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Milagro de Navidad por Leia-chan

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Notas del fanfic:

Dedicado a mi madre, Raion y a todas los adorables miembros de LAY...

Notas del capitulo:

Debi poner un lemon... Creo solemnemente que debí poner un lemon...

Odio la Navidad. Desde el fondo de mi turbio corazón, la odio... Un odio visceral que me quema la garganta  y que no puedo controlar... Y por eso me pongo a destruir esos estúpidos adornos navideños que se ponen en frente. Y porque me despidieron el 23  de diciembre... No, por eso golpeé al Santa de la tienda de la que me echaron. Ya sé que el pobre no tiene la culpa, pero es el hijo del estúpido gerente que me despidió, así que... En fin, aquí estoy, haciéndose añicos uno de esos regalos falsos, mientras huyó de la policía que me busca por perturbar la paz.

- ¡Soy el jodido Grinch y destruiré la Navidad! - grito enardecido, sin dejar de correr, hasta llegar al punto donde comencé. La estúpida tienda que vende estúpidos teléfonos con un estúpido árbol de navidad hecho con estúpidas lucecitas de la que me acaban de echar. Observo el suntuoso y estúpido árbol de lucecitas que se yergue hasta el techo. Tantas estúpidas lucecitas que brillan en esta estúpida noche. Y los estúpidos niños a mis espaldas estúpidamente asombrándose por su estúpida luminosidad... y sí, la vida es estúpida y más estúpido soy yo, que dejé de correr, dejando que los estúpidos policías me atrapen.

  Y el milagro de Navidad sucede en el momento en que me meten esposado a la patrulla... El estúpido y suntuoso árbol de navidad estalla en miles de pequeñas estrellas blancas que se transforman en pequeñas llamas. La multitud se aleja corriendo, los policías se vuelven locos haciendo llamadas y yo, estupefacto, sólo atino a pensar: "¡Feliz Navidad, estúpidos mal nacidos!".

...

Ya en la cárcel, en una celda que comparto con otros tres presos que planean la navidad con los guardias de turno, me pongo a pensar en los motivos para odiar esta fecha. El 24 de diciembre amanece y sus cálidos y juguetones rayos se cuelan por los barrotes de la ventana a la cual estoy asomado, demostrando cuántos deseos tengo de salir y correr y correr... Como un animal enjaulado que pena por su libertad... La libertad para seguir destruyendo esos patéticos santas y árboles y pesebres... Estoy harto de toda esa mierda. Un hombre gordo y viejo, vestido con ropas pesadas de invierno en un país tropical, donde la Navidad se encuentra con una temperatura de casi cuarenta grados... ¿A quién más le parece estúpido? Y eso del nacimiento de Niño Dios... Vamos a decidirnos, ¿sí? ¿Es esta una puta fiesta pagana o no? ¿Por qué no aceptan que hace tiempo que vendieron su santidad a las maravillas del capitalismo?

Pero no es por eso que odio la Navidad. No, odio la Navidad porque la jodida fecha no significa nada para mí. Nada más que una ocasión más para reunirme con ese grupo de chimpancés sin pelo llamado familia y ser humillado por mis exitosos hermanos mayores. No pueden dejar pasar ni una sola oportunidad para refregarme en la cara sus sueldos jugosos y sus esposas radiantes y sus hijos programados para ser adorables y obedientes... Muchas veces tuve que morderme fuerte la lengua para no gritarles que ya lo sé. Soy un fracaso. Elijah Paniagua es un fracasado, sin novia, título y ahora sin trabajo. He dejado pasar cada jodida oportunidad en mi vida y ahora soy un perdedor. Lo sé, en serio. No necesito que me lo digan una y otra vez, año tras año... Pero no puedo dejar de ir a las reuniones familiares o arruinaría la Navidad de mi madre.

- Sí, señoras y señores, el Grinch debe salvar la Navidad de su madre... Así de bien me han criado... - le digo a la nada, ya que los demás están, como he dicho, enfrascados en los preparativos de esta noche. Al parecer, la navidad en la cárcel es un poco más mundana que la de exterior... Más sincera por así decirlo...

