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VIDAS PARALELAS por lyra

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Notas del fanfic:

Hacia tiempo que no tocaba este fic...como unos dos años, y ha sido borrado por eso mismo. Ahora que ya por fin lo he terminado, lo vuelvo a subir de nuevo.

Concierto tras concierto. Entrevista tras entrevista….Los chicos ya no podían seguir así. Necesitaban unas vacaciones urgentemente. Y eso es lo que hicieron. Alquilaron una casa a orillas del mar. Unos días de relax les vendría muy bien a todos.

Eso era lo que pensaba Tom mientras hacía la maleta. Unos días para descansar, para pensar…

¿Qué era lo que iba hacer con los esos sentimientos que se acumulaban en su corazón? ¿Cómo era posible que sintiera algo por su hermano que fuera más que el lazo de hermandad que les unía?

No sabía cuando ocurrió. Solo que en los últimos meses no podía apartar la mirada de su hermano, no podía evitar quedarse mirando esos labios mientras hablaba, cantaba… mientras respiraba.

No podía dejar de observarle dormir cuando viajaban en el autobús que les llevaba de gira. Mientras todos dormían en sus camas él se pasaba la noche despierto, sentado en el suelo al lado de la de su hermano, viéndole dormir.

Solo entonces podía fijarse en su cara con más atención. Ver esos ojos cerrados que tanto le gustaban, no porque fueran iguales a los suyos, para él eran diferentes. Eran mejores, más bonitos…

Miraba sus labios entreabiertos, como su aliento salía de ellos con cada exhalación, como quería posar los suyos encima para recibirlo…solo entonces volvía a su litera con el corazón dolorido. No podía pensar en eso, en querer a su hermano de esa manera.

No podía apartar de su mente la idea de estar dentro de él, de sentir como gozaría con cada embestida suya, como se aferraría a su cuerpo para que no se alejase demasiado para luego volver a estar otra vez dentro. Como gemiría de placer cuando notara que le llenaba hasta todo su ser, como le transmitía todo su amor con una última y definitiva embestida…



Cerró la maleta con fuerza y casi se pilló una mano con ella. La cogió con furia y sale de la habitación con ella para tropezarse con la persona que le invadía la mente sin dejarle respirar tranquilo.

-¡Tom!-llamó Bill poniéndole las manos en los hombros.

-Perdona, no te había visto-murmuró soltándose.

-¿Estás bien? Pareces enfadado.

-Casi me he pillado la mano al cerrar la maldita maleta. Solo faltaba eso, que tuviéramos que cancelar el resto de los conciertos por mi mala pata.

-Déjame que la vea-dijo Bill cogiéndole la mano antes de que pudiera reaccionar.

Tom dejó que se la cogiera entre las suyas, notando que las tenía muy frías, además de muy suaves.

-Yo no veo nada-dijo Bill pasando sus dedos por ellas.

-Te he dicho que casi me la he pillado-contestó Tom sin voz.

Le soltó la mano y le miró con una sonrisa en los labios.

-¿Siempre tienes las manos tan frías?-preguntó Tom sin poder contenerse.

-No encuentro a nadie que me las caliente-contestó Bill girándose.

Tom vio como se alejaba tras ese comentario, que nada más llegar a sus oídos le había hecho soltar la maleta.

Se inclinó a recogerla para tener las manos ocupadas en algo antes de salir corriendo tras él para coger sus manos entre las suyas, para hacerle entrar en calor de la mejor manera posible…

Bajó las escaleras y se reunió con los demás. Ya estaban todos abajo con sus maletas esperándole.

-Tardas más que Bill en hacerte la maleta-comentó Georg sonriendo.

-¡Eh! Que estoy aquí-gritó Bill palmoteando su espalda.

Así, entre risas y bromas se subieron al coche que les llevaría al aeropuerto, en donde llegaron al cabo de media hora.

Tras esperara una hora por fin subieron al avión que les llevaría bien lejos de casa, a un sitio en el que solo les esperaba el sol, una playa y mucho descanso.


-¿Me dejas al lado de la ventanilla?-preguntó Bill a su hermano.

