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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Notas del capitulo: ¡¡¡¡Hola a todos, mis queridos amigos amantes del lemmon!!!... aquí Orseth dando señales de vida jeje... ya antes de que me lancen tremendos crucios cibernéticos, déjenme explicarles el motivo de mi ausencia... primero fue la flojera de la época navideña, después la locura de compras de regalos, después la lectura de un libro de vampiros que atrapo mi imaginación ya sabrán como muajajaja!!!... y para finalizar, tener que pasar a Word todo lo escrito en papel, que horrooooooooooooor!!!... y es que quienes escriben estarán de acuerdo que eso es lo peor... pero bueno, aquí estoy de regreso esperando compensarlos con doble capitulo XD... también mil disculpas por haber tardado tanto en contestar sus lindos mensajes, ¿Qué haría yo sin ellos? Y es que ni tiempo de prender mi PC me daba, en fin... lo hice pidiendo mil perdones =P.... de nuevo gracias a todos y todas por seguir conmigo, les deseo, ya no una feliz navidad porque ya pasó, pero si un año nuevo lleno de bendiciones, salud y trabajo, con eso ya estamos de gane, porque como le digo a Dios: “no me regales el dinero, solo ponme donde hay” XD... de lo demás yo me encargo jajaja... ¿cierto?... bueno, muchas alegrías para todos, y toooda la felicidad del mundo.
Para terminar, felicito (aunque sea un poco tarde, a mi queridísimo amigo Iván, (es mi paisano) que cumplió añitos en Diciembre... “te felicito, querido navi, y deseo lo mejor del mundo para ti, te quiero mucho”
CAPITULO 6

-Hola, me llamo Roger... Roger McGregor...
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-Me importa una mierda si eres el mismísimo señor Tenebroso disfrazado de idiota –respondió Draco sin siquiera mirar la mano extendida del joven-, ¿quieres que haga alguna entrega?
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-No...
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-Entonces lárgate –respondió Draco cerrándole la puerta en la nariz y regresando a su cama.
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Los toquidos nuevamente se dejaron oír haciendo a Draco apretar los labios mientras se volvía a acostar.
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-¡largo!
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-¡Lo siento, pero necesito hablar contigo! –exclamó el chico a voz en cuello.
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-¡Carajo! –murmuró Draco poniéndose la almohada en la cara.
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-¡Por favor! –insistió Roger tocando nuevamente.
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-¡Deja de fregar!
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-¡En verdad lo lamento pero necesito que hablemos!
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Aventando la almohada, Draco se levantó para abrir la puerta de un tirón sobresaltando al chico.
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-Lo lamento, me llamo...
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-Ya lo dijiste –interrumpió Draco mirándolo fijamente-, ahora di lo que tengas que decir y lárgate.
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Solo que esta vez Roger no se amilanó ante la actitud agresiva de Draco, sino que simplemente preguntó:
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-¿Puedo pasar?
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-No
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-Es necesario.
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-Mira... –dijo Draco haciendo un evidente acopio de paciencia- No voy...
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-Es sobre tu madre –exclamó Roger provocando que Draco lo mirara fijamente.
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-¿Sobre...?
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-Si –completó Roger entrando a la habitación y cerrando la puerta tras de sí sin que Draco intentara impedirlo.
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-¿Qué sabes sobre ella, está bien? –preguntó ansiosamente el chico rubio.
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-Yo... –respondió Roger como buscando las palabras correctas- soy medimago.
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-¿Significa eso que está enferma?
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-Veras...
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-Habla de una maldita vez –exclamó Draco sintiendo que una terrible angustia le atenazaba el pecho.
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-Ella murió –dijo Roger con voz suave, como tratando de aminorar el impacto a sabiendas de que eso era imposible.
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Draco no dijo nada, simplemente lo miró frunciendo el ceño, como si las palabras pronunciadas por el joven medimago las hubiese dicho en otro idioma.
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-Fue una neumonía fulminante y mal atendida... cuando llegó a mi ya no pude hacer nada...
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-Es que no entiendo... yo... no te entendí... –balbuceó Draco parpadeando varias veces- ¿Cómo esta ella?
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Roger entrecerró los ojos al ver el pálido rostro de Draco mientras balbuceaba palabras confusas.
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-Draco...
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-¿Cómo esta?... dime...
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-Ella murió –volvió a decir Roger poniéndole las manos en los hombros.
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-Ella... ella vino a visitarme... bailamos ¿sabes?... –exclamó Draco gesticulando exageradamente con las manos- le encanta bailar...
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-Baila muy bien ¿verdad? –dijo Roger empujándolo hacia la cama hasta sentarlo en ella.
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-Ella... ella no vestía como antes, pero aun así es muy bonita...
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-Si, tiene unos ojos azules muy hermosos.
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-Si, sus ojos son muy expresivos... ¿va a venir a verme de nuevo?
