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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -Bueno, llegó con la presión arterial muy alta y la nariz rota –respondio el medimago alzándose de hombros- intenté arreglarle la nariz con un simple hechizo, pero…

            -¿La nariz, de que habla?

            -La tenia rota, ya le dije.

            -¿Y le aplicó un hechizo? –preguntó Sirius atónito.

            -Si, pero sus signos vitales decayeron, así que le deje la nariz así, pues el hechizo no le hizo efecto.

            Sirius miró hacia la cama y se horrorizo con lo que vio, pues el pómulo del rubio estaba morado y su nariz estaba chueca e inflamada con un parche encima.

            -¿¡Que rayos le sucedió?!

            -¿Y yo que sé?... así llegó, pero a pesar de los medicamentos, su presión sanguínea sigue inestable, no logro estabilizarlo.

            -Tiene que llamar al medimago Andrew Jackson, el es su sanador de cabecera, él puede…

            -¡Ah no! –Interrumpió el hombre con cierto aire prepotente- ese medimago está fuera de este caso, él no puede acercarse a este paciente.

            -¿¡Porque?!

            -Recibí un aviso del jefe de aurores Phillipe Wright; ese sanador ocultó información básica de este paciente, así que no tiene ningún derecho a acercarse de nuevo.

            -¡Pero él es el indicado para atenderlo, usted lo está matando! ¿¡Que no se da cuenta?!

            -¿Usted que se mete ultimadamente? Es mas ¿usted esta designado a este caso? Porque el que está al frente de esto es el auror William Lance, el auror que esta allá afuera.

            -Eso a usted no le interesa, debe llamar al sanador Jackson.

            -Tráeme poción “Reparahuesos” –dijo el sanador a la enfermera, quien solo asintió con la cabeza mientras se dirigía a la puerta.

            -¡No pretenderá darle poción “Reparahuesos!

            -En cuanto despierte le daré un poco.

            -¡No puede darle eso, él esta… esta…!

            -¿Preñado otra vez? –Completo el sanador con una sonrisa socarrona- lo sé.

            Sirius se quedó perplejo ante lo que dijo el hombre mientras éste sacaba algo de un mueble y se lo enseñaba.

            -¿Qué demonios…? –musitó Sirius viendo con ojos muy abiertos, el diario “El Profeta” anunciando el nuevo estado de Draco.

            -Así que si me disculpa, tengo trabajo –exclamó el hombre frotándose las manos.

            Sirius se dio cuenta horrorizado, que aquel hombrecillo ignorante no se estaba comportando como sanador, sino como un idiota que acaba de encontrarse con algo que en su vida iba a volver a ver y que no perdería oportunidad de hurgar.

            -No debe darle esa  poción, eso daña al bebé, debería saberlo –dijo entre dientes.

            -Pero él no es una mujer.

            -¡Pero daña al bebé!

            -Sera mejor que salga de aquí, usted está interfiriendo con el tratamiento.

            -Bien, me voy, pero le advierto que si usted le da esa poción, yo mismo lo buscare y le romperé todos los malditos huesos ¿entendió, estúpido hijo de puta?

            -¿Y se dice auror? –Respondio el sanador sin amilanarse- vaya con la gente que nos cuida.

            -No, no le estoy hablando como auror, soy tio del chico, así que si algo le pasa, se las verá conmigo –concluyó Sirius dándose vuelta y saliendo de ahí llevándose el diario.

 

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            Cuando dieron las 7:00 am en punto, Harry volvió a tocar la puerta siendo de nueva cuenta atendido por la mujer mal encarada.

            -Pase.

            -Durante el día de ayer llego un bebé con el nombre de…

            Harry se quedó a media frase al darse cuenta de que el pequeño ni siquiera estaba registrado.

            -¿Con el nombre de…? –preguntó la mujer tras su escritorio mientras sacaba una enorme carpeta y la abría.

            -El bebé es hijo de Draco Malfoy.

            -mmm... déjeme ver… -respondio la mujer de mala gana- si, ayer llego un menor con esa referencia ¿y?

            -Pues que vengo por él.

