Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Black Spangle Gang por Tananlobo

[Reviews - 73]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Estreno de un nuevo fic. Disfrutad!

Era una noche fría y lluviosa de otoño. Por las calles desiertas de la ciudad un individuo corría desesperado. Ruki huía de las personas que lo tuvieron cautivo durante más de 10 años y ahora por fin había conseguido escapar. La respiración era agitada e irregular, la lluvia empapaba su cuerpo y su ropa, y le calaba hasta los huesos. La vista se le estaba empezando a nublar y los pies tropezaban entre si y avanzar le era sumamente complicado. Corría sin rumbo, sin objetivo, sin fijarse por donde iba, tan solo quería estar lo más lejos posible de aquel terrible lugar.

 

Tras varios quilómetros recorridos su cuerpo apenas le respondía y casi le era imposible coordinar sus acciones y pensar con claridad. Notaba como la fiebre era cada vez más alta, había estado expuesto a ese diluvio sin protección. Ya no podía más y tras doblar una esquina se apoyó en la pared para descansar. Levantó su vista y lo único que pudo entrever fue que estaba delante de un bloque de pisos. Tras unos segundos de descanso intentó volver a reemprender la marcha pero le fallaron las piernas y cayó frente a la puerta de ese edificio. Al caer se golpeó la cabeza y quedó bastante aturdido. Quiso llamar a alguien pero la voz no le salía. Pesadamente, sus párpados se fueron cerrando y dejó de sentir todo lo que lo rodeaba.

 

Kyo llegaba a su casa tras un día fructífero de trabajo. Tras acabar la faena salió de copas con sus compañeros y se lo había pasado en grande. No estaba ebrio pero sí que había bebido algo. A medida que se iba acercando al portal de su casa un bulto en el suelo se iba haciendo más obvio. Primero pensó que sería algún objeto allí tirado, luego se dio cuenta de que se trataba de una persona y tras acercarse más se percató de que no se movía, Miró alrededor para intentar encontrar alguna explicación a eso, pero no vio a nadie. Poco a poco se fue acercando más al chico hasta que se advirtió que el chico estaba inconsciente y rápidamente lo llamó.

 

—¡Oye! ¿Estás bien? —Kyo lo cogió por detrás del cuello, lo incorporó un poco y lo zarandeó, pero no recibió respuesta alguna.

 

Notó que el chico respiraba con normalidad, algo agitadamente, pero nada fuera de lo común. Comprobó el latido de su corazón y también estaba dentro de los límites de normalidad. Le tocó la frente y lo sintió hirviendo.

 

—¡Está hirviendo! Debe tener más de 39 de fiebre.—comentó Kyo sorprendido aunque no hubiera nadie para escucharlo.

 

La conciencia de Ruki oyó el llamado de Kyo y muy lentamente abrió los ojos. Oía cómo Kyo lo llamaba pero de forma muy lejana y confusa, todo le daba vueltas y no era capaz de articular palabra alguna. Débilmente estiró su brazo hasta Kyo y lo miró con pena.

 

—Ayú…da…me—suplicó el chico.

—Hay que llevarte a un hospital. Llamaré a una ambulancia.—anunció Kyo mientras buscaba el móvil en el bolsillo de la chaqueta, pero los brazos de Ruki bloquearon el suyo con una fuerza extraordinaria para la situación y el estado en el que se encontraba.

 

Kyo lo miró a los ojos y notó que se le pusieron llorosos y tenía la mirada totalmente ida. Se le agitó la respiración y entró en un estado de pánico y ansiedad. Ruki se llevó las manos a la cabeza, llorando y gritando desconsoladamente. Kyo trató de calmarlo abrazándolo y acariciándole la espalada suavemente para calmarlo.

 

—Hospital…no...ayuda…—murmuraba apenas Ruki.

 

Pese a estar sumido en ese cálido abrazo de Kyo, Ruki volvió a perder la conciencia y se desmayó en sus brazos. Kyo no sabía que hacer. Se estaba empapando él también. En un acto reflejo y guiado por sus impulsos cogió al chico por la espalada y por detrás de las rodillas y lo cargó hasta su casa. Abrió la puerta con esfuerzo y llevó al chico a su habitación. Lo tumbó en la cama, le sacó la ropa empapada, lo secó como pudo y le puso ropa seca. La respiración del chico parecía haberse calmado y ahora estaba sumido en un profundo sueño, cálido y cómodo en la cama de Kyo. El rubio suspiró mientras se secaba él también y se quitaba la ropa mojada para ponerse el pijama y tumbarse en el sofá, por esa noche dormiría allí. Antes de conciliar el sueño estuvo pensando larga y detenidamente en lo que le había ocurrido hoy. Pensó que cuando se despertara ese chico le daría una pastilla para bajar la fiebre y le preguntaría muchas cosas. Tras un rato pensando, el sueño vino a él y se durmió pacíficamente.

 

A la mañana siguiente Kyo se despertó cuando ya era bastante tarde. Se incorporó como pudo, estirándose a medida que iba levantándose. Se restregó los ojos y buscó al chico que había recogido la noche anterior. Lo encontró aún en su habitación, tumbado en la cama pero despierto.

