Es cierto habían ya pasado 19 años desde la batalla final, mientras los hijos de ambos entran al tren para iniciar su educación mágica en el Colegio de Magia y Hechicería, Harry sólo podía pensar en todo lo que aconteció un año después de la batalla, ese breve romance que tuvo que su eterno enemigo… con el hombre que aún hoy parecía que le miraba con un toque de desprecio a pesar de que le habían salvado la vida.
Decidió quedarse hasta que partiera el tren y no quedara nadie más en el andén, así que le dijo a Ginny que se adelantara a casa, que tenia cosas que atender en Gringotts antes de ir a casa. El tiempo transcurrió lentamente antes de que no quedara nadie en el andén; realmente no sabía a donde ir antes de llegar a casa con Ginny, en verdad no tenía que ir al banco ni a ningún lado, sólo ese día no quería estar con ella…
Sin que él se diera cuenta, un atractivo Draco Malfoy se había sentado a un lado, Harry lo sintió hasta que oyó el tronar de una chispa que había usado Malfoy para prender el cigarrillo que tenía en la boca. En ese momento a Harry le pasaron mil y un recuerdos de ellos dos jugando su último año en Hogwarts a escondidas de todo el mundo. Se miraron profundamente y oyó la profunda voz de Draco decir:
- A ti también te trajo recuerdo el día de hoy verdad. Realmente pensé que todo había quedado atrás… pensé que no volvería a recordar nada de lo sucedido hasta que te vi, con la estúpida Weasley y tus hijos.
- En primera se llama Ginny, y por otra parte yo no he podido olvidarlo, es cierto que verte aquí me trajo muchos recuerdos, pero…
- Pensaste que este sentimiento entro nosotros ya no existía- el humo salió de la boca de Draco, dándole un aire melancólico, solitario, una imagen que excitó al moreno.
Ambos se quedaron un instante sentados viendo al horizonte como si cada uno estuviera en un mundo completamente diferente. Pero hubo un instante sólo un momento en que ambas miradas se cruzaron y bastó para que la pasión renaciera entre ellos. Un beso, sólo un instante en que los labios de ambos se tocaran y la temperatura de ambos volviese a ser la de dos adolescentes que viven intensamente el secreto de un amor prohibido.
Se separaron, un momento para verse a los ojos, Harry se recargó en Draco y le preguntó porque no habían continuado, por qué se habían separado.
- No lo sé, tal vez nos olvidamos de lo que sentimos, las distancias no nos ayudaron, y hubo un momento en que dejamos de mandarnos lechuzas y nos perdimos el rastro.
- Pero yo aún te quiero, aún me siento vivo cuando estoy contigo… ya sé Draco vamos a salir hoy tu y yo. Vamos a pasar una tarde juntos sin que nadie sepa de nosotros, donde sólo seamos tú y yo.
Draco asintió, Harry los convenció de que se cambiaran de ropa y fueran mundo muggle, antes de salir de la estación se tomaron de la mano y se dieron otro beso, mas pequeño, más dulce más romántico.
Harry lo llevo a pasear por Londres, caminaron entre calles y tomaron el té en una cafetería alejada del resto de los mortales donde ellos podían estar juntos y expresarse su cariño como hace años no lo hacían.
El día terminó y ambos tenían que regresar a sus respectivos hogares, pero no sin antes fijar una fechar para verse de nuevo. Querían recordar todas las aventuras que habían tenido juntos y recopilarlas en dos manuscritos que se quedarían con ellos, para cuando lo quisiesen leer y sentir de nuevo las emociones que habían vivido en su último año en Hogwarts.
Mientras Harry caminaba al Caldero Chorreante para utilizar la red flu para llegar a casa iba pensando en los juicios después del ataque al castillo, y como él había intervenido a favor de Draco para que no fuese enviado a Azkaban, casi había perdido la amistad de sus amigos al intentar que Draco no tuviera que pagar por los crímenes de su familia. Había ya pasado mucho tiempo en que no re-vivía esos juicios. Justo antes de dormir se acercó a su pensadero y deposito un hilo plateado… el hilo del inicio de su aventura con su eterno enemigo y su más grande amor.