            -¿Y usted quien es, aparte de ser Harry Potter? Porque si no es un familiar directo no puede llevárselo, porque tengo entendido que el padre no delegó un tutor, por lo tanto el menor se queda pues el padre pierde su capacidad jurídica para nombrarlo ahora que está preso.

            -Tengo entendido que solo fue arrestado, así que…

            -Es lo mismo, el menor no puede salir y si usted cree que solo porque es Harry Potter puede hacer lo que quiera, está usted muy equivocado.

            Harry se había quedado boquiabierto, pues a pesar de ser auror, no estaba familiarizado con leyes familiares.

            -¡Eso no pasa en el mundo muggle, eso es absurdo! –exclamó poniendo las manos en el escritorio.

            -Usted ya lo dijo, nuestras leyes son diferentes, a nosotros si nos importa que un menor no caiga en manos de cualquiera.

            -¡Yo no soy cualquiera, yo soy su padre!

            -Pues demuéstrelo –dijo la mujer cerrando la carpeta.

            -Bien –respondio  enderezándose.

            -La señora Dolores Umbridge me advirtió que usted vendría con esa actitud tan arrogante.

            -¿Y esa tipa que tiene que ver en esto? –exclamó  sorprendido.

            -Me explicó que ese mortífago pidió verlo a usted cuando lo arrestaron por atacar a gente inocente en la calle y francamente quede muy decepcionada, pues nunca imaginé que alguien como Harry Potter se mezclaría con gente de esa calaña… y pensar que yo lo admiraba.

            -Pues su admiración se la puede meter por el culo; vendré con los documentos necesarios para que me entregue a mi hijo, así tenga que pasar aquí la maldita noche –concluyó Harry dándose la vuelta.

            Cuando quedó sola, la mujer se dirigió a la chimenea para conversar urgentemente con alguien.

            -Buenos días, Sonia.

            -Dolores, te hice el favor que me pediste, pero la verdad ya me dio nervios, pues no es cierto que no podemos entregar al menor, pues su padre solo fue arrestado.

            -¿Harry Potter te ladró y ya te asustaste?

            -Dolores, el que hayamos ido juntas al colegio, no significa que puedes abusar de nuestra amistad.

            -No seas exagerada, todo esto lo hago porque no es justo que ese mortífago se salga con la suya, además aun sigo impactada de que Potter este enredado con “ese”… es verdad que es un poco idiota el pobre, pero nunca imaginé que tanto ¡imagínate caer en las redes de un mortífago!

            -Pues no se veía para nada idiota cuando me hablo hace un momento, dijo que traería los papeles que lo ameritan como tutor.

            -Pues si es así, retarda el momento lo más que puedas.

            -Pero…

            -Anda Sonia, recuerda que yo puedo recomendar a tu marido para un nuevo puesto –dijo Dolores con actitud dulzona.

            -Bien… pero cualquier problema te llamo ¿de acuerdo?

            -Lo que digas, querida.

            -Nos vemos.

            -Adiós... –respondio Umbridge terminando su taza de té- Si me apresuro a que condenen a ese mortífago por ataque agravado y por una nueva conspiración por la “cosa” que espera, puedo retardar el momento de entregar al espécimen Z421 a Potter y con el tiempo, tal vez lograr que quede en custodia del Departamento  del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.

 

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            Cuando Arthur vio a Harry entrar como tromba a su oficina, casi se cae de la silla.

            -¡Harry!... buenos días.

            -Señor Weasley, necesito su ayuda –declaró Harry sentándose en la orilla de la silla.

            -Si, claro ¿qué sucede?

            -Necesito adoptar a Harry, ya.

            -¿Adoptar a Harry?

            -Si.

            -Bueno, eso lo entiendo ¿pero porque recurres a mi? Yo no soy de ese departamento.

            -Lo sé, pero usted tiene amigos y sobre todo, tiempo.

            -Harry, explícate por favor, no entiendo nada.

            -Draco fue arrestado.

            -¿¡Qué?!... ¿¡Pero cómo, porque?!

            -Eso aun no lo sé, lo que apremia ahora es que llevaba a Harry y se lo quitaron, ahora no me permiten verlo y dicen que quedará en manos de Servicios Infantiles por no tener un tutor legal.

