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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            Preguntándose quien demonios mandaría correo a esa hora, Gregory prendió su lámpara y se levantó con algo de dificultad para abrir y leer el pergamino que su elfo le había entregado.

            -¡Por los calzones de mi abuela!

            -mmm… ¿Qué pasa, querido?

            -¡El Wizengamot me llama ahora mismo! –respondio Gregory aventando las mantas y buscando sus pantuflas.

            -¿Ahora?

            -¡Si, ahora!... ¡creo que ya tienen la resolución!

            Sophia solo suspiró mientras se levantaba al ver a su marido caminar a todo lo que daban sus viejas piernas hacia el baño.

 

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            -¡Esta convulsionando, haz algo! –exclamó Sirius viendo desesperado como su ahijado se agitaba en el suelo lodoso.

            -Está ardiendo –dijo otro tocándole la frente.

            -Ya le tomé la temperatura, gracias –respondio el auror exasperado mientras sacaba un frasquito y lo destapaba- sujétalo, voy a darle esto, mientras tanto hagan camillas para transportarlos.

            Sirius apretaba los dientes mientras peinaba nerviosamente los lodosos cabellos de Draco, quien ya había sido colocado a un lado de Harry, bajo un hechizo que evitaba que la lluvia siguiera cayéndoles.

            -Resiste Draco… ¡Jack date prisa! –exclamó al ver que la mancha de sangre en el suelo iba en aumento.

            Jack no contestó, se concentró en atender lo más rápido posible a uno para atender después al otro, estaba acostumbrado a esas situaciones en donde sus compañeros se desesperaban cuando uno de ellos era herido gravemente; él no era medimago, pero contaba con una gran preparación y experiencia como lo que un muggle llamaría “paramédico”.

            -¿No sería bueno aplicarle un hechizo calentador? –comentó un auror viendo la palidez de muerte de Draco.

            -¡No! –exclamó Sirius alarmado.

            -Tranquilo, ya sé que no puede recibir ningún hechizo –respondió Jack secando a Harry después de calmar sus convulsiones y pasando ahora al rubio- listo, solo está estabilizado, aun sigue en estado muy crítico, llévenselo ya.

            Dos aurores colocaron a Harry en una camilla y entre los dos la sujetaron emprendiendo el vuelo lo más rápido que pudieron.

            -Ya perdió mucha sangre… -dijo Sirius tocando la helada mejilla- Jack…

            -Háblale, necesita oír una voz familiar.

            Sirius tomó entonces una de las pálidas manos y comenzó a apretarla con cariño.

            -Draco… vamos amigo, resiste… tú eres muy fuerte y Harry te espera…

            Jack había solicitado el expediente médico de Draco al señor Jackson en cuanto la alerta de la desaparición se había dado; el 50% de lo que había ahí no lo había entendido en absoluto, pero había comprendido lo más básico para saber qué era lo que no debía hacer, como aplicarle un hechizo por más sencillo que éste fuese. Sin embargo estaba sumamente nervioso aunque no lo demostrara, pues aunque estaba preparado para atender emergencias en el campo de batalla, no lo estaba para atender a alguien como Draco Malfoy; no sabía qué tipo de medicamentos podrían ser contraproducentes ni que debía hacer si alguna complicación relacionada al bebé surgía.

            Por lo pronto procedió a revisar sus signos vitales y a aplicarle una transfusión de sangre mientras sus compañeros esperaban ya con la camilla lista.

 

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            -Buenos días –saludó el señor Jackson entrando a la oficina de Baltasar Parrish.

            -Buenos días.

            -Realmente me he sorprendido de recibir una lechuza  tan temprano –exclamó Gregory sentándose en la silla que le ofrecía el presidente del Wizengamot.

            -No tiene caso esperar si ya tenemos una resolución –respondio el anciano Baltasar entrecruzando los dedos sobre el escritorio- mira, como ya lo sabes, este asunto no es nada sencillo.

            -Lo sé, lo sé, comprendo que se hayan tomado su tiempo para discutirlo.

            -Realmente no nos tomó mucho tiempo –confesó  Baltasar sonriendo cansinamente.

            -¿Ah no?

            -No.

            -¿Y bien? –preguntó ocultando su ansiedad.

            -La resolución deberíamos dártela en la sala del tribunal, de hecho; pero convinimos que lo más ideal sería que lo hiciese yo.

            -Ya veo.

