Capítulo XXXIV.
Terror.
Vialer recorría centímetro a centímetro las calles del norte, extrañamente un parque inmenso poblado seres propios de la fauna de la ciudad nocturna, sus hermanos iban detrás escoltados por un pequeño batallón de celestiales.
El silencio era solo roto por el canto de algunos animales, gruñidos y sus propias pisadas sobre un manto de hojarasca muerta, de pronto escucharon un estruendo diferente, algo grande y fuerte iba derribando arboles.
—Prepárense…—Murmuro Chia sin cambiar la posición de su cuerpo.
Los tres hermanos se miraron entre si, cada uno contaba con una habilidad diferente usada para apoyarse entre si.
Vyaron se disipo en volutas de fuego fatuo e ilumino la zona en la que estaban, mientras Valery se sumergía en el suelo.
Vialer en contra a lo que hacían sus hermanos se acercó a los hombres restantes y los ubico en un círculo donde todos miraban hacia el exterior. El pelirrojo del batallón se hizo un poco hacia atrás, casi en el centro para formar una barrera.
—Ya vienen…—Murmuro la voz femenina de la única mujer en el viento y en el grujir de los arboles.
—¿Qué son? —Pregunto Vyaron aun convertido en fuego.
—No sé…—Respondió la chica con la voz preocupada—… no tengo ni idea de lo que son esas cosas.
Vialer se pregunto que rayos veían sus hermanos convertidos en elementos de la naturaleza pero no tuvo tiempo de formular la pregunta en voz alta pues lo que podría definir como lobos mecánicos con varios miembros parecidos a brazos y piernas irrumpiendo de algunos ángulos casi imposibles se abrieron paso.
Los cazadores reprimieron un gemido de sorpresa y con armas en mano se dispusieron a acabar con esas criaturas.
—Es licántropo… —Aclaro Chia expandiendo el campo de fuerza y dejando que los celestiales salieran un poco más.
—Y también vampiro…—Chillo Valery cuando controlando los arboles había logrado separar a una de las criaturas y las partes en lugar de dejar de moverse se unían a otras.
Vialer había salido del campo de acción de Chia y se encontraba siendo protegido por Vyaron que con ráfagas de fuego de casi todos los colores atacaban a las bestias, de pronto, de los cuerpos unas alas membranosas irrumpieron elevando al cielo nocturno los cadáveres vivientes.
—Y son demonios…—Razono Vyaron.
Los celestiales la tenían difícil con la puntería, las bestias mecánicas podían esquivar los proyectiles, se dejaban caer en picada y chocaban debilitando el campo de protección del pelirrojo, lo peor del caso es que no dejaban de atacar, tan solo se destruían se unían con otras piezas e iniciaban de nuevo.
—¡Maldita sea no se quedan en el piso! —Se quejo uno de los cazadores celestiales quitándose como podía una mano de garras que subía por su pierna.
Las bestias mecánicas empezaron a arrancar los arboles al notar que estos también los atacaban, Valery se vio obligada a regresar a su forma original si no quería morir junto a la vegetación.
—No se detienen…—Vyaron en cambio intentaba hacer lo posible para continuar atacando, pero no se imaginaba que el enemigo a derrotar fuera tan insistente y menos que se regenerara con cada embiste.
—Debe de haber un punto débil…—Grito Chia cuando al barrera de formaba se destrozaba al fin, los celestiales se vieron propensos a los ataques aéreos y tuvieron que correr lo más rápido posible siendo cubiertos por Vyaron aun como fuego que lentamente se apagaba.
En la lejanía una especie de cúpula de metal se perfilaba por encima del cielo negro y fue el lugar escogido para esconderse por el momento.
—¿Y por casualidad alguien sabe donde esta ese punto débil? —Comento Vialer casi riendo por la adrenalina que corría en sus venas.
Lentamente uno a uno fue dando la misma respuesta.
—No…
—Eso mismo pensé…—Se peino el cabello con los dedos y miro el entorno, el lugar supuraba una pestilencia sin límites, como si miles de cadáveres estuvieran allí reunidos para saber quien de todos se descompone más rápido—… no me da buena espina este lugar…
—A nadie…—Confirmo la morena—… esta justo en medio del bosque, tal vez es aquí donde debemos buscar el punto débil.
—Puede ser posible…—Razono el pelirrojo abrazando a un cansado Vyaron.
Todos volvieron a reunirse y planearon separarse por equipos para reconocer el lugar. Si por alguna razón se sentían en peligro debían regresar a la sala principal y esperar al resto de equipos para inspeccionar el lugar.
Cada hermano se marcho en dirección opuesta a los otros dos convertidos en una densa neblina que reptaba por el piso y buscaba el peligro, tal y como lo había hecho Val en los edificios del centro.
Vyaron noto unos cables que iban hacia dentro de unas habitaciones y se coló por debajo de la puerta, una serie de maquinas y algunos cazadores estaban allí y posiblemente seria el centro de control para todas esas criaturas. Se retiro lentamente y dio aviso para que regresaran sobre sus pasos, si hacían algo mal, las criaturas del bosque irrumpirían y en un lugar cerrado las probabilidades de morir eran muy altas.
En cambio la morena solo encontró muertos, miles de cuerpos acumulados unos sobre otros de los que ella dedujo eran las víctimas colectivas de la guerra y como con Seijaku tenia razón, cada cadáver era transportado por una banda y puesto sobre una mesa para luego ser cortado por una maquina y ensamblado de nuevo en la base a un armazón de metal.
La fábrica del horror, si alguien preguntaba, se retiro al techo y aviso para que los cazadores volviera a la sala y dieran las noticias, mientras tanto ella se quedo observando, intentando descubrir algo para romper la cadena de creación.
El lugar por el cual Vialer había ido estaba vacío, era la habitación de la cúpula y sus cristales coloridos proyectaban sombras danzantes conforme las nubes pasaban por el cielo.
—Vialer…—Escucho, giro bruscamente creyendo haber escuchado la voz de Nicolás y vaya sorpresa que era él—… Vialer…—Sollozo el rubio con la mano sobre el vientre y una gran mancha de sangre se extendía entre sus piernas a través del pantalón.
—¡Nico! —Corrió en su auxilio y lo atrapo de los brazos antes de que se desplomara—¡Vayan por el juez de pelo rojo! —Le grito a los cazadores que lo acompañaban y en vista de que estos no se movían volvió a gritar—¡¿Qué rayos esperan?!
Esta vez los cazadores se marcharon, solo uno se quedo junto a Vialer y entre los dos acostaron al rubio en el piso, Vialer no podía creer como estaba su rubio amor, tenia muchos golpes que se concentraban en el vientre y la abundante sangre que emanaba de una zona ampliamente conocida por el moreno.
—¿Qué paso? —Nicolás enfoco débilmente la vista en sus ojos verdes.
—Lo pe-per-rdí…—Fue la entrecortada respuesta seguida de un collar de lágrimas mientras el rubio se sujetaba el vientre llorando desconsoladamente.
—¿Al fin se murió el rey? —Insistió aunque sabia que bromear estaba de más.
Nicolás negó frenéticamente y tomo la mano del moreno para ponerla sobre su vientre, que palpitaba dolorosamente.
—Lo perdí a él…—Y los ojos de Vialer se abrieron cuando comprendió lo que Nicolás le intentaba decir.
—¿Qué? —Vialer enfoco toda su energía y noto el vientre vacío del rubio—Eso no es posible…
Justo entraba Chia y Vyaron al ver como Nicolás le gritaba que…
—¡Perdimos a nuestro bebe!