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-Mírame... –dijo Roger sentándose en cuclillas frente a él y poniéndole las manos en las rodillas- tu madre es muy hermosa, pero ya no está aquí... ella se ha ido.
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-¡No! –exclamó Draco poniéndose de pie- ¡no entiendo lo que dices!
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-Si me entiendes... –dijo Roger poniéndose de pie y poniéndole las manos en los hombros.
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-¡No, sal de aquí! –exclamó Draco dándole un empujón en el pecho seguido de varios mas, a lo que Roger respondió metiendo la mano en su bolsillo.
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-¡Mira!
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Draco clavó los ojos en la mano extendida de Roger sintiendo que la respiración se le cortaba al ver lo que estaba ahí, para después con titubeantes dedos tomar el pequeño anillo que refulgía.
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-Esto... esto... –exclamó Draco mirando la sortija de matrimonio de su madre; un anillo de oro blanco con un solitario incrustado; hermoso y sencillo como lo era su madre solía decir su padre- esto es... ¿Cómo es que lo tienes tu? –preguntó mirándolo a los ojos.
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-Ya te lo dije –respondió Roger-, lo lamento de verdad.
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-¡Largo de aquí! -dijo Draco cambiando de expresión radicalmente de sorprendido y confuso a serio e inexpresivo.
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-Pero...
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-Fuera –dijo Draco dándole un último empujón y cerrándole la puerta en la cara recargándose después de espaldas en ella mirando al frente mientras oprimía con fuerza su puño y aspiraba aire exhalándolo después lentamente.
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-Tú... tu... –murmuró entonces- vendrás a verme... y bailaremos de nuevo.
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Y se quedó de pie por mucho rato, simplemente pensando en nada... simplemente con la mente en blanco; después fue a sentarse, abrió el cajón de su pequeño mueble arrojando dentro el anillo y cerrándolo de golpe; luego tomó un libro y recostándose en la cama se puso a leer; llegada la hora de la comida salió de la habitación encontrándose con Roger recargado en la pared con los brazos cruzados, quien al verlo se enderezo rápidamente.
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-¿Cómo te sientes? –preguntó con expresión preocupada.
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-Quítate estorbo –respondió Draco esquivándolo; Roger lo siguió y se sentó a la mesa junto a los demás:
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Draco comió como si nada y después se levantó para encerrarse de nuevo en su habitación; pasó una semana con la misma rutina, solo que Roger ya no lo esperaba a la salida de su habitación, ahora solo aparecía a la hora de los alimentos, sin hacer el intento de hablarle siquiera.
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Los días siguientes se sucedieron con normalidad, al menos con la normalidad con que veía su vida desde hacía años, iba y venía entregando cartas y documentos, un mes completo en donde su rutina era la misma que el mes anterior, y todos los meses anteriores a ese; en el par de ocasiones que Roger intento hablarle fue ignorado por completo como si el simple aire le hablara; había ocasiones en que una opresión en el pecho le despertaba a media siesta o a mitad de la noche, por lo que consiguió una poción para dormir, lo que le funciono durante un par de semanas.
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-Creo que estoy cansado de tanta entrega... –pensó una mañana mientras miraba en el espejo las profundas ojeras que se le habían formado- aunque dudo que me den vacaciones, el estrés de que me pesquen está acabando con mi sueño, esa poción ya no me sirve, tendré que buscar otra más efectiva.
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Y aunque se había quejado consigo mismo de que el trabajo no lo dejaba descansar, irónicamente había comenzado a trabajar más, ofreciéndose a redactar informes de los cuales no recordaba una sola palabra al terminar, los entregaba inmediatamente así fuera media noche y regresa inmediatamente a la casona.
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-Vaya... –dijo Greyback al verlo llegar una noche con expresión agotada- el pequeño Malfoy esta aplicándose... ¿será que acaso intenta olvidar que su madre esta...?
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-Váyase al diablo –interrumpió Draco subiendo de dos en dos los escalones.
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Cerró la puerta con fuerza mientras arrojaba su capa de viaje a la silla murmurando entre dientes.

-Ese idiota... me tiene harto... –Y encendiendo su radio, se dio un duchazo y se metió a la cama en donde después de dar muchas vueltas, finalmente se quedó dormido.
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La suave melodía de un hermoso vals se dejó escuchar mientras la risa de Narcisa se dejaba oír con la claridad y alegría de una fresca cascada; Draco rio también al tiempo que abrazaba con fuerza el pequeño cuerpo de su madre que le sonreía con dulzura y amor; regocijado la abrazó con más fuerza susurrándole al oído:
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-Te amo... te amo tanto...
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-Y yo, hijo mío.
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-No me dejes nun... –dijo Draco mirándola al rostro para encontrarse con la imagen de una horrorosa calavera que lo dejo a media frase.
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Draco despertó sentándose de golpe empapado en sudor sintiendo que el corazón se le salía; se puso una mano en el pecho agitado mientras murmuraba:
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-No... no... es un sueño... una maldita pesadilla...
