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Harry, el sucio. por Ichi

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Notas del capitulo:

 


 

Harry, el Sucio.

 

 

-Vamos, Potter, abre.

 

Silencio.

 

-Potter, que no tengo todo el jodido día.

 

Ninguna respuesta.

 

Harry no pensaba responder, ni ahora ni dentro de… bueno, un tiempo considerable aún cuando el enojo y la ofensa se le pasaran, aún después de eso y que las aguas estuvieran calmas, no tenía intenciones de romper con la ley de hielo que había aplicado sobre el cabrón más grande de todo Hogwarts, y claro, quién más podía ser que Draco “soy un petulante malparido y malfollado” Malfoy, como le gustaba decir a Harry.

 

Draco estaba muy equivocado si pensaba que con unos cuantos besos y unas palabras zalameras terminaría endulzándole los oídos y dejándole hecho gelatina, cosa que ciertamente conseguía más a menudo de lo que Harry hubiera querido reconocer, pero en ese caso estaba dispuesto a contenerse, ser fuerte y mantenerse en su postura de enfado completamente justificado.

 

Desde que estaban juntos, Draco se había mantenido perfectamente leal y sincero con su forma de ser, y estaba bien, Harry se había enamorado de ese cabrón a fin de cuentas. Pero claro, hubiera preferido que Draco no se dedicara a perfeccionar el arte de ser hiriente especialmente hacia él.

 

Vale, habían acordado el mantener las apariencias, dejar en claro que seguían siendo enemigos eternos, porque el que estuvieran juntos era un shock demasiado grande, uno que Harry había aprendido jamás debería siquiera haber tratado de poner a prueba, mucho menos en alguien como Ron… quien estuvo cercano a un ataque de pánico. No, si ni con una broma era algo aceptable, mucho menos lo sería con toda la dósis de verdad que correspondía.

 

Harry suspiró, se deslizó por la puerta hasta quedar sentado en el piso. Se abrazó las rodillas y cerró los ojos… cumpleaños de mierda.

 

Desde que abandonara la casa de sus tíos, sus cumpleaños habían mejorado mucho, pero, oh misericordioso y cabroncete de Merlín, tenía que ser el año en que estaba con el chico que amaba en que su cumpleaños se viniera a pique. ¿Cómo se le había ocurrido decirle algo así? Aunque fuera para mantener la fachada de enemigos mortales… aún así, Draco no parecía conocer un filtro. Y ahí estaba él, cual idiota, lamentándose de ser tan amable, tan… siempre tan Gryffindor.

 

-Harry… vamos, ábreme.

 

Harry se encogió todavía más y cerró los ojos sintiendo deseos de llorar. Le había chocado mucho, demasiado. Y él debería ser más Slytherin, hacer uso de esa parte de su persona que había hecho dudar al Sombrero Seleccionador cinco años atrás. Debería haber sido ácido, hiriente y grosero con Draco, devolverle las odiosas palabras con igual veneno… pero no había podido. Siempre tan correcto, tan… Harry Potter.

 

-Harry…

 

-¡Mierda!-exclamó haciéndose a un lado, la voz de Draco ya no había sonado apagada por la barrera que representaba la puerta, sino justo junto a su oreja-. ¿Cómo has…? ¿Qué cojones…? ¿Qué haces aquí, Malfoy?-se compuso poniéndose de pie.

 

-Vamos, vamos-le sonrió encantador-. Anda, hablemos. No he querido que te enfades así, hombre. Era una broma.

 

-Una putada.

 

-Vale, una muy mala broma de pésimo gusto, si quieres. ¿Así mejor?

 

-Un… un poco…

 

Draco sonrió. Le encantaba cuando Harry hacía esos esfuerzos radicales por mantenerse enfadado y en una postura autoritaria, cuando era evidente que sólo estaba dolido. Harry era un libro abierto, Draco no se cansaba de decirlo y afirmarlo. Potter era tan transparente, tan honesto con sus emociones que estas no podían evitar el proyectarse en su cuerpo, y a su vez, este no podía detenerlas. Harry era genuino, y lo que él creía debilidad, era simple y llanamente lo que todo buen león debía tener: corazón.

 

-Aunque no sé por qué te has ofendido tanto-continuó Draco acercándose con las manos en los bolsillos-. Era un chiste.

 

-Una muy mala broma de pésimo gusto, acordamos-le corrigió Harry mirando a un costado.

 

-Ya. Pero era una broma, no buscaba que fuera un insulto. ¿Qué pasó?

 

-Es que… mi tía dijo algo parecido sobre mi nombre cuando era un niño. Que mi nombre era vulgar y horrible.

 

-Oh… entonces la he cagado.

 

-Mucho.

 

Cuando Harry estaba triste, miraba siempre hacia un costado. A Draco le parecía increíble que El Niño que Vivió actuara de esa manera. Quien había estado errado había sido el rubio, y sin embargo era Harry quien evitaba su mirada, quien se veía apenado y quien parecía querer llevar la carga de la situación, como si se sintiera mal por estar enojado. Draco sonrió, Harry era tan… demasiado… a veces muy… Harry.

 

Harry sintió unos brazos fuertes rodeándole por la cintura y unos labios fríos regalando un beso a su frente. No pudo contenerse y le devolvió el abrazo rodeando el cuello de Draco.

 

-Lo siento-susurró Draco-. Quisiera que te desquites, pero eres demasiado Gryffindor.

 

-Y una mierda, es que no existe tal personaje como “Draco, el Sucio” como para que me cobre la revancha.

 

-Y de todas formas… no lo harías.

 

Harry no respondió, se presionó más contra Draco y suspiró relajándose. Draco le frotó la espalda y fue retrocediendo lentamente hacia la cama, ante las risitas que comenzaron a emerger, simplemente giró a su novio para ponerlo frente a la cama y que allí viera cómo en las mantas rojas se veía la figura clara y delineada de un pastel, velas y mensaje que parecían escritos sobre arena y no sobre tela. Harry abrió los ojos sorprendido, la forma, la caligrafía y la simpleza… eran iguales a aquel pastel que había dibujado en la arena para su cumpleaños número 11, justo antes de la irrupción de Hagrid.

 

-¿Qué….?-trató de preguntar.

 

-Nunca has tenido secretos para mí, Potter-respondió Draco.

 

Y de repente, las líneas comenzaron a elevarse, las velas pintadas fueron reales, las letras de “Feliz Cumpleaños, Harry” estaban delineadas sobre una capa de crema y el pastel era verdadero. Un hechizo maravilloso.

 

-Feliz cumpleaños, Harry… el Sucio-rió Draco-. Así vas a quedar cuando coma el pastel sobre ti.

 

-Qué cursi eres, Malfoy.

 

Pero Harry rió y se giró a besarlo, y Draco, quien nunca admitía una cursilería en su vida… tuvo que reconocer que tendría que hacer eso para cada cumpleaños de Harry… simplemente porque era Harry.

Notas finales:

Espero que les haya gustado


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