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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Notas del capitulo:

HOLIS HOLIS, YO DE NUEVO XD CON UNA NUEVA ENTREGA, BESOS!!!... AH!! Y TAMBIEN LES DESEO UN BONITO DIA DEL AMOR Y LA AMISTAD, QUE EN MI CASO, ES AMOR DE FAMILIA Y AMIGOS, PARA QUE NO PIENSEN QUE SOLO A LOS QUE TIENEN NOVIO O NOVIA, SE LES DESEA UN BONITO DIA, BYE!!

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            Ambos chicos se quedaron callados mientras el sanador terminaba de sacar sus papeles.

            -Bien, veamos… -comenzó diciendo el medimago viendo a Draco- mira, hace una semana te dije que los niveles de poción en tu organismo tenían por lo menos un mes de duración ¿verdad?

            -Sí.

            -Pues en  los análisis que realicé ayer en calidad de urgencia, indican que ya casi no hay ¿no has sentido alguna molestia últimamente?

            Draco se quedó helado al oír al señor Jackson y miró a Harry con un dejo de culpabilidad.

            -¿Qué sucede? –preguntó el moreno preocupado reconociendo al instante el gesto del chico.

            -Yo he tenido un pequeño dolor… en realidad no es muy fuerte pero…

            -¡¿Y no pensabas decirlo?! –estalló Harry haciendo suspirar con exasperación al medimago.

            -Harry, por favor, ahora no.

            -¡Pero es que no entiende!

            -No pensé que fuera algo grave –dijo Draco.

            -Es obvio que no piensas –exclamó Harry haciendo que el rubio lo mirara boquiabierto.

            -Basta de discusiones, necesito que me digas todo lo que sientes –intervino el señor Jackson.

            Lanzándole una mirada asesina a Harry, Draco se volvió al anciano.

            -Bueno… cuando no sabía que estaba esperando a Harry, tenía un ligero dolor en el vientre, algo así como un cólico; y ahora estoy sintiéndolo de nuevo.

            -¿Has estado sintiéndote muy cansado?

            -¿Cansado?... pues sí, algo.

            -¿Qué tanto?... necesito que seas sincero por favor.

            Draco apretó los labios, pues sabía que en cuanto dijera que se sentía mal, Harry prácticamente lo confinaría a su habitación; sin embargo también sabía que el asunto era serio.

            -Me agota el subir las escaleras… me sofoco.

            -¿Qué tal tu apetito?

            -No come –dijo Harry.

            -¡Me preguntó a mí!

            -Chicos…

            -¿Por qué todo lo que hago te parece mal? –Exclamó Draco poniéndose de pie- ¡me vigilas todo el tiempo y además me regañas por todo!

            -No es cierto.

            -¡Sí lo es!... “Draco come, Draco deja de trabajar, Draco no puedes cuidar al niño” –exclamó  el rubio simulando el tono de Harry.

            -¿Y no era verdad?

            Draco lo miró sin decir nada, pues se sentía como niño regañado sin un argumento válido para defenderse.

            -Yo puedo…

            -¿Cuidarme solo? –Completó Harry- ¿eso es lo que ibas a decir?

            Los dos jóvenes se miraron retadores por unos segundos, hasta que el rubio torció la boca y desvió la mirada hacia el medimago.

            -Quiero mi consulta solo, no quiero que…

            -¡Ah no! –Intervino Harry molesto- a mi no me dejas fuera.

            -¡Pero…!

            -¡Basta! –Gritó el medimago haciendo que los dos lo miraran perplejos- esto es muy serio ¿podrían discutir en otro momento?

            Draco inhaló profundo haciendo acopio de paciencia, al igual que el auror.

            -Bien, continúe –dijo Harry ya más tranquilo.

            -Lo de la poción me preocupa, ya estás anémico y estas debilitándote a niveles alarmantemente rápidos.

            -¿Y eso porque? –preguntó Draco.

            -No tengo idea, lo que sí sé con certeza es que debes tomar la poción hoy mismo.

            -¡No puede ser, debe estar bromeando!

            -Basta de remilgos Draco ¿podrías tomar esto en serio, por favor? –exclamó Harry exasperado.

            -Para ti es fácil decirlo, se ve que nunca la has probado, échate siquiera un traguito para que no hables a lo estúpido.

