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Harry se levantó y caminó lentamente por la habitación causando que Draco quisiera colgarse de la lámpara; sin embargo el rubio sabía que no era simplemente decir que si y ya, pues Harry debía pensar sobre algo que había decidido hacía muchos años, no como él que en realidad no tenía una profesión.
-Solo dime que lo pensarás ¿si?... no tienes que responder ahora.
Harry se giró lentamente sobre sus talones y pudo ver la expresión de preocupación en el rostro de Draco, por lo que sonriendo se acercó hasta sentarse de nuevo en la cama mientras le ponía la mano en el cuello.
-No tienes por qué preocuparte tanto…
-Ya lo sé, pero bueno… no es que pretenda decidir tu vida arbitrariamente, es solo que… eee… yo…
-No quieres que siga exponiendo mi vida.
-Exacto… -musitó Draco- basta de perseguir mortífagos, te quiero en casa sano y salvo.
-¿Me quieres sano y salvo y me propones trabajar con los gemelos? Vaya encrucijada –exclamó Harry con divertido sarcasmo.
-Bueno, pero ellos podrían sustituir tu cabeza aunque sea con un balón –dijo Draco algo aliviado al ver la expresión de Harry.
-Déjame pensarlo ¿si? –dijo pegando de nuevo sus frentes.
-De acuerdo.
-Ahora déjame cambiar, que estoy algo mojado por el baño.
-Oye Harry, se me antoja algo.
-Vaya ¿y ese milagro? -Draco se alzó de hombros mientras veía a Harry cambiarse la camiseta- ¿y que se te antoja?
Y aunque cualquiera pudiese pensar que atender a Draco era agotador, para Harry era agotador sí, pero era gratificante el poder retribuirle al rubio algo del tremendo esfuerzo físico que estaba llevando a cabo, aunado a que el chico lo tenía como solía decirle Sirius… “hasta las manitas”
-Quiero un helado de chocolate.
-De acuerdo –dijo poniéndose de pie- le pediré a Betsy que lo consiga.
-Gracias, ven, te mereces un beso.
Sonriendo, Harry recibió su premio para después irse muy feliz a conseguir el helado.
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Al día siguiente, la sorpresa fue la visita de una persona que Draco nunca esperó.
-Llegó una nota al ministerio y yo la traje aquí –dijo Sirius antes de dejar pasarla pasar.
-¡Esther!
-Hola Draco –saludó la buena mujer entre sorprendida y contenta de verlo- ¡vaya!
-Si, sé que estoy enorme –dijo Draco apenado mientras se subía más las mantas.
-No, es solo que fue inesperado, aunque ya sabía de tu condición, ya sabes… por los diarios.
-Ya veo ¿y cómo ha estado, sigue trabajando ahí?
-Sí ¿pero que crees? ¡El desgraciado de Thompson se murió! –Exclamó emocionada- bueno, no es que me dé gusto pero… bueno, la verdad si –añadió haciéndolo reír- le dio un infarto mientras subía las escaleras después de hacer un tremendo coraje con un empleado nuevo, pero por como tragaba, no le extrañó a nadie que algo así le sucediera, así que vino una prima lejana a la cual el negocio no le interesa mucho, pero que sin embargo le agrada que le reditúe dinero, por lo que puso a su marido a cargo y él si es un buen hombre, mejoró un poco nuestro sueldo, no mucho eso sí, pero ya tenemos prestaciones de ley.
-Eso es muy bueno.
-Si, ya no tengo que trabajar si me enfermo y puedo ir al doctor cuando lo necesite ¿y Harry? Lo extraño mucho.
-Lo cuida un matrimonio en lo que salgo de aquí y ya le están saliendo los dientes.
La visita duró una hora más en donde Draco pudo platicar con alguien a quien consideraba una buena amiga; amistad hecha por él, encontrada en un lugar donde nunca lo esperó.
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-¡Vaya! –exclamó Harry un día después, sentado en el sofá mientras leía una carta que le había llevado Betsy, pues la fiel elfina había sido autorizada a recibir su correo.
-¿Qué? –preguntó Draco mientras comía una gelatina de cereza.
-Recibí carta de Bill y Charly y hasta una de Percy.
-¿Y eso? –preguntó mientras lamia la cuchara.
