-Le juro que digo la verdad... –exclamó Draco con voz quebrada- yo no soy un mortífago, ni siquiera tengo la marca...
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-Eso no importa... estas con ellos, eso te convierte en uno de ellos... –dijo Remus abriendo la boca y acercando peligrosamente sus dientes al cuello de Draco, quien comenzó a temblar mientras sujetaba las muñecas de Remus.
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-Por favor... por favor... –susurró con voz trémula- no sé nada, le juro que no sé nada...
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-Mientes... –exclamó Remus antes de ser interrumpido por una arcada de Draco que lo hizo soltarlo rápidamente mientras éste se ponía la mano en la boca.
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-¡Voy... voy a vomitar!
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-¿Otra vez? –exclamó Harry, quien junto a Sirius veía había visto toda la escena desde un extremo de la sala.
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-¿Otra vez? –repitió Sirius mirando a Harry- ¿Por qué dices eso?
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-Hoy en la mañana lo encontré vomitando en el baño.
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-Vaya... –dijo Sirius acercándose al sofá- si fueras mujer, diría que estas embarazo, Draco.
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Pero Draco no pudo responder, sus nauseas lo tenía inclinado mientras Remus se acercaba a Sirius para decirle en la oreja:
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-Me voy a mi habitación a tomar mi poción, no me siento muy bien.
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-Adelante Monny, nosotros nos encargaremos.
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-Quiero... quiero ir al baño... –Balbuceó Draco poniéndose la mano en la boca.
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-Maldición, -exclamó Sirius tomándolo del brazo y levantándolo- Harry, llévalo tú y vigílalo.
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Harry tomó a Draco del otro brazo y lo llevó al baño de la planta baja, en donde el rubio apenas si alcanzó a llegar a inclinarse sobre el escusado.
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-¿Estás enfermo? –preguntó Harry recargado en el marco de la pared mientras veía a Draco vomitar.
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-N-no... –respondió Draco con dificultad.
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-¿Entonces porque vomitas tanto?
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-Seguramente es... es la comida... tan horrible de aquí... –dijo Draco alzándose y arrastrando los pies al lavabo.
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-¿Cuál comida, si ni comes?
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-Porque esta horrible, ¿Qué otra explicación quieres?
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Harry ya no contestó, simplemente se le quedo mirando como si quisiera meterse en su cabeza.
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-No pretendas usar Legeremancia conmigo Potter... –dijo Draco pasando junto a él- yo si fui muy buen alumno de mi padrino.
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Sonriendo por el comentario, Harry lo siguió hasta llegar nuevamente a la sala en donde Sirius esperaba con los brazos cruzados.
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-Llévalo arriba, y después ven a la habitación de Remus. –dijo Sirius a Harry, quien después de llevar a Draco a su habitación, fue a encontrase con sus compañeros.
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-¿Qué piensan? –dijo Remus recostado en su cama con los ojos cerrados.
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-Yo creo que hay que llamar a un medimago. –Dijo Harry- esto no es normal.
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-¿Y quien dijo que un Malfoy es normal? –exclamó Sirius.
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-Claro, comenzando con que también es Black ¿no? –respondió Harry riendo.
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-Que gracioso, me muero de risa. –dijo Sirius sarcástico.
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-Déjenlo tranquilo por este día.
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-¿Y sobre el interrogatorio que piensas, Monny? –Dijo Sirius- ¿crees que miente?
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-No, -respondió Remus abriendo los ojos mostrando ya un color normal- olfatee su miedo... el no mentía, no con el terror que percibí en él.
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-Rayos, -exclamó Harry- entonces si él no sabe nada importante sobre algún plan de Voldemort... ¿Por qué se arriesgan tanto por él? No creo que sea por compañerismo ¿cierto?
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-Entre mortífagos no hay compañerismo... –dijo Sirius- así que no es por eso.
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-Pero aquí se está cocinando algo muy pesado... –dijo Remus sentándose y recargándose en el respaldo de su cama- tal vez Malfoy no lo recuerde en este momento o ignore que su información sea importante...
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-Pues no veo como. –dijo Sirius.
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-Quien sabe, Padfoot... –respondió Remus pensativo- lo mejor será llamar al medimago y después ya veremos qué hacer.
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-De acuerdo. –dijo Sirius.
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-Pero se lo informaremos primero a él.
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-¿A Draco? –exclamó Sirius alzando una ceja.
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-Si.
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-¿Y para qué?... ¿para ver si tiene tiempo de recibirlo?
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-No, pero quiero ver cómo reacciona.
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-Tú sabes lo que haces Monny, -dijo Sirius finalmente- por eso eres el jefe.
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Al día siguiente, y después de que Harry volvió a pescar a Draco en el baño, los tres aurores se presentaron en su habitación.