            -Es preocupante el porqué tu organismo la consumió tan rápido, pero lo que me interesa ahora es que la tomes, traje una dosis preparada –dijo el sanador sacando un recipiente de su maletín para espanto del rubio.

            Haciendo gestos de sufrimiento, Draco vio al señor Jackson destapar lo que parecía un termo y extendérselo.           

            -Toma.

            El rubio la tomó dejando caer los hombros con desaliento.

            -Tranquilo –dijo Harry sobándole cariñosamente la espalda.

            -¡Cállate! ¡No me trates como a un niño que no quiere tomar su medicina por puro capricho, toma un trago para que sepas de qué hablo!

            -¿Me haría daño tomar un trago? –preguntó Harry al medimago, el cual negó con la cabeza.

            -No lo creo, Draco tiene muchos hechizos encima, la poción solo es un complemento.

            -Bien –dijo Harry tomando el termo de mano de Draco, quien satisfecho espero a que el moreno diera el sorbo.

            Haciendo caso omiso al fuerte olor a amoniaco que la poción despedía, Harry se echó de lleno el líquido en la boca abriendo tremendos ojos al instante.

            -¡No la vayas a escupir! –exclamó Draco satisfecho al ver a Harry taparse la boca con desesperación.

            -¡Mgh!... ¡Dios…! –balbuceó el moreno dando arcadas después de beber el trago.

            -¿Y bien?... ¿es tan fácil como me decías?

            Harry se secó el sudor que le había mojado la frente y miró al rubio con ojos llorosos.

            -Sabe horrible… espantoso…

            -¿Ya ves que no soy yo? ¿Ya ves que no es tan fácil?

            Harry se tapó la boca con las manos sintiendo el amargo sabor de la poción persistir en su boca mientras su estomago emitía sospechosos gruñidos.

            -Tómala –dijo el medimago dirigiéndose a Draco mientras sacaba otros frasquitos de su maletín.

            Yendo por un recipiente y una toalla al baño, Draco regresó y se sentó en la cama con una pierna arriba mientras Harry lo veía en silencio tomar el termo y darle un trago a la peor asquerosidad que había probado en su vida.

            Después de casi una hora y con el rostro sudoroso, el rubio por fin termino, por lo que simplemente se acostó viendo al medimago en silencio.

            -Bien… -dijo éste poniendo la mano en la infinidad de frasquitos que había puesto en el tocador- estos serán tus nuevos medicamentos, pues tu presión arterial está subiendo de nuevo y la medicina que tenias antes no está dando resultado, también hay aquí otras pociones que deberás ingerir a la hora exacta que te marcaré en tu receta y en los mismos frascos para que no se te olviden.

            -Son muchos… -musitó Draco viendo casi diez frasquitos de diferentes colores.

            -Me temo que si, pues esta que ves aquí es para tus riñones pues…

            -Pare, pare… -interrumpió con cara de hastío- solo dije que eran muchos, no pregunté para que sirven, de todos modos tengo que tomarlos ¿no?

            -Dígame a mí para que es cada medicamento –exclamó Harry.

            -Sí, por lo pronto recomiendo mucho reposo, pues las pocas energías que tienes no debes desperdiciarlas.

            -¿Desperdiciarlas, cómo?... –dijo Draco molesto- ¿ocuparme de mi hijo o salir a la calle es desperdiciarlas?

            -Y debes comer –continuó el medimago sacando un pergamino mas con lo que Draco imaginó, una nueva dieta- estas deshidratado, te colocaré un suero.

            Cerrando los ojos contrariado, el rubio solo sintió el pinchazo en su mano cuando el sanador le colocó el dichoso suero.

            Dejándolo descansar, Harry y el medimago salieron de la habitación.

            -¿Cómo esta? Dígame la verdad.

            -Tranquilo, por lo pronto esta estable –respondio el medimago sacando mas hojas de una carpeta- toma, son los horarios de los medicamentos.

            -Ahora si explíqueme para que es cada uno.

            Media hora después, el medimago se despedía de Harry con un apretón de manos.

 

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            Cuando Sirius llegó a las 9:00 pm, encontró a Betsy en la sala jugando con el pequeño, quien riendo sujetaba una jirafa de plástico.

            -Amo Sirius, buenas noches.

            -¿Qué haces tú con Harry? –pregunto Sirius quitándose la chaqueta y dejándose caer en el otro sofá.

            -Lo cuido.

