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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            Ya afuera, respiro hondo el aire libre de olores extraños y sintiéndose feliz de al fin haber conseguido algo, aunque fuera, estaba seguro un trabajo horrible.

 

            -¡Lo logramos Harry! –Exclamó levantando la manta encontrándose con una sonrisa de encías rosas- al fin tenemos trabajo.

 

            -¡Ya salió, Marie!

 

            -Ernest, por Dios, deja de espiar al mortífago ese.

 

            -Se va riendo… creo que consiguió algo.

 

            Rodando los ojos, Marie siguió en lo que estaba.

 

 

 

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            Cuando Harry llegó en la tarde, prácticamente corrió a la habitación de Draco encontrándola vacía, por lo que llamándolo a gritos lo encontró en la cocina con el pequeño en el Bambineto sobre la mesa bebiendo muy tranquilo su biberón.

 

            -Hola Harry ¿Por qué esos gritos? –preguntó Draco terminando de lavar los utensilios usados para hacer de comer.

 

            -Yo… nada ¿Cómo te fue?

 

            -Bien –saludo Draco acercándose a él para darle un beso y pasarle los brazos por el cuello- no quiero que estemos disgustados.

 

            -Yo no estoy disgustado –respondio Harry abrazándolo por la cintura- es solo me preocupas, no puedes culparme por eso.

 

            -Lo entiendo pero tu tranquilo… nos fue bien ¿verdad Harry? –dijo Draco dirigiéndose al pequeño y después al adulto- conseguí empleo.

 

            -¿En serio?

 

            -Aja… ¿quieres comer o esperaremos a Sirius?

 

            -Ya estoy aquí –dijo Sirius entrando en ese momento.

 

            -Hola Sirius ¿Cómo le fue? –saludó Draco soltando a Harry para sacar los platos de la alacena.

 

            -Me fue bien, gracias ¿y a ti?

 

            -Bien, encontré trabajo.

 

            -Felicidades ¿Cuándo empiezas?

 

            -Mañana.

 

            A pesar de que “según” ya no estaba enojado, Harry casi no charlo durante la cena, por lo que a la hora de dormir solo dio las buenas noches y se fue a su cuarto.

 

            -¿Ya te dormiste? –preguntó Draco entrando a su cuarto sin siquiera tocar.

 

            -No –respondio Harry ya acostado y con una lamparita encendida.

 

            -Me alegro, así no te despierto –respondio Draco cerrando tras de sí y metiéndose en la cama.

 

            -¿No tienes que dormirte temprano para tu primer día de trabajo?

 

            -Deja de pensar en eso… -susurró Draco besándole la mejilla- Siento que aun estas enfadado y eso no me gusta.

 

            -No estoy enfadado.

 

            -Porque si lo estuvieras… me dedicaría a contentarte… -susurró Draco besándole el cuello y metiendo su mano bajo la camisa del pijama.

 

            -Bueno… te confesaré que estoy muuuy enojado, pero no quería decírtelo…

 

            Rato después, con Draco boca abajo y con Harry sobre él embistiéndolo con fuerza, el rubio habló jadeante mientras estrujaba las sabanas con las manos.

 

            -Oye… ¿por… porque me lo… haces tan fuerte?

 

            Pero Harry no hacía caso, estaba muy ocupado moviendo su cadera con fuerza para penetrar ese blanco culo.

 

            -Harry espera… -musitó Draco incapaz ya de tolerar el dolor.

 

            Pero la única respuesta de Harry fueron sus jadeos y su fuerte agarre en su espalda.

 

            -Ya no… ¡dije que ya no!... –exclamó forcejeando sintiendo en ese instante como Harry se tensaba en esa última estocada llenando su interior.

 

            -¡Ah! –jadeó el moreno corriéndose dentro de Draco, quien solamente se quedó quieto mientras el otro terminaba.

 

            -Si ya acabaste, te agradecería que te me quitaras de encima para poder largarme a mi cuarto.

 

            -Lo… lo siento Draco… -respondio Harry sobre él- no me di cuenta que…

 

            -¡Sal de mi! –Gritó Draco intentando levantarse- ¡claro que me oíste, solo que no te quisiste detener!

 

            -No es verdad –respondió Harry viéndolo levantarse después de quitársele de encima- yo pensé que te agradaba hacerlo así, fuerte.

 

            -No es cierto –dijo Draco tomando su ropa esparcida por el suelo- siempre me esperas a que este lo suficientemente excitado para poder penetrarme con fuerza y hoy solamente me cogiste y ya, ni siquiera me preparaste.

