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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -Por todos los cielos, no hace falta que nadie te haga nada, tu eres tu peor enemigo –exclamó Harry levantándose molesto a quitarle la almohada de la cara.

            Draco solo se giró dándole la espalda aguantándose las ganas locas de gritar de dolor por su nariz aplastada.

            -Buenos días ¿Cómo estamos hoy? –saludo el señor Jackson alegremente mientras entraba seguido por Kelly.

            -Buenos días –respondio el moreno de mala gana.

            -Creo que no estamos de buenas ¿eh?

            -¿Cuándo me voy de aquí? –Preguntó Draco enderezándose- ya estoy bien.

            -Mañana.

            -¿Hasta mañana?... pero…

            -Draco –interrumpió Harry.

            -Déjame en paz, solo yo sé cómo me siento… aparte de inútil, estoy feo.

            -¿Lo dices por tu nariz? –preguntó el señor Jackson.

            -¿Pues porque más?

            -Creo que deberías preocuparte más por tu salud.

            -Usted no es una belleza, pero no tiene la nariz tan chueca como yo.

            -¡Draco! –exclamó Harry sorprendido.

            Pero el señor Jackson ya había aprendido a querer a esos chicos y a comprenderlos también, conocía muy bien el carácter explosivo y un tanto demandante de Draco, conocía su debilidad interior y sus deseos de amor; también había llegado a conocer a Harry, no  mucho, pero si lo suficiente para saber que el chico no era para nada lo que los diarios decían que era. El joven auror demostraba una gran madurez a pesar de su edad, se veía que había tenido que crecer a vapor, por lo que estaba acostumbrado a lidiar y a enfrentar situaciones difíciles sin perder la cabeza; Harry Potter, tan fuerte cuando la situación lo requería y tan suave cuando Draco movía su dedo meñique; ya nada le sorprendía de ese par.

            -No importa –respondio sonriendo- entiendo que te sientas mal por lo de tu nariz.

            -Ya quiero irme de aquí, no tolero este lugar.

            -Con tu nariz tenemos todo un caso.

            -¿Por qué?

            -Porque al aplicarte ese hechizo, lo que el sanador provocó, fue que soldara el hueso sin repararlo.

            -¿Significa que me quedaré así para siempre? –Dijo Draco con desaliento- ya lo presentía.

            -Hay una solución.

            -¿De verdad?

            -Ajá, pero es un tanto dolorosa.

            -¿En que consiste?

            -Tengo una pomada que se aplica en el hueso, éste se reblandece y solo resta moldearlo.

            -¿Moldearlo?... ¿moldeara mi nariz?

            -¿De verdad puede hacer eso? –Preguntó Harry un tanto escéptico- es decir ¿devolverle la forma a su nariz con usar solo sus manos?

            -No solo es la habilidad de mis manos, tenemos la memoria genética, eso ayudara a regresar al hueso a su lugar.

            -¿Podemos hacerlo ya? –preguntó ansioso Draco.

            -Prefiero esperar unos días.

            -¿Por qué?

            -No quiero estresarte sin necesidad.

            -¡Tener mi nariz bien es una necesidad!

            -Pero puede esperar.

            -Entonces deme de alta, ya.

            -Draco, ya estuvo bueno –dijo molesto Harry.

            -¡Tu no entiendes, quiero irme de aquí! –Gritó Draco arrojándole una almohada- ¡quiero cuidar a mi hijo!

            -El está bien.

            -Claro, no está cuidándolo el inútil de Draco ¿verdad?

            Harry suspiró exasperado mientras se pasaba las manos por entre el cabello.

            -Tranquilo, pronto saldrás de aquí –dijo Kelly cambiándole el suero.

            -Tú ni me calmes que ni siquiera te conozco.

            -¡Ya cállate, estas comportándote como un imbécil! –gritó Harry haciéndolo quedarse callado.

            El rubio sintió como sus ojos comenzaban a empañarse, por lo que simplemente se recostó de nuevo dándole la espalda.

            Los medimagos se miraron entre si en silencio, apurándose en hacer sus cosas para dejar a aquel par solos.

            Cuando estuvieron solos, Draco ya no pudo reprimir un pequeño sollozo haciendo que Harry se sentara en la cama poniéndole una mano en la cintura.

            -Draco…

            -Ya sé… soy un tonto…

            -No, no es eso.

            -Ya no me quieres en casa…

            -No seas idiota, claro que si, es solo que quiero asegurarme de que estés estable.

            -Pero… P-pero no me gusta… e-este… este lugar… -gimoteó el rubio abrazando la almohada- además… estoy muy sensible por las mal-malditas hormonas… por lo general n-no… n-no lloraría por esto.

            Harry intentó girarlo para que lo mirara a la cara sin lograrlo, por lo que se levantó y se acostó frente a él.