- ¡Vaya! Quién diría que el Grinch es un buen hijo... - dice una voz a mi espalda y yo doy un salto. Nadie estaba allí hace unos instantes... y que alguien, en la cárcel, este detrás de ti, puede llegar a ser muy malo. No sé si me explico.

- ¿Qué diantres...? - me dio vuelta y me topó con un joven un tanto más grande que yo. Y por un segundo, todo desaparece y sólo me queda esa visión casi celestial. El chico es hermoso, un rostro de facciones varoniles, pero con unos ojos azules tan inocentes y unos labios tan sensuales que le quitan lo poco de hostil que pudiera tener. Tiene una sonrisa vibrante que hace que sus ojos brillen maravillosamente y ese corto cabello rubio...

- ¿Estás bien? - me pregunta, con una voz que estremece cada fibra de mi cuerpo.

- ¿Eh? - todas mis funciones cerebrales se han detenido, lo admito. Las neuronas se han puesto en huelga, sobrecargadas por las hormonas.

- Eres gracioso, Grinch... - ríe el celestial bombón. Y su risa es alegre e infantil y... y... - ¡Feliz Navidad! - me dice, así de la nada, y eso me saca del estupor en el que me metí - Un grinch tan gracioso como tú lo merece...

- Odio la navidad - sentencio, cambiando drásticamente mi humor y mi rostro. Ya no hay estrellitas de adoración, pero las hormonas no se han calmado del todo. Es que tiene un cuerpo que Brad Pitt en sus mejores tiempos envidiaría... Y el Grinch es humano, señoras y señores. El Grinch es muy humano...

- Pero sí es una celebración tan bonita... Incluso aquí, en este agujero, las personas se juntan para celebrar...

- ¿Para celebrar qué? Cualquiera se pone las pilas para emborracharse hasta el amanecer... - replico, alejándome un poco de él. ¡Hormonas, están castigadas!

- No seas tan pesimista, Grinch... - me sonríe...

- Me llamo Elijah, no Grinch... ¿Qué idiota creería que me llamo Grinch? - y lo veo sonrojarse de reojo - ¿No me digas que tú en verdad creías que yo...?

- Vamos... los humanos se ponen cada nombre...

- Eres un idiota... - le interrumpo.

- No eres el primero que lo nota... - vuelve a reír tontamente, mientras se sienta en el suelo, a mi lado...

Bueno, la nena del Grinch era rubia y ya saben lo que dicen de las rubias... Sin ofender, claro... ¡Oh, a quién engaño! Tengo toda la intención de ofender...

...

Un poco después del almuerzo, me llaman para interrogarme. Me preguntan porqué lo hice y yo respondo una sarta de idioteces. "Fue una orden del mismísimo Señor, que esta ofendido porque han tomado esta fiesta tan sagrada para convertirla en un espectáculo digno de Sodoma y Gomorra", trato de hablar con voz profética y hago gestos exagerados. Espero que me declaren insano, así me meten en un hospicio. Sería genial pasar la Navidad con un montón de locos... Bueno, al menos sería más interesante que el desfile de prostitutas que se cocina aquí en la cárcel o la tortura emocional de estar con mi familia.

Al final, deciden que les estoy tomando el pelo, lo cual no es del todo cierto, y me mandan a la celda otra vez, donde la envidia de Brad Pitt se levanta contento a recibirme. ¿Por qué ese idiota esta tan feliz de verme?

- A propósito, Grinch, ¿cómo explotaste aquel árbol? Eso sí fue malvado. Alguien pudo salir herido... - me dice el guardia, mientras le pone la llave a la celda, dejándome dentro.

- Eso, querido, fue una señal de cielo... - respondo. El guardia ríe. Han decidido deliberadamente que soy un bufón bastante bueno y se ríen de todo lo que haga y diga... Pero no me enviaran al psiquiátrico. Malditos...

- Lo del árbol... - se acerca tímido el rubio y me dice al oído - ... fue culpa mía... - casi no lo oigo del temblor que recorre mi cuerpo al sentir su cálido aliento sobre mi oído. Pero sí lo hago...

- Ok, eso te hace mi héroe... ¿Y cómo lo hiciste? - estoy muy curioso. Al parecer Brad Pitt mejorado es un Grinch, también. Algo idiota, pero tiene unos buenos trucos... y un buen cuerpo... y un buen cabello... y unos labios...

