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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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-Es lo menos que puedes hacer, tu provocaste esto y ahora lo arreglas –dijo Draco intentando sentarse.
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-Encantado y para que veas que soy comprensivo, no te pediré el mañanero.
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-Ya verás el mañanero que te voy a dar... –respondió Draco arrojándole una almohada.
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A partir de ese día y cada que podían, ambos chicos terminaban teniendo sexo hasta en el baño; cuando duraban días sin verse y en cuanto se escurrían de los demás, la ropa salía volando y terminaban en la cama... cuando había cama.
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-¡Draco!... ¡nos... nos van a ver! –exclamó Roger desnudo de la cintura para abajo.
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-Estamos en la bodega... –respondió Draco rodeándole con una pierna mientras lo acorralaba contra la pared- solo vienen los elfos domésticos...
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-De todos modos... –exclamó Roger invirtiendo las posiciones quedando Draco contra la pared.
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-¡Métemela ya, idiota!... ¡métemela ya!
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-Estás loco... –susurró Roger mordiéndole el cuello.
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-Lo sé... ¡ah!... –jadeó Draco al sentirse penetrado bruscamente por Roger- ¡por... por todos los...! –balbuceo el rubio sujetándose de los hombros de Roger para no caer.
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-Me encantas, me encantas... –exclamó Roger sujetándole la pierna con una mano mientras que con la otra le acariciaba la espalda, la cintura y las nalgas penetrándolo una y otra vez.
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Un mes después
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-Draco, Stella va a llevarse a Greyback y a los demás a una parranda en el escondrijo de su amiguito, van a emborracharse y seguro no vuelven hasta mañana ¿vamos a dar una vuelta por ahí?
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-No... –Respondió Draco recostado en su cama- no tengo ganas.
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-¿Qué sucede? –preguntó Roger sentándose a su lado.
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-Hace días que no estoy sintiéndome bien... –exclamó Draco tan blanco como un papel.
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-Déjame revisarte –dijo Roger haciéndolo sentarse.
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-Pero...
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-Cállate y abre la boca... mmm no... la garganta está bien, tampoco tienes temperatura... ¿tienes diarrea?
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-¡No! ¿¡qué clase de preguntas son esas?!
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-Las preguntas de un medimago –respondió Roger palpándole el cuello con ojo crítico- ¿Qué sientes exactamente?
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-Pues desde hace unas semanas me duele el vientre, algo así como un cólico... después comenzaron a darme nauseas, es decir... despierto con unas ganas espantosas de vomitar.
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-¿No estarás embarazado? –preguntó Roger burlón mientras le revisaba los ojos.
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-Si tarado y de una vez te digo que no es tuyo –respondió Draco alzando una ceja y cruzándose de brazos.
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-¿Comiste algo raro?... puede ser una infección estomacal, aunque es raro entonces que no haya diarrea ni fiebre.
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-He comido lo mismo que todos... además el solo aroma de la comida basta para provocarme nauseas.
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-De acuerdo –exclamó Roger sacando su varita-, ¡Accio maletín!
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Su maletín medico apareció en cuestión de segundos por la ventana; ya con él, Roger procedió a auscultar a Draco con sus instrumentos médicos, le sacó sangre después de casi casi inmovilizarlo para que se dejara y concluyó diciendo:
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-Tendré los resultados pasado mañana.
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-¿Hasta pasado mañana? –exclamó Draco mientras sostenía un algodón en el pliegue de la parte interna de su brazo.
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-Si, ya sabes que no contamos con los elementos necesarios, trabajo con lo que puedo, desde que expulsaron a los nuestros del ministerio ya no podemos abastecernos como antes –respondió Roger guardando todo- ¿ya comiste?
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-No, no tengo hambre.
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-O sea que en estos días no has comido bien.
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-No quiero.
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-Te traeré algo.
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No, Ya te dije que no quiero.
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-Draco, no puedes dejar de comer.
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-Di lo que quieras, no comeré –exclamó Draco arrojando el algodón a un cubo de basura.
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-Eres tan necio... –dijo Roger rodando los ojos- bueno, me voy, tengo que ir a tender a unos tipos idiotas que se dejaron atacar por unos aurores, regresare pasado mañana.
-Ok
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-Mientras tanto te daré una poción para las nauseas, afortunadamente no sabe a nada aunque tenga un color raro.
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-De acuerdo.
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Un día después, cuando Roger regresó, lo primero que recibió fue el frasquito de la poción en plena cara y a Draco hecho un energúmeno.