            -Es por lo que te hizo ese medimago ¿verdad? –susurró el moreno acomodándole un mechón de cabello tras la oreja.

            Draco lo miró sorprendido mientras la vergüenza comenzaba a invadirlo.

            -No tienes porque sentirte mal, ese sanador recibió su merecido.

            Draco se tapó la cara mientras Harry lo abrazaba.

            -Shhh… ya no volverá a tocarte…

            -Me… m-me sentí… ultrajado… violado… fue… fue hu-humillante… quise morirme…

            -No debió hacerte eso.

            -Sácame de aquí, Harry… no me gusta este lugar…

            -De acuerdo, insistiré con el señor Jackson.

            Draco se sintió reconfortado con las palabras del auror, por lo que suspirando más tranquilo, pegó su oreja al pecho del moreno para escuchar aquello que siempre lo tranquilizaba… el latido del corazón de Harry Potter.

 

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            -Son las 8:00 pm, usted dijo que mañana lo daría de alta ¿Qué más da que lo haga hoy?

            El señor Jackson miró a Harry con ambas cejas levantadas.

            -De acuerdo, ya estoy igual de insoportable que él –aceptó Harry levantando las manos- pero lo estresa mucho estar en este lugar.

            -Si, eso es cierto… -convino el medimago viendo al chico dormir- dame un par de  horas en lo que recojo algunos análisis y hago el papeleo.

            -Gracias –respondio Harry sonriendo aliviado.

            Al quedar solo, decidió salir por un café agradeciendo que el auror que había quedado custodiando a Draco, al fin fue retirado; pero al entrar a la cafetería por primera vez desde que Draco estaba ahí, sintió inmediatamente las pesadas miradas de todo el mundo sobre él.

            -Un café con leche –pidió en la barra sintiéndose incomodo.

            -¿Entonces él es el papá del nuevo hijo de Malfoy? –escuchó susurrar a una mujer en una mesa cercana.

            -¡Sí! es una lástima ¿verdad? Tan guapo él y mira con que lacra se fue a quedar.

            -Pues ese Malfoy si que la supo hacer, hizo lo que cualquier otra mujer no pudo, encandilarle un hijo.

            -Lastima que sea gay, esos ojazos verdes no los tiene cualquiera.

            -¡Cállate, te va a oír!

            -Como si les importara si los escucho o no… -pensó Harry fastidiado mientras esperaba su café.

            -¿Y nadie ha logrado ver a Malfoy?... sería increíble verlo preñado ¿no te parece?

            -Seguro, aunque fíjate que tampoco ha de ser tan cierto lo que dicen los diarios.

            -¿A que te refieres?

            -A lo mejor Harry Potter no está con Draco Malfoy porque sea su novio ni nada de eso,  a lo mejor está aquí porque esta vigilándolo ¿no crees?

            -Pues no sé pero ojalá y así sea, es demasiado paquete para ese mortífago.

            -Al menos mis primos creen eso, que Potter solo está con él por encargo del ministro.

            Sin esperar su café, Harry se giró furioso y salió de ahí ante el creciente cuchicheo de la gente.

 

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            -¿Qué sucede? –preguntó Draco cuando Harry comenzó a ponerle su chaqueta sobre la bata de hospital.

            -Nos vamos –respondio Harry levantando las mantas.

            -¿Ya me dio de alta el señor Jackson? –dijo Draco contento.

            -No, ya te di de alta yo –concluyó Harry tomando al rubio en brazos para sorpresa de éste y salir de la habitación ante la mirada atónita de Draco.

           

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            -No me gusta que me cargues –dijo Draco en el elevador.

            -¿Preferirías caminar? –respondio Harry sin dejar de ver la pequeña flecha que señalaba los pisos.

            Un sanador y dos señoras que iban con él miraban asombrados la escena que tenían enfrente; nada menos que al mismísimo Harry Potter cargando en brazos a Draco Malfoy vestido con una chaqueta, bata de hospital y calcetines blancos.

            -Pues la verdad si, pero seguramente me voy a caer.

            -Exacto, así que mejor te llevo yo, no quiero que ni tú ni MI hijo se lastimen.

            Draco enrojeció hasta las orejas al ver la clara intención de Harry de demostrar a quien fuera, el tipo de relación que tenían.

            -Y en cuanto lleguemos a casa te voy a preparar una rica cena –continúo el auror tan fresco como una lechuga- ¿o antes preferirías tomas un largo baño de tina?... aprovéchame que estoy de oferta; recuerda que a MI OTRO hijo lo cuida la señora Weasley.

            Draco definitivamente ya no supo que contestar, lo único que atinó a hacer cuando las puertas del elevador se abrieron y ver ante si un vestíbulo lleno de gente, fue abrazar a Harry por el cuello y esconder su cara en él.