            -¿No lo tiene? –exclamó Arthur sorprendido.

            -No, la verdad nos descuidamos en eso, pero no tiene caso lamentarnos, el caso es que necesito adoptarlo para recuperarlo y que esa perra de Umbridge no se lo quede.

            -¿Y qué tiene que ver ella en esto?

            -Aun no lo sé, pero esto apremia.

            -¿Y yo en que puedo ayudarte?

            -Necesito que haga por mí todo el papeleo, pues si yo me ocupo de eso, será muy sospechoso que no me aparezca en todo el día.

            -Pero eso lleva semanas Harry, será muy difícil.

            -Por eso recurro a usted, tiene amigos que pueden ayudar.

            -¡¿Pero en un día?! ¡Es una locura!

            -Eso no es todo, necesito que la fecha de adopción sea de hace un mes.

            -¡Harry eso es imposible, por mas amigos que tenga, yo no…!

            -Tome –interrumpió  poniendo una bolsa en el escritorio.

            -¿Dinero?

            -Ajá, para que compre los favores que necesite comprar.

            -Harry…

            -Por favor, lo necesito.

            -Harry no tienes que suplicar, claro que te ayudare, solo que se me hace algo muy difícil de lograr, aunque con esto hay muchas posibilidades-respondio Arthur tomando la bolsa- con esto espero lograrlo, ya sabes como reza un dicho muggle… “con dinero baila el perro”… y sin dinero, como perro.

            -Gracias –dijo Harry aliviado.

            -¿Y Draco como se encuentra?

            -No lo sé, está en el hospital –respondio el auror tornándose sombrío.

            -¿El bebé se encuentra bien? –preguntó Arthur preocupado.

            -Ya le dije, no me dejan verlo.

            -No hablo de ese bebé, sino del otro.

            Harry levantó la mirada atónito para ver al buen hombre que lo miraba comprensivo.

            -¿Cómo…? ¿Cómo sabe de…?

            -¿Acaso no sabes que esto ya es público? –preguntó Arthur extrañado.

            -¿Publico?... ¿de qué rayos habla? ¡Es un secreto!

            Arthur no dijo nada, simplemente abrió un cajón y sacó un diario poniéndoselo en frente al moreno, quien con ambas manos lo tomo leyendo estupefacto el gran titular.

            -Nosotros pensamos que si no nos lo habías dicho, era por algún motivo importante, pero también intuimos que si el diario daba la noticia antes que tú, debía ser por algún periodista entrometido o algo así; así que mejor no te comentamos nada , decidimos esperar a que tu decidieras contárnoslo, aunque claro, esto ya no es ningún secreto.

            Harry no terminaba de asimilar aquel impacto, por lo que Arthur se levantó para sentarse en su escritorio, casi frente a él.

            -Harry… sé que todo esto es muy confuso, pero mantén la cabeza fría y ocúpate de lo importante, después resolverás esto.

            -Sí, tiene razón… -respondio Harry dejando el diario en el escritorio- averiguaré como esta Draco y enseguida iré al departamento de servicios infantiles en espera” de ser atendido –añadió haciendo comillas con las manos- imagino que me tendrán ahí todo el día nada más para molestarme, pero eso me servirá para que usted tenga tiempo de moverse… lamento si le quito este día de trabajo, prometo compensarlo.

            -No tienes que hacer eso, lo hago con mucho gusto, ahora me voy, que si queremos que esto esté para hoy, debo moverme ya.

            -Gracias.

 

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            El señor Jackson bajó atándose su bata de dormir ante el insistente llamado de la red flú para que alguien pudiese entrar por ahí.

            -¿Qué sucede, Draco se puso mal? –preguntó al ver que se trataba de Sirius y dándole permiso de entrar.

            -¿Quiere explicarme cómo demonios sucedió esto? –preguntó el auror arrojándole el diario al pecho.

            -No fui yo quien les dijo –respondió el medimago después de leer- y ayer no siquiera leí el diario, así que no sabía que esto ya fuese público.

            -¿Y cómo demonios supieron entonces?

