Capítulo XXXII
A solas.
Nicolás jamás pensó ver aquello, la luz de la luna resplandecía y el confería a la ciudad ahora poblada por cientos de seres de la noche un aura sombría y a la vez llena de vida, una contradicción hermosa. Había ciertos rincones, en los cuales se lograba proyectar como si se tratase de una aparición fantasmagórica las acciones de los humanos del otro lado de la membrana de la realidad.
Val estaba también asombrado, no tenia la capacidad para describir un cielo eterno que nunca tendría el mismo paisaje, la cuidad que se soñaba para los vampiros y que existía solo en la memoria maldita de los desafortunados guerreros sobrevivientes.
Noa sabia de su existencia por los libros que su padre se empeñaba en que leyera, y ahora le agradecía que fuera exagerado con su educación. Ambos rubios se sonrieron, pero Nicolás percibió en el aire algo… algo que punzaba debajo de las escaleras de un edificio que daba hacia el centro donde se celebraría la ceremonia final del inicio de guerra para las cuatro especies involucradas.
—Allí hay algo…—Alzo la mano y señalo inquisidor el lugar.
Val se disipo en una especie de neblina plateada y repto por la base del edificio colándose entre las rendijas de sus paredes, poco después regreso pálido y asustado.
—¿Qué encontraste?
—El sótano esta lleno hasta el tope de explosivos que se detonaran en unas horas, el edificio esta repleto, hay vidas en peligro.
El pelinaranja suspiro sabiendo que ninguno contaba con la experiencia para desactivar bombas hasta que un tímido e insonoro:
—Yo puedo con explosivos… —Le saco de la equivocación.
—No te enojes conmigo Noa, pero no te creo. —Val sonrió tocándose la nuca.
—Créanme, los cazadores contamos con…
—Si, si, si… bombas con diferentes compuestos para acabar con las vidas de seres nocturnos. —Completo el rey—…en caso de que puedas con las bombas no te dejaría…—Agrego de inmediato—… mos ir solo.
—Te estas ofreciendo para venir conmigo. —Ni lo preguntaba por el tono que el pelinaranja había usado, claramente estaba preocupado por su seguridad.
Mishogu noto el aire de alegría que había adquirido el semblante de Noa, pasó la mirada por los rostros de los otros dos y asintió en silencio.
—Sin duda alguna no te puede pasar nada si va su maj…—Una mirada amatista fulmino la palabra en el aire, Nicolás se prometió no volverla a decir—… si va alguien contigo.
El pelinaranja se cruzo de brazos y dio las siguientes instrucciones:
—Revisen los otros edificios, tal vez los cazadores ya están moviendo sus fichas, tengan cuidado.
Val tomo de la muñeca a Nicolás y corrió hacia el edificio de al lado dispuesto a cumplir con las ordenes de su monarca.
Al abrir la puerta una corriente de aire helado le mordió las mejillas a Noa, de inmediato se le pusieron rojas por el frio, no llevaba ninguna de las herramientas con las que había ensayado tantas bombas y solo contaba con el cuchillo/espada que aun no le devolvía al pelinaranja.
Bajo las escaleras al sótano y empujo la ultima puerta con cuidado, podía escuchar el murmullo de los seres nocturnos en los pisos superiores pero aunque pusiera todos sus sentidos en el vampiro de atrás no lo sentía como tal, era como si caminara solo en medio de bombas y bombas.
—¿En serio sabes como desactivarlas? —Pero allí estaba, desplazándose a sus espaldas en el más sepulcral silencio roto solo por su voz.
—Si…—Respondió mirando por encima del hombro y comprobar que no hablaba consigo mismo—… he armado tantas que puedo desarmarlas.
—Eso suena alentador… no podemos desalojar el edificio… —Comento distante.
Ambos se detuvieron enfrente de la fuente y el detonador de todas las otras bombas a su alrededor, Noa sentía que las manos le sudaban pero no podía fallar al lado del vampiro, sentía que debía impresionarlo.
Se arrodillo delante del detonador y retiro la parte que cubría un embrollo de cables y luces, miro hacia atrás y el pelinaranja parecía no parpadear o tan siquiera respirar, aparto una serie de cables y tomo uno en especial, un cable blanco que corto, los números que marcaba la pequeña pantalla se desactivaron.
—Listo. —Confirmo levantándose sonriente, había estado mejor de lo pensado.
De pronto escucho que algo metálico se deslizaba por el piso, había avanzado a penas unos pasos y se encontraba delante del pelinaranja. Ambos voltearon al mismo tiempo, una especie de reloj digital con tentáculos mecánicos se alzaba del suelo.
—¿Qué rayos es eso? —Pregunto el vampiro tomando entre sus manos una llave.
—Es una B.P…—Noa sudo frio recordando cuando le había tocado enfrentarse a esa suerte de demonio mecánico que solo los cazadores súper experimentados usaban, activaban y programaban, y sintió pánico puro—… una que no puedo desactivar.
La bomba lanzo algo parecido a un chillido metálico y se lanzo en pos de un cuerpo al que adherirse.
Mishogu logro esquivarla mandándola al otro lado de la habitación con un golpe.
—¡¿Qué rayos significa eso?! —Tomo de la mano al rubio y corrieron hacia la salida.
—Es una bomba parasita que se adherirá a un cuerpo para explotar. —Justo antes de llegar a la puerta, la B.P. se alzaba amenazadora en las tuberías de arriba.
El vampiro noto que habían más B.P. a su alrededor pero estaban desactivadas.
—Lo siento Noa…—Y lo empujo hacia la bomba, el rubio se sentía paralizado por completo creyendo que aquel al que amaba lo entregaba a una muerte segura pero su sorpresa fue mayor al notar como abrazándolo lo impulsaba hacia la puerta que se cerraba por dentro.
Se quedo en el pasillo del sótano estático, de rodillas y escuchando como los contenedores de las bombas eran golpeadas, el metal se arrastraba por el piso y después nada. El silencio sepulcral de antes esparcía sus brazos por el nivel en el que se hallaban.
Puso las manos en la puerta y pego el oído, una respiración levemente agitada y un pitido constante, la B.P. había encontrado un huésped para asesinar.
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Nicolás giro bruscamente hacia el edificio donde su primo estaba, algo le gritaba por que corriera y los ayudara.
—¿Qué? —Val le movió del brazo.
—Algo no anda bien…—Comento, tenso.
—Tranquilo, saldrán bien de allí abajo…—Le tomo el rostro y le sonrió—… ambos son buenos guerreros, no dudes de tu primo…—Miro hacia el mismo lugar—… confía en que él lo cuidara.
Nicolás sintió que la presión y el miedo de antes se disipaban lentamente y la tranquilidad del aire volvía cargada con cierto temor.
—Tienes razón…—Le regreso la sonrisa a Val.
—No es por presumir pero siempre la tengo…—Le codeo el otro—¿Alguna otra cosa por aquí Nico?
El rubio cerró los ojos y busco, pero solo consiguió trasportarse a un edificio de enfrente, al punto de visión donde alguien los observaba, el individuo miraba hacia el edificio donde Noa y Mishogu estaban y dejaba caer una flor amarilla. Abrió los ojos y busco la figura, solo logro ver como el encapuchado se alejaba.
—No… —Respondió mirando la silueta hacerse pequeña—… no hay nada por el momento en esta área.