            -Eso ya lo sé, a lo que me refiero es que en donde están Harry y Draco.

            -El amo Draco está durmiendo y el amo Harry…

            -Aquí estoy –exclamo el moreno bajando las escaleras.

            -Tienes cara de muerto ¿te sientes mal? –dijo Sirius al verlo.

            -Nada grave –respondio Harry sentándose a su lado- solo me cargo una maldita diarrea y un dolor de estomago que no veas.

            -¿Pues qué comiste?

            -Nada, solo probé la poción “Conservatus” de Draco.

            -¿Y por qué hiciste eso?

            -Para demostrar que era más drama el que hacía, sin embargo…

            -Sin embargo…

            -Sirius, es lo más horrible y amargo que he probado en mi vida, esa cosa como que te agarra la lengua con su amargo sabor y es casi imposible dar el trago –dijo Harry alzando las cejas- y la verdad me sentí una mierda por como traté a Draco, con razón el pobre siempre sufre cuando tiene que tomarla, ahora lo admiro por eso, te lo juro.

            -Bueno, estas pagando las consecuencias ¿no?

            -Si, te juro que ya hasta me arde el culo de tanto ir al baño.

            Sirius estalló en carcajadas al ver la expresión de empacho de su ahijado.

            -Por cierto, Wright puso el grito en el cielo porque faltaste de nuevo.

            -Pues que se joda, es una de las cosas con las que tendrá que lidiar como jefe de aurores.

            -Mejor tomate tus vacaciones.

            -Si, ya lo había pensado, pero decidí hacerlo cuando el estado de Draco sea más avanzado.

            -Es lógico –exclamó Sirius alzándose de hombros- por cierto ¿ya le contaste sobre Kingston?

            -No, la verdad ya no quise agobiarlo más con eso.

            -¿Qué quieres decir?

            -Vino el señor Jackson y dice que Draco se está debilitando muy rápido.

            -¿Y sabe por qué? –preguntó el auror con gesto serio.

            -Aun no, pero cambio toda su medicación, el pobre tiene que tomar como diez medicinas ahora y descansar mucho; también por eso no le dije nada, esta tan cansado que no tiene deseos de poner un pie en la calle.

            Sirius pudo ver la preocupación en el rostro de su ahijado, por lo que palmeándole una pierna, le sonrió.

            -Tranquilo Harry, todo saldrá bien, Draco a fin de cuentas es un Black y resistirá todo lo que se le presente.

 

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            -¿Ya mejor? –preguntó Draco abrochándose la camisa de su pijama mientras Harry salía del baño después de haberse cepillado los dientes.

            -Si, ya no tengo diarrea… oye Draco, lamento haber sido tan insensible, nunca pensé que esa cosa supiera tan asqueroso… y pensar que ya van varias veces que te tomas eso.

            -Eso y más te mereces, pero bueno, al menos ya recibiste un poco de castigo –respondio el rubio metiéndose bajo las mantas siendo seguido por el auror, quien apagó la luz.

            -Ya no me duele –dijo Draco- creo que si necesitaba la poción.

            -Eres un necio, si algo te molesta, no te quedes callado.

            -Oye… -exclamó el rubio en tono juguetón mientras comenzaba a besarle el cuello- ya tengo más energía ¿lo hacemos?

            -Claro que no, no le he preguntado al señor Jackson pero ¿y si algo malo pasa por penetrarte?

            -¿Malo para quién? ¿Para mí o para el bebé? –exclamó Draco molesto dándose la vuelta.

            -Para los dos, por supuesto.

            -Dirás para tu hijo, porque a mí, si mal no recuerdo, no te importa mucho lastimarme.

            -Oye Draco, tenemos que hablar de eso –exclamó Harry sentándose y encendiendo la luz.

            -No quiero, tengo sueño.

            -Hablemos ya, es necesario; mira, lamento mucho lo que te hice esa noche, sé que no tengo justificación, pero tampoco puedo estarte pidiendo disculpas todo el tiempo, ni tú echándomelo en cara a cada rato, o lo dejamos atrás o no sé como solucionaremos esto.

            Draco se quedó callado después de que Harry terminara de hablar, pues sabía que el moreno tenía razón y que él se lo había recordado simplemente porque se había sentido rechazado en ese momento.

            -Lo siento… -musitó al fin sin volverse- no volverá a suceder.

            -No se trata de eso, mírame por favor.