            -No lo sé ¿solo a esto vino, señor Black?

            -No… -respondio Sirius pasándose una mano por le negra melena- lo siento, estoy muy nervioso y exaltado.

            -Puedo darme cuenta, siéntese por favor.

            -No hay tiempo, Draco está arrestado, aun no sabemos bien como está el asunto, el caso es que en este momento está en el hospital bajo el cuidado de un completo imbécil.

            -Voy a cambiarme –dijo el sanador dejando el diario en la mesita de centro y dirigiéndose a las escaleras.

            -Espere, ese medimago dijo que usted estaba fuera del caso y que tenía una orden de restricción, no podrá acercarse a Draco.

            -¿¡Y quien dijo eso?!

            -Me parece que mi nuevo jefe.

            -¡Eso es una soberana estupidez, no conoce su situación médica!

            -Ya le aplicaron un hechizo.

            -¡Dios!

            -Vaya al hospital, yo me ocupare de la orden de restricción.

            -¡Dese prisa, yo iré en unos minutos! –concluyó el señor Jackson desapareciendo por las escaleras.

            Sirius salió por la chimenea pronunciando su cuartel.

 

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            Cuando el sanador llegó a San Mungo, se encontró a Harry llegando también en ese momento.

            -¡Harry!

            -Señor Jackson ¿Sirius lo llamó? –pregunto Harry subiendo al ascensor.

            -Si, dice que lo está atendiendo un estúpido y que tengo una orden de restricción.

            -¿Una orden?... ¿de quién? –respondio Harry perplejo.

            -De tu jefe, me parece.

            -No puede ser… -masculló el auror saliendo del ascensor casi corriendo hasta llegar a la habitación.

            -¿A dónde, Potter? –exclamó Lance viéndolo pasar frente a él y tomar la perilla de la habitación.

            -¿No lo ves? Voy a entrar.

            -¿Y a cuenta de qué? no estás designado a este caso –dijo Lance poniéndose de pie e impidiendo que Harry abriera la puerta.

            -Quítate.

            -Tienes mucho interés en este tipo… ¿Por qué? –exclamó el auror viendo a Harry inquisitivamente- ¡oh por Merlín! –Dijo abriendo mucho los ojos- ¿tú lo preñaste?

            Harry se quedó callado mientras miraba con evidente desprecio al auror.

            -Estas bromeando –dijo Jimmy, el otro auror que custodiaba la habitación de Draco.

            -No, no bromeo… -dijo Lance sonriendo incrédulo aun- por eso tanto interés de Black… vaya, vaya… por lo visto la pasaron muy bien esos meses de encierro ¿eh?

            -Cállate –masculló Harry.

            -Vaya trabajo el tuyo… -continúo Lance a pesar de la advertencia de Harry- meses y meses encerrado con tu perrita en celo.

            -Cállate, infeliz.

            -Dime algo ¿se lo rolaban entre los tres?... seguro que si, a ese mortífago se ve que le encanta la vida de puta.

            -¡Bastardo! –gritó Harry echándosele encima.

            La gresca se hizo en pleno pasillo mientras el viejo medimago y el otro auror intentaban separarlos.

            -¡Harry, basta, no compliques más las cosas! –gritó el sanador cuando al fin lograron sepáralos con ayuda de algunos que pasaban por ahí.

            -¡Te arrepentirás de esto, Potter! –dijo Lance con la nariz sangrando mientras Jimmy lo sujetaba por detrás.

            Harry no dijo nada, estaba demasiado enfurecido para pensar en algún insulto siquiera, por lo que simplemente se soltó con fuerza y se dio la vuelta para alejarse de ahí siendo seguido por el sanador.

            -Lo mataré, juro que lo mataré… -mascullo el moreno mientras se acomodaba la chaqueta.

            -Creo que no queda más que esperar al señor Black, pues  será prácticamente imposible que yo logre poner un pie adentro de esa habitación –dijo el señor Jackson mientras intentaba seguirle el paso al auror.

 

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            -¡Esta orden es absurda, terminará matándolo! ¿¡Que no se da cuenta?! –exclamó Sirius frente al escritorio de su jefe.

