FRESAS por Ibyra

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Notas del fanfic:

Los personajes no son míos.

No gano nada con esto, solo sus comentarios.

Notas del capitulo:
único capítulo, espero merezca su lectura.

FRESAS

Llegaste tarde, otra vez, la cena está servida hace mucho pero aún no la he probado, no quería hacerlo sin tu compañía.

Un beso en la frente, ese siempre será tu saludo, para después darme otro en los labios.

– Tardaste.

– Lo sé.

– ¿Cenamos?

– Ven – Y pones esa sonrisa que me dice que la cena es en lo último que piensas

– Pero, ¿la cena?

– Ven – insistes, accedo, siempre lo hago.

Dejo que me tomes de la mano, vamos lento, siempre cruzando tiernas miradas, llegamos hasta nuestra habitación, testigo único de nuestros desvaríos febriles, de nuestros encuentros ansiosos.

La cama, ese mullido mueble siempre dispuesto a recibirnos sin reclamos ni morbideces, nuestro compañero silencioso.

Besos, míos, tuyos, inicio de una nueva tormenta pasional; ¡Santo cielo! ¡¿Cómo puedo amarte tanto?!

– Tómame

– ¿mmm…?

– Tómame, no lo repetiré.

Y osas mirarme con reto.

– Espérame un momento – te digo y salgo como ventisca mientras mi ropa cae al caminar, el ser mago tiene sus ventajas, apenas llego a la puerta para convocar un tazón de fresas, vuelvo a decirme que ser mago tiene sus ventajas.

Ves el tazón y casi te ríes, yo sí lo hago porque no muchas veces dejas que te ame así, muy pocas veces cedes, por lo que siempre cuido no defraudarte, por lo que siempre trato de disfrutarte por completo.

No sé cómo puedes tener esa sonrisa entre perversa y amable, esos ojos que denotan deseo y ternura al mismo tiempo. No sé como haces para excitarme con solo despojarte de tu ropa, no lo haces lento ni como un vendaval, lo haces a tu ritmo, no lo haces con intensiones provocativas, no intentas siquiera hacerlo, eso es natural en ti, como natural es amarte.

Ya dispuesto en el lecho, cierras tus ojos, mientras yo estoy encima de tuyo.

Deslizo una fresa por el centro de tu frente y haces un ceño que realmente me encanta, sigo por el mismo camino hasta llegar a tus labios, el color de la fruta compite con los tuyos; porque eso, son tus labios para mi, son fruta que no se acaba, misma que ahora devoro mezclada con el licor de tus labios.

Sigo por tu cuello con una nueva fresa, repaso su camino con ávidos besos, te saboreo. Mientras tus manos rozan mi espalda.

Todos dicen que cuando besan a su pareja siempre saben como azúcar, a miel, tú sabes a más que eso, tú sabes a amor.

Te ríes siempre cuando llego a tu ombligo, solo yo conozco ese sonido, me calma, me llena.

Me divierto un poco más con tu secreto, pero restriego mis dedos en tus pezones, sensibles a lo más, como sensible es tu piel, que se descubre solo para mí, pero ahora nuestras hombrías están despiertas y ya desde hace tiempo, es necesario saciarlas, jugueteas en mi cabello, mientras yo hago lo mismo con tus rizos inferiores y las carnes adyacentes.

Esos sonidos onomatopéyicos que haces son la mejor respuesta que recibo ¡Qué locura!, pero así prefiero estar loco toda mi vida.

Extiendes tus hermosas piernas, dispuesto, cedes por completo, tu entrega siempre es total, las tomo como si fueran ansiados trofeos que debo cargarlos en mis hombros.

Otras fresas más serán útiles para mi propósito, una extiende su sabor y aroma en mi boca cuando la muerdo, te doy otra a ti, una tercera sucumbe en la yema de mis dedos, es grandioso cuando ésta pasta olorosa es introducida en tu orificio, gimes cuando la dilatación es por otro dedo más, otro gemido más cuando el tercero ya hace su trabajo.

Fresas, ¿quién diría que son algo más que solo para comer?

Mis hombros sienten tu leve tensión cuando mi pene traspasa tu abertura, te calmas y yo me hundo más, terciopelo es la sensación en tu interior; podría morir así.

Ritmo, de una danza que me permite poseerte, dolor de una tortura ansiada y necesitada; esas son las sensaciones en cada embate de la penetración, te penetro y tú te dejas, los sonidos de las pieles al contactarse se hace mayor, los gimoteos son más altos, las incoherencias son más exquisitas, nuestras manos se cierran más, las mías en tus piernas, las tuyas en las sábanas.

Ahogados en los gritos de nuestros nombres cuando tu líquido blanquecino recorre mi mano, y el mío recorre tus entrañas.

Fuiste mío como muy pocas ocasiones lo eres, aún sigo dentro cuando me rodeas con tus brazos, salgo lentito, cuando puedo respirar mejor.

Estremecidos aún, ambos nos refugiamos en nosotros, tú en mí, yo en ti.

Esas fresas estaban destinadas para el postre, después de la cena, pero ¿a quién le importa ya la cena?

– No sé porqué siempre tienes esa obsesión con esas frutas, realmente no te entiendo.

– No es necesario que me entiendas, lo que quiero es que lo disfrutes; ¿lo hiciste?

– Si.

– Prueba.

Te doy una, pero compartirás la mitad conmigo cuando te bese, la terminamos juntos y me miras con una sonrisa divertida.

– Qué…

– Volvamos a hacerlo.

Entonces comprendí que no soy el único que disfrutaba las fresas.

Notas finales:
¿MEREZCO COMENTARIO?

GRACIAS DE TODOS MODOS

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