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-¿Hay algo que quieras decirnos? –preguntó Remus apenas entraron.
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-Ya me preguntaron todo lo que querían y no pude decir nada ¿ahora qué demonios quieren que les diga? –respondió Draco molesto sentado en su cama.
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-¿Estás enfermo?
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-De ustedes solamente.
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-¿Eres bulímico o algo así?
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-¿¡Qué?!... ¿¡pero qué estupidez es esa?!
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-Algo tienes... y si no me lo quieres decir, entonces llamaré al medimago.
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Al escuchar eso, Draco cambio radicalmente de expresión y esta vez no pudo ocultarlo ante los tres aurores.
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-¿Al medimago?... ¿y para que, si estoy bien?
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-No lo creo, y como veo que de ti nunca sacaré nada en claro por tu propia voluntad, lo llamaré ahora mismo.
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-¡No!... –exclamó Draco poniéndose de pie- no lo llame, yo me siento muy bien.
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-Claro. –respondió Remus saliendo de la habitación.
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-¡Espere, no lo haga! –Exclamó Draco dando unos pasos sin que Remus detuviera su camino- ¡no lo llame, maldito hombre lobo de mierda!
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-Me encanta tu manera de pedir las cosas, Malfoy –dijo Harry negando con la cabeza antes salir de la habitación seguido por Sirius.
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-Vete al infierno, Potter –respondió Draco pateando la silla yendo esta a estrellarse en la pared.
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Una hora después, un medimago enviado por el ministerio fue escoltado hasta la casa de seguridad en donde Remus lo puso al tanto de la situación mientras subían por las escaleras.
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-Así que vomita y se marea... –exclamó el medimago llamado Andrew Jackson, hombre como de cincuenta años de edad que acostumbraba atender los casos del departamento de aurores.
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-Pienso que el miedo puede causar esas cosas ¿me equivoco? –dijo Remus.-
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-Cierto -respondió el medimago llegando a la habitación de Draco, la cual Remus abrió con un pase de su varita.
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-Dije que estoy bien. –gruñó Draco en cuanto vio a los dos hombres entrar.
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-Soy Andrew Jackson. -exclamó el medimago sonriente.
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-Me importa un cuerno como se llame... no lo necesito. –respondió Draco.
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-Puedes sentarte en la cama, no tomara mucho tiempo. –dijo el señor Jackson acercando la silla a la cama.
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-Draco... –dijo Remus mirando fijamente al chico furioso que se replegaba en la pared.
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-Dije que...
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-¿Quieres que yo vaya por ti? -Draco ya no respondió, solo tragó saliva al recordar los ojos dorados que tuvo tan cerca y el gruñido que percibió- Draco...
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-Ya cállese. –respondió Draco caminando hasta la cama y sentándose frente al señor Jackson, quien saco varias cosas de su maletín, incluida una pluma y un pergamino.
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-Veamos... –dijo el señor Jackson tomando una lamparita y poniéndola directamente en los ojos grises.
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-¿Pretende dejarme ciego?
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-Abre la boca –Dijo el medimago sin hacer caso a los refunfuños de Draco-, ¿alguien de tu familia tiene problemas cardiacos?
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-No sé, todos están muertos. –respondió Draco molesto.
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-¿Problemas respiratorios? –Preguntó el señor Jackson colocándole el estetoscopio en la espalda- respira profundamente... otra vez... ¿hace cuanto sientes estas nauseas y mareos?
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-Sucede cuando me acerco a un hombre lobo... –respondió Draco mirando venenosamente a Remus, quien lo miró sin mostrar ningún tipo de reacción.
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-¿Es en serio? –preguntó el medimago tomando su pluma y su tabla.
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-Usted es el experto ¿no?
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-Tomaremos algunas muestras. –dijo el señor Jackson sonriendo ante la nula cooperación de Draco, quien saltó al escuchar lo último.
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-¿Muestras?... ¿Qué muestras?
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-Muestras de sangre y de orina. –respondió el señor Jackson sacando una jeringa y varias cosas necesarias.
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-Usted no va a clavarme esa cosa en el brazo. –dijo Draco mirando fijamente la jeringa.
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-Puedo hacerlo yo si quieres. –dijo Remus recargado en la pared.
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-¿Podrías quitarte la sudadera? –dijo el señor Jackson.
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-Draco...
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Draco solo lanzó un bufido mientras el medimago esperaba pacientemente, a que se quitara su enorme sudadera, lo que hizo finalmente echando chispas por los ojos.
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-Dame tu brazo.
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Después de tomar la muestra de sangre, con toda la pena y coraje del mundo, Draco tuvo que orinar en un vasito frente al medimago, quien después de checar su presión arterial, dio por terminada la consulta.