-¿Por qué no te sientas con Gustav?-preguntó Tom a su vez sin mirarle.

-Prefiero estar a tu lado, ya sabes-suplicó Bill en voz baja.

Tom asintió resoplando y se levantó para dejarle ocupar su asiento, mientras que él ocupaba el del pasillo. Sabía que a su hermano no le gustaba volar, pero que estando a su lado se le pasaban todos los miedos.

El avión comenzó a rodar por la pista con más velocidad cada vez. Escuchó la respiración agitada de su hermano. Se giró para mirarle, como estaba con los ojos bien cerrados y como sus manos se aferraban con fuerza a los brazos del asiento. Puso su mano encima de la suya, quien se la cogió y la apretó con fuerza.

El avión despegó y en unos minutos estaban volando entre las nubes.

“El mejor lugar para estar contigo”-pensó Tom acariciándole la mano.

Bill respiró hondo y abrió los ojos sonriéndole.

-Ya pasó-dijo sin soltarle todavía.

-Ya no tienes las manos frías-murmuró Tom sin soltarle tampoco.

-Contigo he entrado en calor-comentó Bill como si nada.

Se quedaron mirándose sin decir nada, hasta que la voz de Georg les hizo soltarse de las manos.

-¡Por fin hemos despegado! Me voy al baño-explicó en voz alta levantándose con rapidez.


Tom se pasó todo el viaje con su mp3 puesto para no tener que hablar con su hermano, tratando de no notar su cabeza recostada sobre su hombro mientras se iba quedando dormido.

No se movió para no despertarle, disfrutando así de su contacto, de saber que se había dormido sobre él, de pensar que a lo mejor estaba soñando con él…

Sintió que suspiraba en sueños y que su cuerpo se estremecía tal vez por un escalofrío. Pulsó el timbre para llamar a una azafata y le pidió una manta cuando se acercó.

Se la trajeron y le tapó con cuidado, viendo como se acomodaba mejor sobre su hombro suspirando, rozándole el cuello con su cálido aliento.

Cerró los ojos y lentamente se fue quedando él también dormido son una sonrisa en los labios. Sabía que esa sería la única vez que pudiera dormir junto a su hermano y quería disfrutarlo.


Se despertó cuando Gustav le tocó en el brazo.

-Aterrizamos en media hora-le avisó.

Tom le sonrió y se giró para despertar a su hermano. Le pasó una mano por la mejilla viendo como sonreía a su contacto.

-Bill-le llamó sonriendo él también-Despierta, que ya vamos a aterrizar.

Vio como frunce el ceño y gemía.

-No quiero, estoy muy bien así-murmuró sin abrir los ojos.

-Nos podíamos quedar así para siempre, pero no creo que la azafata nos deje-comentó Tom riendo.

Bill sonrió y abrió los ojos mientras bostezaba.

-Nunca había dormido así de bien-dijo frotándose los ojos.

Eso hizo que Tom se sintiera muy feliz.


El avión aterrizó y tras recoger el equipaje se subieron a un taxi que les llevó hasta la casa que habían alquilado.

Llegaron a ella y enseguida se repartieron los dormitorios. Tom eligió el que estaba cerca del de su hermano, como siempre. Querían estar juntos, aunque hubiera una pared por medio.

-Dejad las maletas, quiero bajar a la playa-pidió Bill abriendo la suya y cogiendo su bañador.

-Me apunto. Luego las deshacemos-dijo Georg imitándole.

Entraron en sus dormitorios y se cambiaron de ropa, quitándose la que se habían puesto para el viaje y quedándose con el bañador y una camiseta. Cogieron unas toallas y bajaron corriendo a la playa. En cuanto pisaron la arena Georg y Gustav les dejaron vigilando sus cosas y se fueron a bañar.

-Nos toca esperar-resopló Bill sentándose en su toalla cerca de su hermano.

-Vete con ellos si quieres. Yo me quedo cuidando de todo-dijo Tom.

-No, prefiero bañarme más tarde contigo-negó Bill tumbándose boca abajo.

-Te vas a quemar, ponte crema-le riñó Tom.

-No me apetece moverme. ¿Me la pones tú?-preguntó Bill con los ojos cerrados.

