En una noche de invierno en 1897 un hermoso joven se encontraba en triste a las escaleras de un edificio antiguo y abandonado
Lagrimas caían de sus tiernos ojos negros como la noche sus mechones de cabello casi tan negro como sus ojos le cubrían parte de su rostro que se encontraba apoyado sobre sus brazos y estos apoyados sobre sus rodillas
El joven apenas tenía 16 años mas sin embargo no tenia familia estaba solo en una ciudad donde los vagabundos, los enfermos, los pobres y los huérfanos no tenían demasiada importancia
Un hombre miraba al joven veía como lloraba con algo de desesperación, miraba las ropas sucias que usaba, su piel blanca cubierta de tierra, con algunos golpes y cortadas por varias partes de su cuerpo
El hombre se le acerco y se sentó a su lado más sin embargo el joven ni siquiera lo miro estaba tan concentrado en su tristeza.
-Decirme niño ¿Por qué estás aquí tan solo y triste? –
El joven miro al hombre, era definitivamente hermoso sus ojos azules y grandes, su cabello aun más oscuro que el suyo, portaba una sonrisa hermosa formada por unos labios gruesos y sensuales.
El joven no pudo contestar ya que estaba perdido mirando el rostro de aquel hermoso hombre
-¿No piensas contestarme niño? ¿Que acaso no tienes modales? Decirme ¿estás solo? ¿tienes familia? -
- N-no yo no tengo familia –
Aun caían lagrimas de sus ojos y se preguntaba quién era ese hombre y porque le preguntaba aquello
El hombre saco un pañuelo de su bolsillo, un pañuelo blanco de seda decorado con unas iníciales una d y una s.
El hombre limpio las lágrimas del rostro del joven con su pañuelo, el joven ni siquiera se movió mas seguía con sus ojos la mano del hombre.
Terminado de limpiar las lágrimas volvió a guardar el pañuelo luego miro al joven
-Decirme ¿tienes hambre? –
-Bueno y-yo no eh comido en días y b-bueno s-si-
-Bueno niño ven conmigo te llevare a que comas algo-
-No, no podría aceptar que usted me comprara algo de comer –
El joven pudo contestar con mas fluidez ya que había dejado de llorar pero seguía preguntándose qué quería el hombre y porque era tan amable con el
-No te preocupes niño tienes hambre debes de comer, ven párate y vamos –
El hombre se paro y le ofreció la mano al joven quien la tomo y se levanto
El hombre observo que el joven era delgado y algo alto, su pantalón y su camisa estaban rasgados y de su brazo y abdomen escurría sangre, además se notaba sangre en la entrepierna del pantalon
-¿Quién te hizo esas heridas? –
El joven no sabía que contestarle, sus heridas habían sido provocadas por un señor alrededor de los 40 años que lo había golpeado y abusado de él, ese señor había sido el motivo de su llanto y su dolor
-Si no quieres contestar no tienes porque hacerlo pero bueno mejor vayamos a curarte esas heridas y a que te cambies de ropa después iremos a que comas algo-
El joven nuevamente no supo como contestar solo asintió con la cabeza
-A por cierto mi nombre es Daiki Suzuki – dijo el hombre
-Yo me llamo Eliot y no tengo un apellido- contesto el joven
Daiki solo le sonrió, y Eliot pudo ver que aquel hombre cuando mucho tenía 27 años y se podría decir que era una exageración, observo que llevaba una largo abrigo negro desabrochado, una corbata roja, con un chaleco gris y camisa blanca además de unos pantalones que se podían ver era importados del mismo tono que el abrigo y unos zapatos relucientes color negro. Todo un hombre de clase con una postura perfecta.
Daiki comenzó a caminar diciéndole a Eliot que lo siguiera.
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