            -No quiero –respondio Draco bajito.

            Harry reconoció en seguida el tono de voz, por lo que haciendo fuerza, lo tomó de los hombros y lo volteó dejándolo boca arriba tomándolo por sorpresa.

            -¿Por qué estas triste? –preguntó al ver los enormes ojos grises que lo miraban con sorpresa entre las gotas cristalinas que los anegaban.

            -No estoy triste.

            -Si te dije que no, es porque me importas demasiado y no quiero volver a lastimarte, no porque no desee hacerte el amor.

            -Ya suéltame –respondió Draco intentando soltarse inútilmente.

            -Ven acá –dijo Harry levantándolo y estrechándolo con fuerza- te amo demasiado que no quiero que ni te dé el aire.

            -¿E-en-tonces… porque me dijiste… q-que n-no? –balbuceó Draco odiándose por parecer una chiquilla de quince años rechazada por el novio.

            -Ya te dije… no seas tontito –respondio el moreno hablándole al oído para después darle un beso en la oreja y luego en el cuello haciéndolo estremecer.

            -N-no hagas eso…

            -¿Esto? –repitió Harry besándole un punto en particular que sabía muy bien causaba cosquillas en el rubio.

            -¡No! –exclamó Draco intentando liberarse mientras la risa pugnaba por salir.

            -¿Ni esto? –dijo el moreno repitiendo la acción una y otra vez hasta hacerlo reír a carcajadas.

            -Eres un bobo –dijo Draco cuando Harry por fin  lo dejó en paz.

            -Así me quieres ¿no? –respondio Harry con su rostro encima mirándolo intensamente.

            -No.

            -¿Quieres mas cosquillas?

            -¡No!

            -Entonces di la verdad o te arrestaré por mentirle a la autoridad.

            Después de jugar por unos minutos más, Harry apagó la luz y abrazó a Draco, quien sin decir nada, ocultó la cara en el cuello del auror embriagándose de su aroma y llenándose de él.

            -Dime que me quieres… -susurró Harry contra el cabello rubio.

            -Te quiero… -respondio Draco bostezando.

            -Dime que me amas.

            -Te amo.

            -Deberías decírmelo más a menudo y sin que yo te lo pida.

            -Se supone que el sensible y el que necesita mucho amor soy yo, Potter -respondio Draco a medio sueño- así que déjame dormir.

            Y lo único que Harry escuchó  a continuación, fue la respiración acompasada del chico que tenía entre sus brazos, y sonriendo se acomodó también y cerró los ojos.

           

 

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            Al día siguiente, cuando Draco quedó solo, se levantó sintiéndose mucho mejor, sin contar por supuesto, las ya acostumbradas nauseas.

            -Creo que hasta tengo hambre.

            -¿Desea un buen desayuno, amo? –preguntó Betsy viéndolo secarse el cabello con una toalla.

            -No es para tanto, con el desayuno marcado por el señor Jackson estará bien, intentaré comer lo que pueda.

            -Amo Draco… -exclamó Betsy un tanto temerosa- ¿está usted enfermo?

            Por un instante, Draco se sintió tentado a ordenarle darse de topes en la pared por entrometida.

            -Sin embargo, se supone que ahora soy buena persona –pensó suspirando- veras Betsy, sí estoy enfermo, pero también tengo algo que no es propiamente una enfermedad.

            -No entiendo, perdón –exclamó la criaturilla con aflicción.

            -Mira, sé que es algo increíble lo que te diré, pero estoy esperando un bebé.

            -¿Un bebé?... ¿y cuándo llegará, quiere que prepare una cena?

            -No me visitará –respondio el rubio rodando los ojos- tendré un bebé, mira… hay un bebé aquí –añadió señalándose el vientre.

            Betsy lo miró abriendo tremendos ojos.

            -Sé que no es normal, pero el señor Tenebroso me hechizó y ahora puedo engendrar bebés, de hecho, Harry no nació de una mujer, sino de mí, él creció aquí –añadió señalándose de nuevo el vientre.

            -¡Vaya! –Dijo la elfina impresionada- ¡el amo Draco es como una mujer!

            -¡No soy como una mujer!

            -¡Perdón, perdón! ¡Betsy es una torpe, perdón amo Draco! –exclamó Betsy postrándose en el piso.

            -Levántate ya, pero no vuelvas a decir esas estupideces ¿quedó claro?