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-Mañana mismo tendrá los resultados, señor Lupin. –dijo el medimago ya con un auror esperándolo en la puerta.
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Contrario a lo que esperaban, antes de la cena, el medimago llegó a la casa, custodiado por un auror.
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-¿Ya tiene los resultados? –exclamó sorprendido Sirius.
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-Estos análisis tienen prioridad -respondió el señor Jackson con rostro apenado-, pero hubo un error.
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-¿Un error?
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-Si, hubo contaminación de las muestras, así que vine a tomar más, por eso vengo a esta hora.
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-¿Y cómo pasó eso, que no tuvo el suficiente cuidado? –exclamó Sirius dirigiéndose a las escaleras.
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-No sé cómo pasó, pero esta vez yo mismo los llevare al laboratorio y los entregare al laboratorista clínico, lo hare trabajar horas extras por este error cometido y mañana tendrán los resultados tal como lo prometí.
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Media hora después de que Draco y Sirius se dijeron hasta de lo que iban a morir, finalmente el medimago pudo tomar sus muestras; y a primera hora, nuevamente lo tuvieron ahí.
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-Llega muy temprano. –dijo Remus al verlo en la puerta.
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-Señor Lupin... –exclamó el medimago Jackson con rostro serio.
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-¿Qué sucede?
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-Créame que esto que voy a decirle es la primera vez que me sucede en toda mi carrera... nunca había tenido tal confusión en las muestras tomadas de ningún paciente y...
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-¿Es usted medimago o vampiro? –exclamó Sirius asomándose desde la cocina.
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-Señor Black, comprendo su molestia, pero les juro que esta vez, yo mismo realizare los análisis.
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-¿Qué pasa con los que ha hecho? –preguntó Remus.
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-Eso estamos averiguando señor Lupin, los laboratorios de San Mungo nunca habían fallado, esto es tal vez un aviso de que debemos actualizar ciertos equipos.
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-Vaya... –exclamó Remus exhalando un profundo suspiro- bueno Harry, creo que ahora te toca a ti.
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Cuando Draco escuchó que abrieron la puerta de su habitación, él ya se encontraba en el baño, y sabiendo la costumbre de los aurores de no tocar, esta vez había tenido la precaución de cerrar la puerta del baño mientras sentía que el alma se le iba en cada arcada que daba.
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-¿Draco, estas ahí? –preguntó Harry acercándose al baño.
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-¿Y donde mas, tarado? –preguntó Draco echándose agua en la cara.
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-Pensé que te habías arrojado al escusado... digo, tanto tiempo sin ver a tu padre y verlo tan de repente...
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-Que gracioso, ¿ya puedo reírme? –Gruñó Draco abriendo la puerta y quedándose tieso al ver al medimago- ¿Qué rayos hace este tipo aquí?
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-Creo que se ha enamorado de ti.
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-Señor Malfoy, vengo a tomar unas...
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-¿¡Otra vez?! –Exclamó Draco- ¿¡qué demonios le pasa?!... ¡o es un inepto o es un idiota!
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-Entiendo su molestia.
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-¡Usted no entiende nada, no voy a aceptar que me picotee de nuevo!
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-En realidad no tienes opción, Malfoy. –dijo Harry alzando los hombros.
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-Esto es estúpido... –gruñó Draco sacando una toalla del armario- no le voy a dar nada.
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-A menos que escondas algo. –Dijo Harry sentándose en la cama- ¿escondes algo, Malfoy?
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-Claro que no, -respondió Draco con naturalidad- el que esconde algo es este tipo... oculta que compro su titulo, pero ya se evidencio que es un completo inepto.
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-Vamos Malfoy, solo será un piquetito, ¿te dan miedo las agujas? –exclamó Harry sonriendo.
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-Hijo, solo tardare un momento. –dijo el doctor sacando algunas cosas de su maletín.
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-Pues ya fui al baño, así que no orinare en ningún maldito vaso.
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-Es una lástima, la primera del día es la idónea para los análisis. –dijo el doctor con cara de desconsuelo.
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-Malfoy... –dijo Harry- ¿Por qué tanto problema?
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-Porque no es a ti a quien le clavan esa aguja en el brazo a cada rato ni te piden orinar en frente de alguien.
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-Pero no te puedes negar...
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-¡Esta bien, maldita sea! –Exclamó fastidiado Draco aventando la toalla- ¡cláveme esa aguja y acabemos con esto!
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-¿Y la muestra de orina? –preguntó el doctor.
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-Esa tendrá que esperar, maldito idiota. –respondió Draco fulminándolo con la mirada.
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Una hora después, el doctor salió de la casa con sus muestras recolectadas.
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-Lo que pasó está muy raro ¿no? –dijo Remus en el desayuno después de que Harry le llevara el suyo a Draco- digo, eso de las muestras contaminadas.