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Y sintiendo una angustia terrible se tomo de un sorbo el contenido de un frasco de poción para dormir, lo que le provocó jaqueca al día siguiente; pero ese día, contrario a todos los demás en los que había trabajo frenéticamente, se dedico a dormitar sin salir ni siquiera a comer; para la cena salió solamente a picotear algo de comida y nada más; los días siguientes fueron lo contrario a lo que había estado haciendo, las entregas fueron acumulándose en el buró junto a su cama, hasta que una semana después, Greyback entró sin siquiera tocar encontrándolo acostado.
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-¿Pero que te has creído tu, maldito mocoso de mierda?... ¿Qué estás aquí de vacaciones o qué?
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Draco se sentó en la cama tocándose la cabeza con ambas manos sintiendo que estaba a punto de estallarle.
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-¿No respondes, niño idiota?
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-No me siento bien –respondió Draco simplemente recargando sus codos en sus rodillas.
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-¿Y acaso crees que me importa un carajo?... por mi te puedes ir al maldito infierno, pero antes entregas lo que tienes que entregar ¿me escuchaste?
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-Déjelo en la mesa, lo hare después.
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-Lo harás ahora.
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-Después...
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-¡Dije que ahora! –bramó Greyback tomándolo bruscamente del brazo obligándolo a ponerse de pie.
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-¡Basta! –gritó Draco soltándose de un tirón.
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-¡Maldito hijo de...!
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Pero antes de que el hombre lobo pudiera tocarlo de nuevo, Draco tomó la silla que estaba a un paso de él para estrellársela de lleno en la cara partiéndola en pedazos por la fuerza aplicada haciendo que Greyback cayera al piso totalmente inconsciente.
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Afuera llovía y Draco salió de la casa en plena tormenta, empapándose por completo en cuestión de segundos; caminó sin fijarse siquiera en qué dirección, solo supo que lo que tocó con la mano en busca de apoyo fue un árbol; no podía respirar, sentía como si un enorme puño le oprimiera el pecho.
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-No... –musitó de repente- no... no...
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Para ese momento ya estaba recargado con las dos manos en el tronco mientras continuaba exclamando uno y otra vez:
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-No... no... ¡no!... –entonces comenzó a golpear el árbol con toda la fuerza de la que era capaz hasta que sus puños comenzaron a sangrar sin que esto lo hiciera detenerse; solo lo hizo cuando un profundo grito de dolor escapo de su garganta haciéndolo caer de rodillas; sentía que se le partía el alma y que estaba a punto de enloquecer... hasta que unos brazos lo rodearon por detrás mientras una voz susurraba en su oído:
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-Llora... deja libre tu dolor...
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-¡Esta muerta!... ¡está muerta!... –gritó Draco sujetándose de los antebrazos con sus manos ensangrentadas.
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Roger no dijo absolutamente nada, simplemente continuó abrazándolo mientras Draco se rompía entre sus brazos.
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-¡¿Por qué se fue?!... ¿¡porque me dejó?! –exclamó Draco con voz entrecortada- ¿¡porque, porque?!... ¡quiero morirme!... ¡quiero morirme!...
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Pasaron así un buen rato en medio de la torrencial lluvia que pareció acompañar a Draco en su llanto.
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-Está muerta... mi madre está muerta... –balbuceaba Draco una y otra vez sin soltarse de Roger.
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La mano del joven medimago le tocó una helada mejilla mientras decía suavemente:
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-Vamos adentro.
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-Mi madre... –balbuceo Draco dejándose prácticamente arrastrar dentro de la casa.
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Roger se pasó un brazo por el cuello mientras que con el otro brazo lo sujetaba por la cintura; cuando llegaron a la habitación de Draco, Greyback ya no estaba, por lo que Roger lo acomodó en la cama secándolo después con un hechizo de su varita.
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Cuando Draco despertó, sintió que se moría, un calor infernal lo hizo patalear desesperado.
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-Tranquilo... –escuchó a lo lejos- pronto te sentirás mejor...
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Imágenes de sus padres iban y venían y aun sintiendo quemarse estiró los brazos intentando tocarlos... principalmente a ella, a su madre que le sonreía abrazada de la cintura de su padre quien también le sonreía mientras sujetaba su bastón con empuñadura de plata.
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-No se vayan... –sollozaba caminando hacia ellos quienes se iban alejando cada vez mas- por favor...
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Entonces algo refrescante tocó su frente al tiempo que un liquido dulce entraba en su boca sumiéndolo en un profundo sueño.
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Cuando despertó, sintió que todo el cuerpo le dolía, miró a su alrededor y encontró al chico de cabello castaño dormido en una silla; y haciendo un esfuerzo se enderezó poco a poco hasta sentarse, movimiento que despertó a Roger.
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-Hola, veo que ya despertaste –saludó Roger enderezándose en la silla y sobándose le cuello dolorido.