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-¡Tu porquería no sirve para nada, me siento igual!
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-Ah... –exclamó Roger atrapando en el aire la pequeña botella.
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-¡¿Cómo que “ah”?!... ¿eso es lo único que vas a decir?
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-Creo que estas de malas ¿verdad?
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-Por fin ¿Qué es lo que tengo?
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-mmm... buena pregunta.
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-¿Cómo es eso?... ¿acaso no lo sabes?
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-Mira, los análisis salieron mal, pero te saque suficiente sangre para hacer mas, así que la envié con un amigo que tiene un laboratorio privado para mayor exactitud.
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A Draco no le quedó más remedio que esperar y a Roger soportar sus quejas; al cabo de una semana, Draco estaba histérico y Roger revisando los análisis esparcidos en la cama uno tras otro con expresión agotada.
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-¿Y entonces?
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-Es que no lo entiendo... –respondió Roger revolviendo docenas de pergaminos.
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-¿No entiendes qué?
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-Todo esto... esta muy raro... –respondió Roger revisando por centésima vez los pergaminos.
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-¿Estoy a punto de morir o qué? –preguntó Draco cruzándose de brazos mientras caminaba de un lado a otro.
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-No se
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-¿Cómo que no sabes?... ¿compraste tu titulo o qué?
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-No
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-¿Pero entonces?
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-¡Draco, por todos los cielos, cállate ya y aplástate en una silla de una buena vez que me exaspera tu caminar psicótico! –exclamó Roger aventando los papeles.
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-¡Yo no tengo la culpa de que seas un inepto! –respondió Draco enfurecido.
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Entonces Roger se levanto de repente, tanto así que Draco pensó que se le abalanzaría para darle un buen golpe, pero en vez de eso Roger abrió el cajón sacando una cajita. La cual abrió rompiendo la envoltura debido a lo brusco de sus movimientos, sacó un objeto parecido a un termómetro plano para después acercarse a Draco diciendo:
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-Abre la boca
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-¿Para qué...?
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-¡Abre la maldita boca!
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Draco obedeció sin replicar más, y después de un minuto Roger sacó el objeto, el cual miró sonriendo incrédulo; entonces sacó otro de la caja rota diciendo:
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-Abre... –Draco hizo lo mismo y Roger procedió a metérsela en la boca mientras el rubio lo miraba con expresión de “¿te has vuelto loco?”... cuando Roger miró el pequeño aparato, miró a Draco diciendo: -Debo estar loco o esto está mal...
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Sin decir nada, Draco lo vio repetir la operación una tercera vez para finalmente exclamar:
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-¿Qué sucede, que es eso del paquete?
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Roger no respondió al momento, simplemente se dejó caer en la cama abriendo la boca y volviendo a cerrarla.
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-¿Pasa algo malo? –preguntó Draco esfumándosele el coraje dando paso a la preocupación.
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-Acuéstate –dijo Roger poniéndose de pie y sacando un estetoscopio de su maletín.
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-¿Para qué?
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-¡Por Merlín, Draco, solo hazlo!
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Draco ya no dijo nada, solo obedeció sintiéndose verdaderamente asustado mientras veía como Roger dirigía su varita a su instrumento medico.
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-¿Qué haces?
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-Aumento la percepción del estetoscopio –respondió Roger alzándole la playera ante la mirada interrogante del rubio.
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-¡Espera, espera!... ¿Qué estás haciendo? –soltó Draco al ver que Roger también le desabrochaba el cinturón.
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-Por una vez en tu vida sé un buen paciente y quédate callado –respondió Roger descubriéndole el vientre y poniéndole el estetoscopio haciendo respingar a Draco.
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-¡Esta frio!
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Roger no respondió, simplemente procedió a escuchar con gesto concentrado.
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-Es imposible... –murmuró un par de minutos después al tiempo que se retiraba el aparato de los oídos.
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-¿Qué sucede, que es imposible? –preguntó Draco recargándose en sus codos.
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-Draco... –respondió Roger sentándose en la cama al tiempo que lo miraba gravemente- tú... bueno... ¿eres normal?
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-¿Qué quieres decir con normal? –exclamó Draco frunciendo el ceño.
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-Es decir, tal vez emplee mal el termino... –replicó Roger como buscando las palabras correctas- sé que lo eres porque te he revisado de pies a cabeza y tienes todo lo que un hombre normal debe tener, pero bueno... yo...
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-¡Habla ya! –exclamó Draco sentándose.
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-Draco... estas... bueno, tal parece...
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-Roger...