            Escuchó claramente el creciente murmullo a su alrededor conforme pasaban por ahí, así que antes de salir del hospital y que las puertas se cerraran tras ellos, levanto la cabeza y les mostró a todos los que los miraban embobados, el dedo medio.

 

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            -¡Ya estoy en casa! –exclamó nada más salir de la chimenea.

            -Así es, bienvenido –dijo Harry colocándolo en el sofá.

            -¡Amo Draco, amo Draco! –Chilló Betsy apareciéndose en la sala al oír el ruido- ¡Amo….! Amo…! –Gimoteó la elfina derramando tremendos lagrimones mientras se sentaba en el piso junto al sillón estrujándose las manos frente a Draco- ¡estuve taaaaaan triste!

            -Pues ya estoy aquí.

            -Betsy, prepara algo de cenar –dijo Harry sentándose junto a Draco.

            -¿No dijiste tu que ibas a cocinar?

            -No, eso era para la puta gente chismosa –declaró el moreno abrazándolo de repente quedando a tan solo unos centímetros del rostro de Draco- pero el baño de tina sigue en pie.

            -Quiero el baño y luego la cena.

            -No, primero la cena y luego el baño.

            -Pero…

            -Nada de peros, cenaremos y fin del cuento.

            En eso estaban cuando el señor Jackson emergió de la chimenea en estado furioso.

            -¿¡Como se atrevieron  a salir así del hospital?!

            -Ya iba a darme de alta  ¿no? –Exclamó Draco alzándose de hombros- no veo porque tanto escándalo. 

            -¿¡Que tal si estas grave?!

            -Usted sabe que de ser así, no lo hubiera sacado –dijo Harry levantándose y caminando hasta el anciano para tranquilizarlo. ¿Quiere una taza de té?

            -Lo que quiero es que la próxima vez esperen mis indicaciones –respondio el sanador del mal modo mientras le daba a Harry un paquete de medicamentos y una carpeta con los horarios de cada medicina- ahora me voy, nos vemos después.

            -¿No se queda a cenar? –invitó Draco muy amable.

            -Guárdate tus buenos modos, a mi no me engañas –respondio el medimago entrando a la chimenea y recitando su dirección.

            -¿Y porque se enoja conmigo? ¡Esta vez ni siquiera fue mi idea!

            -No, pero creo que ya te conoce.

            -¿Y cuándo vamos por Harry?

            -Mañana.

            -Que bien… oye Harry –dijo Draco poniéndose serio- creo que perdimos la carreola.

            -No, ya la pedí y mañana me la entregan; ya la estaban haciendo perdidiza  y bien podría olvidarme de ella, pero si esos muertos de hambre piensan que se las voy a regalar, es que tienen mierda en la cabeza.

            -Entiendo.

            -No es por el costo, es porque por mis bolas no se las voy a dejar.

            Draco solo sonrió por el enojo del auror.

 

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            Cuando al fin terminaron de cenar y subieron a la habitación, Harry preparó la tina de baño con sales aromáticas.

            -¿Te bañarás conmigo? –preguntó Draco al verlo desnudarse y ponerse una bata.

            -Claro, necesito relajarme ¿vienes?

            Draco se levantó y también se puso una bata de baño tomando después la mano que Harry le ofrecía.

            Al entrar al baño y pasar frente al espejo, el rubio alcanzó a ver su rostro en el espejo quedándose quieto de repente.

            -Oh no, no lo harás –dijo Harry jalándolo y quitándolo de ahí.       

            -Tengo ojeras moradas… -musitó Draco dejándose llevar- y mi nariz esta horrible.

            -Me importa un pito como te ves, eso es solo temporal, así que nada de autocompasión ni nada de lloriqueos ¿capicci? –Exclamó Harry quitándose la bata- este muñecote es solo tuyo, así que aprovecha y atáscate.

            Draco no pudo evitar reír por el último comentario del moreno, por lo que no pudo más que dejar a un lado su autocompasión y quitarse también la bata.

            -mmm que rico… -exclamó sumergiéndose en la espumosa y caliente agua.

            -No tanto como yo –dijo Harry colocándose entre la tina y Draco.

            -No haremos el amor ¿verdad? –pregunto Draco dejándose envolver por los brazos del auror.

            -No, pero de todos modos puedo hacerte disfrutar.

            -Si, pero me gusta cuando lo hacemos… ¿no podríamos hacer una excepción? –dijo juguetón Draco colando su mano por atrás hasta tocar el miembro de Harry.

            -mmm… -gimió el moreno sintiendo la mano del rubio comenzar a masturbarlo- siiii… eso esta bueno…

            -¿Y entonces?... ¿me lo haces?... –dijo Draco dándose vuelta y comenzando a besarlo en la barbilla y cuello.

