Capitulo XIX:
Pasión.
Estaba penetrando al castaño como si no hubiera mañana, ese cuerpo pequeño y delicado cabía en sus brazos a la perfección. El chico era celestial… completamente, un ángel… uno que seria capaz de matar si alzaban la mano contra los inocentes.
Las manos de Dereck le dejaron en la espalda amplia unas cuantas heridas, las piernas menudas se aferraba cada segundo con más fuerza invitando a Linca a entrar mucho más adentro, a devorarle la inocencia que guardaba para el hombre indicado, ese sueño que papá y mamá habían hecho crecer en su mente de niño bueno… ahora lo que importaba era que sentía a ese hombre, que muy en el fondo el destino podía estar confabulado con la desgracia para llevarlo a ese ser que amaría hasta el fin de la vida.
Linca salió de su cuerpo sin darle tiempo a objetar; lo obligo a arrodillarse y le mostro su miembro, Dereck trago saliva pero aun así saco la lengua y la paso por toda la longitud, los hombros le temblaban por el temor de hacer algo mal por que esa era su primera vez, las manos del rubio acariciaron con benevolencia el cabello madera, era sedoso y terso… en un impulso hizo que lo engullera por completo, Dereck sintió que se ahogaba con todo eso metido en la boca pero se obligo a soportar un poco más antes de alejarse presa de la timidez que siempre lo caracterizo, poco a poco fue ganando confianza en si mismo, los gemidos del lobo le indicaban que iba bien, succiono un poco y continua besando, la misma mano que antes lo puso en el suelo ahora lo alzaba, con la mejilla pegada a la pared, una rodilla le abrió las piernas y ese pedazo de carne que antes estaba en su interior volvió.
—¡Aaahh!—Se cubrió la boca completamente rojo, se sentía tan avergonzado de ese sonido pero la mano fuerte del lobo la aparto de su boca.
—No te reprimas…—Una estocada hasta el fondo para luego volver a salir y entrar con la misma ferocidad—… te quiero escuchar… ahg… quiero que gimas para mi…
—mmm… ahg… ahhaa…—Fue tímido primero, pero luego, esos sonidos tan vergonzoso que hacia cada vez que Linca golpeaba un punto especifico en su interior fueron casi gritos—¡Más duro por favor! ¡Máaaahhh!
El rubio sonrió de lado al ver como esa alma tan bella se corrompía con el deseo, su mano repto por el abdomen plano y tomo con fuerza ese miembro chorreante de placer, subía y bajaba al compa de sus embestidas, ese cuerpo delgado y estrecho provocaba una fricción fantástica entre su falo y las paredes húmedas y cálidas, sintió que los brazos del castaño se tensaban y un gemido más grave abandona su boca, el simiente de Dereck le mancho la mano, ese lugar que lo arropaba con tanta magnanimidad se estrecho al máximo y tuvo que salir para no dejarlo lleno y embarazado.
El menor callo al piso, las piernas no le funcionaban y estaba por desmayarse, miro hacia atrás donde un glorioso rubio de piel bronceada y ojos sangre era iluminado por la luna en lo alto, la piel completamente cubierta de sudor le daba un brillo avasallador.
Linca camino hacia el muchacho y lo ayudo a levantarse aferrado a su cintura, olisqueo el cabello madera y lo llevo al interior de la guarida, las antorchas estaban apagadas, situación que alerto a Linca, no había sonido alguno, ni siquiera los cachorros estaban llorando y eso que lo hacían en todo momento.
—Mantente cerca…—Murmuro apretando la mano cálida del chico.
—¿Qué pasa?
—Solo guarda silencio… ven…—Estaban desnudo y eso no le hacia ninguna gracia al menor, se sentía algo vulgar ir por allí sin nada que lo cubriera, el rubio lo llevo por algunos túneles hasta llegar a una puerta de madera azul claro, el aroma de la inocencia le recibió, seguramente se trataba de la habitación de los cachorros.
Linca abrió la puerta lentamente y descubrió que las múltiples cunas y camas estaban completamente vacías, ni el más pequeño de los cachorros de su clan se encontraba allí.