- Bueno... yo... fue un accidente... - me confiesa, con el "lo siento" grabado en la cara. Brad es bastante fácil de leer... No es un Grinch, maldita sea... - Un foco estaba quemado y yo intenté arreglarlo y... se me fue de las manos...

- Vaya que sí... Pero, ¿cómo intentaste arreglarlo? No te vi cerca del árbol... - ¿Acaso este chico además de buenísimo es un nerd? ¿Sabes lo mucho que puedes pervertir a un nerd que vive su vida recluido en una...?

- Soy un ángel - responde - Intentaba usar un poco de mis poderes para unir los cables que se soltaron, pero hizo un cortocircuito y... - demasiado bueno para ser verdad... Mi encanto de chico, casi nerd, muy inocente, esta loco... oficialmente loco.

- Eres un ángel... - digo yo, sin escuchar su explicación.

- Así es...

- ¿Quieres que me lo crea? Sé que estás más bueno que una modelo de victoria's secret bañada en chocolate, pero eso no te convierte en ángel...

- Soy un ángel... - repite - ¿Quieres ver mi alas? - me sonríe, como un niño tratando de ufanarse de su juguete nuevo - Son grandes, brillantes y blancas...

- Eres un ángel y tienes alas... - repito yo, incrédulo, obviamente.

- Sí, mira... - y las dichosas alas se despliegan de su espalda, brillando en el pútrido recinto de la celda... La quijada se me cae del asombro. Era cierto. Sus alas son grandes, brillantes y blancas...

- Por Dios... - perjuro y el chico se ofende, por lo que guarda sus alas.

- No tomes el nombre del Señor en vano... - me reclama y yo no sé que hacer. Lo primero que hago es ver alrededor, para comprobar si alguien más lo ha visto. Pero todos están muy concentrados en elegir a las mejores chicas de un catalogo... Hombres...

- No lo puedo creer... - dio algunos pasos hacia atrás, hasta que mi espalda se topa con la pared, entonces, me deslizo hasta quedar sentado en el suelo. Mi cara es de incredibilidad total. El ángel se acerca y se arrodilla ante mí, me sonríe y notó que su cara brilla.

- Soy Raziel... No seré el ángel más listo del cielo, pero reconozco a alguien decaído cuando lo veo. Tú necesitas un milagro de Navidad...

 

...

 

Y el milagro de Raziel fue hacerme aparecer en casa la noche del 24 de diciembre, con las fiestas familiares en su auge. Estaba sentado en un sillón, siendo cruelmente torturado con un garrote de juguete por mi sobrino de tres años, ya que, con mis 23 años, siempre me toca cuidar a los pequeños. Los pequeños son una turba de niños de entre diez y dos años que ríen, juegan, cantan, bailan... En resumen, hacen un caos que se supone debo mantener a raya... Como si eso fuera posible. Mientras, Raziel esta en la cocina, ganándose el afecto y la admiración de mi madre y mis tías... Jo, el condenado parece muy feliz. Creo que este milagro es más para él que para mí...

 

Al parecer, Raziel fue capaz de borrar mis fechorías del 23 y ahora no solo soy libre, sino que resulta que he pasado toda la tarde siendo un amor, ayudando de aquí para allá y ofreciéndome para mil cosas que no recuerdo. Porque, desde mi punto de vista, yo pasé casi todo el 24 en la cárcel... Este milagro no es del todo bueno, pero salió mucho mejor que lo de la lucecita quemada, ¿no? En fin, aquí estoy, rodeado de niños y con mis hermanos mayores pavoneándose con los... bueno, mayores...

 

- ¿Sabes? No creo que tu problema sean los celos... o el complejo de inferior... Creo que tienes un secreto... - aparece Raziel sentado a mi lado, así de la nada... Y sólo yo me asombro del hecho, ya que para todos Raziel siempre estuvo a mi lado... Diantres, Raziel me esta volviendo loco.

- No me asustes así... - siseo, tomando el dichoso garrote de juguete y lanzándolo lejos. Y el niño que me golpeaba, cual perrito va a buscarlo para volver a golpearme con el...