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-Tienes un bebé... hay un bebé dentro de tu cuerpo... –exclamó Roger finalmente alzando las manos.
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Draco no dijo nada, simplemente lo miró para finalmente exclamar:
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-No estoy para bromitas, ya dime que tengo.
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-Draco, no estoy bromeando...-respondió Roger gesticulando exageradamente con las manos como si en eso encontrara las palabras exactas- yo... yo no sé qué rayos está pasando pero no puedo equivocarme, todos tus análisis me lo confirman, hasta la estúpida prueba casera de embarazo que acabo de hacerte... además acabo de escuchar su corazón... tu... tú tienes en bebé en el vientre...
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-¿Cómo si estuviera embarazado?
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-Pues... pues sí, si usamos un término médico, si.
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-Claro... –exclamó Draco riendo- ¿y luego?
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-Draco... en serio, no estoy jugando ¿tus padres nunca te dijeron algo sobre tu salud o algo así?
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Draco parpadeo un par de veces mientras la sonrisa iba desapareciendo de su rostro paulatinamente.
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-¿Algún comentario extraño cuando te llevaban al medimago? –continuó Roger.
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-¿No... no estás jugando? –exclamó Draco con un hilo de voz.
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-¡Por Merlín, claro que no! –respondió Roger alzando los papeles desperdigados en la cama- ¡todo indica que así es!
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-Pero no puede ser... yo... yo soy un hombre, eso solo le pasa a las mujeres... –balbuceó Draco tragando en seco.
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-Gracias por la información, eso me ayuda bastante... –respondió Roger sarcástico- ¿ahora podrás responder a lo que te pregunté?
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-Es que es imposible... eso no puede pasarme a mi... –dijo Draco con voz apenas audible.
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Roger suspiro profundamente mientras le ponía las manos en los hombros.
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-Tranquilo, sé que esto es muy desconcertante, pero no quiero que te alteres....
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-¿¡Y cómo no voy a alterarme si me dices algo prácticamente imposible?! –exclamó Draco fuera de sí- ¿¡de donde sacas que estoy... que estoy... eso?!
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-De los estudios que te hice, Draco, de ahí... pero por favor, si te calmas tal vez podamos aclarar esto...
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-¡Pero Roger...!
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-¡Cálmate ya! –exclamo Roger con voz firme callando a Draco al instante- escucha, sé que esto es insólito... –continuo Roger acariciándole el cuello y la mejilla en un tono tranquilizador- pero ayúdame a entender esto e intenta recordar si había algo raro cuando tus padres te llevaban a tu chequeo médico.
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-Pues no... no había nada raro, incluso una vez en que me salí del consultorio porque me aburría, regrese sin que me escucharan y escuche decir al medimago que todo era normal, que solo necesitaba un par de vitaminas pero que mi desarrollo estaba bien... incluso vi unas placas de mi cuerpo, todo era normal... porque yo soy normal ¿verdad, Roger? –dijo Draco con voz angustiada.
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Roger solo lo miró sin decir nada para después abrazarlo mientras decía:
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-Claro que sí, no te preocupes, averiguare que está pasando -Draco cerró los ojos y recargó su cabeza en el hombro de Roger... “todo es un error” pensó tranquilizándose a sí mismo.
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Pero una semana después y después de infinidad de exámenes más, Draco y Roger permanecían en el cuarto del primero en completo silencio.
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-¿Alguien me habrá hechizado? –preguntó Draco en voz baja.
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-Ya me lo preguntaste como mil veces y las mismas que te he dicho que no lo sé... la verdad es que no hay precedentes para esto –respondió Roger con voz cansada al tiempo que se colocaba atrás de Draco quien miraba por la ventana- oye... –continuo titubeante- sé que la pregunta puede parecer un poco fuera de lugar, pero... eee... ese bebé... es mío ¿verdad?
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Draco se volvió lentamente a mirarlo con ojos de pistola haciendo que el castaño se encogiera en su lugar.
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-Claro que no... –respondió al fin irónico- yo me acuesto con todos ¿no sabias?
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-Lo que menos quiero es ofenderte....
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-Seguramente es del viejo Greyback... –interrumpió Draco sintiendo la ira bullir dentro de él- ese hombre lobo es muy bueno para coger, te lo recomiendo.
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-Draco... –comenzó a decir Roger poniéndole las manos en los hombros.
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-Me puso en todas las posiciones que te puedas imaginar –continuo Draco apartando de un manotazo las manos de Roger.
