-¿Vas a dejarme?
-Te has vuelto totalmente loco, no pareces tú.
-¿De qué hablas? Yo no he hecho más que amarte.
-¿Amarme? ¿Llamas amor a lo que estás haciendo?Tú no sabes amar.
-¡Quieres que te demuestre que sí lo sé!
El ruido de una taza rompiéndose contra el suelo, despertó a Mikami, que dormía en el sillón. Se levantó y fue a la cocina. En la oscuridad se veía una sombra recargada en la pared.
-Ryu, ¿eres tú?
-¿Quieres que te lo demuestre?
-¿Qué?
-Matt…Matt es mío…
Mikami no dijo nada. Era obvio que no era Ryuuzaki, no era su voz. La sombra le lanzó una taza, el tutor la esquivó y encendió la luz.
-¡Ryu es mi…! -Mikami gritó, pero no terminó. Allí no había nada ni nadie. Apagó la luz y regresó por su cámara, pero, de pronto, sintió sueño… y cayó dormido en el sillón. No escuchó que la puerta de Ryu se abría y se cerraba, echando el cerrojo.
Ryu dormía plácidamente, sin miedo a que lo que pasó la noche anterior se repitiera. Se sentía seguro con Mikami-san y con su oso afelpado. Su sueño era tan tranquilo que no sintió cuando le quitaron la cobija.
-Te ves tan dulce… sabía que volverías, sabía que entenderías que te amo…
La sombra se acostó a su lado y comenzó a besarlo, mientras, poco a poco se hacía más visible. Sonreía. No llevaba nada puesto y acariciaba al muchacho. Su mano fantasmal y llena de sangre acariciaba su entrepierna y luego subió por debajo de la camisa, sintiendo el delicioso abdomen y el pecho que subía y bajaba, respirando, con vida. Ryu sonrió cuando sintió un besó en la oreja.
-¿Te gusta? Lo sé, siempre te gustó que te besara de esa forma…
-Mikami-san, ¿qué está haciendo?
La sombra lo miró.
-¿Amas a alguien más?
-¿Qué? -murmuró Ryu abriendo los ojos.
-¿Por qué? ¿Por qué? Yo te amo, te amo mucho.
Ryu abrió los ojos y vio al fantasmal muchacho. Estaba por gritar, cuando la sombra lo dejó mudo con un movimiento de mano. Ahora más visible, Ryu pudo verlo. Cabello corto, castaño, ojos de un rojo sangre tan brillante que casi hipnotizaban. Fue por eso que no sintió cuando le fue quitado el pans que usaba para dormir, ni cuando su camisa subió hasta sus muñecas y sirvió de amarre para sujetárselas. Volvió en sí cuando sintió de nuevo un gélido beso.
-¿Quién eres tú? -dijo Ryu agachando la cabeza, pero sin dejar de mirarlo.
-Eres tan lindo cuando te haces el inocente… tu sumisión me excita…
Ryu sintió caricias frías, como si quisieran amarlo con filosas hojas de cuchillos letales. Sintió esas caricias subir hacia su entrepierna, y allí, como si fuesen manos, rodearon su pierna, y unos deliciosos labios besaron su muslo, haciendo que el escalofrió subiera hasta su espalda y erizara cada vello de su inocente piel y su suculenta boca lanzara un gemido entre placer y miedo.
-¿Te gusta? Lo sé, aun recuerdo cuánto te exacerba esto… y esperó que tu recuerdes también esto…
Soltó la pierna y rodeó con sus helados brazos la cadera de Ryu, y su rostro quedó frente al miembro del muchacho, cuyo cuerpo vibraba más y más, obviamente excitado. Al ver esto, el espíritu sonrió y comenzó; su lengua, hábil, larga y negra, cual demonio depravado, probó el suculento miembro de Ryuuzaki, que gemía lleno de embeleso y terror; la erección hizo que su cuerpo se llenara de sudor frío, sin saber que cada gota aumentaba el placer de aquel endemoniado ser. Cada zona de su piel emanaba algo entre lujuria y excitación inocente como de quien nunca a sentido un erotismo tan vil en el cuerpo.