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-Por eso yo no me fio de los medimagos -respondió Sirius llevándose a la boca su taza de café-, nunca iré a San Mungo.
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-Claro, tú irías a una veterinaria. –exclamó Harry estallando en carcajadas.
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Dos días después, a media mañana, el señor Jackson llegó a la casa custodiado como siempre, por un auror.
-¿No dijo que los resultados estarían ayer? –preguntó Sirius.
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Sin embargo, el doctor caminó directamente hasta la habitación de Draco haciendo gestos ansiosos para que abrieran la puerta.
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-¿Pasa algo malo con Draco? –preguntó Remus antes de abrirla.
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-Por favor, señor Lupin... –respondió el medimago- debo hablar con el chico.
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-¿Antes que con nosotros?
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-Señor Lupin...
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-De acuerdo. –dijo Remus abriendo la puerta.
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-Vaya... ¿viene por mas muestras? –preguntó Draco sentándose en la cama al ver al grupo entrar a su habitación.
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-¿Cómo lo hiciste? –preguntó el medimago a Draco, quien permaneció en silencio mientras lo miraba fijamente.
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-¿Cómo hizo qué? –preguntó Sirius frunciendo el ceño.
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-Vamos hijo... ¿Cómo lo hiciste?, hice el análisis diez veces... no puedo equivocarme.
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-¿De qué habla? –preguntó Remus directamente a Draco, quien siguió en absoluto silencio desde la cama en donde permanecía sentado.
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-Hablemos afuera. –dijo el medimago Jackson saliendo de la habitación siendo seguido por los aurores cerrando la puerta tras de sí.
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-Ahora si díganos que rayos pasa. –exclamó Sirius.
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-Verán... –exclamó el medimago sacando unos pergaminos de su maletín- ¿recuerdan que vine de nuevo por mas muestras?
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-Sí. –respondió Remus.
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-Después vine por más muestras que arrojaron los mismos resultados... algo totalmente imposible.
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-¿De qué habla? –pregunto Harry impaciente.
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-Después vine por más muestras...
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-¡Eso ya lo sabemos, vaya al grano! –exclamó Sirius exasperado.
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-Esta vez yo mismo hice los análisis, y los hice diez veces... –respondió el doctor mirando a Remus- y en absolutamente todas encontré gonadotropina corionica humana. –dijo el doctor mirándolos ansioso.
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-¿Y qué rayos es eso? –preguntó Sirius.
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-La GCH, que es como se le llama, es una hormona que normalmente se produce durante el embarazo, -respondió el medimago mirando a los tres aurores que simplemente parpadeaban sin comprender- la GCH... –siguió el medimago Jackson- aparece en la sangre y en la orina de mujeres embarazadas, incluso a los diez días de la concepción... cierto que también hay condiciones ajenas al embarazo que pueden elevar los niveles de GCH como seria el cáncer testicular, por ejemplo... pero también hice la prueba de Alfafetoproteina y Lactato deshidrogenasa...
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-Por favor, evítese esos términos raros... –exclamó Sirius- ¿el punto es que Malfoy, o está embarazado o tiene cáncer?
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-Demonios... –dijo Remus preocupado- hay muchas enfermedades que son difíciles de tratar, aun para nosotros... ¿es muy agresivo el tipo de cáncer que tiene?
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-Un momento... –dijo Harry mirando al medimago- hay algo mas ¿cierto?... no se trata de cáncer.
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-¿Cómo? –Exclamó Sirius- pero por lo que acaba de decir es que Malfoy o está enfermo o esta embarazado, y como es obvio que eso es imposible, solo queda la opción de la enfermedad.
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-¿Acaso está diciendo que Draco en realidad es una mujer y que está embarazada? –exclamó Remus abriendo los ojos como platos.
-¡No! –Respondió el medimago- hice ese análisis y es un hombre.
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-¿Entonces qué rayos quiere decir? –preguntó Remus exasperado.
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-Yo... bueno, aun no es definitivo... me falta el examen físico para confirmar mi diagnostico. –respondió el medimago Jackson conteniéndose.
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-¿Diagnostico para qué? -exclamó Sirius sonriendo irónicamente- ¿para confirmar que Malfoy esta esperando un bebé?
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-Pues... si.
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-¡Si, sí, claro! –exclamó Sirius dándose la vuelta mientras alzaba las manos en un gesto dramático.
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-Pero ya le había hecho un examen físico. –dijo Remus.
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-Pero no completo -respondió el señor Jackson-, en realidad fue muy superficial.
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-¿Quiere revisarlo de nuevo? –pregunto Harry.
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-Si, eso me aclarará si ya estoy loco o mi diagnostico es correcto.