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Draco lo miró confundido, algo que debió mostrar a todas luces, por lo que Roger dijo:
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-Te dio pulmonía... estuviste muy enfermo.
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Draco no contestó, aun le dolía la cabeza y además detestaba a ese chico, por lo que solamente lo miró.
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-Y bien ¿Cómo te sientes?
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-¿Y tú qué haces aquí? –preguntó a su vez Draco un tanto hostil.
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-Cuidándote.
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-No necesito que me cuiden.
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-Hubieras muerto si te dejo así.
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-¿Y qué más da? –respondió Draco duramente.
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Roger lo miró durante unos segundos para después recargar sus codos en sus rodillas.
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-Sé por lo que debes estar pasando...
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-Tú no sabes nada de mi –interrumpió Draco-, así que no te metas en lo que no te incumbe.
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-Me incumbe... –respondió Roger seriamente- y mucho.
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-¿Por qué?
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-Porque se lo prometí a tu madre –respondió Roger dejando a Draco con la boca abierta- como ya te había dicho, soy medimago y atendí a tu madre, ella me pidió que...
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-No quiero saberlo... –exclamó Draco arrojando las mantas a un lado- y ahora déjame solo.
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-Aun estas un poco débil.
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-Te importa una mierda el cómo me encuentre, déjame solo.
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-Entiendo que estés enojado –dijo Roger poniéndose de pie-, no hay problema, de hecho estoy instalado en la habitación de al lado, cuando quieras, yo...
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-¡Lárgate ya! –gritó Draco exasperado, por lo que Roger ya no dijo nada, simplemente asintió con la cabeza y salió de ahí; Draco se quedó de pie, respirando entrecortadamente para luego sentarse despacio.
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Su madre estaba muerta, eso era un hecho innegable; miró a la ventana exhalando un profundo suspiro, sintió un nudo en la garganta que inmediatamente aclaró tomando un poco de agua y respirando pausadamente; dolía... dolía demasiado... se sentía tan vacio y lo único que sentía que podría reconfortarlo un poco seria su padre... pero no estaba, hacia mucho que estaba solo, y la certeza de esa soledad caía sobre él con una fuerza aplastante.
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-No lloraré... –pensó mordiéndose un labio- ella está muerta y no puedo hacer nada... no lloraré...
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Se levantó y arrastrando los pies se dirigió al baño en donde tomó una ducha, aun se sentía débil pero con la suficiente fuerza para no necesitar que nadie cuidase de él; fue hasta la hora de la cena que decidió bajar; ahí estaban todos los que vivían en la casa, incluido Roger; Greyback, quien estaba sentado a la cabecera de la mesa, al verlo se levantó hecho una furia caminando hasta él quien ya bajaba el último escalón.
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-¡Maldito bastardo Malfoy! –exclamó Greyback tomándolo de las solapas y estampándolo en la pared- ¿¡quién demonios te crees que eres?!... ¡¿crees que solo por el hecho de que Narcisa esté más fría que un pescado puedes hacer lo que quieres?!... admiro tus agallas para haber hecho lo que me hiciste... –dijo Greyback gruñendo muy cerca del cuello de Draco- mereces que te mate aquí mismo.
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-¿Y porque no lo haces? –preguntó Draco doliéndose del golpe en la espalda pero mostrando un rostro inexpresivo mientras miraba fijamente a Greyback, cuyo rostro estaba solo a unos cuantos centímetros de distancia.
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-Puedo partirte el cuello como si fuera un palillo... –respondió el hombre lobo en voz baja.
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Draco clavó sus ojos grises en el feo rostro de aquel asesino; el rubio ya era un par de centímetros más alto, sin embargo sabía que Greyback tenía razón... pero ante la sorpresa de todos, simplemente sonrió.
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-¿De qué te ríes, estúpido? –exclamó Greyback sorprendido.
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-¿No es obvio? –respondió Draco sin dejar de sonreír- hablo de que eres un maldito payaso... de que lo único que sabes hacer es ladrar como el simple perro que eres...
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-Infeliz... –exclamó Greyback apretando el agarre- debería matarte en este mismo instante.
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-Hazlo... –lo retó Draco sofocado por la presión en su cuello pero sin perder su misma expresión cínica- solo tienes que apretar un poco más...
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-Fenrir... –exclamó una mujer de cabello negro que bebía una copa, la cual apretaba peligrosamente.
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-No jodas Stella... –respondió Greyback sin soltar a Draco.
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-No has recibido la orden de...
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-¡Que se pudran todos!... –exclamó Greyback mostrando los dientes- ¡ya nadie se acuerda de los malditos Malfoy! ¿¡que más da que acabemos de una vez con ellos como la peste que son?!
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-Fenrir... no seas estúpido... –insistió Stella bajando la copa- se que ya no son más que mierda y que el señor Tenebroso se ha olvidado de por lo menos éste, pero es mejor no arriesgarse.
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Greyback miró por unos instantes más el retador rostro de Draco, para finalmente soltarlo en medio de maldiciones.
