Salió del baño sin dejar de reír por lo alto. Se había estado retocando el maquillaje sin dejar de pensar en la fiesta a la que iría él, su hermano y sus amigos tras esa pequeña actuación que habían tenido.
Desde que decidieron formar un grupo musical, las cosas les estaban saliendo a pedir de boca. Tenían un contrato con la mejor discográfica de Alemania, la misma que les había buscado un alojamiento para que no estuvieran de viaje cada dos por tres. Les salían actuaciones en pequeños programas, pero poco a poco iban cogiendo fama.
Las chicas suspiraban por ellos, les esperaban en la salida de cada programa al que asistían y lloraban emocionadas atrayendo su atención, pidiéndoles un simple autógrafo que ellos daban encantados.
¡Hasta les habían puesto un guardaespaldas! Más bien niñera, a sus 16 años recién cumplidos se la jugaba cada vez que le daba esquinazo, pero no podía pasarse todo el tiempo vigilado. Necesitaba unos minutos para él, para su “propia diversión”.
Y esa noche iba a ser igual. Tras escuchar la palabra fiesta su mente no pensó en nada más. Hacía tiempo que no estaba con nadie, no era tan “necesitado” como su hermano, pero ya le iba haciendo falta…”echar un buen polvo”, siendo ya vulgar.
Pero él se tenía que esconder. No podía hacer como su hermano, que era alzar sus castaños ojos y ver como caían las chicas a sus pies. No, él debía ir con mucho cuidado…
-Bill, ¿terminas?-preguntó Tom desesperado-Llevas una hora en el baño…
-Exagerado-comentó riendo-Si, ya he terminado. ¡Vámonos de fiesta!
Tom aplaudió sus palabras y entrelazó su brazo con el de su hermano. Caminaron por el largo pasillo del backstage hasta la salida en donde les esperaban sus amigos, tan nerviosos como él.
-Ahora os recordaré las instrucciones de siempre, para asegurarme de que las entendéis-empezó a decir Saki, su guardaespaldas-Nada de separaros, estáis junto los cuatro o en pareja como mucho…
-¿Cómo quieres que ligue con mi hermano pegado a los talones? ¿Qué pasa si consigo una chica? ¿Me lo llevo también a la cama, o qué?-preguntó Tom guiñándole un ojo a su hermano, que le dio un ligero codazo resoplando.
-Como iba diciendo-siguió Saki fulminándole con la mirada-No os quiero ver solos, nos acompañaran Tobías y Fabián. Si alguno quiere ir al baño, se lo decís a ellos, yo mientras vigilaré el local por si hay alguna fan demasiado fogosa….
-Entonces me la mandas a mi habitación-cortó de nuevo Tom.
Le volvió a fulminar con la mirada. No le soportaba, de todos era el que peor se portaba. Siempre alardeando de llevarse a las chicas a pares a su cama, cosa que era mentira porque más de una vez él mismo se encargaba de espantarlas para que no molestaran.
-Podemos salir ya-dijo al ver la señal que le daba Tobías-Un coche os espera. Iréis a la fiesta y dos horas después os quiero ver en vuestras camas, cada uno en la suya y sin compañía femenina alguna.
Sabiendo que su hermano podía hacer otro comentario, Bill se adelantó y directamente le dio un codazo en el estómago. Sabía lo que estaba pensando, en decirle a Saki que si no era femenina podía ser masculina…como a él le gustaba. Y Tom sabía…
Llegaron a la fiesta y se fueron directos al reservado que Saki les había conseguido. Pidieron algo de beber, sin alcohol por supuesto y con la bebida en sus manos cada uno se perdió por la fiesta.
Georg y Gustav se fueron a la barra a cambiar sus refrescos por algo más fuerte, mientras que Tom bailaba muy arrimado a una morena muy guapa mientras que Bill los veía desde el reservado.
