor tan terrible en que lo podía poner con sus actitudes.
-Pues haz lo que quieras- dijo seco. No iba a estar mendigando por el perdón de su pareja, ¡mucho menos en el momento que tenía cosas que hacer!
Notó que el contrario se acercaba, fingiendo una naturalidad tan falsa que tensaba todavía más el ambiente. No era sorpresa para nadie que tanto el moreno como el pelirrojo tenían un humor bastante volátil y que la lucha constante por ser quien ejerciera más control sobre la relación – y en honor a la verdad, sobre todas las cosas que les atañían –.
-¿Qué quieres?- preguntó finalmente, después de mirarlo por unos interminables segundos. El de ojos claros desvió la mirada con arrogancia.
-Ya nada… Si quieres cuando termine mi importantísima llamada, como la llamaste, podamos conversar- comentó, fingiendo restar importancia a las cosas.
-Eres un delicado- el azabache se encontraba molesto y, más peligroso aún, emberrinchado con el de cabellos grana.
-Cretino…- bufó Gaara, volviendo a concentrarse en la llamada que, comenzaba a creer, no sería atendida.
Permanecieron ahí unos momentos, retándose con la mirada pero sin emitir sonido alguno. Parecía que ambos estaban considerando cuál sería el siguiente movimiento del hombre que tenían enfrente, midiendo las palabras con las que hablarían.
De pronto, el más joven de los Uchiha bufó cansado de ese juego bobo.
-Gaara, por favor cuelga.
-No, ya te dije- otra vez llegaban al mismo punto. El pelirrojo comenzaba a tomar consciencia de que estaba perdiendo el tiempo, porque nadie le contestaría ya si no le había respondido en más de cincuenta minutos que llevaba ahí, sin embargo se mantenía en la misma posición, inmutable, sólo por el placer de no darle la razón a Sasuke.
-Pues a la mierda- espetó el Uchiha, agachándose y separando el cable del pequeño enchufe cuadrado de la línea telefónica.
-¿Qué diantres crees que haces?- exclamó molesto el más pequeño, mientras se levantaba de un brinco de la cama para poder pelear con su pareja. ¡No había pasado tanto tiempo ahí para que ese cabrón tomara una decisión tan arbitraria!
Por respuesta, solamente obtuvo una fricción con los carnosos labios del azabache, quien inició un apasionado beso. Dicho ósculo estaba diseñado para acallar las quejas de su pareja, y al mismo tiempo lograr separarse un poco de las ansias bestiales que le habían entrado por poseer al chico de tenebrosa seriedad.
Gaara, aunque reticente al principio, siguió el beso; dejándose tirar en la cama de nueva cuenta y sabiendo qué sería lo que pasaría a continuación.
Sí…sin duda podía hacer la dichosa llamada al conmutador ya que amaneciera.