Capitulo XVIII.
Una rara alianza.
—¿Y desde cuando a acá los de la realiza se preocupan por los de abajo?—Vialer estaban en su limite, ese chico había tocado a Nicolás y no pensaba dejarlo así por así aunque le costara la vida a muchos.
El joven de cabello naranja sonrió tan siniestro que él se arrepintió de preguntar.
—Desde que yo tome el poder…—Había sido un susurro, el nuevo rey tenia la habilidad de ponerle los pelos de punta al algunos con esa expresión de nada y voz tenebrosa… era más que seguro que un hombre así debía ser sumamente peligroso, uno que ahora controlaba de cierta forma al rubio.
—Esta bien, cuanta con nosotros…—Se resigno, era mejor no meterse con alguien así, no era miedo, era precaución por que ese tipo. Y por que Nicolás una vez terminada la guerra volvería a ser de su propiedad y allí si se enteraría de lo mucho que le disgustaba el hecho de que el maldito rey lo mordiera.
La morena frunció los labios, las cosas no iban tan bien como esperaba, realmente pensó que una vez reunidos podrían marcharse a un lugar neutro y esperar sin formar parte de la guerra, ellos ya no eran para eso, el rey anterior ni siquiera los llamo por alguna revuelta, les gritaron que no eran útiles de cierta forma.
—Puede ser…—Escucho—… pero no es seguro… mejor no saque conjeturas erradas…
Se giro sorprendida, los gemelos la miraban con una extraña mirada, ¿Acaso ellos…?
—Así es…—Respondieron ambos, y Valery tuvo que soportar que sus pensamientos fueran esculcados como si ella fuera una rana en una sala de disección.
—Basta ustedes dos.—Ordeno el pelinaranja—… no se atrevan a seguir o los castigo… Vialer necesito que saques a quienes no pelearan, hay un refugio dado por la iglesia y los celestiales, me contactaron antes de venir y me los ofrecieron.
—¿Celestiales? ¿Pero ellos… no estaban en el exilio?
—Estaban… los he traído con la esperanza de un poco de ayuda de quienes si saben de guerra. ¿Quiénes pelearan?
Vialer señalo a Valery y menciono el nombre de Vyaron, aunque Seikou no quisiera deberían pelear los tres y también Nicolás que ahora era parte de la guardia real.
—Shin, lleva a los niños, y a Val al refugio.—El moreno de largo cabello se planto enfrente con las manos en la cintura.
—¿Disculpa?—Alzo una ceja incrédulo pero conservando ese aire fiero que el rey conocía.
—Lo que escuchaste, no me arriesgare a que te hagan algo, ve con Shin y espera nuevas or…
Y la cachetada no se hiso esperar, simplemente el moreno de largo cabello estaba furioso, no iban a dejarlo fuera de algo tan importante, era más fuerte que un niñero, él podía realmente luchar contra todo y salir vivo por que su papá estaba allí viendo y quería lucir tan fuerte como sabia que era. El cabello del pelinaranja le cubrió la mejilla golpeada que se puso roja, Val y su inmenso orgullo. Vialer intento no sonreír y menos echar a reírse de la situación, estaba tan orgulloso de ese pedazo de si mismo.
—Esta bien Val, no era necesario que me golpearas, bastada gritar un poco…
Y así el de ojos amatistas le quitaba importancia al hecho.
Al poco rato, tanto los hermanos del rey como Seikou estaban camino al refugio, Mishogu no parecía tener prisa por caminar las calles, Nicolás si estaba nervioso, ¿Qué cosas tendría que hacer? ¿Mataría a alguien de nuevo? Miro el cielo oscuro, ¿Acaso era una noche perpetua?
El sonido de botes de basura rompieron la atmosfera de tranquilidad de la calle donde estaban, el pelinaranja se detuvo a penas, los mechos del frente se mecieron, los pasos se acentuaron, no habían hecho ruido o tan siquiera un simple murmullo como para llamar la atención de quien fuera, pero debían esperar, si eran enemigos o amigos…
Un bote de basura rodo ante los ojos de todos después de un impacto de bala, el único rubio del grupo intentaba no temblar de miedo, ni siquiera estaba armado, como saber que hacer, no tenia los años de practica suficiente como para enfrentar a alguien, se acordó del perro que lo quiso morder, después de un ladrón que casi lo mata a golpes, ahora que lo pensaba bien, fue mala idea eso de ser un guardia real, ¿Acaso el que lo convirtió no se dio cuenta de eso?
