Común y Corriente.
Harry se mordió el labio inferior mientras se apretaba contra la pared. La pared de roca era fría y de alguna manera conseguía aplacar la dolorosa erección bajo sus pantalones. Sus dedos, delgados y enrojecidos por la presión ejercida, se apretaban también en la pared, peligrando clavar las uñas y hacerse daño.
Pero no importaba, nada de eso importaba, porque Harry tenía que hacer hasta lo imposible por no hacer sonido alguno ni delatar su presencia en ese lugar. De haber tenido una capa de invisibilidad habría sido más sencillo, pero su padre se había negado a obsequiársela para su cumpleaños (que se daría a la media noche). Y es que la influencia de su padrino Sirius había hecho de Harry un mini James: siempre metido en problemas.
El querer llamar la atención era normal en Harry Potter, ser una persona común y corriente era lo que más podía odiar cualquier adolescente y se notaba especialmente en él. Tenía a sus perfectos padres aurores, excelentes en sus trabajos y reconocidos en el mundo mágico; de igual manera u atractivo padrino que se ligaba en secreto con su preferido profesor de DCAO (Remus Lupin), y a Harry nada le faltaba… excepto lo que más deseaba.
Competía constantemente por atención, siempre metiéndose en problemas, luchando por ser el mejor en el quidditch y demás. Siempre tratando de resaltar más que el jodido Neville “Cara Rajada” Longbottom. No tenía nada en contra del Neville, al pobre ya le habían ocurrido males en demasía… pero Harry lo odiaba, lo odiaba porque tenía aquello que él más deseaba y que allí estaba disfrutando. Tenía el motivo por el cual Harry se presionaba contra esa pared, por el cual trataba de tragarse los gemidos, por el cual miraba con deseo por la puerta entreabierta…
-No puedo, por favor… Draco… ahhhh…
Y el cabrón gemía con gusto, negándose pero deseándolo todo el tiempo. Y claro, quién no lo desearía. ¡Era Draco Malfoy! Y el desgraciado del Cara Rajada se daba el gusto de tratar de rechazarlo. Merlín… cómo lo odiaba.
Draco le besaba el cuello y le estaba haciendo un paja de antología, y aún así, cual japonesa falsamente recatada, Longbottom se daba el lujo de quejarse mientras era llevado al Nirvana.
Harry cerró los ojos y se hizo a un costado, era demasiado masoquista el estar mirando. Se revolvió los cabellos negros y respiró hondo tratando de calmar su erección. Debería estar en su Sala Común esperando la cuenta regresiva junto a sus amigos, recibir los regalos que sus padres le enviaran, festejar junto a sus amigos de verdad y probablemente enrollarse con Cedric Diggory en el armario de las escobas como habían quedado. Pero no, estaba allí, mirando, deseando y envidiando al jodido Niño que Vivió.
Si por estar junto a Draco Malfoy era necesario enfrentarse al que no debía ser nombrado… Harry lo sería con gusto. Vaya manera de pasar su cumpleaños donde llegaba a la mayoría de edad… vaya manera.
-Tengo que dejar de pensar en Draco Malfoy-masculló echando la cabeza hacia atrás por cada palabra, golpeándose una y otra vez.
-Pero, Potter… yo no me privaría de semejante privilegio.
Harry sintió que se le caía el alma a los pies. Tuvo terror de girar el rostro hacia un costado y encontrarse con el dueño de esa voz. ¿Tanto tiempo había estado divagando? ¿Tanto tiempo había perdido que el estúpido del Cara Rajada se había corrido y había huído lejos de Draco?
Una mano acariciando su vientre le hizo sobresaltarte y mirar inevitablemente hacia el rubio. Draco le sonrió y disfrutó de esos hermosos ojos verdes mirándole con sorpresa.
-Ay, Potter, Potter…-suspiró contra la mejilla de Harry-. Tienes que mirar hasta el final, me gusta cuando me espías.
-¿S-sabías…?
-Siempre lo sé, por algo lo hago. ¿Cuántas pajas tengo que hacerle a Longbottom para que te atrevas a invitarme a salir?
-Pero yo no soy… y a ti te gustan…
-Ordénate, Potter.
-Yo no soy un mago famoso, ni he sobrevivido al que no debe ser nombrado, ni… ni tengo una cicatriz súper en la frente, ni soy el mejor en DCAO y… todo eso que tú ves en él. Sé que tu padre aprecia que te rodees de amistades importantes. Y vamos… que desde los once años te paraste enfrente y le ofreciste tu amistad, a mí… a mí ni siquiera me miras. Yo soy… común, soy común y corriente.
-Y eso te desquicia ¿verdad?
-Mucho-jadeó Harry al ser empotrado contra la pared, con Draco bloqueándole cualquier escape.
-Entonces funciona.
Harry no sabía si reír y llorar, no sabía si asesinar a Malfoy o besarlo en ese momento. Le había tenido tan loco por seis años, y resultaba que… ¿Malfoy estaba interesado en él? Tan común y corriente que era, tan… nada elegido, tan cero profecía y tan nada, simplemente uno más del montón.
-Me gustas así como eres, común y corriente-le sonrió Draco-. Y me gustarías si fueras el elegido o el nieto de Dumbledore, o el gigante del bosque. Así me gustas.
-¿Común y corriente?-susurró Harry esbozando una sonrisita. Draco no le contestó con palabras, prefirió hacerlo con un beso-. Mmhh… hoy es mi cumpleaños ¿sabes?
-Habrá que celebrarlo…
-Ahhh… D-Draco…
FI