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-No te enojes... –exclamó Roger con la angustia reflejada en el rostro- solo... debía preguntar...
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-Lárgate de aquí
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-Draco, por favor...
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-¡Fuera! -Roger ya no insistió mas, simplemente se dio la vuelta y salió de ahí.
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Dos días pasó Draco sin salir de su habitación y sin hablarle a Roger, quien después de insistir toda la noche en la puerta, finalmente fue recibido; y dos horas después de hablar y rogar, la atención de Draco.
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-Esta bien... –dijo el rubio cruzado de piernas en la cama- yo entiendo que hayas tenido la necesidad de preguntar... ¿pero y donde quedo yo?... en primera ¿crees que ya acepte que estoy...? bueno, ¿Qué tengo esto en el vientre?
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-Un bebé –completó Roger.
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-Cállate, no pongas palabras en mi boca
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-Perdón...
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-No sé qué diablos pasó y aunque lo supiera, no estoy listo para esto.
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-¿Qué quieres decir?
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-Que no lo quiero –exclamó Draco con firmeza.
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-Pero... pero Draco... –dijo Roger con la sorpresa reflejada en su rostro.
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-Tú eres medimago, tú debes saber cómo.
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Roger no respondió, simplemente se le quedó mirando consternado.
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-¿Qué pasa? –preguntó Draco- no me dirás que vas a negarte.
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Roger siguió sin decir nada, simplemente volvió el rostro mientras se sentaba en la silla.
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-Roger, no vas a negarte ¿cierto?
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Roger siguió en silencio mientras miraba por la ventana.
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-Roger...
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-No –dijo finalmente el joven castaño.
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-¿Cómo?
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-Dije que no –dijo Roger mirándolo- no te haré nada.
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-¿Por qué? –preguntó Roger frunciendo el ceño.
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-En primera, porque tu condición no está en ningún libro de medicina pues eres el primer hombre al que le pasa esto, por lo tanto no sé qué consecuencias tenga lo que quieres que te haga, y... y...
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-¿Y? –preguntó Draco mirándolo fijamente cruzando los brazos.
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-Y... creo que yo también tengo derecho de opinar en este asunto.
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-¿Derecho?... ¿Cuál derecho si es mi cuerpo?
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-Si, pero es mi hijo... –exclamó Roger con firmeza, firmeza que sorprendió a Draco- no voy a hacer nada en contra de mi propia sangre.
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-Pero...
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-No sé qué demonios pasó en tu cuerpo y no tengo idea si algún día lo averiguaré, lo que sí sé con seguridad es que te amo, por lo tanto amo lo que llevas dentro y estoy dispuesto a luchar por ustedes contra quien sea.
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-¿Por nosotros?... hablas como si...
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-Eres mi pareja... –interrumpió Roger- y vas a tener un hijo mío.
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-No soy una mujer desvalida
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-Yo sé que no eres ninguna mujer desvalida... –respondió Roger levantándose de la silla y sentándose en la cama descruzándole los brazos a Draco para tomarle las manos- que no tienes idea de lo que pasa, y siendo sincero, yo tampoco... lo que sé es que esto no es solo tu problema... también es mío, no estás solo y juntos podremos enfrentar lo que sea.
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Draco se quedó sin palabras, no estaba preparado para ninguna situación de las que se le estaban presentando.
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-Te fallé al preguntarte sobre la paternidad del bebé –continuo Roger-, no voy a fallarte ahora, nunca más Draco.
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-Roger... –dijo Draco confundido- es que yo... yo también te quiero, pero... todo esto sobrepasa mi cordura...
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-Entiendo a que te refieres... pero entiende que no sabemos qué pasó, no puedo arriesgarte a que te suceda algo si hago lo que me pides.
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-Pero Roger... –dijo Draco tomándole las manos también.
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-Tranquilo, yo te ayudaré, estaré al pendiente de ti en todo momento.
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-Pero...
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-Por lo pronto nadie debe saberlo, si alguien se entera de esto, no quiero imaginar la hecatombe que se desataría.
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-Roger, no lo quiero.
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-Es un bebé, él no tiene la culpa de nada... –dijo Roger acariciándole la mejilla- dale una oportunidad.
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Draco ya no respondió, sabía que Roger tenía razón en cuanto a ignorar los riesgos en su salud, pero se sentía desesperado, ni en sus peores pesadillas imaginó tal situación, por lo que solo se dejó abrazar por Roger sin discutir más.
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-Promete que al menos investigaras si puedes hacerlo.
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-De acuerdo.