 

            -Yo… lo siento, no me di cuenta.

 

            -Además siempre te mides, nunca me montas tan fuerte como hoy… a pesar de que te lo pido cuando estoy excitado, sabes hasta donde aguanto –exclamó Draco poniéndose los pantalones sin siquiera ponerse los calzoncillos.

 

            -Draco lo lamento, en serio.

 

            -No, no lo lamentas, lo hiciste a propósito –respondio el rubio deteniéndose en lo que estaba haciendo para mirarlo fijamente- ¿Qué pretendías? ¿Castigarme por haber salido hoy de casa sin tu gloriosa protección?

 

            -No –dijo Harry mirándolo serio.

 

            -¿Entonces?

 

            -Ya te pedí perdón, no volverá a suceder.

 

            -¡Ah pero eso tenlo por seguro! –respondio Draco tomando su camiseta del suelo y saliendo de ahí dando un fuerte portazo.

 

            Harry exhaló un suspiro al tiempo que se frotaba la frente con una mano… Draco tenía razón, se sentía enfadado; no había sido su intención lastimarlo y se sentía fatal por ello, pero no lo había podido evitar… estaba enojado y no sabía cómo manejarlo.

 

            -Que imbécil… -musitó dejándose caer de lado en la cama- soy un idiota.

 

 

 

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            Al día siguiente, cuando Draco salió de su habitación, ya no había nadie en casa, y se alegró por ello para así no ver a Harry; por lo que procedió a preparar las cosas de su hijo y un poco de comida para él, y así, con cinco minutos para las 8:00 am, llegó a su nuevo empleo.

 

            -Buenos días  -saludó cuando Douglas le abrió la puerta.

 

            -Pasa, sígueme.

 

 

 

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            -¡El mortífago regresó! –exclamó Ernest desde su vitrina.

 

            -¿¡En serio?! ¿Entonces consiguió empleo con Thompson? –respondio Marie.

 

            -¿Y yo que sé?... probablemente sí, pues ¿para qué mas querría ese Malfoy venir a un cuchitril como el de Thompson?... no creo que a comprar la ropa horrorosa que hace, pero lo más curioso es que trajo también a su... mmm ¿Cómo le diremos?

 

            -¿A quién?

 

            -A lo que hizo el que no debía ser nombrado.

 

            -¿Te refieres a su hijo?

 

            -Pues sí.

 

            -Bueno, pues llamémoslo así, porque de lo demás no estoy segura que pueda ser… ¿entonces lo trajo?

 

            -Así parecía, pues llevaba un Bambineto en la mano.

 

 

 

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            -Toma –dijo Douglas entregándole a Draco una varita de sauce, muy maltrecha- quiero que me la entregues igual.

 

            -Pues peor no puede estar.

 

            -¿No es digna de un Malfoy?

 

            Draco la tomó ya sin decir nada y siguió al hombre escaleras abajo mientras éste continuaba hablando.

 

            -Hacemos varios tipos de ropa, por ahora estamos trabajando en gorros, todos llevan un dibujo grabado en el frente, es un diseño mío –añadió con orgullo.

 

            Llegaron a un amplio sótano en donde había algunas mesas de madera y dos cajas en donde algunos gorros asomaban.

 

            -Mira, este es.

 

            Draco vio un espantoso búho dibujado en un gorro negro de lana.

 

            -Este estampado se hace a mano, con un hechizo muy sencillo mira y apréndelo bien, porque si arruinas un solo gorro, te lo descontaré de tu sueldo ¿de acuerdo?

 

            -Si.

 

            -Después lo depositas en esta caja, tiene un hechizo que te avisa cuando son cien, entonces los empacas de esta manera.

 

            Draco aprendió los hechizos de estampado y empacado en un par de minutos y después hizo una prueba hasta dejar a Douglas satisfecho.

 

            -La producción es de seiscientos gorros.

 

            -¿Seiscientos?

 

            -Ajá, si no puedes, vete de una vez.

 

            -Solo pregunté.

 

            -Bien, puedes comenzar, el desayuno es a las 9:00 y la comida a las 2:00pm.

 

            -Gracias.

 

            Douglas subió las escaleras dejándolo solo; entonces miró a su alrededor buscando el mejor lugar para colocar su Bambineto; entonces escuchó pasos en la escalera.