            -Mueve esa mano más rápido… -masculló Harry tocando sus propias tetillas.

            Draco sonrió travieso aumentando el ritmo de su mano hasta hacerlo correrse.

            -¡Ah!...

            -¿Te gustó? –preguntó Draco besándolo en la boca.

            -Me encantó…

            -Puedo esperar a que te repongas para que…

            -No Draco, no haremos el amor –interrumpió Harry sin dejar de besarlo también.

            Draco se enderezó enojado.

            -Pero  también puedo hacer algo por ti –dijo Harry viendo su expresión.

            -No, yo quiero sexo.

            -¿Por qué te enojas tanto? Te apuesto a que si te acuestas en este momento, te quedas dormido.

            -Pues no lo hagamos tan fuerte, que sea algo suavecito –dijo Draco en tono exageradamente suplicante- Harry, hazme el amor, hace mucho que no lo hacemos.

            -No es buena idea, no sabemos como pueda afectar al bebé.

            -Pues me lo haces con cuidado.

            -Dime algo ¿tú y Roger tuvieron relaciones cuando estabas esperando a Harry?

            Draco se enderezó enfurruñado.

            -¿A que viene esa pregunta?

            -Es una pregunta importante.

            El rubio contuvo su contrariedad reconociendo que la pregunta si tenía su importancia, por lo que lanzando un bufido dijo:

            -Creo que no.

            -¿Crees?... ¿o sea que no estás seguro?

            -Mira Harry, no tuvimos mucho tiempo juntos después de eso, la mayoría de la gestación de Harry estuve preso.

            -Entonces no sabemos como pueda afectar –concluyó Harry.

            Draco se giró furioso y comenzó a tallarse los brazos con la esponja ante la mirada seria de Harry.

            -Draco…

            -Déjame en paz.

            -Vamos, no te enojes… -insistió el moreno tocándole un hombro.  

            -No, está bien, no estoy enojado.

            -Si lo estas.

            -No lo estoy, y si insistes en eso, en verdad me enojare.      

            -Draco… -repitió Harry intentando mirarlo de frente.

            -¡Déjame en paz! –exclamó Draco soltándose.

            -Tus hormonas te están enloqueciendo, por eso estas tan enojado por una cosa de nada.

            Aquello fue como si le untaran chile en el culo, por lo que se volvió a mirarlo con ojos asesinos.

            -Tengo razón, así que no me veas así, agradece que no tomo tus berrinches en serio –dijo Harry cruzándose de brazos.

            Draco no supo que decir, pues se sintió tan enojado  que solo quiso desaparecer de ahí.              

            -No, no te vas a ir –dijo Harry tomándolo de la muñeca cuando el rubio intentó salir de la tina.

            -¡Suéltame cretino!

            Harry volvió a sentarlo y a intentar abrazarlo.

            -¡Déjame! ¡Mejor me hubieras dejado en el hospital!

            -Cálmate cariño,  tranquilízate –musitó Harry abrazándolo a la fuerza.

            -¡Mejor di que no quieres tener sexo conmigo porque me veo horrible!

            -¿mmm?

            -Estoy horrible… con mi cara tan fea y mi nariz deforme…

            -No empieces con eso.

            -¡Suéltame!

            -¿Quieres que volvamos a pelear como hace días?... recuerda como te sentirás después.

            Draco se quedó mirándolo con ojos enfurecidos y labios apretados.

            -¿Draco?

            El rubio miró hacia un lado reconociendo que Harry tenía razón, se estaba enojando por nada y su ánimo bajaba y subía como un vil yoyo.

            -Mierda… -musitó suspirando- es cierto…

            -Solo cálmate, no te enojes, lo menos que quiero es hacerte enojar –dijo Harry tomándole el rostro con ambas manos y besándole una  mejilla.

            Draco sonrió y se recargó en Harry abrazándolo.

            -Aun así eres un bastardo de mierda.

            -¿Por qué? –preguntó el moreno asombrado.

            -Un palito no se le niega a nadie.

            -Ya lo haremos después.

            -No, cuando tú quieras, puras habas.

            -¡Oh vamos Draco, no seas un resentido!... mira, aun podemos divertirnos –dijo Harry estirándose y tomando un patito de hule de un estante.

            -¿Qué pretendes hacer con eso?

            -Este patito puede ser muuuy travieso –respondio el moreno con gesto pícaro mientras agitaba el juguete frente a Draco.

            -Es el pato del niño –dijo el rubio alzando una ceja y cruzándose de brazos.

            -Pues ya no, es mío y nadie me lo quitara.

            -¿Estas robándole un juguete a un bebé de cuatro meses?

            -Aja –respondio Harry muy quitado de la pena- ¿y?

            -Eres de lo peor –concluyó Draco rodando los ojos.

 

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