- Los niños te aman...

- ¿En serio? Para mí que este me quiere matar...

- Tan sólo esta jugando...

- Eres tú el que juega con el tiempo y espacio y todas esas estupideces... ¿Por qué no recuerdo haberme ofrecido para ser Santa esta noche?

- Bueno, pensé que eso hace un niño bueno es Navidad... Quiero que seas feliz hoy, que te contagies del espíritu navideño... - y cuando lo dice, lo hace con una sonrisa radiante, como esas de la televisión. Y yo siento que los tendones de mi paciencia se rompen de a uno, lenta pero insistentemente...

- Raziel, tu estúpido milagro de Navidad me esta dando la peor Navidad de mi vida... Felicidades... - y siento como todo el brillo que irradia se apaga de golpe. Lamento ser el balde de agua fría, ángel de pacotilla... No, espera. No lo lamento... - Vete ya, quiero estar solo... - y Raziel obedece, volviendo a la cocina.

No quiero ser malvado con él, no lo hago a propósito. Supongo que es inherente a mi personalidad. Además, me gusta. Esta muy bueno, ¿saben? Eso me intimida. Prefiero herirlo y alejarlo más y más...  No sea que me enamoré. Eso sí sería un caos. No por que el chico sea un ángel, que es algo que sólo yo sé, sino porque es chico y no una modelo de Victoria's Secret como las esposas de mis hermanos. Sería la cereza del vaso si el fracaso hijo menor, además de perdedor, resultara homosexual. Sí, sería horrible. Ya me imagino la cara de decepción de mi padre. Y mi madre... Oh, Dios, mi madre... La amo, en serio, la amo. En toda la familia, es la única que en serio intenta entenderme y hacerle daño a ella... No puedo, no... Y recuerdo lo que dijo Raziel. "No es por celos... Es porque guardas un secreto".

- ¿Y eso que tiene que ver con esta estúpida fiesta? - murmuró, con la cara más sombría posible.

- Elijah, en verdad te gusta la palabra estúpido... - ríe mi hermano Julián, el mayor de todos. Tiene tres hijos y es el menor el que me aporrea con su mazo de plástico - Manu, deja en paz al tío y ve a jugar con tu hermana... - y obediente como ninguno, Manu me deja en paz. Tan buenos niños, tan buena familia, tan... excelente - ¿Qué te pasa, Elijah? Pareces más decaído que de costumbre...

Esa es la gota que colma el vaso. No sólo son mejores que yo, sino que ni siquiera puedo odiarlos porque no son malos conmigo. Son amables, me quieren, tratan de ayudarme... Están ahí para mí y yo... Yo sigo siendo un fracaso, una decepción...

Dios, las ideas se me agolpan en la cabeza. De repente, tengo tantas ganas de llorar, de huir... Pero tengo que tranquilizarme... No puedo preocuparlos... No... No...

- Me despidieron del trabajo, otra vez... Nada más... - respondo, sin darle mucha importancia al asunto. Otra vez, me obligo a estar bien, o al menos a aparentarlo. Ruego porque Julián se conforme con eso y se vaya.

- Bueno, eres joven... y ese trabajo era horrible... ¿Por qué no te apareces por la compañía? Te puedo conseguir un trabajo de medio tiempo para que no interfiera con tus estudios. Puedo decir que es como una pasantía para ti... para ayudarte en tu futuro...

- Y hablando de futuro... - y allí viene mi padre, un hombre conservador y sumamente exitoso. De orígenes muy humildes, toda la vida luchó por estar donde esta y vaya que no se cansa de repetírmelo - ¿Tienes alguna novia para presentarme? No me estoy haciendo más joven, ¿sabes? Y me encantan los nietos... - no, ese tema, no. Por favor, váyanse...

- Oye, ese chico con el que llegaste... ¿Quién es? - interrumpe una prima mía, muy interesada (cómo no) en Raziel.

Y no sé en que momento decido que es suficiente. Que estoy harto. Me esfuerzo por ser feliz, en serio, lo hago. Pero no lo soy. Odio la Navidad y soy el jodido Grinch, así que arruinaré la Navidad de mi familia. Ahora mismo.