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-Eres una basura, pequeño Malfoy... tal y como lo es tu madre que en estos momentos se pudre en alguna parte de este insulso mundo.
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Draco se inclino tosiendo después de que Greyback lo soltara y saliera del comedor sin decir nada más; Roger no se movió, simplemente vio como Draco se enderezaba y tomaba un lugar en la mesa como si nada hubiese pasado.
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Los días siguientes, Draco retomó su habitual rutina, con el pequeño cambio de que ya no se escurría ante las miradas asesinas del licántropo, de que simplemente le dirigía una mirada displicente cada vez que le hablaba y de que le respondía con singular familiaridad como si de igual a igual se tratara; cosa que al hombre lobo le ponía los pelos de punta.
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Greyback podía despotricar horas y horas sobre Narcisa, diciendo cosas hirientes y horrorosas ante la presencia de Draco, quien simplemente sacaba un cigarrillo sin hacer mas caso de lo que pudiera decir; todo era normal, como si siempre hubiese sido así.
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-Como si siempre hubiese sido así... –susurró Draco agregando una dosis demasiado alta de poción para dormir en su vaso de agua, dosis que últimamente subía cada vez mas; estaba a punto de tomarla cuando alguien llamó a su puerta.
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-Hola... –saludó Roger abriendo la puerta ante la estupefacción de Draco quien después de reponerse, exclamó enfurecido:
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-¿¡Quién demonios te dio permiso de entrar?!
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-Nadie, por eso entre –respondió Roger sentándose en la silla con gran naturalidad, como si de plano hubiese recibido una invitación por escrito.
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-¿Por eso entraste? –repitió Draco sonriendo incrédulo ante tal desfachatez.
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-Si, se que nunca ibas a darme permiso –respondió Roger sonriendo para luego dirigir su mirada al vaso de agua- es poción para dormir ¿verdad?
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-¿Y que si lo es?... largo de aquí.
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-Sabes que soy medimago
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-Lo has repetido hasta el puto cansancio... ¿Qué quieres que haga, que te ponga un maldito consultorio o qué? –exclamó Draco metiéndose entre las mantas en un gesto claro de que deseaba estar solo.
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-Lo que quiero decir, es que estoy aquí atendiendo este cuartel, por lo tanto yo soy quien prepara las pociones que todos nosotros utilizamos... y la poción para dormir solo la utilizan dos... el viejo Thurmann que tienes artritis y tu... solo que la cantidad que tu utilizas es como para un regimiento.
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-¿y?... es tu trabajo ¿no?
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-Si, y realmente no me molesta...
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-¿Entonces a que vienes a fregar?
-No me molesta... pero si me preocupa –dijo Roger con rostro serio- Draco... estas tomando demasiada poción para dormir, es muy peligroso.
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-Escucha tarado –exclamó Draco exasperado-, lo que yo haga o deje de hacer es muy mi problema, ¿acaso crees que porque atendiste a mi madre en sus últimos momentos te da derecho para inmiscuirte en mis asuntos?... pues no es así, así que mejor dedícate a atender a la basura que habita esta casa y a mi deja de fastidiarme de una vez por todas o no respondo ¿entendiste?
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-¿Sabes?... –dijo Roger cruzando una pierna como si no hubiese escuchado nada de la perorata de Draco- me da gusto que Greyback ya no te intimide... pero por otra parte parecería que deseas provocarlo para que en verdad te rompa el cuello.
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Draco inclino la cabeza mientras tamborileaba con los dedos en la cama en un claro gesto de impaciencia.
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-Quieres que te mate ¿verdad? –exclamó Roger ladeando la cabeza- es una lástima, ya que ibas por buen camino pero ya te fuiste un poco chueco.
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-¿De qué demonios hablas? –preguntó Draco frunciendo el ceño al tiempo que levantaba el rostro.
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-De que es normal que te sientas así después de lo que paso con tu madre... finalmente lo aceptaste, ahora estas en una etapa de depresión.
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-¿Estas demente?
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-Estas sumido en una fuerte depresión Draco, aunque no lo parezca... y lo que es peor, estas negándote a vivir tu duelo, estas tragándote tu dolor y eso es lo que esta matándote poco a poco.
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-Mira... –dijo Draco levantando las mantas y poniéndose de pie en un movimiento lento- te lo digo por última vez...
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-A mi no puedes engañarme como al resto del mundo... –dijo Roger sin intimidarse- no demuestras ningún sentimiento, pero tus ojos son más expresivos de lo que tú crees...
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-Ahórrate toda esa palabrería de mierda y lárgate de aquí.
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-Debes hablar Draco... habla conmigo –dijo Roger poniéndose de pie.
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-¿Hablar contigo? –respondió Draco sonriendo sarcástico- ¿hablar de que, de mi infancia y de mis años de colegio?... puedes tragarte tus artilugios psicológicos, no te necesito.
