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Bloody Tears. por Break

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Notas del capitulo:

 

Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen. Ni el sadismo de Shion, ni la dulzura de Mion son de mi autoría. Este fantástico manga, sus personajes y su trama pertenecen a 07th Expansion

Lo único que es mío es este pequeño yuri entre Shion y Mion, mi pareja (yuri) preferida de Higurashi

 

Disfrutad con este One-Shot ^^

 

 

 

 

Abrí lentamente los ojos y la tenue luz de las estrellas acarició mi rostro.

 

La misma luz. Las mismas estrellas.

 

Sonriendo extrañamente, miré mis manos. Estaban teñidas de rojo, de un rojo vivo, cruel, un rojo que brillaba. Era sangre, y mis lágrimas empezaban a mezclarse con ella.

 

Entre mis brazos se hallaba un cuerpo, una persona. Un alma que jugueteaba y luchaba por salir de entre mis dedos.

Contemplé aquel rostro. Dulce, con esos enormes ojos cerrados. Una cara pálida enmarcada por un cabello manchado de sangre. Un rostro hermoso, un rostro tan parecido al mío. Mi sonrisa torcida se convirtió en una mueca de tristeza.

 

  • Mion.- susurré suavemente. Sus ojos se abrieron lentamente, parpadeando. Mirándome. Supe que me había reconocido cuando en sus pupilas brilló el miedo.

  • Sh...Shion...- un gemido agudo, una voz tan poco humana, llena de terror. Mis manos acariciaron su rostro.- Shion...¿Qué estás haciendo?

 

Le coloqué un dedo sobre los labios y recogí la sangre que manaba de ellos. Me llevé el dedo a la boca y lamí aquella sangre con delicadeza. Pude sentir cómo el terror de mi hermana menguaba.

 

  • Mion...- la sujeté con más firmeza y la abracé. Sentía el latir de su corazón, débil. Su piel estaba fría, podía oír su cansada respiración.- Mion, perdóname. Perdóname, Mion...Perdóname...- sobre sus pálidas mejillas se estrellaron un par de lágrimas furtivas. En sus labios se dibujó una sonrisa, y sus hombros se esforzaron por incorporarse y acercarse más a mí.

  • Shion.- levantó una mano temblorosa, pequeña y delgada, y acarició mi cabello. Mion ya no tenía miedo, pero seguía desangrándose lentamente. Mi cuchillo seguía clavado en sus entrañas.

 

Por primera vez desde que esta locura comenzó, la miré a los ojos. La miré y vi en ellos a mi hermana, pero además de eso, vi millones de recuerdos encerrados en esas pupilas. Vi mi propia vida, vi mi amor por Satoshi, vi todo el sufrimiento por el que la cabeza de los Sonozaki había tenido que pasar.

 

Satoshi. De pronto, él resurgió del océano tormentoso de mis recuerdos. Satoshi, por él comenzó todo. Cuando lo conocí, empezó la locura.

Recuerdo que era una mañana cualquiera de verano. Gracias a Mion me encontraba en Okinomiya, necesitaba ayuda pues me había escapado del horrible internado en el que me encontraba. Yo salía de una tienda cargada, y cuando una motocicleta rasgó una de mis bolsas, la golpeé.

 

Unos hombres grandes, peludos y vestidos de cuero aparecieron ante mí como seres del infierno, y entre insultos, me dijeron que la moto les pertenecía. Se acercaron con una clara intención de hacerme pagar por ello, y, suspirando, me dispuse a sacar aquel paralizador. Pero no hizo falta.

Un grito ahuyentó a los hombres, un grito que, aunque iba en mi defensa, sonaba asustado. Aquel grito, aquella voz permanentemente asustada pero firme, pertenecía a Satoshi.

 

Desde entonces, lentamente y en contra de mi voluntad, me enamoré de él.

 

Pero Satoshi Houjo, súbitamente, desapareció.

 

Desde ese momento...

Desde ese día, comenzó mi locura.

 

Por culpa de Satoshi, gracias a Satoshi, comenzó mi locura.

 

Desde entonces, sólo tuve a Mion. Ella me acogió de nuevo, ella me abrazó, ella me consoló con sus labios.

 

No puedo decir que olvidase a Satoshi, porque nunca lo hice. Pero sí dejé de amarlo, dejé de amar a Satoshi cuando sobre su imagen se coloco otra muy distinta, tan parecida a la mía.

 

Ahora, la sangre de Mion baña mis manos. Su sangre en mi piel, mi cuchillo en sus entrañas.

 

Parpadeé, pero la imagen de Mion, pálida y ensangrentada, no se hizo menos nítida.

 

  • Shion.-repitió, devolviéndome a la realidad.. Como tantas veces había hecho para consolarme, como en tantas ocasiones había hecho para después regalarme un “te quiero, hermanita”, se acercó más a mí y posó sus labios en los míos.

 

Su frágil respiración se mezcló con la mía, sus manos heladas se fundieron con las mías, nuestros cuerpos, absolutamente idénticos, se convirtieron en uno.

 

Cuando desperté, su mirada estaba opaca.

Cuando abrí los ojos, los suyos me miraban sin ver nada.

Cuando comencé a llorar, sus lágrimas se habían convertido en escarcha.

 

Sonreí entre las lágrimas. Era como de tragedia griega, la había matado, la había matado aun cuando la amaba, la había matado a pesar de que era mi hermana.

 

Le había pedido perdón cuando estaba desangrándose. Ella había besado los labios de su asesina.

 

Es tan sencillo como que los seres humanos pueden amarse y matarse.

Es tan simple, como la flor blanca que deposito hoy en su lápida.  

 

Notas finales:

 

 Gracias por leerme.

Si os ha gustado, si no, si estáis aburridos, si queréis tirarme un tomate...o simplemente si me queréis hacer feliz: comentad.

Break-sama (es decir, yo, para los  idiotas que no se hayan dado cuenta) os lo agradecerá ^^


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