 

            -Buenos días –saludó viendo bajar por ellas a una mujer como de cincuenta años, que lo miró sorprendida.

 

            -Buenos días… ¿vas a trabajar aquí?

 

            -Sí.

 

            -Vaya que Douglas es rápido, apenas ayer se fue Joseph y ya tiene reemplazo –dijo la mujer caminando hasta una mesa ubicada en el fondo del sótano- ¿acaso eso es un bebé? –exclamó mientras se sentaba y dejaba su bolso.

 

            -Si.

 

            -¿Vienes a trabajar con un bebé? –exclamó la mujer sorprendida.

 

            -Si.

 

            -¿Acaso no tienes esposa?

 

            -No y tampoco dinero para contratar a una niñera, pero de todos modos no confiaría a mi hijo a una extraña.

 

            -Vaya… en fin, me llamo Esther.

 

            -Y yo Draco Malfoy.

 

            -¿Malfoy? –repitió Esther entrecerrando los ojos.

 

            -Si, Malfoy… de la familia Malfoy –respondio Draco listo para defenderse.

 

            -He oído hablar de ti a las personas.

 

            -¿Y también va a atacarme?... si va a ser así, le aviso que tenga cuidado en ponerle un dedo encima a mi hijo.

 

            -¿Y porque habría de hacerlo? Me da igual quien seas, yo vivía en América hasta hace un par de años, cuando enviudé y tuve que regresar aquí, así que no me tocó lo peor de la guerra.

 

            -Ah bueno… eso espero, porque mi intención es trabajar sin meterme en problemas.

 

            -Por mi está bien, pero este sótano es muy frio ¿no le hará daño a tu bebé?

 

            -Viene equipada con un hechizo de calefacción.

 

            -Eso es bueno, pero mejor pongámonos a trabajar, que ese tonto de Douglas no dejara de fastidiar si no sacamos la producción de hoy.

 

            Draco colocó a Harry en la misma mesa en la que iba a trabajar y comenzó a imprimir el grabado siguiendo algunos consejos de Esther, hasta que dieron las 9:00, tiempo que aprovechó para revisar el pañal a Harry y tomar un té.

 

            -Es lindo –dijo Esther viendo a Harry por sobre el hombro de Draco.

 

            -Gracias.

 

            -¿Cómo se llama?

 

            -Harry.

 

            -Bonito nombre.

 

            Ambos continuaron trabajando en silencio, pero aunque hubiese habido algo que platicar, Draco no lo hubiera hecho, pues tanto tiempo de no usar varita le hacía concentrarse al cien por ciento.

 

            Siendo ya las 4:20 de la tarde, Draco se secaba la frente a pesar del frio ambiente del sótano, Esther lo vio y se asomó a su caja para ver el contador, el cual marcaba cuatrocientos gorros ya empacados y cincuenta mas en espera.

 

            -Cálmate, estas presionándote mucho por lo que puedo ver.

 

            -Es que ya casi son las cinco y aun me faltan ciento cincuenta, si no completo la producción, el señor Thompson no me permitirá trabajar más con mi hijo aquí.

 

            Esther vio conmovida las manitas de Harry jugar con ellas mismas y a Draco concentrado en imprimir el diseño en cada gorro lo más rápido que podía.

 

            -Yo ya casi término, en cuanto lo haga te ayudaré.

 

            -No se preocupe, no quiero que descuide lo suyo.

 

            -No, que va… yo he hecho hasta setecientos gorros, pero ese tacaño de Thompson no te da ni un Sickle mas por eso, así que completo lo que tengo que hacer y listo.

 

            Cuando Esther termino su producción, ayudo a Draco a completar la suya, quien agradecido vio dar las cinco de la tarde cuando empacaba la sexta entrega.

 

            -Gracias –dijo dejándose caer en la silla.

 

            -De nada, ahora vámonos, que este lugar me provoca reumas.

 

            Sonriendo agradecido, Draco guardó sus cosas, cargó a Harry en su canguro y subió las escaleras tras Esther.

 

            -Mira Marie, ya sale –exclamó Ernest viéndolos salir.

 

            -Cariño, por favor, deja de mirar lo que hace ese hombre, suficiente hicieron los mortífagos en la guerra como para que ahora desperdicies tú tiempo en ellos.

 

            -Pues si pero… solo es curiosidad.

 

 

 

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            Cuando llegó a casa, Draco se dejó caer exhausto en el sofá, se moría de sueño y deseaba tomar una siesta, pero antes tomó sus medicamentos, bañó a Harry, le dio de comer y lo durmió, luego se fue a la cocina a prepararse algo de comer, fue entonces que Sirius y Harry llegaron.