-Woow…
-Ya dime, no la hagas de emoción.
-Mejor te la enseño.
Draco tomó el pergamino que le tendía Harry comenzó a leer una carta de Bill.
“Hola Harry, es un gusto saludarte.
Antes que nada lamento la ausencia de noticias nuestras, la verdad estaba muy ocupado, aunque ciertamente eso no es excusa para no saludarte.
Te escribo para decirte que Fred y George me han hablado mucho de ti y de Draco, y vaya, hasta de tu pequeño hijo Harry al cual pude darme cuenta, ya quieren mucho; también me contaron del lamentable incidente que provocó la torpeza de Ron, déjame decirte Harry, que tanto Fleur como yo, reprobamos totalmente lo que hizo y también quiero decirte que me siento mal por no haberte brindado mi apoyo desde un principio.
Sé que no necesitas nuestra aprobación, pero aun así me alegro de que al fin hayas encontrado a una persona capaz de soportar todos tus malditos traumas que enloquecerían a cualquiera, aunque esa persona este igual de loca que tú”
-¡Vaya tipo! –murmuró Draco riendo mientras seguía leyendo.
“Deseo que Draco se recupere pronto y que tú y tu familia puedan estar reunidos otra vez, salúdamelo y saluda a Sirius, que dicho sea de paso, le hacía mucha falta tener un crio en casa que le quitara esa cara de mal cogido que tiene”.
¡Saludos!
Cuando terminó de leer, Draco estallo en carcajadas al igual que Harry.
-Y esta otra carta que llegó ayer, es de Charly y dice casi lo mismo.
-O sea que nos han dado la bendición –dijo Draco con sarcasmo- Ya se dieron cuenta de que no te he asesinado mientras dormías.
-Es cierto que no necesito su aprobación, pero su apoyo si me hace sentir bien.
-Se nota.
-Y aunque Percy es más escueto, también te envía saludos.
-Gracias.
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-Es sopa de pollo, el pollo tiene vitamina B6 y te ayuda con el vomito –exclamó Harry cuchara en mano- ¿acaso estas feliz de echar el estomago todas las mañanas?
-Obvio es que no –respondio Draco tapándose la boca con una mano.
-Entonces abre el pico.
-No quiero.
-Tienes que comer.
-Claro que como o ya estaría muerto, pero la sopa de pollo no me gusta… ¡oh, mejor toca, se está moviendo! –exclamó tomándole una mano y poniéndosela en el vientre.
Harry abrió tremendos ojos al sentir bajo su palma un suave movimiento, pues era la primera vez que sentía a su hijo moverse.
-¡Oh cielos!... ¡se mueve!
-Ajá…- masculló Draco borrándosele la sonrisa del rostro para dar paso a una mueca de dolor- ¡Ah!...
-Tranquilo bebé, ya no patees a tu papá… -dijo frotando en círculos la enorme barriga para después pegar su mejilla sorprendiendo a Draco- ya tendrás tiempo de jugar afuera, mejor duérmete.
-¡Ay rayos!... ¡Harry, se está moviendo más!
-Si, lo estoy notando –respondio con una sonrisa boba.
-¡Pues ya no le hables!
-Es que es la primera vez que siento sus movimientos… gracias –añadió con mirada brillante.
-Ya, ya… pero cálmense ya por favor –respondio Draco evitando demostrar que esa simple mirada lo había conmovido.
Paso un buen rato hasta que el bebé dejo de moverse dándole un respiro al pobre papá.
-Diablos… no se había movido tanto
-Eso es porque nunca me había oído
-Sí, como no.… oye Harry ¿si podemos pasear por el jardín? Aquí me aburro mucho.
-Si, le pregunte a Kelly y lo autorizó, pediré una silla de ruedas.
Rato después, Draco aspiraba el fresco aroma de los arboles mientras Harry le acomodaba un gorro en la cabeza.
-No necesito el gorro, me está dando calor.
-No te lo quites.
-Pero…
-Si te lo quitas, nos metemos de regreso.
-De acuerdo, de acuerdo…
Estuvieron fuera aproximadamente una hora, ratos en agradable y apacible silencio y ratos de tranquila plática.
Unos días después, con el señor Jackson revisando unos pergaminos, finalmente dijo lo que Draco tanto deseaba.
-Creo que ya estás listo para irte a casa.