            -El amo Draco es generoso.

            -Ve a preparar mi desayuno.

            -A la orden, amo.

           

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            A las 10:00 am, con el pequeño Harry bañado y desayunado también, Draco se preparaba para salir.

            -¿Vamos a salir, amo Draco?

            -Ajá, como no puedo cargar a Harry por mucho tiempo, vamos a comprar una carreola.

            -¡Oh, esa es una buena idea, amo Draco!

            -Si, vámonos.

 

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            -Es coche  de aluminio, diseño nuevo, incluye porta bebe con base para auto muggle, tres posiciones de reclinado, asiento desmontable y sirve como moisés, se puede poner de los dos lados, mirando hacia adelante o para atrás, tanto el asiento como el porta bebe, ruedas traseras grandes montadas sobre rulemanes, se pliega súper compacto -exclamó la vendedora a Draco cuando éste revisó la octava carreola- y el precio es inmejorable.

            -Por el precio no se preocupe, mi hijo merece lo mejor –respondio Draco sacando su tarjeta dorada- me llevo esta.

            -Felicidades señor, tenemos en tres colores.

            -Me gusta esta.

            -¿Desea que se la envía a su casa?

            -No, la usaré en este momento.

            -Con gusto, en seguida le explico el mecanismo.

            -Gracias.

            Media hora después, Draco salía con una flamante carreola de color amarillo y blanco con un sonriente bebé como pasajero.

            -¡Es muy bonita, amo Draco! –dijo Betsy dando saltitos a su lado- con esto ya no habrá peligro de que el amito Harry se le caiga al suelo.

            -Exacto, esa es la finalidad –respondio el rubio empujando su carreola con el bebé mirando hacia él.

            Caminaron tranquilamente por la acera mirando los aparadores deteniéndose en una pastelería.

            -¿Llevamos algo para la merienda? –Dijo Draco viendo unos llamativos biscochos- a Harry le encantan los de chocolate con fresas.

            -El amo Harry es muy goloso.

            -Si ¿verdad? Le va a crecer la barriga.

            -Pero se pone muy feliz cuando el amo Draco prepara algo especialmente para él.

            -Si –respondio Draco sonriendo al recordar la expresión de bobo del auror cuando él le preparaba algo en especial- llevemos algunos.

            Cuando salieron, continuaron su tranquilo paseo hasta que se detuvieron nuevamente en un pequeño puesto de café.

            -¿Quieres algo, Betsy?

            -¿Yo?.... eee… no sé –balbuceó confundida la elfina al verse cuestionada sobre algo que no era una orden.

            -¿Te gustan las malteadas?

            -Nunca las he probado, amo –respondio Betsy contrita.

            -Bueno, pues te gustaran, ¿de qué sabor la quieres?

            -Yo… yo…

            -¡Elije rápido que no soy tan buena persona!

            -¡Vainilla!

            -Bien –refunfuñó el rubio haciendo acopio de paciencia- deme una malteada de vainilla y un café por favor- dijo al vendedor, quien en seguida puso manos a la orden.

            Cinco minutos después, Betsy pelaba tremendos ojos al probar por primera vez en su vida, una malteada de vainilla.

            -¡Es deliciosa!... ¡gracias amo Draco!

            -Por nada.

            -¿Y cómo esta su café?

            -Muy bueno –respondio Draco recargado en la pequeña barra del puesto bebiendo su café.

            -¡Vaya!... ¿pero a quien tenemos aquí?... a la ramera del que no debía ser nombrado.

            Al principio, Draco no había puesto atención a la voz que se escuchó muy cerca de él, sin embargo al oír las últimas palabras, de inmediato supo que se referían a él.

            -¿Es cierto que estas preñado de nuevo? –preguntó un hombre arrojando frente a él un ejemplar del diario “El Profeta” con unas enormes letras en la primera página que decían:

            El ex convicto Draco Malfoy, hijo del que fue la mano derecha del que no debía ser nombrado, parece ser que de nueva cuenta está gestando el producto de una relación con alguien desconocido, que no nos sorprendería en lo absoluto, se tratara de algún mortífago; tal parece ser que el plan del que alguna vez fue llamado el mago oscuro más tenebroso de todos los tiempos, está dando frutos en uno de sus más fieles colaboradores; solo resta esperar que reacción tiene el ministerio y el Wizengamot, que recordemos, se encargaron de liberarlo”

 

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