 

            -Hola Draco ¿Cómo te fue en tu primer día de trabajo? –Preguntó Sirius husmeando en la estufa- eso huele bien.

 

            -Es estofado de carne ¿quiere que le sirva?

 

            -Ya me sirvo yo, debes estar cansado.

 

            -No se preocupe, de todos modos ya me iba a servir yo, bien puedo servir otro plato.

 

            -Pues entonces adelante –dijo Sirius lavándose las manos.

 

            Harry en tanto había preferido quedarse en la sala para no tener que ver a Draco, quien sentado a la mesa con Sirius conversaba animadamente.

 

            -¿Gorros de lana?

 

            -Si y el diseño que imprimo esta espantoso, pero el tipo está muy orgulloso, el pobre no se da cuenta de que tiene un gusto pésimo.

 

            -¿Tienes compañeros?

 

            -Una señora solamente y es buena persona, o al menos eso noté hoy, dijo que Harry era lindo y aunque yo sé que lo es, es agradable escucharlo de otra persona ajena al círculo que nos conoce.

 

            -Entiendo a lo que te refieres.

 

            Harry en tanto escuchaba trozos de la conversación y no pudo evitar sentirse culpable y celoso al mismo tiempo, pues esas cosas debería estarlas escuchando él y no Sirius.

 

            -Pero soy un tonto… pues sigo sin estar de acuerdo en que Draco trabaje.

 

            Draco completo una semana y el viernes recibió su primera paga descontándole tres knuts por el uso de la varita.

 

            -Vaya… -pensó emocionado- es una paga miserable, pero es mía, yo me la gane con mi trabajo- bien Harry… -dijo al pequeño- es hora de ir a comprarte pañales.

 

            Solo que como Harry tenía un buen abastecimiento de pañales, optó por comprarse calcetines y ropa interior.

 

            Al día siguiente, Molly fue a visitarlos.

 

            -¿Cómo que estás trabajando? –preguntó mirando a Harry con expresión de “¿acaso estas siendo tacaño con él y con mi niño?”- a lo que el moreno respondio alzándose de hombros.

 

            -En realidad fue decisión mía –dijo Draco notándolo- quiero ser productivo.

 

            -Hijo, eres productivo cuidando a tu bebé en casa ¿Dónde estará mejor cuidado que aquí?

 

            -Allá lo cuido bien.

 

            -No es lo mismo.

 

            -Me gusta trabajar –respondio Draco obviando el decir que todas las tardes regresaba con la espalda ardiendo de cansancio.

 

            -Lo comprendo, pero…

 

            -Tranquila señora Weasley, Harry está bien, allá puedo alimentarlo y revisar su pañal.

 

            -Si quieres yo te lo puedo cuidar mientras trabajas.

 

            -Se lo agradezco, pero yo puedo hacerlo.

 

            -¿Seguro?

 

            -Claro, lo he hecho hasta ahora ¿no?

 

            -Hijo, apenas llevas una semana.

 

            -Yo puedo hacerlo, no soy un inútil –respondio Draco con una falsa sonrisa que ella percibió al instante.

 

            -Nunca dije eso, eres muy trabajador, mantener un hogar no es nada sencillo.

 

            Draco evitó hacer un gesto de horror al escuchar a Molly, pues cualquiera que la oyera, pensaría que hablaba de una esposa.

 

            -Tengo algunas cosas que hacer, me retiro a mi habitación –dijo mejor huyendo diplomáticamente de ahí.

 

            -¿Te llevas a Harry?

 

            -Claro que no, cárguelo el tiempo que desee, y cuando guste puede llevármelo.

 

            -Gracias hijo –respondio ella dándole besitos al pequeño.

 

 

 

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            Al mes de trabajar en los almacenes Thompson, Draco ya sacaba su producción diaria sin ayuda de Esther, quien muy pronto terminó enamorada del pequeño Harry.

 

            -A ver ¿Quién es el bebé con los ojos más bonitos del mundo? –exclamó ella cargándolo mientras Draco sacaba las cosas que había traído para comer para compartirla con ella, como habían comenzado a hacerlo.

 

            -Thompson dice que los gorros acabarán dentro de una semana, vienen camisetas.