Tom aceptó a regañadientes. Cogió el tubo y se echó una buena cantidad en las manos. No quería oírle luego quejarse de que la espalda le dolía por las quemaduras. Se puso de rodillas a su lado y comenzó a extenderle la crema por la espalda, dándole un masaje de paso.

-Mmmmm…..-gimió Bill aún con los ojos cerrados-Tus manos son mágicas.

Tom prefirió no contestarle. Se concentró en pasarle las manos solo por la espalda, en no bajarlas más abajo y meterlas por su bañador para acariciarle las nalgas…



-Creo que ya está-dijo al cabo de unos minutos.

Se levantó y se sentó en su toalla para darse crema él mismo. Al cabo de 15 minutos llegaron Georg y Gustav.

-Sentimos haber tardado, pero el agua estaba buenísima y no queríamos salir-se disculpó Gustav sacudiendo las manos para salpicarles.

-Ahora nos toca a nosotros. Vamos Tom-le llamó Bill echando a correr por la arena.

Tom se queda mirando como corría, como el viento agitaba su pelo y llevaba a sus oídos el sonido de su risa.

Se entretuvo lo justo para quitarse la gorra y recogerse las rastas en un moño alto para no mojárselas. Comenzó a andar despacio sonriendo pensando que en unos segundos se estaría bañando a solas con él. Pero llegó a la orilla y dejó de sonreír.

¿Quién era ese chico con el que hablaba su hermano? ¿Por qué le ponía una mano en le brazo?

Se quedó de pies observándoles, oyendo otra vez la risa de su hermano. Solo decidió ir a su lado cuando el chico se marchó nadando tras despedirse con la mano.


-¿Quién era?-preguntó al llegar a su altura.

-Nadie. Me ha reconocido y me estaba diciendo lo mucho que le gusto…cantando quiero decir-se explicó Bill con torpeza.

Se puso de espaldas y comenzó a flotar sobre el mar con los ojos cerrados.

Tom se le quedó mirando. Había tenido que rectificar la última frase, como para explicarle que ese chico no le atraía, que él no era de esa clase de persona que todo el mundo creía que era...que él no era gay…

Se sumergió del todo en el mar. Ya le da igual mojarse el pelo. Necesita que el agua fría le despejase la mente, que borrase esa imagen de su hermano haciendo el amor con un chico…haciendo el amor con una persona que no era él…



Tras 2 horas de playa decidieron irse a la casa a comer. Mientras Gustav y Tom preparaban una ensalada, Georg iba poniendo la mesa y Bill se excusó diciendo que tenía que hacer una llamada urgente.

Corrió a su habitación y miró la llamada perdida que tiene en le móvil. Era de ese chico que había conocido en el mar. Le dio su número guiado por un impulso y él le prometió darle un toque para que tuviera el suyo.

Cerró bien la puerta de la habitación y le llamó muy ilusionado.


-Pensábamos que ya no bajabas a comer-dijo Tom cuando bajó a los 15 minutos.

-Perdón, tenía una llamada muy urgente que hacer-se excusó sentándose a la mesa.

-Pensaba que estábamos de vacaciones, nada de llamadas del trabajo-pidió Tom resoplando.

-Esta no era del trabajo-murmuró Bill sonriendo.


Terminaron de comer y se dedicaron a deshacer las maletas. Cuando Tom terminó fue a la habitación de su hermano.

-¿Ya has acabado?-preguntó entrando sin llamar.

-¡Tom!-gritó Bill volviéndose a poner la toalla en su cuerpo.

-Perdona-murmuró Tom dándose la vuelta.

Pero ya era tarde. Sus ojos se abrieron como platos al ver por tan solo unos segundos la desnudez de su hermano. Fue poco tiempo, pero el suficiente para fijarse muy bien en un detalle que nunca hasta ahora había estado al alcance de sus ojos…

-Tienes la mala costumbre de entrar sin llamar-continuó Bill enfadado-Siempre entras muy silencioso y no me entero hasta que estás a mi lado.

-Ya te he pedido perdón, no sabía que estabas así…-se disculpó Tom sin poder mencionar la palabra que resonaba en su cabeza con eco.