 

—Buenos días. ¿Cómo te encuentras?—preguntó Kyo con amabilidad.

 

El chico apenas respondió con un leve movimiento de cabeza. Kyo se acercó hasta él y le tomó la temperatura.

 

—Creo que aún tienes algo de fiebre, pero sin duda estás mucho mejor que ayer. Descansar te ha ido bien.—comentó el rubio con un tono animado. Al ver la inexpresividad en el rostro yen los ojos del chico decidió que lo mejor era dejarlo solo.—Te traeré una pastilla.—anunció y acto seguido abandonó la habitación.

 

Cogió una pastilla de la caja y se la entregó al chico, que se la tomó rápidamente. Había muchas preguntas que aún rondaban por la cabeza de Kyo, así que se atrevió a preguntarle.

 

—¿Cómo te llamas?—Kyo empezó por lo más básico.

 

El chico apartó la mirada de los oscuros ojos de Kyo y en un leve, muy leve murmullo pronunció algo casi inteligible.

 

—Ruki...

—Muy bien, Ruki. ¿Qué te pasó ayer?—continuó el rubio.

 

Ruki estaba perdido, ausente, ajeno a lo que pasaba alrededor de él. De tan solo recordar el día anterior, la respiración se le agitó. Se le pusieron los ojos llorosos y empezó a sollozar. Se llevó las manos a la cabeza tratando inútilmente de evitar otro ataque de pánico. Antes de que la cosa fuera a peor, Kyo se apresuró a abrazarlo y tranquilizarle con dulces caricias. Tras unos pocos minutos Ruki consiguió calmarse y se separó del rubio para volver a acostarse en la cama.

 

—No te preocupes, Ruki. Cuando estés listo ya me lo explicarás, no quiero presionarte. Puedes quedarte aquí unos días más.—ofreció el mayor en una faceta suya totalmente nueva y desconocida para él.—Yo tengo que irme a trabajar ya. Si pasa cualquier cosa puedes llamarme aquí.—dijo indicándole el número de teléfono.—Espero que descanses. Adiós.—se despidió el mayor, marchándose de su casa.

 

Ruki vio como la silueta de Kyo cada vez se iba haciendo más difusa y lejana hasta que quedó fuera del alcance de su vista. Poco a poco los ojos se le fueron cerrando y de nuevo cayó en un profundo sueño.

 

—¡Kyo! ¿Se puede saber por qué llegas tan tarde?—preguntó Toshiya preocupado nada más el rubio entró al local de ensayo.

 

—Lo siento,—se disculpó rápidamente—… el tráfico a estas horas está fatal y hay mucha caravana.

 

Se inventó una excusa creíble que, por lo que pudo ver en el rostro de sus compañeros, funcionó. Por el momento no quería contarles nada de lo que le había pasado la noche anterior. No sabía nada acerca de Ruki y, sin embargo, para protegerlo ocultaría su existencia de los demás. No quería que hubiera malos entendidos ni nada similar. A continuación, los chicos iban a ponerse a ensayar cuando un teléfono sonó.

 

—Disculpad.—dijo Shinya algo avergonzado alejándose de donde estaban sus compañeros.

 

No obstante, Toshiya se acercó al rincón en el que estaba Shinya y prestó atención a la conversación.

 

—¿Qué pasa ahora, Chikage?—preguntó Shinya, cansado de la situación por lo que se podía deducir.

—Nada, solo quería saber si habías llegado bien al trabajo.—respondió el interlocutor.

—¡Por supuesto que he llegado bien al trabajo! Chikage, no soy un niño de cinco años.—se quejó el batería.—Ya te lo he dicho más de una vez, estás encima de mí las veinticuatro horas del día, me controlas y me vigilas siempre. ¿Por qué eres tan desconfiado?—protestó un más que molesto, y casi enfadado, Shinya.

—Solo me preocupo por ti.—se excusó la persona que estaba al otro lado del teléfono en un tono que intentaba ser paternal.

—Ese truco no funcionará conmigo. Adiós, Chikage.—se despidió el castaño en un tono frío.

—Shinya, espera...—Chikage intentó seguir hablando pero Shinya ya había cortado la comunicación.

 

El batería respiró hondo y contó hasta diez mentalmente antes de darse la vuelta y ver que Toshiya estaba allí. Sonrió pese al enfado que lo dominaba. Toshiya siempre estaba allí. El bajista lo miró con una sonrisa comprensiva. No había nadie más alrededor de ellos, el resto de los chicos ya habían entrado en la sala de ensayo.

 

—¿Todo bien?—preguntó el moreno con una afable sonrisa.

—Sí.—soltó Shinya en un suspiro.—Solo que Chikage es un poco posesivo y ya se lo he dicho más de una vez pero no cambia y me hace enfadar.—explicó.

—¿Seguro que te hace bien estar con ese chico?¿No sería mejor que te replantearas ciertas cosas?—sugirió Toshiya.