 

            -De esas nos pide quinientas cincuenta, como son más grandes que un gorro, cuestan más trabajo, pero agarrándole el modo lo lograrás, ya verás –dijo ella colocando a Harry en su Bambineto para comenzar a comer las cosas que Draco había calentado con un hechizo.

 

            Rato después, con un vaso de leche caliente en una mano y un pastelillo en la otra, Esther preguntó:

 

            -¿No vas a comer? Ya casi pasa la media hora.

 

            -No tengo hambre, me duele el vientre, tengo un cólico.

 

            -¿Qué comiste que te hizo daño?

 

            -No lo sé, pero ya llevo días así.

 

            -Ve a ver a un medimago.

 

            -Ni loco, ya tuve suficiente de eso.

 

 

 

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            -Pues si, definitivamente está trabajando para Thompson –exclamó Ernest viendo salir a Draco y a Esther a las cinco de la tarde- para ser un cuento ya se tardó mucho ¿no?... ¿Qué planeará entonces?

 

            -Cariño… mira, yo sé que… ven aquí –dijo Marie dudosa llamando a su marido, quien reticente se acercó a ella- perdimos a Lucy en la guerra y nunca podremos recuperarnos de eso… pero ya estoy harta de espiar a Draco Malfoy, de tener a los mortífagos metidos en nuestras vidas todo el tiempo quitándonos no solo a nuestra hija, sino también nuestra tranquilidad.

 

            -¿Cuál tranquilidad?... desde que Lucy se hizo auror nunca la tuvimos.

 

            -Pero ya estamos un poco mejor desde que… bueno… Ernest, me estas volviendo loca con Draco Malfoy, sé que es un mortífago que escapó de la justicia… o al menos eso creo, ya no estoy tan segura, pero…

 

            -¿Cómo que ya no estás segura, Marie?... ¡es un Malfoy!

 

            -Si, pero también he visto como llega puntualmente a trabajar en ese local apestoso, siempre con su hijo en brazos y para ser una pantalla de algún plan macabro, es demasiado; tú sabes que los empleados nunca le duran a Thompson por explotador y abusivo, a excepción de la pobre Esther, que en verdad necesita el trabajo y  de ese Malfoy, que ya pasó del mes trabajando ahí… ¿y si en verdad no tiene dinero?

 

            -Pues si ya no tiene, seguro es porque se lo dio todo al Wizengamot.

 

            -Pero para la fortuna que se veía que tenían, debería haberle quedado mucho para vivir como antes y no trabajar como  esclavo soportando al nefasto de Thompson.

 

            -¿Ahora lo defiendes? –dijo Ernest indignado.

 

            -Claro que no, pero me estresa que estés pegado a la vitrina a la hora de su entrada y a la hora de su salida.

 

            -Solo son unos minutos Marie, tampoco es para tanto.

 

            Marie solo exhaló un suspiro mientras negaba con la cabeza.

 

 

 

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            -Harry ¿Qué ha sucedido con el permiso para ver a mi padre? –pregunto Draco cuando Harry llegó esa tarde de trabajar.

 

            -Sigo en eso, la verdad es que están poniéndose muy difíciles.

 

            -Pero es mi padre ¿Cómo es que no me permiten verlo?

 

            -Son tonterías –dijo Sirius, quien también llegaba con Harry- ¿Cómo te fue el día de hoy?

 

            -Bien, gracias ¿y a usted?

 

            A Sirius no le pasó desapercibido ese “usted” y no “ustedes”; de hecho hacia días que se había dado cuenta que las cosas entre los chicos ya no eran igual desde que Draco comenzara a trabajar.

 

            -También me fue bien ¿ya comiste?

 

            -Si, dejé algo en la estufa –respondio Draco levantándose del sofá para ir a su habitación.

 

            Cuando estuvieron solos en la cocina, Sirius comenzó a servir dos platos de guisado.

 

            -¿Hasta cuándo vas a seguir siendo tan infantil, Harry?

 

            -Yo no soy infantil.

 

            -Por supuesto que lo eres, solo hay que ver como se tratan.

 

            -Bueno si… -aceptó el moreno tomando el plato que Sirius le ofrecía mientras se sentaba a la mesa- sé que estoy equivocado, ya lleva un mes y nada malo ha sucedido, pero la verdad es que no sé como acercarme de nuevo, siento que me va a dar una patada en el culo.

 

            -Pues bien merecida la tendrías.

 

            -Pero es que yo solo quería que nada malo le pasara… -respondio Harry cuchareando su comida- soy demasiado protector.

 

 

 

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