            -Hemos decidido por común acuerdo acceder a realizarle un juicio a Lucius Malfoy contándote a ti como su representante legal estando él incapacitado mentalmente.  

            -Me alegro, es muy bueno para mi cliente ¿Cuándo será?

            -Esta tarde, a medio día; no tiene caso retrasar este asunto.

            -Baltasar ¿Cuál es la resolución a la que llegaron? –Preguntó Gregory dejando su vieja carpeta a un lado- es un hecho que ya decidieron que harán con Lucius Malfoy.

            -¿El eminente abogado Gordon está ansioso?

            Gregory resopló mientras esbozaba una ligera sonrisa.

            -Pues creo que de nada me serviría negarlo.

            -Cierto, yo no lo creería además.

            -Pero tengo razón ¿no?

            -Si, si no, no estaríamos aquí.

            -¿Y bien?

            -Seré claro… te daremos tu tan ansiado indulto –respondió Baltasar ya con tono serio.

            Gregory ahogó un gemido de sorpresa, por lo que solo miró muy atento al hombre frente a él, quien continuó hablando.

            -El Wizengamot no quería que te lo dijera antes de tiempo, y de hecho solo les dije que si para que me dejaran en paz, pero no tiene caso jugar con este caso, ya hemos llegado a un acuerdo y es este; así que debes presentarte a medio día en el tribunal para juzgar a Lucius Malfoy, sentenciarlo y proceder a indultarlo después.

            -Suena muy sencillo… -exclamó Gregory entrecerrando los ojos- ¿no hay algún truco en esto?

            -¿Nos crees capaces?

            Gregory bufó con sarcasmo para finalmente levantarse.

            -Bien Baltasar, entonces me retiro, confío en tu palabra y que todo saldrá bien para mi cliente.

            -Hasta entonces.

 

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            -Maldita sea, la hemorragia no se detiene… -pensó Jack habiendo colocado ya la tercera unidad de sangre en pleno vuelo.

            -Resiste, resiste… -pensó Sirius con la lluvia azotándole el rostro mientras transportaban la camilla en plena tormenta, la cual había arreciado los últimos momentos.

            Jack miró preocupado el ritmo cardiaco del bebé, que se reflejaba en unos números luminosos flotantes colocados sobre el vientre de Draco; no tenía la menor idea de cuando debía nacer el bebé, sabía que estaba en días pero nada más y en todo caso no podía hacer  nada por él, pues no estaba capacitado para eso; la idea era recibir instrucciones del señor Jackson por el intercomunicador, pero la tormenta estaba afectando las comunicaciones y solo escuchaba estática por el aparatejo, así que solo logró estabilizarle un poco la presión sanguínea administrándole algunos medicamentos que le indicó el medimago.

            Las escobas devoraban millas y millas de distancia sin que los aurores que las montaban se dejaran amilanar en lo más mínimo por el tremendo aguacero, antes bien su coraje se encendía mientas sujetaban con fuerza ambas camillas.

 

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            -Todo listo –dijo Kelly mirando a su padre.

            -También atenderemos a Harry, también viene para acá, el último informe es que su temperatura esta subiendo de nuevo, todo parece indicar neumonía ¿ya está listo el quirófano para Draco?

            -Si, todo está listo, tranquilo papá –respondio la medimaga al ver al anciano gesticular exageradamente mientras revisaba unos pergaminos.

            -¿Qué me tranquilice?... vamos niña, todo es una maldita locura, esos tres se están muriendo y yo no puedo hacer nada –exclamó molesto el señor Jackson aventando los papeles  y alejándose de ahí.

 

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            Dos eternas horas después, la clínica del señor Jackson se convertía en un panal de abejas debido al movimiento que se desencadenó al arribo del primer paciente que fue recibido por Kelly y un equipo de medimagos.

            Quince minutos después, el segundo paciente llegó siendo recibido por el señor Jackson, quien aunque estaba al tanto de la situación de Draco, no pudo evitar impresionarse al verlo llegar en tan lamentable estado.

            -Ya están siendo atendidos, todo estará bien –dijo el jefe Wright a Sirius en cuanto soltaron la camilla y Draco fue llevado al interior de la clínica.

            Pero Sirius no respondió, simplemente se quedó de pie, con el cabello y el rostro escurriendo agua mientras miraba en silencio la puerta por la cual Draco y presumiblemente también Harry, había sido llevado.

 

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            En la oficina del señor Gordon, una mujer ya entrada en años tocaba a su puerta.