-Al fin… -musitó Draco cerrando los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás- después de un mes ya era justo.
-¿Esta seguro? –Preguntó Harry haciendo que Draco le aventara una almohada a su cabeza- ¡debo estar convencido!
-Nada es seguro en la condición de Draco –exclamó el señor Jackson sonriendo- pero por ahora todo va bien, mañana te daré de alta.
-¡Sí!
-Pero para la administración del suero, yo iré hasta su casa.
-Gracias –respondio Harry mirando a un muy sonriente Draco.
Cuando el medimago se fue, Draco comenzó a hablar muy emocionado.
-¡Ya puedes decirle a Molly que lleve a Harry!
-Hay que esperar un rato, nos veríamos muy ingratos ¿no?
-Me importa un pito como nos veamos, ella entenderá.
-Se lo diré al rato –respondio Harry negando con la cabeza mientras rodaba los ojos.
-Genial.
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Al día siguiente, dando el medio día, Draco y Harry llegaban a Grimauld Place en un auto muggle, pues los viajes en la red flú estaban suspendidos por el momento; y francamente Draco lo agradecía, pues cualquier pequeña sacudida a su estomago era una tortura.
-¡Amo Draco! –Chilló Betsy al verlos entrar- ¡al fin está en casa, amo Draco!
Draco no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de la pequeña elfina, quien continuó dando saltitos muy emocionada.
-¿Cuidaste bien la casa?
-¡Claro que si, amo!... todo está muy limpio, tal y como a usted le gusta; también prepare una comida ligera para su estomago y una comida muy rica para el amo Harry y para sus invitados.
-Gracias Betsy ¿hiciste lo de la habitación?
-Si amo Harry, la habitación de los amos ya está en la planta baja para que el amo Draco no tenga que subir escaleras.
-Bien.
-¿A qué hora viene Molly? –preguntó Draco sentándose en el sofá con ayuda de Harry.
-No lo sé, pero ya le avisé –respondio Harry acomodando varios cojines alrededor del rubio.
-Al fin en casa… -exclamó Draco exhalando un suspiro.
-Si, al fin en casa –completo Harry sentándose a su lado para darle un beso.
Esa tarde Sirius llegó temprano, pues deseaba estar en la bienvenida de su sobrino a Grimauld Place.
-Traje una tarta de chocolate –dijo el auror mientras se la daba a Betsy.
-Que rico, ya quiero un trozo –exclamó Draco frotándose las manos.
-Se supone que es para cuando lleguen Molly y Arthur, pero contigo hay que aprovechar cualquier momento en que quieres comer, Betsy corta un trozo para Draco.
-En seguida amo Sirius.
-Con un vaso de leche –completó el rubio arrellanado en el sofá principal de la sala, instalado como todo un señor en su reino.
-A la orden amo Draco –respondio Betsy emocionada.
-Para mí también –dijo Harry.
-Pues ya que en esas están, yo también quiero –exclamó Sirius riendo- oye Draco ¿Qué piensas hacer con las flores que te regaló Hagrid?
-Ni siquiera he ido por ellas, no quiero que piense que no me interesan.
-El entiende que aun no puedes salir; recuerda que dijo que puedes ir por ellas cuando quieras.
-Eso espero… pero bueno, no he pensado a ciencia cierta en donde las plantaré.
-Recuerdo que teníamos un invernadero, mi madre solía cultivar toda clase de plantas raras y apestosas; también están los jardines, abarcan varias hectáreas.
-¿Puedo entonces tomar un poco de terreno para sembrarlas?
-Se me ocurre algo mejor ¿Por qué no darle vida a todos los jardines de nuevo? –Exclamó Sirius tomando un plato con pastel de chocolate de una charola que llevaba Betsy- no es porque Grimauld Place haya sido de mi familia por generaciones, pero la verdad sus jardines eran unos de los mejores de Gran Bretaña.
-Después claro, de los de Malfoy Manor –dijo Draco tomando su plato- y no es porque Malfoy Manor haya sido de mi familia por generaciones.
- ¡Vaya por Dios! –exclamó Harry rodando los ojos- dos snobs sangre pura hablando.
-Los jardines de mi madre salían en varias revistas de botánica –continuó Draco sin hacer caso a Harry.
-Los de la mía también.