—Algo anda mal…—Tomo una sabana para cubrir a su nuevo amante y salió de inmediato—… muy mal para mi gusto… huele a guerra…
Ante el comentario, Dereck se detuvo en seco recordando la razón por la cual regresaban de un destierro casi eterno, algo en su corazón le gritaba que se marchara de esa cueva pero ahora su alma pertenecía al primero en su vida y si era la guerra todos los años de entrenamiento servirían para ese instante.
—¿Qué pasa?
—¿Sabes por qué los celestiales regresamos del exilio?—Se aventuro a preguntar.
—No…—Murmuro el rubio acariciando la mano delicada que mantenía apresada entre la propia.
—Porque la guerra ha comenzado y el nuevo rey vampiro nos quiere… —Dereck alzo la vista clavando sus siempre hermosos ojos en los de Linca—… yo he venido a servir al hombre que le dará a la oscuridad el balance que necesita para convivir con la luz.
Al rubio casi se le escapa una risilla floja al escuchar eso, ya no creía en la justicia de los buenos, había protegido a su clan por sus propios medios y no necesitaba a un vampiro sádico para hacerlo, pero no por ello contraria a su nuevo consorte.
—Lo que digas primor…—Se giro caminado deprisa—… ese hombre del que hablas, ¿Por acaso será un vampiro de línea directa con el que los exilio?
Dereck identifico ese tonito burlón que usaban con él cuando no entendía algo de adultos.
—Su majestad en un buen hombre…—Inicio recordando el rostro vacío del nuevo rey—… aunque nunca demuestre los sentimientos que lo consumen por dentro…
De pronto escucharon los débiles aullidos de los cachorros, seguramente los cazadores habían molestado a los pequeños y la mejor forma que estos tenían era llorar, Linca corrió en busca de esos aullidos lastimeros de sus pequeños, aunque no tuviera bebes no dejaba de lado su amor paternal por los de su clan. Se asomo precavidamente a una de las esquinas y pudo apreciar a unos tres cazadores halando a los pequeños cachorros convertidos en lobitos indefensos.
—¡Vamos malditos pulgosos! ¡No tenemos su tiempo!—Uno de los tipos lanzo una patada a una de las diminutas bolas de pelos que se amontonaban en un esquina para protegerse entre si, la cual nunca llego a pesar de que Linca no se había movido. —¿Qué rayos…?
Dereck tenia una delgada cadena llena de energía, con ella acaba de detener el brutal golpe al pequeño.
—Vaya…—Canturreo otro cazador al fijarse el atuendo que llevaba la nueva presa a capturar—… ¿Te despertamos lindura?—No tenían ordenes de respetar a los licántropos adultos.
El castaño frunció el cejo, apretando la sabana alrededor de su cuerpo desnudo, el hombre al cual había detenido con una simple cadena aprovechando la distracción ocasionada por la vergüenza halo la improvisada arma atrayendo al menor al centro de tres cazadores mucho más grandes.
—¡Suéltenme! ¡No me toquen!—Grito el castaño al sentirse despojado de la prenda que lo cubría, se preguntaba donde rayos estaba el rubio.
—No nos hagas reír, nosotros podemos hacer contigo, basura nocturna, lo que queramos…
El chico se sentido oprimido contra el suelo con muchas manos con fuerza, los ojitos asustados de los cachorros le sacaron un par de lagrimas, no podía creer que iba a ser violado delante de las inocentes criaturas y el estúpido de Linca ni se aparecía.
—Entonces…—Se escucho la voz sensual de un hombre—… no debo temer hacer cosas peores, basura diurna, con ustedes…
Linca vestido aparecía alumbrado con la luna a pasos lánguidos y tristes, Dereck aprovecho la distracción de los hombres y se zafo de los brazos para correr a los cachorros, cargarlos y escapar al jardín donde antes perdió su preciada virginidad, se acurruco en un rincón, cubrió todas las orejitas que pudo y cerro los ojos con fuerza sabiendo que los gritos que escucharían no serian muy buenos para la mente de los niños en crecimiento.