Trece de febrero. Vísperas del día más meloso y fetichista del año.
Todos en Wammy’s House estaban revolucionados con lo que el día de los enamorados implicaba. Muchos planeando pasar el día de manera especial, yendo a algún lugar a tono con las fechas, ya que, desde el inicio del mes, Roger había informado que tenían permiso de salir donde quisieran. Otros, generalmente los más pequeños, simplemente imitaban, en cierta forma a los mayores, pegándoseles las ansias por que llegase pronto el, según ellos, tan ansiado día.
Sin embargo, esa tarde tenuemente iluminada por tímidos rayitos de sol, en los jardines, dos chicos parecían ajenos a cualquier posible indicio de goce.
Frente a frente, sentados a la sombra del árbol más alejado en aquel lugar, irradiaban una tensión tan intensa, que se hacía difícil no pensar en cortarla con un cuchillo.
Un par de ojos grises, iguales al color del cielo en una noche de tormenta, se mantenían prisioneros bajo el hechizo esmeralda de otros, que los observaban con una casi palpable capa de tristeza y culpabilidad, al punto de sentirse incapaces de continuar con aquella especie de lucha de miradas.
Y escaparon hirientes las palabras, de su retención en labios del pelirrojo.
-“Me iré con Mello, esta noche.”-
“Cuanto siento defraudarte,
Y me puedes despreciar.
Pues de pronto, sé que debo dejarte,
No lo puedo remediar...”
Near sintió como algo dentro de él se hacía mil pedazos, mientras, una y otra vez, se sucedían dolorosamente, las palabras causales de que su corazón se destrozara sin contemplación alguna.
-‘Me voy, con Mello...’-
¿De qué habían servido entonces todos esos días estando juntos?, ¿a caso Matt jamás los valoró?, o, ¿algo estaba mal con él que no era capaz de retenerle a su lado por voluntad propia?
Muchas preguntas se le agolpaban en la cabeza, más no tenía las fuerzas suficientes para exponerlas verbalmente.
Después de todo, lo sabía...
Algo dentro de si mismo le dijo, desde el principio, que existían bastantes probabilidades de que pudiera suceder.
Aún así, cegado por los sentimientos, acalló por primera vez su lógica, para, por algún momento en su vida, dejarse llevar con el corazón.
Y allí estaba...
Su propia burbuja reventándosele en la cara.
“Tú te quedas tan callado,
No te explicas la razón.
Y te sientes, por mi culpa, desgraciado,
Sé que no tendré perdón...”
Se sentó en su cama. Sin duda, se sentía la persona más despreciable del mundo, por no haber sabido corresponder al sentimiento.
Sabía que, por su culpa, Near estaba sufriendo. Pero, sabía también, que era lo mejor, ya que menos que nadie, merecía que lo mantuviesen engañado.
Porque, a pesar de haberlo intentado de mil maneras, al corazón no se le podía engañar. Y el suyo, no era al peli-blanco a quien pertenecía.
Por más doloroso que resultase, ya no podía dar marcha atrás.
Conocía a Near y, aunque sonara cruel y desconsiderado por su parte, esperaba que lo pudiese entender.
Sólo así lograría irse tranquilo.
“Pero debes comprenderme,
Si me marcho ya…
Por tu bien has de dejar de quererme,
Tienes que olvidar…
Para qué fingir cariño, que no te he de dar,
Porque mi destino está ya marcado...”
De pronto sintió unos brazos rodear su espalda, seguido de un tierno beso en sus rojizos y desordenados cabellos, haciéndole voltear enseguida, para poder constatar lo que, aquella fragancia a chocolate y vainilla, ya constataba por sí sola.
Unos ojos de un azul precioso y tan transparente como el mismísimo mar, le devolvieron la mirada. Recordándole, por enécima vez ese día, que ya no era permisible dar marcha atrás.
“Hay en mi vida otra vida,
El amor de verdad...”
La luna se hizo presente, cubriendo con su manto nocturno Winchesther.
Antes de irse, debía andar por última vez el camino que, de tanto recorrer, se había aprendido de memoria.
Abrió con sigilo la puerta. Y, ya dentro, comprobó que, tal como pensó segúndos antes de llegar, Near se hallaba aún despierto, sentado al borde de su cama, con un pequeño robot transformer entre sus manos.
Sus miradas volvieron a encontrarse. Sin embargo, de labios del alvino, no escapó ni una sola palabra de reproche, ni reclamo ante su modo de actuar.
Simplemente fijó sus grandes ojos en Matt, quien, instintivamente, se acercó hasta la cama y, sentándose a su lado, no pudo hacer más que estrechar su pequeño cuerpo en un último abrazo.
-“Lo siento...”-Soltó nuevamente parte de su frustración, con su corazón contraído, lleno de culpa, al notar como, incontrolables, gruesas lágrimas huían con dolor de los entrecerrados ojos de Near, empapando el pecho de su camiseta y estremeciéndole involuntariamente entre sus brazos.
Y no pudo más que ocultar su rostro, también surcado por hileras de gotitas salinas, en el suave y puramente blanco cabello de su, ahora, ex novio.
-“Lo siento...”-Volvió a repetir, estrechándole más contra su cuerpo, sintiendo hervir la culpa y la impotencia carcomiéndole el alma-“No mereces que te lastime así...”-
“Y seguro que esta noche,
Sin dormir lo encontraré.
Sé también que no me hará ningún reproche,
Y perdón le pediré...”
No supo cuanto tiempo se mantuvieron enlazados en aquel abrazo. Pero, al separarse, aún con los ojos empañados por las lágrimas, Near se le acercó con timidez y, tomándole con suavidad por el mentón, depositó en sus labios un casto beso, que Matt fue incapaz de rechazar.
Desde el resquicio de la puerta entreabierta, Mello era testigo silencioso de aquella dolorosa, pero necesaria despedida. Al igual que Matt sabía que Near no merecía estar junto a alguien que no lo amaba. Y, aunque sonara egoísta, se sentía increíblemente orgulloso de su pelirrojo, por aceptar darse una oportunidad de ser feliz, sabiendo que era imposible ir contra el corazón.
Al separarse del menor, el pelirrojo miró hacia la puerta. Su niño le daba fuerza en una mirada, mientras le hacía un gesto con la mano, informándole que esperaría fuera, para irse.
“He sabido en un instante,
Que lo nuestro se acabó.
Y comprendí que lo más importante,
Es el verdadero amor...”
Mientras caminaba hacia las doradas rejas de Wammy’s House, recordaba, tranquilo, pero sin evitar culpa, las palabras que le había dirigido Near antes de cerrar la puerta tras él, al salir de su habitación.
-“Tu sinceridad, fue el mejor regalo que pudiste darme para estas fechas.”-
“Cuanto siento defraudarte...”
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