Los pasos se volvieron pisadas más rápidas y furiosas, eran tres, y venían por donde ellos estaban, una cabellera roja rodando por el piso y un moreno de reflejos castaños detrás sosteniendo con fuerza un bulto azulado.
Vialer sonrió abiertamente mostrando esos colmillos que muchas vidas cobraban, su hermano mayor ya están con ellos y los que venían detrás eran claramente enemigos, no necesitaba la autorización para matar, dio unas pasos más metiendo el cuerpo en la oscuridad, Chia acababa de pararse.
Nicolás sintió un nudo en la boca del estomago cuando la silueta de su amante se desvaneció haciendo de esa oscuridad algo mucho más temible, el pelinaranja le lanzo una mirada de: “Mira y aprende” y siguió observando, era como ver las plumas de un cuervo, ese lugar era negrísimo y parecía tener vida propia, tal vez Vialer con alguna oscura técnica heredada de su familia.
Los gritos no fueron la gran cosa, solo eran gimoteos apagados y absorbidos por la pared negra, pero adentro seguro era un eco de los mil demonios, el rubio lo sentía en la piel de sus manos y sus labios, corría por el suelo y reptaba por sus piernas haciendo un nido en su estomago, estaba por vomitar pero la mano del otro moreno le dio el apoyo suficiente como para no agacharse y hacerlo.
De pronto la oscuridad volvió a juntarse en la silueta de Vialer, tan hermoso como siempre con esa expresión de maldad y dulzura eterna.
—Sigamos…—Murmuro el rey, sin importarle los cadáveres del interior del pasadizo estrecho que conectaba dos calles.
—Espere…—Una mano fría le tomo del antebrazo, los ojos de Mishogu se movieron y enfocaron los ultra verdes del pelirrojo—… tenemos una noticia que cambia las cosas.—Meneo la cabeza en un gesto mudo de: “Continua…”—El tratado fue roto, no por vampiros, si no por los cazadores mismos…—Le extendió el crucifijo de plata envuelto en papel—… usaron una especie de inhibidor mental, el niño que traemos con nosotros se lo puedo decir…
Chia se hizo a un lado para que el pelinaranja mirara al peliazul que cabeceaba presa de un sopor extraño, se agacho hasta su altura murmurando:
—¿Qué sucedió pequeño?
Siat encauzo débilmente el rostro delante de él, y comenzó a hablar, a describir el cómo, el dónde, el cuándo pero sobre todo el quién, desplomándose entre los brazos del otro, Mishogu acaricio la cabellera azul con paciencia, un inhibidor mental, que mala jugada.
Cargo al niño y dijo un claro:
—Esperen aquí…
—Vamos contigo…—Val tomo la mano de Nicolás y corrió detrás del otro a pesar de la mirada de reproche que le lanzo su papá—… seremos útiles protegiéndote…—Busco algo entre una de sus bolsa y tiro el objeto a las manos de la única mujer en el grupo—… solo cuídalo tía Valery es caro…—Y los tres desaparecieron en una calle más arriba.
La morena suspiro metiéndose el móvil entre uno de los cinturones de su ropa, había optado por un pantalón lo suficientemente cómodo para correr y atacar.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Jamás se imagino a si mismo corriendo tan rápido y menos techo por techo, la mano de Val se cerraba en torno a su muñeca con cuidado, miraba la melena naranja volar con el viento y sentía que la ciudad entera no lo perdía de vista para juzgar su desempeño en una guerra.
Vislumbro una iglesia hermosa, y tuvo miedo de convertirse en cenizas, por eso, quiso detenerse pero el moreno no lo dejo, perdió miedo al ver como el de cabello claro tocaba la puerta como cualquier humano lo haría y al abrirse un hombre con una capucha marrón, una orden franciscana, los invitaba a entrar, Nicolás percibió en el aire un pulso feroz, algo que le indicaba que el peligro estaba mucho más cerca de lo normal.