Tobías se encargó de los chicos de la barra y Fabián de Bill y Tom, que al estar en el reservado no corría peligro alguno. Mientras, Saki se encargó de vigilar a la gente que estaba en la fiesta, parándose a hablar con algunos productores que querían que los chicos actuaran en sus programas.
Se entretuvo lo necesario con ellos y luego volvió a ver si los chicos estaban donde les había dejado. Maldijo al ver vacío el reservado y sus ojos buscaron a Fabián hecho una furia, localizando antes a Tom. Se fue directo a él, fijo que sabía donde estaba su maldito hermano.
Entró en el baño hecho una furia, odiaba que Bill en particular escapara de él. Le tenía que mantener más controlado que a los demás, pero el mocoso siempre conseguía librarse de él y ya se estaba cansando.
El baño estaba vacío, fijo que el otro hermano le había mentido. Si no estaba allí ni en la fiesta, solo podía estar en la calle. …l solo si protección alguna…
Estaba apunto de dar media vuelta cuando un gemido ahogado le hizo mirar a su derecha. Agudizo el oído y lo escuchó de nuevo, esa vez más alto. No había que ser un genio para averiguar lo que estaba sucediendo.
Le picó la curiosidad y acercándose a la cabina de la que en esos momentos salían más gemidos, apoyó las manos en sus rodillas y se inclinó mirando por debajo….para incorporarse de golpe con una expresión rara en la cara
Había visto dos pares de pies, pero esas botas caras terminadas en punta eran reconocibles a dos kilómetros de distancia. Eran de Bill, que en esos momentos daba pequeños gritos de pasión.
Se quedó mirando sin saber que hacer, arrascándose la barbilla con una mano, y sonriendo cuando tuvo una genial idea. Ese niñato le iba a pagar juntas todas las bromas que tenía que soportar de él y su hermano.
Salió del baño silbando y se apoyó en la pared de enfrente a esperar que terminase. No tuvo que esperar mucho tiempo, cinco minutos después salía un chico sonriendo muy satisfecho mientras se terminaba de abrochar sus pantalones.
Le echó un vistazo de arriba abajo, pensando que no estaba mal…
Carraspeó y se concentró en lo que estaba. A los pocos minutos la puerta se volvió a abrir y sonrió al ver como los ojos de Bill se abrían como platos.
-¿Te diviertes?-preguntó Saki de sonriendo ampliamente.
Le vio asentir con la cabeza y pasar a su lado, pero fue más rápido y le cogió del brazo, haciéndole girar y mirarle con sus ojos llenos de miedo.
-No diré que me has defraudado, todo lo contrario-susurró Saki sin dejar de sonreír.
-No sé de que me hablas, y suéltame-exigió Bill tratando de sonar autoritario.
-Lo sabes my bien-dijo Saki riendo por lo alto-Te he visto, a ti y a tu amiguito, con los pantalones bajados hasta los tobillos y gimiendo como la puta que siempre has sido.
Sonrió ampliamente al ver como se le llenaban los ojos de lágrimas y los labios le temblaban. No hacía más que mirar a ambos lados, rezando para que no apareciera nadie y les pillara manteniendo esa íntima conversación. Si su hermano se enteraba…
-¿Qué…que quieres?-susurró con esfuerzo.
-A ti no, desde luego-contestó Saki con rapidez-Me dan asco los maricones como tú, pero puedo usarte en mi bien. Gracias a mi trabajo puedo estar en cualquier lado mientras actuáis, escucho ciertas conversaciones de gente importante que pagaría lo que fuera por probarte….con tus pintas todos saben que eres marica y muchos te tienen ganas, y yo me puedo aprovechar de mi ventaja, porque si no colaboras….tu hermano, tu familia…el mundo entero…
Dejó de hablar para coger aliento, no hacía falta que le recordara lo que había en juego. Su vida, ni más ni menos. Si no hacía lo que él le pedía, se la jodería con mucho gusto.
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