            -Aquí están los documentos que me pidió.

            -Muy bien Grettell –respondio el anciano guardándolos en su carpeta para después ponerse de pie- bueno, me voy; deséame suerte.

            -No la necesita –respondio su secretaria sonriente- usted es muy buen abogado.

            -No te creas, cuando tratas directamente con el Wizengamot, nunca se sabe.

            -Eso es cierto, entonces mucha suerte.

            Cuando llegó al ministerio, se dirigió con paso tranquilo hasta la sala en donde tenía la reunión con el Wizengamot.

            -Buenas tardes –saludo al entrar y encontrarse de frente al grupo de túnicas moradas que lo miraban de forma penetrante y con expresiones un tanto difíciles de descifrar.

            -Bien abogado, comencemos el juicio de Lucius Malfoy –dijo Baltasar Parrish acomodándose unas gafas.

           

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            -Necesito saber cómo esta Harry, nadie me ha dicho nada –exclamó Sirius caminando de un lado a otro.

            -Están atendiéndolo todavía, pero si hubiese ocurrido algo grave ya nos lo hubieran venido a decir –dijo Jack tomando un café.

            -El ya estaba grave, Jack… lo que dices no es de gran ayuda.

            -Pues sí, es cierto… pero…

            -¡Ahí viene! –interrumpió Sirius viendo a Kelly salir de una puerta.

            -¿Cómo están, porque no nos han dicho nada? –preguntó ansioso apenas la medimaga llegó a ellos.

            -Yo estoy a cargo de Harry, y sobre él te puedo decir que sigue en estado crítico, pero estable.

            -¿Y eso que rayos significa, que está bien pero mal?

            -Significa que ya está estabilizado aunque su estado sigue siendo muy delicado.

            -Pero estará bien ¿no?

            -Ya iniciamos el tratamiento, aun falta ver cómo reacciona.

            -¿Quieres decir que aun no sabes si sirvió la medicina y ya lo dejaste solo? –exclamó Sirius con incredulidad.

            -No, significa que hay que ver la rapidez con la que su organismo reacciona… mira, sé que estas muy angustiado por Harry y no te mentiré, su neumonía estaba muy avanzada y su organismo estaba deteriorándose con alarmante rapidez, pero ya detuvimos la infección y ya está recibiendo el tratamiento adecuado, solo falta esperar, sé que no es fácil pero él es fuerte y tiene muchas ganas de vivir, eso cuenta mucho.

            Sirius se pasó los dedos por su enmarañada melena mientras le daba la espalda y suspiraba con cierto alivio.

            -Ni siquiera te has secado –dijo Kelly sacando su varita y aplicándole un sencillo hechizo que secó la ropa del medimago de inmediato- le diré a una enfermera que te traiga algo para prevenir el resfriado.

            -No necesito nada, gracias.

            -No seas obstinado.

            -De acuerdo… ¿y de Draco? ¿Qué me puedes decir de Draco? -Preguntó sintiéndose de repente muy agotado.

            -Aun no puedo decirte nada, mi padre es quien lo está atendiendo.

            -¿Podrías…?

            -Claro –interrumpió ella poniéndole una mano en un brazo- siéntate un rato.

            -Sí, gracias.

 

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            El juicio transcurrió con rapidez y en un abrir y cerrar de ojos, Lucius Malfoy fue declarado culpable de un sinfín de cargos presentados por el Wizengamot sin que el abogado defensor presentara ninguna prueba de inocencia.

            -La sentencia es cadena perpetua en la prisión de Azkaban –concluyó Baltasar Parrish leyendo un pergamino.

            -Bien –convino Gregory desde su lugar.

            El presidente del Wizengamot bajó el amarillento papel para fijar la vista en el viejo abogado que evidentemente esperaba algo más aparte de una sentencia para su cliente.

            -No pueden echarse para atrás… -pensó Gregory mostrando cara de jugador de póker- no ahora…

 

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            Sirius se sintió mejor con el medicamento que una enfermera repartió no solo a él sino a todos los aurores que estaban ahí y que mostraban evidentes signos de agotamiento, lo que le dio fuerzas para seguir caminando de una lado a otro en espera de las  noticias de la medimaga; sin embargo ella no regresó, quien lo hizo mucho rato después, fue el medimago Jackson.

            En cuanto lo vio, Sirius se detuvo intentando leer su rostro.          