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-Vas a estallar en cualquier momento... habla conmigo... te sientes mal, te sientes desesperado y a punto de volverte loco aunque digas que no es así...
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-Cállate... –respondió Draco comenzando a sentir una extraña angustia en el pecho.
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-Draco, puedo ayudarte... –dijo Roger poniéndole una mano en un hombro.
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-No te atrevas... –exclamó Draco retirándosela con un manotazo.
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-No hablas con nadie, no tienes amigos... no puedes vivir así...
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-¡¿No entiendes que no los necesito?! –exclamó Draco tomándolo fuertemente de las solapas- ¡no necesito a nadie!
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-¡Eso no es cierto! –respondió Roger soltándose y tomándolo de las muñecas- ¡déjate ayudar!
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-¡No necesito tu maldita ayuda! –dijo Draco forcejeando.
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-¡Draco, por favor!
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-¡Basta! –dijo Draco separándose de Roger de un empujón- ¡fuera, fuera de aquí!
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-Debes hablar sobre Narcisa... debes hablar de su muerte... –exclamó Roger con respiración entrecortada.
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-¡No! –respondió Draco poniéndose las manos en la cabeza sintiendo su frágil equilibrio establecido por él tambalearse peligrosamente.
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-Podría apostar que ni siquiera has vuelto a llorar... –dijo Roger sin retroceder ni un paso.
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-¡Cállate maldito hijo de puta! –exclamó Draco bajando las manos y mirándolo con furia y una mezcla de sentimientos confusos y angustiantes.
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-No lo hare.
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-Si no te vas tú, me voy yo... –dijo Draco dirigiéndose a la puerta siendo detenido por una fuerte mano en su muñeca.
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-No te iras de aquí hasta que hayamos hablado.
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-¡Suéltame idiota! –exclamó Draco soltándose de un tirón.
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-¡Basta de comportarte como un niño!
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-¡Pero...! ¿¡quién demonios te crees para hablarme así?! –exclamó Draco incrédulo.
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-Estas desmoronándote... estas destruyéndote poco a poco...
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-¡Pues es mi maldito problema! -respondió Draco alejándose de él.
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-¿Qué te dijo tu madre la ultima vez?... –preguntó Roger haciendo que Draco lo mirara fijamente- ¿no te dijo que no te quebraras?... ¿no dijo que deberías ser fuerte?
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-¿Y como... como es que tú lo sabes? –exclamó Draco sorprendido.
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-Ella me lo dijo... me hablo de ti, de todo el amor que te tenia.
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-¿Y entonces por qué se fue, porque me dejó solo? –preguntó Draco enojado mientras se volvía dándole la espalda.
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-¡Porque murió, no fue su culpa!
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-¡Eso ya lo sé!... –exclamó Draco encarándolo- ¡no fue de ella!... ¡fue mía!
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-¿Tuya?
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-¡Sí!... mía... ¡si yo no me hubiera dormido esa noche!... –dijo Draco gesticulando con las manos con desesperación, como si ellas pudiesen completar sus palabras- ¡si no me hubiera dormido no la hubiera dejado ir!
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-No sabias lo que había en el agua.
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-Tú no entiendes nada... –respondió Draco desesperado- si yo hubiera sido mejor, no estaríamos en esta situación, ella estaría viva y estaríamos juntos...
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-¿Mejor en qué? –preguntó Roger frunciendo el ceño.
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-Si yo hubiera asesinado a Albus Dumbledore, mis padres habrían recuperado su lugar junto al señor Tenebroso... y... y no hubiesen sido castigados de esta manera...
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-Draco...
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-Yo siempre lo arruino todo... –dijo Draco comenzando a caminar de un lado a otro- mi madre está muerta y mi padre ni siquiera puede venir a verme, es un pobre esclavo sin voluntad propia.
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-Estas equivocado.
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-No lo estoy... –respondió Draco sin dejar de caminar frenéticamente- por primera vez en mucho tiempo tengo la certeza de algo... si hubiera sido mejor hijo, nada de esto habría pasado.
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-No te hagas esto... no te impongas una carga tan pesada...
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-No lo hago por gusto, es la verdad –respondió Draco sin detenerse.
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-No es verdad...
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-¡Cállate! ¿¡tú que sabes?!... –exclamó Draco deteniéndose y mirándolo directamente- ¡no ves más allá de tu nariz!
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-Lo único que veo es a un chico que sufre mucho...
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-¡Lárgate y déjame en paz!
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-¿Por qué no abres tu coraza un poco? –preguntó Roger suavemente- yo no voy a dañarte.
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-Te juro que si no te vas...
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-No puedo irme... no dejare que te tortures mas.
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-Te lo advierto maldito infeliz...
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-Si tan solo me dejaras ayudarte...
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Draco ya no dijo nada, simplemente le lanzo un puñetazo directo al rostro, mismo que Roger esquivó con facilidad para darle vuelta al rubio y abrazarlo con fuerza por detrás.