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Los días siguientes, era Roger quien iba a hacer las entregas ante las protestas de Draco, quien finalmente lo convenció de que lo dejara hacer su trabajo ante el riesgo de que los demás sospecharan y principalmente porque no era un inútil.
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Además de la guerra encarnizada de la comida, el descubrimiento de que solo aceptaba tomate con miel y su rotunda negativa a tomar cualquier tipo de píldora.
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-Draco, necesitas vitaminas, estas alimentándote muy mal, no puedes vivir de tomate con miel, tomarlas te hará bien.
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-No, no quiero, no me gustan –respondía Draco encogiéndose de hombros.
Pero no todo eran discusiones, Draco se admiraba de la infinita paciencia con que Roger lo trataba, la dulzura con que lo miraba y los mimos que le prodigaba; se hubiese mentido a sí mismo si negaba que eso le encantaba; le subyugaba la manera en que lo acompañaba a dormir... el futuro le aterraba, pero cuando conversaba con Roger, se sentía más tranquilo.
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-Toma –dijo Roger una tarde dándole una sudadera- es dos tallas mas grande, así no se te notará.
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-Mis pantalones empiezan a apretarme –se quejó Draco mientras preparaba una mochila.
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-¿Qué haces?
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-Debo entregar algo en el pueblo de Newick, en la provincia de Aberdeen City, queda muy lejos, me da miedo aparecerme así como estoy, no quiero quedarme sin cabeza a medio camino.
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-Dame la carta, yo la llevaré.
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-Claro que no, ese es mi trabajo, que ciertamente no lo digo con gran orgullo, pero al menos no estoy vegetando como un hongo en este horrible lugar.
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-Pero debes descansar.
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-No estoy muriendo –replicó Draco con tono fastidiado- deja de tratarme como un discapacitado ¿quieres?
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-Pero está muy lejos... –respondió Roger abrazándolo por detrás.
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-He ido a lugares más lejanos –respondió Draco dejándose abrazar.
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-Es que...
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-Van a sospechar Roger –dijo Draco dándose vuelta y mirándolo a los ojos- pasamos mucho tiempo juntos, ¿acaso crees que los demás están ciegos?... hasta Greyback nos dice maricas.
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-Ese le dice marica hasta a su propio reflejo.
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-Hablo en serio... en las mañanas... bueno, más bien casi a toda hora tengo nauseas, de milagro no vomito en la mesa al oler toda esa comida, solo picoteo lo que me sirvo, tarde o temprano se les hará extraño, si ellos llegan a saber esto...
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-De acuerdo –dijo Roger recargando su frente en el hombro del rubio-, pero ten mucho cuidado, me pongo nervioso cuando sales, además ya estas anémico, eso es muy peligroso.
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Draco ya no dijo nada, solo se dejó envolver en un tierno abrazo, el cual correspondió para finalmente decir:
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-No has olvidado en lo que quedamos ¿verdad?... hasta el momento yo solo considero esto como si estuviera enfermo y que en cualquier momento tu encontraras la solución... sabes a que me refiero ¿cierto?
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Por respuesta, Roger solo le dio un beso en la frente y se sentó en la cama hurgando en la mochila de Draco.
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-Lleva las píldoras de hierro y calcio, te he dejado varios frascos.
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-Roger... –exclamó Draco con rostro consternado sentándose en la silla frente a él- pensé que ya habíamos quedado en algo.
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-No... tú ya habías quedado en algo, yo te dije lo que pienso desde un principio.
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-¿Acaso no has investigado nada sobre cómo puedo quedar... bueno, como antes?
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Roger no respondió, por lo que Draco dijo:
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-No quiero interpretar tu silencio como un no.
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-Draco... –dijo Roger tristemente- por favor... también es mi hijo.
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-Si, pero no lo llevas en tu cuerpo... si yo fuera una mujer, tal vez no se me haría tan difícil aceptar esta situación, pero no lo soy Roger... ¿Por qué no me comprendes?... yo... yo ni siquiera he querido pensar en “eso” como una persona como lo haces tú.
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-Es tu hijo...
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-Basta... –interrumpió Draco- ya no digas esas cosas por favor.
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-Draco...
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-Me voy, nos vemos en una semana –dijo Draco tomando su mochila y saliendo de ahí.
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En el transcurso del viaje pudo pensar muchas cosas, le conmovía la mentalidad de Roger y apreciaba sus buenas intenciones, pero lo que le sucedía no era algo normal y aun se negaba a aceptar por completo su situación.