-Pero mi madre no cultivaba plantas feas ni apestosas.
-Las de la mía eran medicinales, imprescindibles en la familia Black.
-Bueno, pero mi madre era más bonita.
-eee… bien, tu ganas.
Harry terminó por reír ante aquellos dos para finalmente decir:
-Bueno, independientemente de que jardín haya sido el más bonito, estos necesitan mucho trabajo, están abandonados desde hace décadas.
-Si, parece una jungla haya afuera –convino Sirius- tal vez convendría comprar más elfos domésticos.
-Betsy se esforzara lo triple si los amos lo desean –exclamó Betsy solicita.
-Ni tú podrías con todo –dijo Sirius dando un sorbo a su leche- no llevas ni la cuarta parte de la mansión.
-¡Betsy se planchará las manos por holgazana! –gimio la elfina arrojándose al suelo.
-Tranquila, es demasiado trabajo, no estoy culpándote; sé que te esfuerzas mucho… mmm… tal vez con unos veinte elfos… -dijo el auror aspirando el rico aroma de la tarta.
-¡¿Tantos!? –exclamó Harry.
-Malfoy Manor era atendida por cuarenta elfos –dijo Draco alzándose de hombros antes de engullir una cucharada de pastel.
-Y mi madre en aquel entonces tenía unos treinta y cinco creo… -completo Sirius concordando con Draco- diez son pocos, tal vez adquiera los treinta y cinco que teníamos en esos tiempos.
-Vaya… pues me siguen pareciendo muchos.
-Mansiones como esta tienen mucha magia escondida, no es fácil lidiar con ellas –exclamó Draco chupándose un dedo.
-Creo que si adquiriré unos cuarenta elfos –musito Sirius con la cuchara en los labios en actitud pensativa.
-Parece que pretendes devolver a Grimauld Place sus días de gloria –exclamó Harry bastante impresionado.
-No estuve aquí mucho tiempo, no al menos como me hubiera gustado, así que quiero que ahora que puedo, esta casa sea una verdadera mansión Black… y Potter y Malfoy también, por supuesto.
-Aunque digas que no, también eres un pomposo ricachón –exclamó Harry en tono burlón.
-Solo un poquito; además dos niños vivirán aquí, no conviene que esta casa este sucia y fea.
-¿Entonces… entonces Betsy ya no será útil para los amos? –musitó Betsy con las orejas gachas.
-Claro que si, de hecho tú los dirigirás.
-¿¡En serio, amo Sirius?!
-Ajá, en estos días veremos eso.
Después de conversar un rato mas, Sirius se fue a su habitación a darse un duchazo y estar listo para cuando llegaran los weasley, pues estaban seguro que llegarían también con los gemelos.
-Draco…
-¿Si?
-Pensé en tu propuesta.
Draco miró a Harry sin demostrar lo ansioso que comenzó a sentirse, por lo que simplemente preguntó:
-¿Y bien?
-Me parece bien… acepto ser socio capitalista también –anuncio Harry habiendo puesto en una balanza el deseo abrumador de atrapar a Michael Kingston y la tranquilidad de Draco y el deseo por supuesto de pasar más tiempo con su familia.
-¡Genial! –Exclamó el rubio con una enorme sonrisa- ya verás que nos irá muy bien.
-Trabajaremos en ello, eso tenlo por seguro.
Conforme pasaba el rato, Harry confirmaba que su decisión había sido la correcta, pues estar así, simplemente en compañía de Draco, de su hijo no nato, de su padrino y del pequeño Harry que aun no llegaba, le llenaba enormemente hasta hacerlo suspirar satisfecho.
-Por fin esto está yendo bien… -pensó mirando a Draco limpiar su varita en lo que llegaban los Weasley- Nada debe ir mal ahora, no lo permitiré.
Entonces la chimenea emitió un crepitar característico de cuando alguien pedía permiso de entrar.
-¡Al fin! –Respingó Draco- ¡los weasley llegaron!
Sonriendo Harry se puso de pie para recibir a los Weasley después de permitir el acceso, pero la sonrisa se les congeló a ambos al ver quién era el que entraba; efectivamente era un weasley el que salía de la chimenea, pero no el que esperaban.
-Harry… -exclamó Ron con gesto serio- quiero hablar contigo.
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