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-¡Maldito hijo de puta! –gritó Draco forcejeando- ¡suéltame!
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-Déjalo ir... –exclamó Roger resistiendo- suelta esa ira que te está consumiendo...
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-¡Que me sueltes! –exclamó Draco revolviéndose con fuerza entre los brazos de Roger al tiempo que sentía sus ojos arder.
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-No
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-¡Maldito infeliz!
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-Sé que duele... y que estas enojado... enojado contigo, con tu madre, con tu padre y con la vida misma... y está bien, tienes todo el derecho de hacerlo... –dijo Roger con los brazos tensos alrededor de Draco- tienes todo el derecho...
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-¡Cállate!... ¡cállate, cállate!... –exclamó Draco sintiendo cada palabra como si fuera un puñal en el corazón- por favor...
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-Date permiso de sufrir... no te castigues mas y date chance de llorar...
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-No... tu no entiendes... –respondió Draco sintiendo como las lagrimas escapaban de sus ojos sin que lo pudiese evitar y dejando paulatinamente de luchar- tu no entiendes nada...
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-Lo sé, no entiendo nada... –respondió Roger aflojando el agarre.
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-Eres un idiota... –balbuceó Draco.
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-Si, soy un idiota... –respondió Roger dándole vuelta para abrazarlo suavemente y acariciarle el cabello a Draco, quien sintió las fuerzas abandonarle poco a poco.
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-¿Por qué?... ¿Por qué tuvo que morir? –exclamó Draco entre sollozos recargando su cabeza en el hombro de Roger- ¿Por qué ella?
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-Esa pregunta nunca tendrá respuesta –dijo Roger sin soltarlo- hay situaciones que no podemos controlar.
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-Pero si yo hubiera...
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-Nada podías hacer... –interrumpió Roger- no estaba en tus manos.
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-Mi madre... –balbuceo Draco levantando los brazos para aferrarse al hombre que lo abrazaba- está muerta... murió y estoy solo...
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-Tu padre aun vive.
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-¿Y quién lo sabe?
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-Yo lo vi
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-No lo creo... y en todo caso, es como si lo estuviera...
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-No viene porque no puede...
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-Por mi culpa...
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-No, es porque el señor Tenebroso es rencoroso y no perdona ninguna falta... tú no eres responsable de sus decisiones, además no estás solo...
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-Si lo estoy...
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-No, no lo estas Draco...
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-Pero así me siento... –respondió Draco con voz queda para después quedarse callado mientras las lagrimas bañaban su rostro.
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Roger ya no dijo nada, simplemente continuo abrazándolo por largo rato mientras Draco se desahogaba, no supo cuanto tiempo pasó, si fueron unos minutos o unas horas, simplemente Draco se separó sintiéndose muy cansado; Roger lo guio a la cama y lo instó a recostarse para después cubrirlo con una manta.
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Cuando despertó, se estiró sintiendo un peso extraño en su cama, se sentó rápidamente para encontrar nada más y nada menos a Roger durmiendo a su lado con la ropa puesta; estuvo a punto de pegarle un grito cuando de repente se detuvo para mirarlo bien... el chico era extraño, ¿Quién en sus cinco sentidos se quedaría con él a pesar de haber recibido mil insultos y agresiones?... definitivamente debía faltarle un tornillo; entonces se recostó de lado recargando su cabeza en su codo y empezó a estudiar el rostro del chico que dormía a su lado; su cabello castaño parecía rubio a través de la luz de la mañana, su fina nariz y sus labios delgados hacían perfecta armonía con todo su rostro; Draco pensaba todo eso hasta que una voz lo sacó bruscamente de sus pensamientos.
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-¿Ya terminaste de analizarme?
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-¿Cómo? –exclamó Draco enrojeciendo al instante viendo los ojos color miel abiertos de par en par mirándolo directamente.
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-¿Ya te sientes mejor? –dijo Roger recargándose en la cabecera de la cama.
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-eee... si, gracias... –respondió Draco poniéndose de pie- ¿Por qué te quedaste aquí?... ¿Qué no tienes habitación?
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-Si tengo, pero solo me recosté un momento y me quede dormido... disculpa si te incomodé –respondió Roger sonriendo mientras se ponía de pie.
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-No... no me incomoda, solo que no acostumbro que un completo extraño despierte en mi cama cada mañana –dijo Draco de mal talante.
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-¿Cómo te sientes?
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-Bien... y respecto a lo de anoche... –exclamó Draco avergonzado- yo... no quise armar una escena.
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-No armaste ninguna escena... oye, simplemente dejaste salir lo que guardabas dentro.
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-Si pero...
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-Yo se... –interrumpió Roger- que no eres muy expresivo y que esto te hace sentir muy vulnerable... pero entiende una cosa, sé que es muy difícil, sino imposible que encontremos amigos aquí, pero me gustaría que pensaras en mi como tal... yo puedo ser tu amigo.