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Todo transcurrió de manera normal, llegó a su destino e hizo su entrega, pero a su regreso, casi a punto de llegar, un pequeño cólico en el vientre le llamó la atención, algo que intentó ignorar; pero un par de horas después el pequeño cólico se había convertido en un verdadero dolor que apenas le dejaba respirar.
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-Demonios... –jadeó sudoroso recargándose en la pared de un edificio- que dolor... –unas nauseas espantosas le hicieron volver el estomago ante las miradas curiosas de unos transeúntes.
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-Joven ¿puedo ayudarlo en algo? –preguntó una anciana al joven encapuchado.
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-No... yo... yo estoy bien, gracias... –respondió Draco obligándose a caminar.
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Quería montarse en su escoba, pero sentía que si lo hacia se caería en cualquier momento; logró llegar hasta el bosque en el cual libre de miradas curiosas se montó en su escoba volando a muy baja altura hasta divisar por fin la vieja casona; Deseando con toda su alma que Roger estuviera presente, Draco subió como pudo a la habitación del medimago.
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-Roger...
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-¡Draco! –exclamó Roger levantándose de inmediato- ¿¡que sucedió?!
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-No sé... me duele mucho... –respondió Draco sujetándose de la puerta.
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Roger lo recostó en su cama y comenzó a revisarlo.
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-Tu presión está muy baja.
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-No se... no sé nada de eso... solo siento que me muero... –respondió Draco hecho un ovillo.
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-Tranquilo, yo te cuidare –dijo Roger pasándole una mano por el rubio cabello; Draco ya no respondió, lo único que deseaba era dejar de sentir tanto dolor.
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Roger le dio a beber una cosa extraña adormeciéndolo un poco, nebulosamente alcanzaba a percibirlo moviéndose en la habitación; no supo cuanto tiempo estuvo revolviéndose en la cama, solo supo que se le hizo eterno hasta que Roger lo levantó suavemente acercándole un vaso a los labios.
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-Bebe esto, te sentirás mejor.
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Un horrible olor a amoniaco le hizo volver el rostro automáticamente.
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-No... no quiero...
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-Vamos, inténtalo... –dijo Roger colocándole nuevamente el vaso en los labios.
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Draco abrió la boca para enseguida escupir la poción debido al sabor excesivamente amargo.
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-Draco, debes tomarlo
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Pero si Draco no lo hacía, ya no era porque no quisiera; el sabor tan espantoso le provocaba arcadas impidiéndole tragar.
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-Roger... –balbuceó desesperado.
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-Tranquilo, no te asustes –dijo Roger recostándolo en las almohadas-, solo abre la boca, yo me encargo de lo demás.
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Después de tres horas y de varias vomitadas, Draco finalmente terminó todo el vaso cayendo después en un profundo sueño; cuando despertó, lo primero que vio fue el rostro preocupado de Roger.
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-¿Cómo te sientes?
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-Mejor, creo... –respondió Draco sintiendo el cuerpo muy pesado- ya no me duele... ¿Qué me pasó?
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-Tus signos vitales estaban cayendo, lo que hice fue estabilizarte.
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-Pero ¿Por qué el dolor?
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-No lo sé, pero ahora ya estás bien.
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-¿Y “eso”?
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-¿A qué te refieres?
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-Ya sabes...
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-Si hablas del bebé, aun está ahí –dijo Roger acomodándole un mechón de cabello.
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-¿Crees que mi cuerpo intentaba deshacerse de él?
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-Tal vez, pero tu corazón casi de detiene, como comprenderás, no iba a ponerme a averiguar qué era lo que a tu cuerpo se le antojaba hacer, ya te dije que lo único que hice fue estabilizarte.
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Draco ya no respondió, se sentía tan cansado que lo único que hizo fue volverse a dormir.
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Una semana después, estando el rubio leyendo un libro, Roger llegó con la sorpresa de haber conseguido un par de boletos para el teatro, a lo que Draco accedió encantado; resultaron ser del teatro muggle, pero ante el estrés que tenia acumulado realmente no le importo gran cosa, afortunadamente Roger había vivido un tiempo en ese mundo y no les resulto difícil colarse entre la gente; la obra fue un musical, algo referente a gatos, como fuera Draco lo disfruto mucho, salieron de ahí a tiempo para cenar en un restaurant, hecho que el rubio no aprecio tanto, pero en el camino fue cantando alguna cancioncilla de la obra, no tenía la gran voz pero eso no le importo en lo más mínimo; rio y cantó en todo el camino de regreso en medio de risas divirtiéndose como hacía años no lo hacía.