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-Pues yo creo que va siendo hora de que se despida de su licencia médica... –exclamó Sirius sonriendo burlonamente- un loco no puede ejercer.
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-Señor Lupin... –exclamó el señor Jackson mirando suplicante a Remus.
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-De acuerdo. –respondió Remus.
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-¡Monny! –Saltó Sirius- ¡esto es una tontería!... ¡¿Cómo puedes creer esa ridiculez?! ¡es imposible!... ¡un hombre no se puede embarazar!
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-Lo sé, Sirius.
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-¡¿Entonces?!
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-Mira... –dijo Remus intentando calmar a su amigo- algo raro pasa con Draco, no perdamos tiempo y dejemos al medimago hacer su trabajo, ya veremos después lo que haremos.
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-¡Pero es que es una soberana estupidez!... ¡mejor pidamos otro medimago a San Mungo!
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-Padfoot... por favor. –exclamó Remus sonriéndole levemente.
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-También encontré células endometriales... –exclamó el señor Jackson en tono ansioso a Sirius.
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-¿Células qué? –respondió Sirius haciendo gestos.
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-Un hombre no tiene endometrio, no es...
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-Señor Jackson, por favor... –intervino Remus.
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-Si, si... tienen razón -dijo el medimago-, si me permiten pasar.
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-Espere... –dijo Harry- ¿no será hermafrodita?
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-Mira... –respondió el medimago- los exámenes de DNA me lo hubieran mostrado, y definitivamente no hay error en ellos, el chico es un hombre, y el hermafroditismo se da cuando un mismo ser vivo tiene los aparatos sexuales masculino y femenino o un aparato mixto, pero capaz de producir gametos masculinos y femeninos al mismo tiempo, pero eso es en especies animales... no hay hasta ahora ningún caso constatado medicamente de autentico hermafroditismo en humanos.
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-¿Cómo es que entonces mencionan mucho esta condición en personas? –preguntó Harry extrañado.
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-Bueno, el término más correcto para referirse a una persona con estas condiciones es intersexual.
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-¿Y qué demonios es eso? –preguntó Sirius recargado en la pared cruzado de brazos.
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-La intersexualidad es la condición de una persona que presenta de forma simultánea características masculinas y femeninas en grados variables... puede poseer una abertura vaginal la cual puede estar parcialmente fusionada, un órgano eréctil, o sea un pene o un clítoris más o menos desarrollado y ovarios y testículos, los cuales suelen ser internos.
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-¿Draco puede ser eso? –preguntó Remus.
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-Definitivamente no, tendría cromosomas masculinos y femeninos en su cadena genética y no es así.
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-¿Entonces?
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-En todo caso, una persona intersexual es infértil, sus órganos reproductivos están atrofiados.
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-Bueno... –intervino Sirius sarcástico- si esta embarazado, es posible que sea eso que usted dice que es imposible que sea ¿no?
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-Entienda que eso es imposible, -exclamó el medimago.
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-Ajá... como también es imposible que se embarace ¿cierto?
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-Bueno... pues...
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-A fin de cuentas, -intervino Remus- esto terminara por aclararse con un examen físico ¿no?
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-Sí. – respondió el medimago.
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-Entonces hágalo.
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-Gracias.
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Cuando Draco, quien tenía la oreja pegada a la puerta, escuchó eso, rápidamente dio unos pasos hacia atrás.
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-¡Ni siquiera lo piensen! –exclamó señalándolos al verlos abrir la puerta.
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-Así que escuchaste... –dijo Remus- que bien, nos ahorraremos tiempo.
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El medimago entro a la habitación y puso junto a la cama su enorme maletín, el cual abrió sacando varias cosas, entre ellas un estetoscopio, un cubre bocas, el cual se colocó inmediatamente y unos guantes de látex.
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-Bueno, hijo... –dijo a Draco- ¿podrías desvestirte por favor?
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Draco lo miró como quien se encuentra a un marciano en su camino mientras decía:
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-¿Perdón?
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-Mientras más pronto comencemos, mas pronto terminaremos.
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-Púdranse. –respondió Draco mirándolos furioso mientras caminaba hacia atrás para encerrarse finalmente en el baño.
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-Genial. –exclamó Sirius.
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-Hijo, por favor... –dijo el señor Jackson acercándose a la puerta.
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-¡Váyase al infierno, viejo imbécil! –gritó Draco desde el otro lado de la puerta.
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-Draco -dijo Remus-, lo mejor será...
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-¡Usted ni me hable, miserable licántropo de mierda!
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-¡Escucha Malfoy! –Gritó Sirius- ¡si no abres, yo mismo abriré la puerta y te pateare el trasero!
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-No creo que haya necesidad de ser tan violentos –exclamó el medimago.