            -Están bien ¿verdad?.. Es decir, Draco y el bebé…

            -Operé a Draco y saqué al bebé, ya era hora de su nacimiento–dijo el señor Jackson ante el grupo que se había reunido en torno a él.

            -¿Y? –preguntó Sirius ansioso.

            -Esta bien, el pequeño está muy saludable.

            Un suspiro escapo de Sirius y un aplauso se dejó oír por el grupo de aurores, quienes sin poder evitarlo habían expresado su alivio de esa manera; pero el último de los Black supo que la expresión del medimago no era del todo buena.

            -¿Y Draco? –preguntó sintiendo el corazón en un puño.

            -El no, señor Black, él no está nada bien.

 

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            -Hijos de puta… -masculló Gregory Gordon saliendo a toda prisa de la sala del Wizengamot mientras apretaba contra su pecho una carpeta con documentos- casi me matan de la angustia… lo hicieron a propósito.

            Iba alterado, pero feliz de llevar en su poder el documento que certificaba el indulto de Lucius Malfoy.

 

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            -Pero… -musitó Sirius sin atreverse a hablar más.

            -Si hay algo que no me gusta señor Black, es dar rodeos… Draco está muy mal, yo no puedo asegurar que pase esta noche.

            -¿Qué?

            El silencio volvió a hacerse en la sala en donde los demás aurores solo atinaron a mirarse entre sí al escuchar al medimago.

            -No puede decirme eso, lo trajimos a tiempo… lo trajimos a tiempo ¿no?... es decir…

            El señor Jackson vio desaparecer por completo la seguridad y aplomo que caracterizaban al singular auror y ante él vio a un hombre angustiado que intentaba encontrar sentido a esa situación.

            -Señor Black, llegó agonizante.

            -Pero…

            -Puede pasar a verlo, yo autorizo que pase todo el tiempo que usted quiera en la habitación.

            Sirius entendió el mensaje que entre líneas le había dado el medimago, “pase a despedirse” había querido decir, e iba a entrar, por supuesto que iba a entrar a verlo, pero no a despedirse; eso no podía pasar; solo que deseaba partirse en dos… quería entrar a dos habitaciones para estar con las dos personas que eran todo para él, su familia, sus amigos…

            -¿Puede colocarlos en la misma habitación?

            -Por ahora no conviene mover a nadie, los dos necesitan su espacio.

            -Ya veo… -respondio mirando la puerta- bien.

            El señor Jackson lo vio caminar hacia ella sin decir nada y desaparecer ante el silencio de todos.

            -¿La habitación de Harry Potter? –preguntó a una enfermera.

            Cuando entró a la habitación, le dolió mucho ver a Harry conectado a un respirador automático y a Kelly anotando algo en una tabla.

            -Es para ayudarlo a respirar –dijo ella bajando la tabla al tiempo que señalaba la manguerita de plástico que salía de la boca de Harry- esto es una intubación endotraqueal… -explicó sabiendo que a algunas personas les tranquilizaba saber para que servía cada cosa.

            -¿Le duele?

            -Esta anestesiado.

            -Pero cuando despierte…

            -Estará adolorido, sí; pero nada más.

            -¿Puedo estar solo?

            -Claro, si necesita algo pulse ese botón.

            Cuando Kelly salió, Sirius se acercó hasta la cama para mirar de cerca a su querido ahijado.

            -Que susto me diste cachorro… -musitó tomándole una mano- en realidad nos lo diste a todos, pues Remus casi muere infartado, por cierto aun no le he dado el parte médico, me asesinará en cuanto me vea… -dijo callándose abruptamente al darse cuenta que hablaba sin sentido, solo entonces se puso una mano en los ojos y comenzó a llorar.

 

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            -Quiero que salga en la publicación vespertina –dijo Gregory Gordon a su secretaria, quien redactaba varios mensajes al mismo tiempo con su pluma de gallina de Guinea- ya para mañana, los demás medios informativos ya estarán sobre la noticia.

            -Muy bien señor, las enviaré a los diarios ahora mismo.

            -Bien… solo falta que Harry Potter y Draco Malfoy aparezcan.

            -¿Usted cree que en realidad los encuentren?

            -No lo sé, deseo que si… francamente eso de matar a alguien tan vulnerable como Draco Malfoy se me hace algo aberrante, ese tipo debería haberse enfrentado a ellos en un duelo con todas las de la ley, ya sin que no estuviera esperando ningún bebé y pudiese defenderse.