- Es mi novio... - respondo, sin pensarlo mucho. Porque ya lo pensé antes. ¿Qué pasaría si nunca le diera nietos a mi padre? ¿Qué pasaría si les presentara un novio y no una novia?

- ¿De qué demonios hablas? - sí, había predicho esa reacción de mi padre.

- Elijah, ¿qué dijiste? - Julián, tanteando el terreno.

- Ya lo sabía... Demasiado bueno para ser hetero... - se queja mi prima... Bueno, también lo sabía...

...

Y así terminó mi Navidad. Después del escándalo de mi revelación y de la muda aceptación de Raziel (creo que él muy idiota no entendía lo que estaba pasando) nos echaron de la fiesta y vagamos gran parte de la noche por las calles, sin rumbo fijo hasta que dieron las doce y sonaron las bombas y los gritos de felicidad y sentí que el corazón se me partía otra vez, así que me fui a mi departamento, casi corriendo, seguido de Raziel. Siempre seguido de Raziel.

- ¿¡Por qué me sigues!? - le gritó, después de cerrar de un portazo la puerta - ¿Por qué sigues a alguien tan desagradable como yo? ¡Eres un ángel, maldita sea! ¿No deberías estar en el cielo o algo así?

- Yo quiero estar contigo, Elijah... Desde que te vi en la cárcel... Me agradas... - me dice él, con sus ojitos azules tan grandes como los de un perrito abandonado. ¡Oh, por favor!

- ¿Y por qué diantres estabas en la cárcel? - grito. Estoy confundido, enojado y herido. No entiendo ni lo que digo ni lo que hago. Camino en círculos esperando la respuesta de Raziel.

- Bueno, como quemé aquel árbol, decidí castigarme a mí mismo yendo a la cárcel, como un criminal común y corriente... pero te conocí a ti y como que olvidé eso... - ríe, rascándose la nuca - Te puse como prioridad sin darme cuenta, jeje...

- ¿Jeje? ¡En verdad, eres un idiota! ¿Por qué me tendrías como prioridad? ¿Por qué te agradaría? No me conoces...

- Te conozco más de lo que crees... - en ese punto, Raziel se para frente mío y me tomó de los brazos para detenerme, mirándome fija y seriamente a los ojos - Sé que eres una buena persona. Un tanto impulsiva, pero buena. Sé que eres listo, el mejor de tu clase y que además trabajas para mantenerte sólo, sin depender de nadie. Sé que luchas día a día por ser mejor... Te admiro, Elijah... En verdad, yo... - y me pongo a llorar. Esas palabras me conmueven como no tienen idea y al parecer, Raziel sí me conoce. Será algún poder angelical, quién sabe. Pero él me conoce y...

- Ámame... - susurro y sin darme cuenta, las lágrimas comienzan a descender por mis mejillas. Que puedo decir. Esta ha sido una noche dura para mí - Raziel, tú que me conoces... ámame... Dime que pueden amarme por quién soy... Dime que...

- Te amo, Elijah... - me interrumpe y yo rompo a llorar, como una nena. ¡Dios, estoy tan sentimental! - Te amo, en verdad... - y baja un poco el rostro para besarme en los labios. Un beso que me quita de un plumazo toda la tristeza y todo lo que me queda es la desesperación de sentirlo a mi lado, una sed lacerante de su amor... De todo su amor...

 

...

 

Amanece el 25 de diciembre y los rayos de sol revelan el caos de mi departamento. Estoy sentado en la cama y Raziel duerme a mi lado. Y déjenme decirles una cosa muy importante acerca de los ángeles. No hay nada mejor que acostarse con uno cuando el mundo se viene abajo. Sus besos, sus caricias, su todo... Es simplemente celestial... Un bálsamo para el alma. Pero ahora todo acabo y vuelvo a esa espiral de pensamientos azules... Mis padres me insultaron y me echaron de su fiesta de navidad. Por poco y dejan de considerarme su hijo. Ellos me dieron todo, aún cuando yo no les daba nada. Y lo único que podía abatirlos... Es lo único que soy... Ah, soy una maldición para mi familia...

- Todo saldrá bien...  - me susurra Raziel, despertando, sonriéndome ya a tan tempranas horas - Ya verás...

