Vandread La estación perdida
Capitulo 1: Un mundo nuevo se está creando
Encontrar la verdadera esencia de la amistad y de las cosas importantes en la vida, esa fue la gran misión que cumplieron los tripulantes del Nirvana, logrando unir esfuerzos para preservar su existencia y ser reconocidos por sus semejantes, vencieron al imperio terrestre que amenazaba con destruir todo cuanto amaban.
Luego de la batalla final contra la tierra, gran cantidad de personas utilizaban el Nirvana y la base Pirata como puente entre ambos planetas. Tarak y Meyer se habían convertido en un modelo de convivencia entre hombres y mujeres, incluso empezaba a desarrollarse el comercio entre ambos.
Los hombres habían averiguado lo fantástico de la comida meyeriana (Hibiki fue el gran responsable). Las mujeres a su vez, que se encontraban en proceso de limpieza de su planeta, por azar del destino, descubrieron que las cápsulas que comían los hombres podían utilizarse como fertilizantes que aceleraban el proceso de crecimiento en las plantas, esto por supuesto, salvó de la quiebra a la familia de Bart, que como recordarán se dedicaban a la producción de dichas cápsulas. Así que poco a poco se iban estrechando los lazos y se dejaban atrás las diferencias.
Como fueron derrotadas las cosechadoras y se había establecido una tregua entre hombres y mujeres, la tripulación del Nirvana no sostenía grandes batallas excepto, muy ocasionalmente, con algún enemigo de la causa o uno que otro saqueador de oficio, sus labores se dedicaban más al transporte de mercancías y de personas, lo que les generaba muchos mas beneficios que en su pasado como piratas espaciales, aunque esa labor era menos emocionante. Magno no quiso abandonar a sus clientes de toda la vida, por lo que encomendó al Paraíso, comandado por Rebeca, continuar esa labor. La tierra había permanecido durante dos años en el más absoluto silencio.
En uno de los pasillos del Nirvana, una rubia voluptuosa sostenía una acalorada discusión con un hombre que se mostraba muy intimidado, el color rojo de su rostro y las gotas de sudor lo delataban.
-¡Vamos! Si no accedes a mi petición, no firmaré los permisos de desembarco; no pisarás Meyer y serás un rechazado social la vida entera. –Gritaba la rubia.
-Este… yo… es que yo… no –No había más que el hombre pudiera articular.
En ese momento, una chica pelirroja aparece. La discusión había llamado la atención de varios curiosos que observaban entre divertidos e impresionados.
-¡Eh! Jura, deja al pobre hombre en paz. Sabes perfectamente que no puedes obligar a nadie a tener un bebé contigo. –Aprovechando el descuido de la rubia, el hombre salió corriendo y gritando asustado.
-Y tú Barnette, deberías evitar que Jura ataque de esa manera a nuestros visitantes –La pelirroja se dirigía a una chica de cabello oscuro y ojos violeta que se encontraba recostada de una pared con cara de “ya no soporto más”.
-¿Y qué esperas que haga? ¿Que la amarre? lleva más de dos años intentando encontrar la semilla de un hombre para hacer un bebé.
-Varoa, deberías atender tus propios asuntos. Hiciste que se escapara y ya estaba por conseguir que accediera. –Le gritó una Jura con dientes afilados.
-Tendré que aprender a vivir con la culpa –contestó irónicamente Varoa, mientras le guiñaba un ojo a la rubia y seguía su camino.
***
Comedor del Nirvana
Una mujer de cabellos celestes y mirada profunda, tomaba un café sentada en una esquina del comedor. Cuando una jovencita de 16 años con un extraño ser flotando sobre su hombro, se acercaba algo fatigada y sentaba frente a ella.
-¡Meia Onee-sama! estás aquí, te busqué por todos lados, ¿Querrías ir conmigo a la fiesta que organizan para celebrar el aniversario de la gran batalla? –Misty no había perdido esa forma de ser tan directa y sincera. Sobre su hombro el simpático Q se dibujaba como signo de interrogación.
La capitana se veía claramente sorprendida y un poco sonrojada, pero durante un instante, su expresión se tornó pensativa y distante…
-Dos años desde aquella batalla.
Casi al instante de formulada la pregunta, apareció Varoa con cara de cansancio y se tumbó en una silla al lado de Meia, lo que incomodó un poco a la joven que esperaba una respuesta de parte de su Onee-sama.
-No lo aguanto más, a este paso no me extrañaría que los hombres eviten utilizar el Nirvana y la base como puente.
-Con que Jura sigue causando alboroto. –dijo tranquilamente la capitana, mientras daba otro sorbo a su café.
-Si, es realmente muy persistente, no se cómo Barnette la soporta.
-Es obvio que Barnette seguiría a Jura al mismo infierno –Expresó Misty, mientras las otras dos asentían con la cabeza.
***
En el bioparque
Jura y Barnette caminaban, mientras la primera monologaba sobre por qué ningún hombre quería tener un bebé con ella. En ese momento, la pelinegra quien se veía un poco nerviosa, se aclaró la garganta.
-Jura, ¡eh! Verás, es que… yo quería decirte que… -Barnette estaba poniéndose bastante colorada y varias perlas de sudor aparecieron en su rostro, si embargo, tragó grueso, apretó lo puños y se decidió a decirle a la rubia todo lo que sentía.
-Deja de intentar tener un bebé con un hombre y permite que yo… yo… Bueno, ya sabes, ¡déjame ser el Ohma de tu bebé! – Esto último lo dijo casi gritando, como lo haría cualquier persona que no acostumbra a hablar de sus sentimientos, simplemente lo dejan salir todo de una vez, de manera franca y directa, fuerte y claro.
Sin embargo, Jura es del tipo de personas que necesitan mucho más que una declaración abierta de sentimientos. La rubia miró a la pelinegra de ojos violetas y soltó una carcajada.
-Barnette, ¿Qué importancia tendría tener un bebé contigo? no me convertiré en la heroína de Meyer sino tengo un bebé de la semilla de un hombre –diciendo esto con estrellas en los ojos y el puño el alto, empezó un nuevo discurso sobre no rendirse en su lucha.
La chica del pelo negro apenas si la escuchaba. Había bajado la cabeza y sus puños aun estaban apretados como intentando contenerse. Una discreta lágrima rodó por su mejilla, mientras la secaba interrumpió, con fingida voz de entusiasmo, el nuevo monólogo de la rubia.
–Bueno, es hora de ir a practicar un poco mis disparos, nos vemos luego Jura.
A pesar del tiempo y de haber madurado en muchos aspectos, Barnette seguía siendo una persona bastante orgullosa y detestaba mostrarse débil. Jura con cara de confusión la vio alejarse.
-Señorita Elden, debo admitir que tienes el tacto de 100 naves cosechadoras juntas. -Jura se dio la vuelta para observar la figura alta y fornida de una mujer que le hablaba con los brazos cruzados, desde el otro lado del parque, al parecer había escuchado todo.
-¿A qué te refieres Gasco-san? –preguntó Jura.
-Un bebé no es un trofeo que puedas exhibir, entérate, un hijo es la confirmación del afecto entre dos personas, y por cierto, no es Gasco es Gascogne. En todo caso, creo que deberías mirar de vez en cuando a los lados, ¿no crees? Para qué buscar leche fuera, teniendo la vaca en casa -Al decir esto se alejó mientras la rubia acentuó la expresión de desconcierto y repitió para si.
-¿Vaca?
Continuará…