            -Asesinar a un bebé… -dijo la secretaria poniéndose una mano en el pecho- ese hombre es igual de malvado que “El que no debía ser nombrado”.

            -Si… bueno, bueno, ya envía esas cartas a los periódicos y revistas de siempre, quiero que “El Profeta” lo publique en primera plana.

            -En seguida.

 

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            -Ya nació Sirius –dijo Sirius sorbiendo la nariz mientras sonreía entre lagrimas- aun no he ido a verlo pero en cuanto pueda lo haré y tú debes mejorar para ir a verlo también, y también para ir a ver a… a… -su garganta volvió a quebrarse mientras intentaba continuar hablando- Harry… lucha por tu vida… lucha por tu vida…

            Estuvo cerca de una hora en la habitación  para después pasar a la de Draco, el cual simplemente parecía dormir.

            -Hey amigo… -exclamó con voz baja viendo el pálido rostro cubierto con una mascarilla de oxigeno- Sirius ya esta fuera, está esperando a su papá…

            El pecho de Draco subía y bajaba de manera casi imperceptible.

            -Ya estas a salvo, todos lo están… -dijo acercándose hasta hablarle al oído- todos irán pronto a casa, pero para eso debes luchar, debes ser fuerte y resistir… debes ser fuerte y resistir…

            Pasó su mano por entre los rubios cabellos y después tomó una silla y la acercó a la cama dispuesto a esperar.

            -¿Sabes? Harry está en la habitación contigua y está hecho un asco, definitivamente la barba no le queda, no es como yo, a mí se me ve muy bien y no es por quitarte mérito ni nada de eso, pero no creo que a ti te vaya tampoco… bueno,  al menos ya no te crece, te evitas afeitarte todas las mañanas.

            Afuera el movimiento seguía, pues la investigación y mucho menos el trabajo aun no habían terminado.

            -La tormenta esta amainando, quiero el reporte de la zona lo más pronto posible –dijo Wright saliendo de la sala de espera seguido de sus aurores.

            -¿Ya se van? –dijo una enfermera.

            -Si, pero se queda un equipo para custodiar la clínica.

            -Ah… que bien –dijo evidentemente aliviada.

            -Jefe, su escoba.

            Wright la tomó y salió de la clínica para dirigirse al cuartel general de aurores, aun había mucho trabajo por hacer y ahí ya no podían hacer nada.

 

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            La edición vespertina de “El Profeta” se vendió como pan caliente al leerse en primera plana que Lucius Malfoy ya estaba completamente libre de cargos.

            “Lucius Malfoy, el antes magnate de los negocios y ahora un enfermo mental recluido en San Mungo debido a la tortura del que fue el mago más tenebroso de todos los tiempos, el temido mago oscuro Lord Voldemort; fue declarado culpable en un juicio que el Wizengamot llevó a cabo, sin embargo Lucius Malfoy no será trasladado a la prisión de Azkaban, pues en el mismo juicio en el que se le encontró culpable de múltiples cargos, también se le concedió un indulto debido al gran servicio que dio a la comunidad mágica, pues así como en un tiempo fue la mano derecha del “innombrable”, gracias a su oportuna intervención, Lord Voldemort no pudo llevar a cabo su plan de convertir a un inocente bebé en un horrocrux para así poder alargar su vida.

            El honorable Wizengamot consideró que la deuda de Lucius Malfoy para con la sociedad, ya fue pagada, por lo que lo único que falta es trasladarlo de San Mungo a otra residencia que los familiares deben decidir, familiares que cabe mencionar, por desgracia están desaparecidos, y con esto nos referimos a su único hijo, Draco Malfoy y a Harry Potter, con quien tiene un hijo y otro por nacer”

            Tal como esperaba Gregory Gordon, la noticia levantó ámpula, pero a diferencia de lo que pudo haber sido en otros tiempos, el revuelo no fue tanto debido a que la opinión de la gente estaba dividida; un puñado de gentes inconformes se plantaron frente al ministerio exigiendo cárcel para Lucius, mientras otros tantos que pasaban solo los observaban.

            -Esto se olvidará en unos días –dijo Gregory a su esposa, mientras miraban todo desde un café.

            -Solo espero que tus clientes aparezcan, sería un apena que Draco Malfoy no pudiese ver libre a su padre.

            -Ajá… además de que aun falta que termine de liquidar mis honorarios.

 

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