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Al día siguiente, en el desayuno, Greyback le arrojó un sobre con su acostumbrado gesto despectivo.
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-Lleva eso a Hougary inmediatamente.
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-Aja –respondió Draco cuchareando el poco cereal que se había servido y sin siquiera mirar al hombre lobo.
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Pero en cuanto subió a su cuarto, Roger apareció cinco minutos después diciendo:
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-Dame el sobre, yo lo entregaré
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-Claro que no –respondió Draco bajando su escoba de arriba del armario-, iré yo.
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-¿Estas demente? –exclamó Roger sonriendo incrédulo- ¡hace días casi te mueres!... es más, déjame ver... –dijo tomando el sobre que Draco había dejado sobre la cama.
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-¡Oye! –exclamó Draco al verlo abrir el sobre.
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-Ahí esta –dijo Roger habiendo leído la breve nota-, el mensaje es para Smith, tendrán una reunión dentro de dos semanas en la casa de la zona Norte, ese holgazán no sale de donde esta porque siempre esta ebrio, o sea que no corre prisa en que vayas ya mismo, la nota ni siquiera es urgente, voy yo.
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-Si me apresuro, llegare a Hougary al anochecer y regresaré mañana –respondió Draco quitándole la carta y guardándola en el sobre.
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-¿Por qué tanto problema en que yo lo entregue?... Greyback no se enterará, daré cualquier excusa para mi ausencia, tú solo tienes que quedarte aquí y descansar.
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-¿Y cómo para qué? –preguntó Draco con el ceño fruncido mientras sacaba una chaqueta y se la ponía por encima de su enorme sudadera.
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-¿Cómo que para qué?... necesitas descansar.
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-No estoy muriendo, Roger –respondió Draco guardándose la carta en la chaqueta.
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-Ya lo sé, pero debes cuidarte.
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-Estoy bien.
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-Draco, no comes bien, estas muy pálido y...
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-¿Quieres dejar de tratarme como a un invalido?
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-Lo hago por tu bien, dame la carta.
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-No –respondió Draco tomando su escoba y dirigiéndose a la puerta.
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-Vamos, no seas necio, regresare mañana mismo, yo si puedo aparecerme.
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-Déjame pasar... –dijo Draco fastidiado.
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-No seas tan obstinado.
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-Roger...
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-Tú acuéstate...
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-¡Basta!... ¡deja de tratarme como a tu esposita embarazada! –exclamó Draco enfurecido- ¡no soy una mujer! ¿¡entiendes!?... ¡así que deja de tratarme como si fuera una!... ¡soy un hombre!... ¡un hombre!
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-Ya lo sé...
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-¡Pues pareciera que no! –interrumpió Draco- ¡y también parece que no quieres buscar una solución a mi problema!
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-No es solo tu problema
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-¡Si lo es!... –respondió Draco aventando la escoba- ¡vaya que sí lo es!... ¡no eres tú quien se siente un fenómeno, no eres tú quien se siente mal!
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-¡Por eso precisamente debes descansar! –respondió Roger agitando las manos.
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-¡Al diablo con descansar, deja eso de una maldita vez!... ¡hablo y hablo y parece que tu no escuchas nada!
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-¡Claro que te escucho! ¡y no solo eso, también te veo y veo que tienes mal semblante, por eso me preocupo mucho!
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-¡Pues precisamente por eso deberías buscar una solución!
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-¡Pero no la que tú quieres!
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-¿¡Porque no?! –exclamó Draco en desesperada actitud suplicante- ¿Qué demonios te lo impide?
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-¡Tú!
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-¿Yo?
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-¡Sí!... ¡¿Qué tal si algo sale mal y algo te sucede?!
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-¿¡Y qué crees que pasará si dejamos que todo siga su curso?!... ¿¡crees que estaré mejor?!
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-¡No lo sé, no lo sé!... ¡con un demonio! –respondió Roger sujetándolo de los hombros- ¡Pero si me equivoco y algo malo te pasa, yo...! Draco... nunca me perdonaría si algo te pasara, eres lo único bueno que me ha pasado en años, lo único hermoso en medio de esta vida de mierda...
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-Eres un maldito egoísta... –susurró Draco.
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-¿Cómo?
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-¡Suéltame! –dijo Draco soltándose- ¡eres un maldito egoísta que solo piensa en si mismo!
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-¡Claro que no, cálmate por favor! –respondió Roger intentando tocarlo de nuevo- estas así por las hormonas que invaden tu cuerpo...