 

 

Shinya lo pensó durante unos instantes y luego le respondió a Toshiya amablemente.

 

—No te preocupes. Vamos a ensayar ya.—respondió el batería.

 

Sin más dilaciones los dos chicos entraron a la sala de ensayo. Toshiya estaba un poco turbado por lo de Shinya y no estaba muy concentrado. Kaoru y los chicos lo notaron y tras un poco más de media hora decidieron tomarse un descanso. El bajista estaba sentado en el sofá bebiendo de un poco de agua y Die se sentó a su lado. No había nadie más alrededor.

 

—¿Por qué no se lo dices?—preguntó Die mientras se encendía un cigarro.

—¿Eh?...¿Yo?...¿El qué y a quién?—tartamudeó Toshiya como pudo avergonzándose un poco.

—Vamos, Toshiya. Se nota a la legua que te gusta Shinya. A mi no me puedes ocultar nada.—confesó el guitarrista con un tono que transmitía mucha confianza.

—Gracias, Die.—agradeció el más joven.—Simplemente estoy esperando al momento adecuado.—añadió mientras fijaba su vista en el cuerpo del batería que estaba de pie unos metros más allá mirando unos papeles.

—Bien, chicos. Volvamos al trabajo.—anunció Kaoru y todos los chicos volvieron a la sala de ensayo y esta vez salió todo perfecto.

 

Kyo se pasó la mañana, el mediodía y la mitad de la tarde en la compañía. No había mostrado ninguna señal de preocupación, pero la verdad era que no podía sacarse a Ruki de la cabeza. A cada momento se preguntaba qué estaría haciendo y si estaría todo bien pero consiguió disimularlo. Ya a media tarde acabaron la faena y cada uno se marchó a su casa. Kyo estaba ansioso por llegar y nada más abrir la puerta lo llamó pero no recibió respuesta. La casa estaba a oscuras y no se oía ningún ruido. Kyo revisó el comedor y la cocina pero allí no había nadie así que se dirigió a su habitación. Abrió la puerta lentamente y vio que Ruki estaba allí sentado, tal y como lo había dejado.

 

—¡Ruki!¿No te has movido en todo el día?—preguntó Kyo extrañado y tratando de animar al pequeño castaño. No recibió respuesta.—¿Te ha subido la fiebre?

 

Kyo hizo el además de ponerle la mano en la frente pero al acercarse al rostro de Ruki se dio cuenta de que estaba llorando.

 

—Ruki, ¿qué pasa?—dijo suavemente mientras le pasaba la mano por los suaves cabellos para tranquilizarlo.

 

El rubio se quedó un rato acariciándolo hasta que Ruki se calmó y dejó de llorar. Cuando se separó de él el menor solo asintió con la cabeza pero Kyo sabía que ese pequeño gesto expresaba muchos sentimientos. Kyo sonrió en respuesta y comprobó que ya no tenía fiebre.

 

—¿Te apetece bañarte?—preguntó Kyo mientras pensaba que a él mismo lo apetecía un relajante baño.

 

Ruki asintió con la cabeza y Kyo lo dispuso todo. El pequeño se metió en bañera y parecía que todos sus males desaparecían, Disfrutaba del cariño con que Kyo lo trataba y el relajante baño le ayudó a sentirse mejor. Después de unos veinte minutos el castaño salió del baño.

 

—Te he preparado ropa en la habitación. Espero que por ahora te sirva.—le informó Kyo con una amable sonrisa.

 

Ruki se fue a vestirse y entretanto Kyo se metió en el baño. Tras un buen rato ya estaban ambos bañados y relajados y entonces sonó el estómago de Ruki, quien se avergonzó.

 

—¿Hace días que no comes nada, verdad?—preguntó. Solo recibió una leve afirmación.

 

Así pues, Kyo cogió a Ruki y lo llevó hasta la cocina y allí preparó un suculento plato de fideos con muchos acompañantes. En poco tiempo ya estaban los dos chicos devorando su comida en un tranquilo y agradable silencio. Al acabar de comer, Ruki pronunció un leve pero sincero “Gracias”. Kyo sabía que tan solo un pequeño gracias no compensaba todo lo que él estaba haciendo por ese chico, peor también sabía que esa pequeña palabra le había costado horrores pronunciarla y que proviniendo de Ruki, ese simple gesto valía más que mil gracias.

 

Recogieron todo y tras descansar un rato. Ruki se metió en la habitación porque se estaba quedando dormido, aún tenía mucho sueño por recuperar y sin duda, dormir lo ayudaba a estar relajado. Kyo se quedó otra noche a dormir en el sofá.

 

Las horas pasaron tranquilamente pero un fuerte sollozo despertó a Kyo de madrugada. Rápidamente se dirigió a la habitación de Ruki y vio que estaba a punto de tener otro ataque de pánico. Había tenido pesadillas y ahora lloraba y sollozaba con fuerza. Kyo se apresuró a abrazarlo y calmarlo y tras un rato largo, lo consiguió. Entonces volvió al sofá y pudo dormir profundamente lo que quedaba de noche.

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer, espero que os haya gustado.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).