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-Gracias pero no necesito amigos –respondió Draco con rostro serio, pero ya sin la dureza y hostilidad de antes.
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-Pero yo si... –dijo Roger sonriendo mientras se dirigía a la puerta- estar aquí es muy difícil, nunca me he adaptado por completo en ningún lugar en el que me asignan... ¿puedo venir a platicar contigo?
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Draco lo miró sorprendido, era cierto que sentía como si una lapida de piedra le hubiese sido levantada de la espalda gracias a ese chico, pero una cosa era una “ocasional charla” a fuerzas y otra muy diferente tenerlo pegado todo el tiempo como ladilla.
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-Yo no soy muy buena compañía.
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-No importa, a veces basta con que alguien nos oiga –respondió Roger abriendo la puerta- nos vemos en el desayuno.
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Los días siguientes, Roger iba por lo menos una vez al día a su habitación, o lo esperaba con una taza de té cuando llegaba muy tarde de alguna entrega, en esas ocasiones solo lo saludaba y le dejaba la taza humeante para enseguida salir de ahí como si adivinara que lo único que quería Draco era echarse a dormir; poco a poco el más joven de los Malfoy comenzó a participar en las conversaciones de Roger que más bien parecían monólogos hasta llegar a entablar largas conversaciones, hablaban de todo y de nada, o simplemente se quedaban en silencio sentados en el porche de la casona viendo las estrellas mientras Draco fumaba un cigarrillo.
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-Deberías dejar de fumar, eso te mata las neuronas –dijo Roger al ver a Draco exhalar una bocanada de humo.
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-Me lo has dicho, veamos... ¿unas mil veces? –exclamó Draco sin mirarlo- además eso es mentira.
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-¿No me crees?
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-No
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-Sera que como siempre has sido tonto pues tampoco notas mucho la diferencia ¿no? –dijo Roger conteniendo una carcajada.
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-Eres un tarado –respondió Draco dándole otra fumada a su cigarrillo.
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-No es cierto –dijo Roger ya con una pequeña sonrisa.
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-Y bueno... ¿Cuál es tu historia? –dijo Draco sin dejar de mirar la oscuridad del bosque.
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-No es muy interesante.
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-No me interesa si es interesante o no, simplemente me da curiosidad.
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-Bueno... –dijo Roger recargándose hacia atrás con las manos en el suelo- soy escoses...
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-Sabia que no eras de aquí, tienes otro acento.
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-Si
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-Por cierto, he visto como firmas ¿Qué significa la letra “K” con la que precedes tu apellido McGregor?
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-¿Es necesario que lo sepas? –exclamó Roger haciendo muecas.
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-Ahora si –respondió Draco sonriendo al ver la incomodidad del medimago.
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-De acuerdo, pero promete no burlarte.
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-Prometo que lo hare.
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-No sé porque no me sorprende.
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-¿Entonces?
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-Bueno... mi segundo nombre es Kendric... es el nombre de un guerrero escocés y significa “Gobernante Real”
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-¿Kendric? –exclamó Draco mirándolo de repente.
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-Si
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-¿Gobernante real?
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-Anda, dilo ya...
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-¡Pero si no he dicho nada! –exclamó Draco sonriendo.
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-No hace falta –respondió Roger negando con la cabeza al tiempo que sonreía.
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-¿Y nunca les preguntaste a tus padres porque tal nombre?
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-No hacía falta, mi padre me lo repetía a cada rato, decía que debíamos ser dignos representantes de nuestra sangre pura.
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-¿Eres sangre pura?
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-Si, perteneciente a uno de los clanes más antiguos de Escocia, por eso mi padre era así... pero con todo y eso él era un hombre muy especial...
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-Todos los padres lo son –dijo Draco dando otra fumada mientras volvía la vista al oscuro bosque.
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-Cuando la guerra oscura se desató la primera vez, mis padres apoyaron esa causa desde Escocia, después de varios años emigramos aquí para apoyar la “causa” como le decía mi padre... pero al ver de cerca tanta muerte de gente que ni al caso, él comenzó a cambiar.... no así mi madre que lucho con más ahínco; ella murió hace tiempo, en una redada de los aurores.
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-Lo siento.
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-Gracias.
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-¿Y tu padre?
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-Cuando mi madre murió, el se deprimió mucho... enfermo gravemente, yo no pude hacer gran cosa por él, creo que más bien quería morir...
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-¿Y qué hiciste entonces?
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-Intente todo tipo de tratamientos, pero no resultó... murió hace un año.
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-Que mal.
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-Antes de morir me pidió que siguiera ayudando a los demás, que había mucha gente inocente en este bando, que me quedara a cuidarlos, y pues... eso hice.
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-¿Pero a ti te gusta esto?...es decir, ¿este ambiente, esta causa?
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-La verdad no... y lo cierto es que nunca estuve de acuerdo.
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-Ah... –exclamó únicamente Draco sabiendo perfectamente a que se refería Roger.

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