¡¡¡¡¡DESNUDO!!!!!

-Ya te puedes volver-dijo Bill tras ajustarse bien la toalla-Y prométeme llamar a la puerta la próxima vez.

-Lo prometo-contestó Tom volviéndose- ¿Vas a algún lado?

Se había fijado que tenía ropa preparada encima de la cama.

-Si, voy a dar una vuelta-contestó mientras buscaba en un cajón.

-¿Te puedo acompañar?-preguntó Tom sin pararse a pensar.

-Otra vez, ¿vale? Me apetece pasear por la playa a solas-contestó Bill sin mirarle.

-Entonces te dejo, no quiero molestar más-murmuró Tom dándose la vuelta para salir.

-¡Tom!-le llamó Bill corriendo a su lado-No te enfades, por favor.

Tom no se dio la vuelta. No quería que viera el dolor que sus palabras le habían causado. No quería ver esa mano que le apretaba el brazo para darle consuelo, para hacerle sentir bien…

-Otra vez será-dijo esperando a que retirase la mano para salir corriendo de allí.



-¿No te dijo a donde iba?-preguntó Gustav.

-A la playa, a pasear a solas-contestó Tom mientras juega con su cena.

No tenía ganas de comer. Sin su hermano a su lado se sentía muy mal, bajo de ánimos.

Llevaban 10 minutos cenando en silencio cuando sonó su móvil.

-¡Bill!-contestó tras ver su nombre en la pantalla, junto a una foto que le hizo un día que le sorprendió durmiendo-¿Te ha pasado algo?

-Estoy bien, perdona que no haya llamado antes, pero se me ha pasado el tiempo volando. Solo llamo para decirte que llegaré tarde, que no me esperéis despiertos.

-¿Dónde estás? ¿Con quien estás?-le preguntó gritando sin darse cuenta.

-No me esperes despierto-repitió Bill antes de colgar.

-¡Bill!-gritó Tom a su móvil, obteniendo como respuesta silencio.

-¿Qué ha dicho?-preguntó Gustav.

-Que no le esperemos despierto-repitió mirando al móvil.

-Seguro que está con una chica-dijo Georg guiñándole un ojo.

Tom no le devolvió el guiño. Rezaba para que tuviera razón y estuviera con una chica. Rezaba para que se equivocase y estuviera a solas, que no estuviera con nadie más que no fuera él…


Terminaron de cenar y tras pasar un rato en el salón viendo la tele decidieron subir a acostarse, cansados del viaje todavía.

Tom se echó en su cama tratando de mantenerse despierto, quería saber a que hora regresaría su hermano y en que estado lo hacía. Pero no lo consiguió y se quedó profundamente dormido.


A las dos horas se despertó con el corazón latiéndole muy deprisa. Estaba teniendo un sueño de lo más raro.

Estaba tumbado en la cama, al lado de su hermano. Se levantaba y se echaba sobre él apoderándose de sus labios con pasión, introduciendo la lengua en su boca con violencia mientras que una mano baja hasta su entrepierna…..

Ahí fue cuando despertó. Un grito de alarma resonó en su cerebro. No podía hacerlo, era su hermano, estaba mal.

“¡No!”-le gritó a su cerebro-“Está mal, pero le deseo, y sé que él también, en sus sueños le oí gemir de placer. Mi hermano respondió a ese beso, me permitió esa caricia”.

Se levantó de la cama con rapidez. Seguro que ya había regresado y necesitaba contarle sus sentimientos. No podía callar por más tiempo.

Salió de su habitación y se paró frente a la de su hermano.

¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Qué pensaría él de todo esto?

Una cosa era que le gustasen los chicos, pero otra bien distinta era que le gustase su propio hermano.

“¿Qué hago? ¿Qué hago?”-se preguntaba delante de la puerta cerrada.

Levantó una mano y la puso sobre el manillar de la puerta. No sabía si abrirla y decirle a su hermano lo que sentía por él o dejar cerrada esa puerta para siempre.
Notas finales: Llegó el momento de decidir:

*Si queréis que abra la puerta leed el capítulo 2.

*Si queréis que no abra la puerta leed el capítulo 3.

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