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-¡Vete al diablo, estúpido!... dijo Draco alejándose de él y tomando su escoba del suelo.
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-No te vayas así...
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-Me voy como se me pega la gana y tú no eres quien para decirme lo contrario –respondió Draco dirigiéndose a la puerta.
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-¡Draco!
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-¡Aléjate de mí, idiota!... ¡no quiero que me toques!... ¡es más, no quiero que ni me hables, te detesto y no quiero volver a verte!
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-¡Espera!
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-Muérete, imbécil –concluyó Draco saliendo de la habitación y cerrando de un portazo.
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Bajó las escaleras casi corriendo, no quería discutir más y lo único que deseaba era alejarse de ahí; sentía que si se quedaba un minuto más rompería a llorar como desesperado.
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-¡Maldita sea! –pensó montando su escoba y levantando el vuelo mientras sentía sus ojos arder- ¡no quiero parecer adolescente preñada y me comporto exactamente como una!... Roger, maldito infeliz, todo es culpa tuya...
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Después de varias horas de agotador vuelo por zonas estratégicas, finalmente llegó a su destino cerca de media noche.
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-¡Vaya Malfoy, que sorpresa! –dijo un hombre larguirucho recostado en un sofá bebiendo un whiskey de fuego- ¿trabajando hasta tarde?
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-Que hay, Smith... –respondió Draco desplomándose en el sofá de enfrente.
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-¡Que carita!... pareciera que has venido a pie.
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-Toma –respondió Draco entregándole el sobre.
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-Gracias ¿quieres un trago?, hoy vendrán algunos camaradas para tratar unos asuntos, después podríamos armar una fiesta.
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-Lo que quiero es dormir –dijo Draco poniéndose de pie- me voy a la cama.
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-Buenas noches entonces.
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-Buenas noches.
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Cuando Draco subió a la habitación, lo único que hizo fue quitarse la chaqueta y los zapatos y acostarse en la cama sin siquiera meterse bajo las mantas quedándose dormido casi de inmediato.
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Despertó sobresaltado y desorientado, sin saber a ciencia cierta en donde estaba y preguntándose por que el corazón le latía tan alocadamente; varios gritos le hicieron comprender al instante el porqué había despertado tan de repente.
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Se levanto de un salto para asomarse por la ventana sin lograr ver nada; rápidamente se puso sus deportivos y buscó su varita.
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-¡Que imbécil! –pensó dándose un golpe en la frente- ¡la olvidé!
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Entonces se dirigió a la puerta abriéndola cuidadosamente y saliendo de ahí mirando a todos lados; se asomó a la planta baja y fue entonces cuando vio a varios mortífagos corriendo de un lado a otro gritando:
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-¡Aurores!... ¡los aurores están aquí!... ¡no podemos desaparecernos, han puesto un cerco mágico!
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Draco sintió como si le hubiesen arrojado un cubo de agua helada.
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-No puede ser... –pensó caminando hacia atrás hasta pegar la espalda a la pared.
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Tragando en seco se obligó a mover los pies; bajó las escaleras y corrió hacia el sótano, conocía esa casa y sabía que ahí había una salida de emergencia; obviamente no era el único que lo sabía y cuando llegó ahí, ya había varios mortífagos apiñados en la casi imperceptible puerta.
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-¡Ábrela ya, Spencer! -gritó histérica una mujer.
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-¡Ya voy, ya voy!
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-¡Al fin! –exclamó otro al ver que la puerta al fin se abría comenzado a entrar todos en tropel.
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Sin haber otro remedio, Draco entró también quedando al final del grupo; extendía las manos hacia los lados palpando las paredes del pasadizo iluminado pobremente por las varitas de los demás y sintiéndose angustiosamente claustrofóbico.
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-¡Un poco más! –gritó Smith.
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Después de un rato que se le hizo eterno, una ráfaga de viento helado le golpeó el rostro y la oscuridad del bosque se abrió ante ellos en completo silencio.
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-¡No se muevan, suelten sus varitas! –gritó alguien de pronto iluminando al grupo desde varias direcciones.
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Todo lo demás sucedió con tanta rapidez y confusión que Draco no pudo ni siquiera correr; en cuestión de minutos se encontró esposado y caminando junto a los demás mortífagos capturados.
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-Y heme aquí... –pensó acostado en la cama de su nueva prisión después de repasar sus recuerdos y de que Harry saliera de ahí- padeciendo mi propia estupidez...
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Notas finales: HASTA LA PROXIMA!!!!

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