Los gemidos de Ryu eran cada vez más ruidosos, y el chico lo notó. Tomó el oso, le arrancó el listón del cuello, lo arrugó y se lo metió en la boca, lo que incrementaba el placer del demonio y el pánico del muchacho, cuyos ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
Una vez que Ryu se vino, el fantasma se acercó a su rostro. Tenía una sonrisa siniestra que se borró al ver las lágrimas del chico. La rabia del ente era obvia, y la ventana comenzó a temblar.
-¿Por qué lloras? -gritó el fantasma tomando a Ryu con dureza del cabello- ¿Es que ya no te gusta cómo lo hago? ¿Sólo piensas en el imbécil que está dormido allá afuera no?
Ryu trató de zafarse, pero sólo se lastimaba más.
-¿Quieres alejarte de mí? ¿Ya no quieres que estemos juntos?
Murmullos inaudibles que enfurecieron al fantasma, que se separó de él, se puso de pie y lo miró, mientras hacía esto, también apareció su ropa; agachó la cabeza y todo comenzó a oscurecerse. Y la voz del muchacho se hizo profunda.
-¿Vas a dejarme? ¡Nadie deja a Light Yagami! ¡No puedes cambiarme por algo mejor, porque yo soy el mejor!
Ryu liberó sus manos, subió su pans y se sacó el moño de la boca. Corrió a la puerta pero no pudo abrir.
-Nadie deja a Light Yagami.
Ryu miró y vio la oscuridad en su rostro, donde sólo brillaban sus ojos rojos llenos de rencor y tristeza. Asustado, Ryu comenzó a golpear la puerta.
-¡Mikami-san! -gritaba- ¡Mikami-san, ayúdeme! ¡Auxilio! ¡Mikami-san!
Al volverse se encontró con los ojos endemoniados del muchacho y no pudo decir más; cayó de rodillas, hipnotizado por el chico que volvió a sonreír.
-¿Qué? ¿Deseas devolverme el favor? Bien, si así lo quieres, comienza cuando lo desees…
Lo tomó de las manos obligándolo a abrazarlo por la cintura, mientras el cierre de su pantalón se bajaba, dejando al descubierto lo bien dotado que estaba el fantasma. Ryu, llorando, miró el miembro y luego vio al chico.
-Por favor… -dijo- no me obligue… por favor, yo nunca he hecho…
-No mientas, lo sabes muy bien, te encanta hacerlo.
-Por favor… -lloraba desconsolado.
-¡Hazlo, Matt!
-¡No me llamo Matt!
Obligado por las frías y heladas manos del fantasma, Ryuuzaki metió en su boca el gran bocado que le era ofrecido, y que cada vez era más sólido. Si pudiera, se pondría a pensar en qué tan verdadero podría ser lo que estaba viiendo, si un fantasma era capaz de obligarlo a algo como esto, pero estaba demasiado asustado para usar este tipo de lógica.
Comenzó, inexperto, a lamerlo, a chuparlo, alentando los sentidos de erotismo en el fantasma que sonreía con lujuria. Miraba a su amante, y acariciaba su cabello.
-Buen niño -decía como si fuese su perro-, tan lindo, tan obediente… me encanta tu deliciosa lengua… desearía tenerla toda la eternidad.
Al venirse, obligó a Ryu a tragarse el exquisito néctar que el cuerpo casi material expulso.Era como tragar un trozo de niebla, frío y húmedo, y le causó un escalofrío tremendo.
-Se siente igual que antes… buenas noches, Matt, volveré mañana.
Atravesó la puerta, y el ruido del cerrojo abriéndose, hizo que Ryuuzaki cayera de frente llorando.
-Mikami-san… -murmuró- abuelo… por favor… ayúdenme… Mikami-san… se lo suplico… por favor…
Y, sin darse cuenta se durmió sin soñar.