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-Draco... –dijo Remus- si no quieres que te aplique un Imperius...
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-¡No, no! –Exclamó el medimago alarmado- es mejor no aplicar ningún tipo de hechizo.
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-¡Déjenme en paz! –grito Draco sintiéndose acorralado- ¿¡no les basta con haberme torturado?!
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Haciendo un gesto de impaciencia, Remus sacó su varita y abrió la puerta haciendo que Draco se arrinconara dentro.
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-¡No se atreva a ponerme un dedo encima!
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-Draco -dijo Remus dando unos pasos en su dirección-, sabes muy bien que el medimago te revisara quieras o no... De ti depende hacerlo por las buenas o por las malas.
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-¡Pero yo...!
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-Te voy a someter a la fuerza -interrumpió Remus con su tono tan sereno-, y sabes que no bromeo.
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Draco lo miró sin poder ocultar su angustia, todo su cuerpo gritaba que no quería que el medimago lo tocara, pero en esos días había aprendido a temerle a esa irritante serenidad del licántropo.
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-¿Y bien? –preguntó Remus después de unos momentos.
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-Yo... yo... –tartamudeo Draco intentando recuperar su máscara de prepotencia.
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-Podemos comenzar saliendo de aquí –dijo Remus dando unos pasos hacia atrás para salir de ahí.
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Pasando la lengua por sus labios resecos, Draco abrió y cerró los puños varias veces para finalmente mover los pies y salir del baño, para encontrarse con cuatro hombres que lo miraban expectantes.
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-¡No voy a desnudarme en frente de todos ustedes!
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-No podemos dejarte solo con el señor Jackson, así que alguien se quedara contigo, lo hará Harry.
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-¡¿Potter?!
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-¡¿Yo?!
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-Sera mejor que comencemos –dijo el señor Jackson.
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-Vamos Sirius –dijo Remus caminando hacia la puerta seguido por su amigo.
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Cuando quedaron solos, Draco miró al medimago y luego a Harry, quien simplemente se alzó de hombros diciendo:
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-No me culpes a mí.
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-Bien hijo, entonces...
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-En primera... –interrumpió Draco al medimago- deje de llamarme “hijo”, su tono paternalista me parece patético.
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-Entiendo que te sientas nervioso -dijo el señor Jackson en tono comprensivo-, pero tratare de ser lo más respetuoso.
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-Si, claro.
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-Ahora desnúdate por favor.
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Draco iba a responder algo, lo que fuera, pero simplemente se quedó sin palabras.
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-Muchacho...
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-¡Ya voy, ya voy, no estoy sordo! –exclamó Draco molesto pero sin moverse de su lugar.
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-Si quieres, puedes ponerte esto –dijo el dijo el medimago sacando una bata azul de una bolsa esterilizada- toma.
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Draco la tomó y se la midió por encima de la ropa para luego exclamar indignado:
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-¡¿Quiere que me ponga esto?!... ¡esta cosa apenas me llega a las piernas!... ¿¡espera que salga con el culo al aire?!
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-¿Para qué rezongas tanto si de todos modos te lo van a ver? –exclamó Harry sonriendo sin poder evitarlo recargado en la pared del rincón.
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-¡Tú cállate, estúpido cuatro ojos! –respondió Draco rojo hasta las orejas.
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-Puedes cambiarte en el baño –dijo el medimago.
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-Que amable ¿algo más? –preguntó Draco sarcástico antes de dar media vuelta y entrar al baño cerrándolo de un fuerte portazo.
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Media hora después, Harry tocó diciendo:
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-¿Sigues ahí o ya te fuiste por el caño?
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-¡Ya voy, ya voy, deja de fregar! –respondió Draco desde adentro.
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Cuando la puerta se abrió, Harry se alejó de ella para irse a su rincón para estorbar lo menos posible, solo que no estaba preparado para ver lo que salió del baño.
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Sintiéndose el ser mas desdichado, patético y miserable del mundo entero, del universo y todas las dimensiones alternas, Draco salió del baño descalzo, vistiendo únicamente una diminuta bata azul que con trabajo cubría sus genitales, por lo cual con una mano la jalaba hacia abajo mientras que con la otra sujetaba la parte de atrás para que no se abriera, pues la bata solo se sujetaba por una cintillas en el cuello.
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Literalmente Harry se quedó con la boca abierta al ver el par de largas y torneadas piernas de aquel rubio que a toda costa evitaba mirarlo mientras su cabello, libre de la liga le cubría parte del enrojecido rostro; entonces sin percatarse de ello, recorrió con la vista todo el cuerpo del cual la bata dejaba poco a la imaginación.
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-Ven aquí -dijo el medimago Jackson sentándose en la silla-, siéntate en la cama.