- Sí, claro... Podré salir adelante... El tiempo curará las heridas... blah, blah, blah...

- No, todo saldrá bien...  - vuelve a repetirme y se levanta para abrazarme. Me siento tan bien entre sus brazos.

- Raziel... ¿En verdad me amas o es una cosa de ángeles? Eso de amor incondicional y demás... - digo. Que puedo decir. Tengo miedo y me siento tan jodidamente vulnerable...´

- Bueno... A decir verdad, eso de hacer cosas de ángeles no se me da muy bien y esto lo he hecho bastante bien... o al menos se sintió muy bien...

- Se sintió genial... - corrijo, acurrucándome más entre sus fuertes brazos.

- Pero la pregunta sería si tú amarías a un ángel algo atolondrado como yo... Con decirte que a nadie le importa que este aquí o allá, con tal de que no haga nada malo...

- Raziel, a mi sí me importa que estés aquí... Quiero que estés aquí, conmigo, porque me haces tanto bien... Eres MI ángel idiota... - respondo con la voz algo infantil y me dio vuelta para abrazarlo fuerte y repartir besos por todo su rostro  - Te quiero...

Reímos contentos, mientras. Y yo vuelvo a olvidar porqué me sentía tan triste. Nos revolcamos en la cama, haciéndonos cosquillas y jugando como niños... Pero nos detenemos de golpe cuando suena el teléfono. Me siento mirando el aparato y leo el número de mi madre en la pequeña pantallita del mira quién llama. No me atrevo a contestar. No quiero escuchar más regaños ni insultos. Ya tuve suficiente. Estoy a punto de simplemente desconectar el aparato, cuando los brazos de Raziel me rodean y me impiden moverme. Me abraza con ternura y firmeza y yo solo puedo contener las lágrimas, oyendo como la máquina de mensajes se activa y al minuto, la voz de mi madre se escucha.

- ¿Elijah, hijo, estas ahí? Escucha, quería pedirte perdón por... bueno, la reacción de todos. Fuimos unos idiotas infantiles y conservadores...  - de fondo se escucha el gruñido de mi padre que sabe que esa palabra siempre se refiere a él - y bueno, quería decirte que... No importa quién sea esa persona siempre y cuando te haga feliz y no te lastime... y nosotros somos tu familia y te aceptamos por quien eres... Te amamos, Elijah, querido. Sé que actuamos mal anoche, pero comprende... La tía Rosa estuvo a cargo de las bebidas y estoy segura que hasta los niños se levantarán con resaca hoy... Ok, eso... Lo sentimos y queremos que vuelvas. Porque te amamos, tal  y como eres... Creo que eso ya lo dije... Pero siempre parece que debo repetirlo... Pareciera que no lo entiendes, pequeño. Pero no importa, porque para eso estamos. Para repetirte una y otra vez que te amamos...

El mensaje termina y yo estoy llorando otra vez en los brazos de Raziel. Era eso. Era saber que me amaban y no me conocían por completo. Tenía tanto miedo de decirles que me gustaban los hombres y de ser una decepción que me forcé a ser miserable todo este tiempo. Soy un idiota. Un verdadero idiota. Aún más que Raziel. ¿A esto le tenía tanto miedo?

- A veces, Elijah, estamos tan bendecidos que no nos damos cuenta... - me susurra Raziel.

- ¿Qué? ¿Acaso este es tu estúpido milagro de Navidad? - le pregunto, entre lágrimas. Estoy tratando de controlarme y de no ser tan patético.

- Nop... El milagro era esa torta de chocolate que tanto te gusta...

- ¿La que se quemó? - Raziel asiente - Definitivamente, Raziel, deja de hacer cosas de ángeles... - y reímos juntos por la pequeña broma.

Y así, la Navidad terminó significando muchas cosas para mí. Fue el día en que descubrí que mi familia me aceptaba y amaba por quién era. Fue el día en que acepté que era especial, único y grande a mi manera y, principalmente, fue el día en el que mi ángel idiota decidió quedarse conmigo para siempre... Con la promesa de que no trataría de hacer cosas de ángeles... Al menos, no muchas...

Notas finales:

Que les pareció?


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