            -Ese sanador ocultó información relevante de ese hombre ¿te imaginas las implicaciones de esto en la vida de la comunidad mágica?

            -¿De qué rayos habla?

            -La gente comenzara a temer de nuevo, la tranquilidad que se había logrado, se verá perturbada; el temor resurgirá.

            -El temor se lo pueden meter por el fundillo, ese chico está empeorando en manos de ese sanador imbécil.

            -Lo estas defendiendo mucho ¿no te parece? –exclamó Wright entrecerrando los ojos.

            -Pues es mi sobrino ¿Qué esperaba?

            Wright abrió la boca sorprendido, pues aunque era conocido el linaje de Sirius como perteneciente a la familia Black, nunca le pasó por la cabeza relacionarlo con el chico Malfoy.

            -¡Por todos los cielos, es verdad! Narcisa Malfoy era una Black.

            -¿Y se dice auror?

            -Cuidado con lo que dices.

            -No hay razón para que le impida a su sanador de cabecera que lo vea, el señor Jackson no ha cometido ninguna irregularidad en este caso.

            -¿Entonces porque no se sabía que Malfoy podía engendrar otra vez?

            -¿Y usted como sabe que no lo dijo?... ¿acaso ya leyó su expediente médico? O solo se dejó llevar por los absurdos razonamientos de Lance.

            -Ya averigüé, Sirius, no me creas tan estúpido –respondio Wright ya muy cabreado por la actitud de Sirius.

            -Como sea –respondio el último de los Black alzándose de hombros- si quiere que esto llegue hasta las últimas consecuencias, así será.

            -No me asustas.

            -Pues debería –concluyó Sirius saliendo de ahí.

 

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            Mientras Harry daba vueltas como león enjaulado, el señor Jackson se levanto diciendo:

            -Ahora vengo.

            -¿A dónde va?

            -Necesitaré asistencia, así que en lo que llega el señor Black, voy a buscar a la persona indicada.

 

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            -¡Dolores, Harry Potter sigue aquí y ya es medio día! –exclamó nerviosa la mujer del albergue a través de la red flú.

            -Pues que siga ahí –respondio Umbridge harta ya de la mujer- mi jefe está tratando de que el ministro lo reciba, pero el muy cretino dice estar ocupado.

            -¿Y qué hago entonces?

            -¡Ya te dije, deja de joder!

            -¡Pero Dolores…!

            -Adiós –concluyó Umbridge cerrando la comunicación de la chimenea haciendo que el rostro de la mujer desapareciera de entre las llamas.

 

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            -¿Qué sucede, Sirius? –preguntó el ministro viendo entrar al auror- mira que solo te recibo porque te debo una, pero hoy han estado molestándome Keller y Umbridge toda la mañana y me he negado a recibirles solo porque imagino que vienen a hablarme de alguna tontería y yo tengo mucho trabajo, así que habla ya.

            -Draco Malfoy fue arrestado.

            -¿Arrestado, pues que hizo? –pregunto Kingsley sorprendido.

            -Eso aun no se aclara, pero el punto aquí es que…

            -Ah sí –interrumpió Kingsley- lo leí ayer.

            -Pues entonces sabe que esta delicado de salud.

            -Sí, lo sé.

            -Ya está ingresado en San Mungo y esta atendiéndolo un estúpido que se dice sanador, pero que sin embargo esta empeorándolo; pero el señor Jackson no puede acercarse porque Wright expidió una orden de restricción alegando que ocultó información importante sobre que Malfoy podía engendrar otra vez.

            -Pues es verdad –respondio Kingsley sorprendiendo al auror- mira, yo no he leído el expediente médico de Draco Malfoy, pero si es verdad que eso no está ahí, su sanador debió decirlo y no ocultar eso.

            Sirius simplemente apretó los puños mientras su rostro se ponía rojo.

            -No obstante… -continuo el ministro viendo a su auror a punto del colapso- eso no implica que no pueda atenderlo, pues como un caso clínico excepcional, él es el único capacitado para tratarlo.

            Sirius cerró los ojos aliviado abriéndolos cuando el ministro continuó hablando.

 

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