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Sin decir nada, Draco caminó hasta la cama sentándose frente al hombre.
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-Veamos... –exclamó el señor Jackson hablando más que nada consigo mismo mientras revisaba los ojos y la boca de Draco con una lamparita, palpó su cuello, tomó su presión, escuchó su corazón todo anotándolo en una tabla con un pergamino, revisó sus hombros para después decir: -acuéstate.
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Draco obedeció sin dejar de jalar su bata, por lo que arrugó el ceño al ver que el señor Jackson se la desataba.
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-¿Qué hace?
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-Debo revisarte lo demás –Dijo el medimago jalando la bata-, ¿podrías sacar los brazos?
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Lanzando un bufido, Draco obedeció hasta dejar que el señor Jackson se la bajara hasta el bajo vientre y sintiendo una tremenda vergüenza, arremolino la bata en sus genitales.
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Sin poder evitarlo, Harry miró curioso el vientre de Draco que lucía un poco abultado; el medimago colocó su estetoscopio ahí y con gesto concentrado comenzó a escuchar; por la expresión de su rostro, Harry lo imaginó descubriendo el santo grial, por lo que inmediatamente lo vio sacar un aparato de su maletín parecido a una pantalla de televisión.
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-¿Qué es eso? –preguntó sin poder evitarlo.
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-En el mundo muggle lo llaman ultrasonido.
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-¿Y aquí?
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-También.
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-Ah... que originales.
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-Solo es un poco diferente -dijo el señor Jackson pasando su varita por el vientre de Draco para después exclamar: -¡lo sabía, lo sabía!
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Sin poderlo evitar, Harry saltó de su lugar caminando apresuradamente hasta la pantalla que el medimago tenía colocada en la cama en donde miró con sorpresa una diminuta figura que se movía ligeramente.
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-Eso... ¡¿es un bebé?! –exclamó abriendo tremendos ojos.
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-Por las bolas de Merlín... –susurró el señor Jackson sin despegar la vista de la pantalla- si no estuviera viéndolo, no lo creería.
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Draco mantenía la cara al lado contrario mirando fijamente un punto en la pared.
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-¿Pero cómo es esto posible? –preguntó Harry sin dejar de mirar la pequeña figura.
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-Hijo, si lo supiera, no estaría tan asombrado... escucha esto. –dijo haciendo un movimiento con su varita, con lo cual un rápido golpeteo se dejo escuchar.
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-¿Qué es eso?
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-Es el corazón del bebé... –respondió el señor Jackson embobado- ciento cuarenta y tres latidos por minuto...
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-¿Eso es normal, no es muy rápido? –pregunto Harry.
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-No, es completamente normal... veamos cuánto mide... –murmuró el medimago viendo los números de la pantalla- oye hijo... –dijo el doctor dirigiéndose Draco- ¿Cuándo lo concebiste, tienes la fecha exacta?
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Pero Draco se mantenía con la vista fija en la pared y en absoluto silencio.
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-Veamos... –dijo el medimago intuyendo que no obtendría ninguna información por boca de Draco- tres centímetros... no sé si este desarrollándose normalmente pero si usamos los parámetros de un embarazo normal, tiene ocho semanas...¡es increíble!... bueno... –continuo el señor Jackson escudriñando la pantalla y sin dejar de pasar su varita por el vientre de Draco- aparte de lo obvio no hay ningún órgano femenino ni nada extraño, aparte del bebé, claro... bien -dijo el medimago dejando su varita a un lado provocando que la imagen de la pantalla desapareciera.
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-¿Ya terminó? –preguntó Harry.
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-No, pero ya casi.
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-Ah –respondió Harry regresando a su rincón sin poder salir aun del asombro.
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-Dame la bata. –dijo el medimago a Draco.
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-¿Para qué? –preguntó Draco desconcertado.
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-Debo revisar tus genitales.
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-¿¡Qué?! –exclamó Draco apretando con fuerza la bata.
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-Es necesario.
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-¡Claro que no! ¿¡Que no le basta lo que ha visto?!
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-Hijo...
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-¡Con un demonio, que no me llame “hijo”! –estalló Draco encogiendo las piernas instintivamente.
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-Sé que es incomodo, pero es necesario.
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Draco apretó los dientes mientras lo fulminaba con la mirada, pues para su desgracia, sabía que tenía que hacerlo, por lo que volviendo el rostro le aventó la bata al pecho; el medimago la puso en el suelo para ponerle las manos en las rodillas diciendo:
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-Abre las piernas -Draco se puso el antebrazo en los ojos y tragándose su orgullo obedeció.
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Luchando con toda su fuerza de voluntad y quitándose las gafas para pasar sus manos por su cara para no ceder a sus impulsos, Harry no evitar dirigir su mirada a la entrepierna de Draco Malfoy; se puso sus gafas y cruzándose de brazos comenzó a escrutarlo con la mirada.
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El pene, flácido en ese momento, era de un tono cremoso, sus testículos eran un poco más oscuros, con muy poco vello rubio en la parte de arriba; vio al señor Jackson tomarlos y palparlos suavemente, vio que no había tal abertura vaginal y que todo parecía muy normal.
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-Lo que sigue será un poco mas incomodo -dijo el medimago buscando algo en su maletín-, ¿podrías ponerte en cuatro puntos por favor?
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-¿Cómo? –preguntó Draco sin quitar el antebrazo de sus ojos.
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-Si, levantarte y ponerte en cuatro puntos –respondió el medimago.
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Draco retiró su brazo y levantó su rostro para mirarlo mientras exclamaba:
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-¡¿Esta diciéndome que me ponga en cuatro?!
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-Sí –respondió el señor Jackson destapando un pequeño frasco de lubricante.
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-¡Por supuesto que no!
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-Es lo último para terminar.
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-¡Esta loco si cree que haré eso!
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-Hijo, sé que es vergonzoso, pero es...
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-¡Si, ya sé!... “necesario”... ¡pues no lo haré! –exclamó Draco cerrando las piernas.
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El señor Jackson miro el rostro enfurecido del rubio y comprendió que en esta ocasión no lo iba a convencer, por lo que dijo:
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-La posición que te sugerí es la más cómoda para este examen, pero también puedo hacerlo así.
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-¡Ya dije que no! –respondió Draco recargándose en sus codos.
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-Hijo -dijo el medimago poniéndole una mano en el pecho obligándolo a acostarse de nuevo-, no me obligues a llamar al señor Lupin.
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-¡Pues háblele a quien quiera, no lo haré!
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-¿Estás seguro?... él tiene medios para obligarte.
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Draco ya no pudo contestar a eso, simplemente vio como el medimago llenaba sus dedos del aceitoso liquido y comprendió para su desgracia, que tenía toda la razón; comenzó a sentir una angustia terrible, una cosa era que lo manoseara a su antojo y otra muy distinta a invadir su cuerpo; el señor Jackson separó sus rodillas mientras él estrujaba la manta con las manos y exclamaba con voz débil:
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-No...
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-Lo lamento.
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Para ese momento Harry ya no miraba, ahora observaba sus zapatos sintiéndose incomodo ante la deprimente situación de Draco.
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-No lo lamenta... –dijo Draco con voz baja mientras volvía a cerrar las piernas.
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-Muchacho, por favor, no lo hagas más difícil. –dijo el señor Jackson separándoselas de nuevo.
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-No lo haga...
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-Debo hacerlo.
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-Potter... –exclamó Draco con voz temblorosa.
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Harry levantó la vista al oír que Draco lo llamaba y sus ojos se encontraron con los grises de Draco arrasados de lágrimas.
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-No quiero... –susurró Draco con un hilo de voz.
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-Solo relájate -exclamó el medimago-, si estas muy tenso te dolerá, tan solo...
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-No –dijo Harry de repente.
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-¿Cómo? –dijo el señor Jackson viendo a Harry caminar hasta él.
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-Creo que es suficiente con lo que tiene.
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-Debo averiguar cómo esta internamente.
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-Ya lo vio con el ultrasonido.
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-En el ultrasonido no se ve todo.
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-Entonces ni siquiera sabe lo que busca. –dijo Harry tomando la bata del suelo y dándosela a Draco.
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-Con mayor razón debo hacer esto.
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-Ya confirmo su diagnostico, hay un bebé ahí ¿cierto?
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-Sí.
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-Entonces no debería estresarlo más con un examen que lo pone tan nervioso.
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-Debemos tener la mayor información posible.
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-Tal vez en otro momento -dijo Harry en tono concluyente-, creo que por hoy fue suficiente.
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-El señor Lupin...
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-Es mi superior -interrumpió Harry sintiéndose molesto de repente al notar el intento de intimidación del doctor Jackson- y aceptará mi criterio.
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El medimago miró los ojos verdes de Harry que lo miraban con determinación comprendiendo en un par de segundos que nada lograría insistiendo, por lo que dando un suspiro, comenzó a quitarse los guantes; Draco cerró las piernas e intentó cubrir su desnudez con la diminuta bata.
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-Es un hecho que regresaré, -dijo el medimago guardando todo- este joven necesita chequeo médico constante. –y sin decir nada mas, salió de la habitación.
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Harry lo siguió, no sin antes mirar a Draco, quien se había hecho un ovillo y escondía la cara en la bata hecha un nudo, pero pudo ver como sus hombros se sacudían levemente, por lo que comprendió que Draco Malfoy estaba llorando.
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